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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de enero de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La típica película que canta a nominación desde que te cuentan el argumento. Lo tiene todo: drama biográfico, enfermedad degenerativa, escenarios universitarios, grandes secundarios y música de orquesta que pega subidón en los momentos clave. Eddie Redmayne ya se ha adjudicado el Globo de Oro al mejor actor de drama y Johann Johansson el de mejor banda sonora. El guión suena a ya visto. Nada nuevo en Cambridge. La película es elegante y se ve, más o menos, bien. Los dos actores principales están perfectos. El problema es que entendí todo demasiado bien para hablar de Stephen Hawking: un físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico.

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12 de julio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los primeros minutos de 'Antes del anochecer', Celine le cuenta a Jesse una impactante historia que le ocurrió de joven: su padre mató a unos gatitos metiéndolos en una bolsa con éter y le ocultó el hecho hasta pasados bastantes años. El relato sobre los mininos marcó bastante a Celine. Pues bien, cuesta creer que Jesse todavía no supiera nada de todo eso. Y más sabiendo que son una pareja cuya coyuntura se basa en el diálogo y la complicidad. Se conocieron en un tren hace dieciocho años, 'Antes del amanecer', y pasaron una noche juntos paseando, platicando y seduciéndose por Viena. Se volvieron a ver en Paris 'Antes del atardecer', nueve años después, y volvieron a intimar a la espera de que saliera el avión de Jesse rumbo a los Estados Unidos; un avión que nunca llegó a coger. El resultado fue pasar de verse muy esporádica e intensamente a vivir juntos. En el momento que empieza la película ya sabemos que Jesse y Celine comparten existencia y tienen dos hijas en común, además del hijo de Jesse de su anterior relación. Son una pareja más; con sus trabajos, sus manías, sus problemas de convivencia, sus reproches, sus suspicacias, sus momentos unidos y sus momentos separados. Son una pareja más y ya no hablan con tanta banalidad e idealismo; ahora conversan sobre hijos, hijas, colegios, padres, suegros y el nostálgico pasado. Supongo que, por eso, a Celine se le ha olvidado contarle a Jesse la historia de los gatitos que tanto le afectó.

La cháchara ha cambiado. Ahora las arrugas de la convivencia y la vida en común han entrado a coger su sitio y a minar el encanto de lo esporádico. Si con veinte y con treinta años no había tiempo que perder, ahora tienen toda la vida por delante. Si antes había que conseguir, ahora hay que mantener. Sí, siguen dialogando (y qué diálogos), pero antes el tema era tan amplio como la enciclopedia universal y, en la actualidad, se ha convertido en un diccionario de bolsillo muy particular.

En 'Antes del anochecer' se vuelve a plantear la acción con un exiguo recorrido pero con gran contenido. Un día en Grecia nos sirve, de sobra, para saber la evolución de la pareja. Están de vacaciones en una isla helena invitados por un veterano escritor. En la cuna de la civilización, en el lugar donde las tragedias son parte de su idiosincrasia, en un país inmerso en una enorme crisis. Las escenas están contadas y los largos planos secuencia fluyen perfectamente por el Peloponeso como fluían por los márgenes del Sena. Los enigmas del diálogo los resolvemos perfectamente con lo que recordamos de las dos primeras obras de la saga y con nuestro propio reflejo. Eso es lo inquietante, el espejo que nos proponen los tres autores de la historia (Linklater - Delpy - Hawke) con nuestros propios encantos y desencantos irradiados; el fluir de las relaciones a modo documental que nos convierte en voyeurs de lo nuestro; pues nada será lo mismo, y menos si se empieza tan fuerte.

Esta vez Jesse y Celine no están solos. Comparten sus momentos con sus mellizas y con los anfitriones de su veraneo. Alrededor de la oriunda mesa se sientan todos los estilos de pareja: desde el amor recién conciliado hasta la viudez de los grandes apegos, pasando por las parejas que se dejan llevar hacia la incertidumbre. Sin embargo, en los protagonistas está el foco, son el centro de todo y una de las grandes dualidades amorosas de la historia del cine. Complicidad entre actores y personajes, Julie Delpy y Ethan Hawke están algo más que creíbles, pues Jesse y Celine ya son parte fundamental de sus vidas y, supongo, que parte de ella habrán pasado a la pantalla. No obstante, Hawke es también escritor y divorciado en la vida real (dedicándole a Uma Thurman su segunda novela) y Delpy es también, como Celine, activa políticamente, atea y cantante folk.

Antes de… lo que quieran. Pero que no paren, y más si los capítulos se separan casi por décadas. Queremos saber más. Queremos saber qué es de Jesse y Celine con cincuenta años, al igual que queremos saber qué será de nosotros. A positivar que, aunque la pareja se estanque un poquito, la saga sigue creciendo.

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25 de abril de 2013 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Harto de que convirtieran el tablero en una extensión de la Guerra Fría, Bobby Fischer eligió Islandia como su última nacionalidad. Y ahí sí se puede desaparecer; en un país donde sólo el entusiasmo de sus volcanes, Bjorg y el ejemplo de la Revolución de las Cacerolas han destacado del hastío de su blanco panorama. Y ahí vive Noi, en un pequeño y aislado pueblo perdido de la isla situado en las faldas de una gran montaña nevada. Pero Noi es diferente. Noi es raro. Y no por su peculiar pigmentación mimetizada con el paisaje y su físico particular, sino por su lucha constante contra la desidia. Su indocilidad contrasta con el pasotismo del resto de personajes y su aislamiento voluntario en busca de evasiones mentales contrasta con el conformismo de sus compañeros de clase y el resto de gente de su edad (que son unas cuatro o cinco personas más en todo el aletargado municipio). Saltarse las normas es su única escapatoria: robar dinero de las máquinas tragaperras, beber cerveza, pelarse las clases, responder lo que la gente no está acostumbrada a oír y disparar contra el hielo son auténticas aventuras que te pueden hacer sentir diferente —raro para los demás— en un lugar donde todo va despacio y la repetición es la clave de la supervivencia.

Dagur Kári, es el director y guionista de esta rareza. Una película complicada de encontrar pero muy fácil de ver. La monotonía está dinámicamente retratada y las continuadas reiteraciones en los sucesos no cargan la narración. Un genial y entretenido film sobre el aburrimiento que no aburre, donde la música y los personajes encajan en la historia de forma admirable y donde las secuencias cómicas (surrealistas a ratos) se entrelazan con el costumbrismo en busca de un gran, inesperado y contundente the end.

Ya sé que no es nada extraño en el cine contar las tribulaciones de un adolescente inadaptado; es más, incluso existen tantos casos como para crear un género cinematográfico. Lo raro es contarlo bien y de forma interesante. Porque "Noi el albino" es una muy buena película, pero si la ubicamos dentro de ese género, que nos acabamos de inventar, del cine de adolescentes inadaptados es una obra maestra. Los inadaptados siempre se acaban adaptando o terminan enamorando a la capitana del equipo de animadoras o convirtiendo en superhéroes o asesinando a algún compañero de instituto o encauzados por un profesor molón o se dan cuenta de que ser skinhead no es el camino o “a pesar de todo voy a tener a mi hijo” o follándose una tarta de manzana o se reinsertan en la sociedad después de haber sido criados por lobos. Pero en este caso, en esta rareza llamada "Noi el albino", simplemente los días pasan igual de blancos e inocuos, sin alteraciones ni conflictos, y los pequeños actos de rebeldía se convierten en más de lo mismo cuando los repites tres veces. Y sólo se puede esperar. Porque quizá ese cambio que buscamos no dependa de nosotros.

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13 de enero de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Pienso que lo que ha hecho Keane es fabuloso. Tiene que ser bueno. Si fuese malo, no gustaría a tanta gente". Esta es la cita warholiana que prologa la última y nada gótica película de Tim Burton. Una referencia a la obra de Margaret Keane, muy positiva, sobre lo que es el arte si se le pone un fin en sí mismo. Es una pena que el film no se decante tanto por el enorme debate existente alrededor de las pinturas de la señora Keane. El cuestionadísimo estilo de la artista pasa a un segundo —o quinto— plano en el guión de Scott Alexander y Larry Karaszewski, autores de esa maravilla llamada 'Ed Wood', en la que sí acometieron el tema de la obra del peor director de cine de la historia (o eso dicen en no sé qué lista).

'Big Eyes' se ve bien. No te deja los ojos como los de los niños de los cuadros de la protagonista, pero sirve para pasar un buen rato. El problema es que no deja poso. Visualmente distinta a la mayoría de películas de la filmografía del exmarido de Helena Bonham Carter, hay algo en ella que no me acaba de cuadrar —y el chiste ha salido sin querer—. No es que me falte su exmujer o Johnny Deep en el reparto, sino que circula sin prácticamente sobresaltos y cierra mediante un final algo indolente. La historia del matrimonio formado por Margaret y Walter Keane está espoileada en incontables páginas de la red. Así que yo simplemente os cuento lo que dice la sinopsis: en los años 50 y 60 tuvieron un enorme éxito los cuadros de niñas y niños de ojos enormes que pintaba Margaret y que firmaba Walter. Ella cardaba la lana y él se llevaba la fama.

Ese matrimonio de intereses encontrados se nos exterioriza y se nos desentraña desde dentro. Una época de postguerra, machista y acomodada en sus creencias, que necesita novedades sin complejidades se nos presenta como marco en el que la pareja ve pasar el tiempo sin cambios. Lo kitsch, los lienzos que tanto gustan a Alaska y Mario y que tan poco agradan a Woody Allen y la contienda entre el arte personalizado y la producción en serie están siempre debajo de la asfixia de la actriz principal, encarnado por una efectiva y buena actriz de nombre Amy Adams. Christoph Waltz está algo desenfrenado y de la actriz que hace de la hija —personaje físicamente más del universo del tío Tim— mejor ni hablar. Aún así, vista como una película hollywoodiense que no busca entrar en ensayos artísticos ni dejar nada abierto al espectador, reitero que 'Big Eyes' es una película entretenida.

Con permiso de Ed Wood, y aunque ni el país de las maravillas ni los vampiros le sentaron excesivamente bien, estoy esperando ansioso que Burton vuelva a sus mundos de fantasía: a caballeros sin cabeza, a canes remendados, a extraterrestres de colección de cromos o a jóvenes con dedos afilados. Pero tranquilidad, que he leído que el director de los pelos enmarañados hay tres palabras que muy pronto va a repetir: Bitelchús, Bitelchús, Bitelchús.
28 de enero de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gente comenta que con actores noveles esta historia hubiera pasado bastante desapercibida. Y todo puede ser, pero si basas una película en unos certeros y ágiles diálogos, lo mejor es disparar sobre seguro. Cesc Gay no debía saber a qué actor escoger para su película y decidió pedírselo a todos. Ahí va la lista de tags: Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Eduardo Noriega, Leonor Watling, Leonardo Sbaraglia, Candela Peña, Eduard Fernández, Alberto San Juan, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Molla y Clara Segura.

Con todo este elenco, Gay ha realizado un film ameno, inteligente, entretenido y tragicómico donde las mujeres transmiten una imponente seguridad y los hombres disparan con la pólvora mojada. El autor de las brillantes En la ciudad y Ficció consigue que no apartemos en ningún momento la mirada de la pantalla gracias a los duelos interpretativos de unos grandes actores que se nos van presentando para enseñarnos que nada es lo que parece y que todo nos suena. Los actores viven con sus parejas, con sus mascotas, con sus madres, con sus amantes, con sus miedos, con sus oscuros secretos, con sus antidepresivos y con sus frustraciones. Varias historias, protagonizadas por dos actores cada una, que muy bien funcionarían como piezas independientes pero que están perfectamente hiladas en su desarrollo y ensambladas en su epílogo. Y todo ello con la crisis de identidad masculina como fondo y la poca capacidad de los hombres para sincerarse y abrirse. La analogía del título con una película del oeste se podría traducir en un western crepuscular. Un lugar donde los héroes ya no son lo que eran y las chicas guapas no necesitan que nadie las salve. Una ciudad salvaje donde el silencio impera y donde el tiempo no pasa en balde.

Aunque todo el reparto está a un alto nivel, a positivar sobre todo a cuatro de los actores: al entregado Eduard Fernández, al arrepentido Javier Cámara, al abatido Ricardo Darín y a Candela Peña, la más rápida del oeste.

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