You must be a loged user to know your affinity with Juanjo Iglesias
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
Documental

7,5
2.308
7
20 de agosto de 2011
20 de agosto de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso documental que me ha dejado con una enorme sonrisa en la cara. LEMMY con mayúsculas es lo que vemos en esta producción de Greg Olliver y Wes Orshosky, que profundiza en la vida del que para algunos es el inventor del heavy metal, pero que para mí es un gran tipo que eligió como forma de vida el más puro y salvaje Rock n´Roll. Un rebelde, un renegado, del que aquí disfrutamos en su forma de mito y en su forma más humana.
Nos desvela que tras esa apariencia de indomesticable y bronco rockero, motero amante del cuero y los tatuajes, hay un tipo capaz de ser entrañable y sobre todo y para mi más importante, capaz de marcar su propio destino.
Mientras vamos disfrutando del rock primario, potente y desenfrenado de sus Motorhead o el menos primario pero más punk, de sus espaciales Hawkwind, las escenas apasionadamente turbadoras se suceden sin más prejuicio que el propio de la rebeldía como estado natural. Entre otras, destacaría la que, entre cervezas, conversa con Billy Bob Thornton.
Un tipo apasionadamente interesado por coleccionar cuchillos o uniformes de oficiales nazis, que en su aseo tiene un pez que canta aquello de “Don´t Worry, be happy”. Un tipo apasionado por los Beatles, Little Richard, Elvis y Jerry Lee Lewis, que rockeaba en los 50, para el que como bien define Dave Grohl, la integridad y la sinceridad son lo más importante.
Me parece una figura turbadora la de Kilmister, por haber convencido al mundo del Rock, de que hace su música desde el corazón, y mucho más, y esto es lo más importante que nos cuenta el documental, de que vive su vida de la misma manera, con su corazón y a su manera. Esto es mucho decir, en el mundo falso, absurdo e interesado en el que vivimos.
El ritmo narrativo no decae en ningún momento y la dirección mejora a otros documentales por un montaje más vivo, menos esquemático, en el que hay entrevistas y escenas de archivo pero hay una sabia elección de escenas que presentan al personaje en su estado más natural.
La inclusión de su hijo aporta al documental un tono dramático que viene a reforzar la idea romántica del personaje. Me interesa la idea de que una estrella del rock, ávido consumidor de bourbon y drogas sintéticas, que lo ha vivido y follado todo y que ha abandonado la idea del amor en el único sentido que lo tiene, que es el de la pareja, por el maldito rock n´roll, nos espete que las únicas personas importantes en su vida han sido su madre, su abuela y su hijo. Es algo tan evidente que abruma, pero tiene una belleza especial verle los ojos al contarnos esto.
(sigue sin spoiler)
Nos desvela que tras esa apariencia de indomesticable y bronco rockero, motero amante del cuero y los tatuajes, hay un tipo capaz de ser entrañable y sobre todo y para mi más importante, capaz de marcar su propio destino.
Mientras vamos disfrutando del rock primario, potente y desenfrenado de sus Motorhead o el menos primario pero más punk, de sus espaciales Hawkwind, las escenas apasionadamente turbadoras se suceden sin más prejuicio que el propio de la rebeldía como estado natural. Entre otras, destacaría la que, entre cervezas, conversa con Billy Bob Thornton.
Un tipo apasionadamente interesado por coleccionar cuchillos o uniformes de oficiales nazis, que en su aseo tiene un pez que canta aquello de “Don´t Worry, be happy”. Un tipo apasionado por los Beatles, Little Richard, Elvis y Jerry Lee Lewis, que rockeaba en los 50, para el que como bien define Dave Grohl, la integridad y la sinceridad son lo más importante.
Me parece una figura turbadora la de Kilmister, por haber convencido al mundo del Rock, de que hace su música desde el corazón, y mucho más, y esto es lo más importante que nos cuenta el documental, de que vive su vida de la misma manera, con su corazón y a su manera. Esto es mucho decir, en el mundo falso, absurdo e interesado en el que vivimos.
El ritmo narrativo no decae en ningún momento y la dirección mejora a otros documentales por un montaje más vivo, menos esquemático, en el que hay entrevistas y escenas de archivo pero hay una sabia elección de escenas que presentan al personaje en su estado más natural.
La inclusión de su hijo aporta al documental un tono dramático que viene a reforzar la idea romántica del personaje. Me interesa la idea de que una estrella del rock, ávido consumidor de bourbon y drogas sintéticas, que lo ha vivido y follado todo y que ha abandonado la idea del amor en el único sentido que lo tiene, que es el de la pareja, por el maldito rock n´roll, nos espete que las únicas personas importantes en su vida han sido su madre, su abuela y su hijo. Es algo tan evidente que abruma, pero tiene una belleza especial verle los ojos al contarnos esto.
(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como experiencia personal tuve el placer de disfrutar de su directo una vez. No conocía su música salvo en el sentido de que hacían mucho ruido. Fue un exquisito placer disfrutar de tal tormenta de adrenalina y en esta idea se fundamenta la parte del documental dedicada a narrarnos el sonido Motorhead, parte en la que multitud de estrellas, incluidos Metallica o Slash se gestan de alabar, por haber encontrado el sonido más potente del Rock n´Roll.
Un documental arriesgado y honesto sobre un personaje que bien se merecía contar su historia. Para amantes del rock o del buen cine.
Y me despido citando al maestro Eastwood: “Si existe la magia en pelear batallas más allá de lo que uno resiste, es la magia de arriesgar todo por un sueño, que nadie más que tú puede ver”.
Un documental arriesgado y honesto sobre un personaje que bien se merecía contar su historia. Para amantes del rock o del buen cine.
Y me despido citando al maestro Eastwood: “Si existe la magia en pelear batallas más allá de lo que uno resiste, es la magia de arriesgar todo por un sueño, que nadie más que tú puede ver”.
9
3 de marzo de 2012
3 de marzo de 2012
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi “Detour”, supuso una experiencia cinematográfica sin parangón, para un amante del género negro como yo. La capacidad de Ulmer para introducir al ensimismado espectador dentro de su paranoica pesadilla y de hacerlo partícipe de sus ensoñaciones y alucinaciones particulares, es abrumadoramente eficaz y poéticamente persuasiva. La sombra de su maestro Murnau, sobrevuela una historia puramente Hollywood, años 40.
Este largometraje podría ser el ejemplo paradigmático que demuestre que para realizar una gran película, en los años cuarenta, no era necesario pertenecer a una de las majors. Se rodó en seis días en un pequeño estudio de la compañía PRC Inc. con un presupuesto de veinte mil dólares, allá por 1945 y la historia la ha colocado como una de las mayores curiosidades de aquella época dorada de Hollywood en la que las grandes estrellas de cine, rodaban films de cine negro. Nos encontramos ante, quizá, la obra maestra de lo que podríamos llamar cine negro de serie B.
Tras un comienzo en el que se prevé un drama de corazones solitarios, con la crisis del 29 ondeando en la lejanía, donde el pianista de pequeño club de jazz de Nueva York y la bella y joven cantante, aspirante a actriz de Hollywood, sueñan con amarse eternamente, la película se convierte en un soñoliento, lóbrego y sombrío viaje que mezcla, crimen, thriller, cine negro, drama, intriga, misterio y road movie en una fusión de géneros donde prevalecen los excesos y ausencias de luz y los juegos y escrupulosos engaños de guión.
Lo más interesante del film es su sensación claustrofóbica de ensueño. Los contrastes de luces y sombras exagerados y esa capacidad para influenciarse del expresionismo alemán, con categórica modernidad dejan constancia de esta “rara avis”, que hace de la diferencia y la originalidad, sus signos de identidad.
El guión plantea un desasosegante viaje por la culpa, donde sus solitarios, melancólicos y desesperanzados personajes, nos llevan a su antojo por el terreno de la duda y la desconfianza. Su mayor poder narrativo es el de jugar con los pensamientos del espectador, con lo que sabe y sobre todo con lo que cree saber. Tiene la virtud del cine negro de sorprender y conseguir que nada sea lo que parece, con milimétrica habilidad para el desconcierto y sabiendo dejar en el aire esas dudas que al buen espectador le encanta resolver a su manera. En este ambiente tétrico donde las sombras y el miedo lo cubren todo, se percibe una fuerza que controla todo. En la novela de Goldsmith se cita claramente a Dios, como la fuerza que mueve a su antojo el destino de los protagonistas, pero en el guión será el propio destino el que maneje a su antojo el bien y el mal, para crear víctimas y culpables. La historia transcurre a lo largo de la travesía realizada a dedo por el pianista Al Roberts, entre N.Y.C y L.A. para encontrarse con su novia, tras la decisión de esta de intentar ganarse la vida como actriz en Hollywood.
Este largometraje podría ser el ejemplo paradigmático que demuestre que para realizar una gran película, en los años cuarenta, no era necesario pertenecer a una de las majors. Se rodó en seis días en un pequeño estudio de la compañía PRC Inc. con un presupuesto de veinte mil dólares, allá por 1945 y la historia la ha colocado como una de las mayores curiosidades de aquella época dorada de Hollywood en la que las grandes estrellas de cine, rodaban films de cine negro. Nos encontramos ante, quizá, la obra maestra de lo que podríamos llamar cine negro de serie B.
Tras un comienzo en el que se prevé un drama de corazones solitarios, con la crisis del 29 ondeando en la lejanía, donde el pianista de pequeño club de jazz de Nueva York y la bella y joven cantante, aspirante a actriz de Hollywood, sueñan con amarse eternamente, la película se convierte en un soñoliento, lóbrego y sombrío viaje que mezcla, crimen, thriller, cine negro, drama, intriga, misterio y road movie en una fusión de géneros donde prevalecen los excesos y ausencias de luz y los juegos y escrupulosos engaños de guión.
Lo más interesante del film es su sensación claustrofóbica de ensueño. Los contrastes de luces y sombras exagerados y esa capacidad para influenciarse del expresionismo alemán, con categórica modernidad dejan constancia de esta “rara avis”, que hace de la diferencia y la originalidad, sus signos de identidad.
El guión plantea un desasosegante viaje por la culpa, donde sus solitarios, melancólicos y desesperanzados personajes, nos llevan a su antojo por el terreno de la duda y la desconfianza. Su mayor poder narrativo es el de jugar con los pensamientos del espectador, con lo que sabe y sobre todo con lo que cree saber. Tiene la virtud del cine negro de sorprender y conseguir que nada sea lo que parece, con milimétrica habilidad para el desconcierto y sabiendo dejar en el aire esas dudas que al buen espectador le encanta resolver a su manera. En este ambiente tétrico donde las sombras y el miedo lo cubren todo, se percibe una fuerza que controla todo. En la novela de Goldsmith se cita claramente a Dios, como la fuerza que mueve a su antojo el destino de los protagonistas, pero en el guión será el propio destino el que maneje a su antojo el bien y el mal, para crear víctimas y culpables. La historia transcurre a lo largo de la travesía realizada a dedo por el pianista Al Roberts, entre N.Y.C y L.A. para encontrarse con su novia, tras la decisión de esta de intentar ganarse la vida como actriz en Hollywood.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Toda la trama se resuelve mediante los quehaceres de dos personajes sumamente representativos del género. El hombre que divaga entre la más inocente honestidad y la más ruin de las culpas, cuyo carácter es apocado, sumiso, cobarde, medroso y timorato al que oiremos nombrar como Al Roberts y cuyo rostro dará forma Tom Neal. Y la dominante, lasciva, posesiva, despótica y agresiva “Femme Fatal”, que se hará llamar Vera y encarnará Ann Savage.
Técnicamente es un auténtico prodigio del buen hacer, del cine como artesanía ante la dificultad y del buen oficio. La narración está contada a modo de flashback durante la casi la totalidad de la historia, recurso que aparte de reducir épicamente el gasto de recursos económicos, explica todo lo que quiere explicar añadiendo un ambiente de ensoñación muy particular. El otro tema importante en este sentido es el uso de la voz en off, de nuevo por razones obviamente económicas y que da un juego magnífico. Sitúa al protagonista entre el bien y el mal, en el lugar del funambulista caminando sobre el alambre, siempre al borde del abismo. Esto recarga las situaciones y el ambiente de situaciones psicóticas, de climas enfermizos colmados de culpas, miedos e impotencias.
La habilidad de Ulmer en la gestión de recursos es admirable. Con una rotunda escasez económica y con la inestimable ayuda del director de fotografía Benjamin H. Kline, dejó impregnado en película el origen de estilos como el del propio David Lynch, en “Carretera perdida”. Si Welles y Toland eran los tipos que más presupuesto en iluminación necesitaban para su seminal y esplendorosa fotografía, aquí ocurre precisamente lo contrario, con un resultado infinitamente más modesto, pero con el brillante logro de imitar con suma perfección el estilo expresionista del mejor cine negro.
La banda sonora de Leo Erdody se mueve con un estilo magnífico entre el mejor charlestón y el cabaret, mezclados con temas para orquesta bellos y muy cinematográficos, que superan en cierto sentido la calidad de Serie B de las imágenes. La música es terriblemente creativa y cumple siempre con su función de ambientar, pero lo hace muy especialmente a la hora de servir al narrador, momento en el que hace terriblemente creíble lo que nos cuenta, además de sumirnos en una exquisita pesadilla.
“Tirad sobre el pianista” (Tirez sur le pianiste, 1960), rinde un claro homenaje a esta obra maestra, poco conocida y aún no valorada en su auténtica medida.
Técnicamente es un auténtico prodigio del buen hacer, del cine como artesanía ante la dificultad y del buen oficio. La narración está contada a modo de flashback durante la casi la totalidad de la historia, recurso que aparte de reducir épicamente el gasto de recursos económicos, explica todo lo que quiere explicar añadiendo un ambiente de ensoñación muy particular. El otro tema importante en este sentido es el uso de la voz en off, de nuevo por razones obviamente económicas y que da un juego magnífico. Sitúa al protagonista entre el bien y el mal, en el lugar del funambulista caminando sobre el alambre, siempre al borde del abismo. Esto recarga las situaciones y el ambiente de situaciones psicóticas, de climas enfermizos colmados de culpas, miedos e impotencias.
La habilidad de Ulmer en la gestión de recursos es admirable. Con una rotunda escasez económica y con la inestimable ayuda del director de fotografía Benjamin H. Kline, dejó impregnado en película el origen de estilos como el del propio David Lynch, en “Carretera perdida”. Si Welles y Toland eran los tipos que más presupuesto en iluminación necesitaban para su seminal y esplendorosa fotografía, aquí ocurre precisamente lo contrario, con un resultado infinitamente más modesto, pero con el brillante logro de imitar con suma perfección el estilo expresionista del mejor cine negro.
La banda sonora de Leo Erdody se mueve con un estilo magnífico entre el mejor charlestón y el cabaret, mezclados con temas para orquesta bellos y muy cinematográficos, que superan en cierto sentido la calidad de Serie B de las imágenes. La música es terriblemente creativa y cumple siempre con su función de ambientar, pero lo hace muy especialmente a la hora de servir al narrador, momento en el que hace terriblemente creíble lo que nos cuenta, además de sumirnos en una exquisita pesadilla.
“Tirad sobre el pianista” (Tirez sur le pianiste, 1960), rinde un claro homenaje a esta obra maestra, poco conocida y aún no valorada en su auténtica medida.

8,1
16.490
9
15 de abril de 2010
15 de abril de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Many years ago... many, many years ago... I brought up a boy, and I said to him: "Son, if you ever become a writer, try to write a good part for your old man sometime". Well, by cracky, that's what he did!».
Esto es parte del encomiable discurso que Walter Houston le dedicó a su hijo tras recibir el Oscar al mejor actor secundario en 1949, también lo recibiría John por mejor guión y mejor dirección. La película también sería premiada con el Globo de Oro a la mejor película: Drama.
Se trata de una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, donde tres desharrapados que buscan empleo en una ciudad de Méjico deciden emprender una expedición a Tampico en busca de oro, sin nada que perder y mucho que ganar se aventuran en un inhóspito camino para narrarnos una gran historia sobre la amistad y la ambición. El guión es de John Huston, basado en una novela de Ben Traven.
En cuanto a la dirección me parece una de las mejores obras de Huston, consigue sacar de cada personaje y cada actor sus mejores virtudes, ofrece multitud de planos espectaculares de gran belleza plástica, la colocación de la cámara aporta realismo e intensidad a las escenas de acción y en global, tiene ese estilo de los grandes clásicos.
Los tres actores principales realizan actuaciones brillantes, Bogart interpretando a Fred. C. Dobbs nos crea un mendigo avaricioso y sin escrúpulos, un tipo duro y traicionero al que le pierde su ambición, muy a su estílo pero con rasgos distintivos que consigue esa especial dirección de Huston.
Tim Holt, en su personaje de Bob Curtin representa la honradez, los valores de la amistad y la honestidad, aunque en alguna escena de la película también nos sorprenderá por su frialdad. Aún así la templanza será su mayor virtud.
El personaje de Walter Huston, es realmente divertido, un viejete aventurero que incitará a los otros dos a iniciar la aventura, con un personaje encomiable pero lleno de ambigüedad que nos sorprenderá continuamente y tendrá un desenlace delicioso. Huston aporta con gran estílo esa larga y brillante experiencia como actor y la plasma con carácter en su personaje, un viejo y experimentado buscador de oro.
La fotografía en blanco y negro de Ted McCord es plásticamente muy bella y rica en contrastes, cabe reseñar cierta oscuridad al principio de la película, en una perspectiva general, cuando están en la ciudad y como eso se transforma en luz cuando abandonan la urbe para embarcarse en la aventura, gracias sobre todo a la dirección de Huston, la fotografía marca de forma acertada los sentimientos de los personajes.
La música de Max Steiner ensalza las escenas importantes con rigor.
Deliciosa película de aventuras para ver en un ciclo junto a "La reina de África", "Moby Dick" y "El hombre que pudo reinar".
Esto es parte del encomiable discurso que Walter Houston le dedicó a su hijo tras recibir el Oscar al mejor actor secundario en 1949, también lo recibiría John por mejor guión y mejor dirección. La película también sería premiada con el Globo de Oro a la mejor película: Drama.
Se trata de una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, donde tres desharrapados que buscan empleo en una ciudad de Méjico deciden emprender una expedición a Tampico en busca de oro, sin nada que perder y mucho que ganar se aventuran en un inhóspito camino para narrarnos una gran historia sobre la amistad y la ambición. El guión es de John Huston, basado en una novela de Ben Traven.
En cuanto a la dirección me parece una de las mejores obras de Huston, consigue sacar de cada personaje y cada actor sus mejores virtudes, ofrece multitud de planos espectaculares de gran belleza plástica, la colocación de la cámara aporta realismo e intensidad a las escenas de acción y en global, tiene ese estilo de los grandes clásicos.
Los tres actores principales realizan actuaciones brillantes, Bogart interpretando a Fred. C. Dobbs nos crea un mendigo avaricioso y sin escrúpulos, un tipo duro y traicionero al que le pierde su ambición, muy a su estílo pero con rasgos distintivos que consigue esa especial dirección de Huston.
Tim Holt, en su personaje de Bob Curtin representa la honradez, los valores de la amistad y la honestidad, aunque en alguna escena de la película también nos sorprenderá por su frialdad. Aún así la templanza será su mayor virtud.
El personaje de Walter Huston, es realmente divertido, un viejete aventurero que incitará a los otros dos a iniciar la aventura, con un personaje encomiable pero lleno de ambigüedad que nos sorprenderá continuamente y tendrá un desenlace delicioso. Huston aporta con gran estílo esa larga y brillante experiencia como actor y la plasma con carácter en su personaje, un viejo y experimentado buscador de oro.
La fotografía en blanco y negro de Ted McCord es plásticamente muy bella y rica en contrastes, cabe reseñar cierta oscuridad al principio de la película, en una perspectiva general, cuando están en la ciudad y como eso se transforma en luz cuando abandonan la urbe para embarcarse en la aventura, gracias sobre todo a la dirección de Huston, la fotografía marca de forma acertada los sentimientos de los personajes.
La música de Max Steiner ensalza las escenas importantes con rigor.
Deliciosa película de aventuras para ver en un ciclo junto a "La reina de África", "Moby Dick" y "El hombre que pudo reinar".
7 de diciembre de 2011
7 de diciembre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras Melville, Truffaut, Godard, Rivette, Rohmer y Chabrol entre otros daban forma a la “Nouvelle Vague” francesa, en Inglaterra surgía un movimiento paralelo influído por ellos como respuesta de rebeldía ante la artificialidad narrativa de Hollywood y de la dramaturgia británica. Se caracterizaba por implementar una estética realista en el cine de ficción y documental ocupándose de lo cotidiano y del compromiso social ante los problemas de su tiempo. Nació en los años 50 del pasado siglo, su nombre era “Free Cinema” y su película más representativa pudo ser “La soledad del corredor de fondo” de Tony Richardson.
El joven Colin Smith es enviado a un reformatorio tras ser sorprendido robando en una panadería. Su habilidad como corredor de fondo le sitúa, dentro del reformatorio en una posición privilegiada, gracias a la cual realiza una reflexión que le lleva a considerarse como un joven afortunado.
Dentro del marco y la crítica social al que se adscribe, vista hoy resulta una película agradable de ver, entretenida y comprometida con su causa. Se acerca más al estilo de Truffaut o Godard, que a la sordidez del neorrealismo italiano. A pesar de su intención protestataria y rebelde, no deja de la idea del cine como arte o entretenimiento. Recuerda en algunos momentos al estilo de “Ascensor hacia el cadalso” (Ascenseur pour l'Echafaud, 1957) y “Banda aparte” (Bande á part, 1964).
Sus personajes se sienten vivos, realmente tienen algo que contar, su historia es importante y así nos lo hacen sentir. De esto se encarga Tony Richardson, con una dirección artesanal y una cámara vivaz y siempre en movimiento, que le aporta un ritmo dinámico y que gusta de jugar con la profundidad de campo y los sentimientos de los protagonistas.
La actuación de Tom Courtenay en el papel protagonista es memorable, por su habilidad para enfatizar estados de ánimo y las particularidades propias del personaje. Se siente identificado con su personaje de una forma muy especial.
La fotografía en blanco y negro fundida con la climatología típica inglesa, hace de la pantalla un paisaje cinematográfico tremendamente evocador, con aroma a cine clásico, en contraposición a su naturaleza vanguardista.
El joven Colin Smith es enviado a un reformatorio tras ser sorprendido robando en una panadería. Su habilidad como corredor de fondo le sitúa, dentro del reformatorio en una posición privilegiada, gracias a la cual realiza una reflexión que le lleva a considerarse como un joven afortunado.
Dentro del marco y la crítica social al que se adscribe, vista hoy resulta una película agradable de ver, entretenida y comprometida con su causa. Se acerca más al estilo de Truffaut o Godard, que a la sordidez del neorrealismo italiano. A pesar de su intención protestataria y rebelde, no deja de la idea del cine como arte o entretenimiento. Recuerda en algunos momentos al estilo de “Ascensor hacia el cadalso” (Ascenseur pour l'Echafaud, 1957) y “Banda aparte” (Bande á part, 1964).
Sus personajes se sienten vivos, realmente tienen algo que contar, su historia es importante y así nos lo hacen sentir. De esto se encarga Tony Richardson, con una dirección artesanal y una cámara vivaz y siempre en movimiento, que le aporta un ritmo dinámico y que gusta de jugar con la profundidad de campo y los sentimientos de los protagonistas.
La actuación de Tom Courtenay en el papel protagonista es memorable, por su habilidad para enfatizar estados de ánimo y las particularidades propias del personaje. Se siente identificado con su personaje de una forma muy especial.
La fotografía en blanco y negro fundida con la climatología típica inglesa, hace de la pantalla un paisaje cinematográfico tremendamente evocador, con aroma a cine clásico, en contraposición a su naturaleza vanguardista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El trabajo de montaje que gusta de juegos temporales a modo de flashbacks es magnífico, por el ritmo y la cadencia y por su interés narrativo y explicativo del personaje.
Los planos generales cámara en mano son ejemplos claros de esa pretendida ruptura con el orden cinematográfico preestablecido y el entendimiento del cine como un arte tan complejo como libre. La belleza de algunos de esos planos generales en contraposición a la sociedad decadente y tradicionalista que retrata le proporciona una belleza original y diferente. Esa idea de libertad se refleja en cada plano y en cada secuencia formalmente y en cada gesto y frase de un protagonista magníficamente interpretado. Otra cuestión muy distinta sería la de compartir las opiniones y sensibilidades vertidas en una narración puramente liberal. Los valores que rezuma la historia quedan explicados y justificados únicamente bajo la perspectiva de su situación geográfica y temporal, pero que podrían unirse de forma absolutamente lógica con su hermana de sangre, la nouvelle vague.
El uso de recursos como la cámara rápida con música discordante y cómica, le hace perder una seriedad, que creo habría potenciado todas las ideas que plantea. Sin embargo se deja llevar por la pura rebeldía cinematográfica. Esta diferencia patente con la crudeza de la nouvelle vague, hace de la corriente francesa un exponente precisamente de rebeldía bastante más poderoso artística y socialmente.
Navega con agilidad y ritmo entre el drama carcelario, la comedia, el policiaco y el cine social en una fusión de géneros que hace de ella un estilo de cine ácrata que amo profundamente.
En ciertos puntos analiza cualquier revolución social, como un pretexto para que sus líderes de cualquier tipo adquieran los mayores privilegios posibles, cosa que comparto salvo en contadas excepciones. Habla de la hipocresía del poder establecido, así como de los que se rebelan contra ella, con el pretexto de crear un nuevo “orden preestablecido”, idea que me atrae profundamente.
El final de la película cumple con todas nuestras expectativas y hace que este complicado viaje merezca la pena. Es sencillamente espectacular.
El jazz de John Addison le ofrece unas texturas muy agradables, a esos paisajes de campo bajo cielos grises. Mezclado temas más sobrios de clarinete y trompeta, con piezas para orquesta, se presenta por momentos, intensa y dinámica y por momentos llena de excentricidad y comicidad, pero siempre reafirma la idea de las escenas, como plantean los cánones estéticos.
Su carácter transgresor estará siempre vigente y le proporcionará su merecido lugar en la historia, pero sus ideas políticas le privarán de ser en esencia lo que la corriente a la que pertenece predicaba en su sentido más literal, “Free Cinema”. Aún así es por derecho propio un clásico del cine europeo que merece la revisión de cualquiera que guste del séptimo arte.
Los planos generales cámara en mano son ejemplos claros de esa pretendida ruptura con el orden cinematográfico preestablecido y el entendimiento del cine como un arte tan complejo como libre. La belleza de algunos de esos planos generales en contraposición a la sociedad decadente y tradicionalista que retrata le proporciona una belleza original y diferente. Esa idea de libertad se refleja en cada plano y en cada secuencia formalmente y en cada gesto y frase de un protagonista magníficamente interpretado. Otra cuestión muy distinta sería la de compartir las opiniones y sensibilidades vertidas en una narración puramente liberal. Los valores que rezuma la historia quedan explicados y justificados únicamente bajo la perspectiva de su situación geográfica y temporal, pero que podrían unirse de forma absolutamente lógica con su hermana de sangre, la nouvelle vague.
El uso de recursos como la cámara rápida con música discordante y cómica, le hace perder una seriedad, que creo habría potenciado todas las ideas que plantea. Sin embargo se deja llevar por la pura rebeldía cinematográfica. Esta diferencia patente con la crudeza de la nouvelle vague, hace de la corriente francesa un exponente precisamente de rebeldía bastante más poderoso artística y socialmente.
Navega con agilidad y ritmo entre el drama carcelario, la comedia, el policiaco y el cine social en una fusión de géneros que hace de ella un estilo de cine ácrata que amo profundamente.
En ciertos puntos analiza cualquier revolución social, como un pretexto para que sus líderes de cualquier tipo adquieran los mayores privilegios posibles, cosa que comparto salvo en contadas excepciones. Habla de la hipocresía del poder establecido, así como de los que se rebelan contra ella, con el pretexto de crear un nuevo “orden preestablecido”, idea que me atrae profundamente.
El final de la película cumple con todas nuestras expectativas y hace que este complicado viaje merezca la pena. Es sencillamente espectacular.
El jazz de John Addison le ofrece unas texturas muy agradables, a esos paisajes de campo bajo cielos grises. Mezclado temas más sobrios de clarinete y trompeta, con piezas para orquesta, se presenta por momentos, intensa y dinámica y por momentos llena de excentricidad y comicidad, pero siempre reafirma la idea de las escenas, como plantean los cánones estéticos.
Su carácter transgresor estará siempre vigente y le proporcionará su merecido lugar en la historia, pero sus ideas políticas le privarán de ser en esencia lo que la corriente a la que pertenece predicaba en su sentido más literal, “Free Cinema”. Aún así es por derecho propio un clásico del cine europeo que merece la revisión de cualquiera que guste del séptimo arte.
8
14 de mayo de 2010
14 de mayo de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ghost in the Shell" es una buena película, ha conseguido captar mi interés e incluso mi admiración a pesar de mi vago entusiasmo por la animación y el manga. Mamoru Oshii es un director con una sensibilidad muy especial, es un tipo que busca crear historias que miran hacia el interior, hacia la subjetividad de los sentimientos y en esta ocasión nos plantea una serie de preguntas filosóficas sobre la esencia del alma humana. Mediante una comparación entre los seres humanos y los robots, trata de analizar los límites del alma y el sentido de la vida. Sería gracioso ver a Platón sentado en una butaca ante esta cinta.
Narrativamente es muy correcta, presenta bien a los personajes, tiene una trama interesante y el final sorprende y deja la historia bien cerrada. La trama es sencilla pero llena de matices, podría ser una historia policiaca más, pero no lo es. No lo es por la implementación, el ambiente, la música, los personajes y sobre todo la dirección, esa idea global que imagina el director antes de grabar la película.
Mencionar que el doblaje al español ha quedado muy bien, las voces están llenas de matices y para alguien que cree que el doblaje es un arte, como yo mismo, es algo muy positivo.
La cinta está llena de detalles, convierte una historia simple en una narración compleja, mediante personajes extraños, mediante una ambientación muy sugerente plásticamente, que recuerda bastante a la mítica "Blade Runner", al igual que una música original, bella y que se conjuga con los dibujos y la historia a la perfección. El sonido se funde muy bien con las imagenes, a veces alcanzando un tono evocador, hay sonidos exactamente iguales a algunos de "Alien" y "Blade Runner" que me provocaron una especie de hermoso "Déjà Vu", pero se complementan como digo a la perfección con la imagen. Hay alguna escena bellísima, de planos largos sobre la ciudad con una música, por decirlo de alguna manera, muy "ambient" que en mi opinión son lo más interesante visual y narrativamente.
Este es el film que le dió a Oshii la fama que tiene, de ahí que haya hecho segundas y terceras partes e incluso una película llamada "Avalon" que toma en parte la historia y sobre todo su personaje principal, escapando de su vocación como animador y rodando otra buena película esta vez con actores reales. También recomendable.
Una cinta manga, ciberpunk, futurista, introspectiva, distópica, extraña y original que merece la pena ver, aún siendo profanos del manga.
Narrativamente es muy correcta, presenta bien a los personajes, tiene una trama interesante y el final sorprende y deja la historia bien cerrada. La trama es sencilla pero llena de matices, podría ser una historia policiaca más, pero no lo es. No lo es por la implementación, el ambiente, la música, los personajes y sobre todo la dirección, esa idea global que imagina el director antes de grabar la película.
Mencionar que el doblaje al español ha quedado muy bien, las voces están llenas de matices y para alguien que cree que el doblaje es un arte, como yo mismo, es algo muy positivo.
La cinta está llena de detalles, convierte una historia simple en una narración compleja, mediante personajes extraños, mediante una ambientación muy sugerente plásticamente, que recuerda bastante a la mítica "Blade Runner", al igual que una música original, bella y que se conjuga con los dibujos y la historia a la perfección. El sonido se funde muy bien con las imagenes, a veces alcanzando un tono evocador, hay sonidos exactamente iguales a algunos de "Alien" y "Blade Runner" que me provocaron una especie de hermoso "Déjà Vu", pero se complementan como digo a la perfección con la imagen. Hay alguna escena bellísima, de planos largos sobre la ciudad con una música, por decirlo de alguna manera, muy "ambient" que en mi opinión son lo más interesante visual y narrativamente.
Este es el film que le dió a Oshii la fama que tiene, de ahí que haya hecho segundas y terceras partes e incluso una película llamada "Avalon" que toma en parte la historia y sobre todo su personaje principal, escapando de su vocación como animador y rodando otra buena película esta vez con actores reales. También recomendable.
Una cinta manga, ciberpunk, futurista, introspectiva, distópica, extraña y original que merece la pena ver, aún siendo profanos del manga.
Más sobre Juanjo Iglesias
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here