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Críticas de VictorRodrigo
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de octubre de 2023
24 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paco Plaza ha inaugurado el Festival de Sitges 2023 con una cátedra de cine de terror clásico como pocos cineastas pueden impartir en España. Casualidad o hermandad, el director valenciano ha dado el pistoletazo de salida de la muestra de este año justo una edición después de que lo hiciera Jaume Balagueró con Venus, con quien también firmó la saga de culto "REC". Plaza, de la mano de Netflix, ha presentado "Hermana Muerte", precuela de la más que celebrada "Verónica" (2017), que llega dos años después de la exitosa "La abuela" (2021). El filme de estreno es un popurrí de elementos que confabulan una notable historia de venganza, crisis de fe, feminismo, maternidad y posguerra.

A partir de estos elementos, Plaza dibuja un relato en el que el espectador acompaña a la hermana Narcisa, encarnada por una Aria Bedmar que se estrena en un largometraje tras buenas apariciones en televisión y teatro. Muchos recordarán a esta actriz y bailarina por su papel en la miniserie de "El Cuerpo en Llamas" sobre el crimen de la Guardia Urbana. En este viaje, sin embargo, Bedmar interpreta a una joven novicia que llega a un convento en pleno apogeo del franquismo. El simbolismo de la religión ha sido siempre un tema central en el género del terror, pero Plaza -como también Balagueró en muchas de sus obras- consigue explorar los matices sin caer en clichés, aportando una perspectiva nueva a unos escenarios masticadísimos.

Primero, el metraje avanza a través de las dudas de Narcisa, que cuando era pequeña fue bendecida con la visión de la Virgen, y ahora sufre una crisis religiosa en los cimientos de su propia existencia. Luego, transcurre a través del convento en el que comienzan a pasar cosas realmente extrañas. Con esta dualidad, el director valenciano se adentra en un viaje terrorífico gracias al guion de Jorge Guerricaechevarría, lleno de momentos clásicos de tensión y terror, en los que el espectador sufrirá la claustrofobia de las paredes frías, blancas y faltos de vida que rodean todo el complejo. Aun así, Guerricaechevarria, uno de los clásicos guionistas para el reconocido cineasta Alex de la Iglesia, también regala perlas cómicas al espectador.

Poco a poco descubriremos que las monjas esconden secretos de un período funesto -el del asalto a los conventos por parte de los republicanos, algo significativo que se escenifica con la barbarie- que se vertebra en dos ejes: la defensa de la maternidad en la peor de las circunstancias (¿qué hay peor que acabar siendo madre en un convento de monjas radicales en pleno franquismo?) y la búsqueda de la fe que permita a la protagonista volver a creer.

De ritmo pausado, con pocos sustos y golpes baratos, el guión es solvente, pero sencillo. No es terror experimental -movimiento a la vanguardia del género actual- ni tampoco es una película de serie B. Es un clásico en estado puro. Plaza, juguetón, utiliza los simbolismos y elementos del convento para vertebrar esa sensación de ahogo, de persecución, de opresión y secretismo. Cuesta muchísimo no hacer comparativas con las diversas obras modernas de terror que se han construido en torno a las monjas, e incluso con los filmes anteriores de Plaza, pero la película entretiene hasta el final. Bedmar se consolida como una gran promesa cinematográfica, pero la aparición de Almudena Amor -una protagonista recorriente de las películas del valenciano- eleva la actuación general de Hermana Muerte. Mención de honor con letras de oro para el conjunto de niñas que aparecen en la película.


Plaza es un artesano del cine de terror clásico, enamorado de ciertos elementos que salen recurrentemente en sus obras -habría que estudiar con profundidad el uso de los eclipses en sus películas, algo que también repite Balagueró-, pero Hermana Muerte no tiene el efecto que provocó Verónica. Explorar la historia anterior de la monja abuela y ciega que aparece en el filme de 2017 es una buena idea, pero podría haber resultado en una historia mucho más interesante. Intentar llenar los vacíos de la historia original no era del todo necesario, pero tampoco es un hecho sobrante. Sin embargo, la película puede derivar en varias lecturas: la más superficial, de entretenimiento, que ni decepciona ni enamora; y la que provoca mayor repulsión o debate, en torno a la figura de las monjas, del secretismo, de la posguerra, de las violaciones a los conventos o de la maternidad. La venganza, entendida desde la rabia o desde la justicia divina, es otro factor interesante que se desprende de la historia.
VictorRodrigo
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7
16 de octubre de 2018
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kaixo, un cantante de trap gallego, canta en una de sus canciones: "Soy la droga de Gaspar Noé". No entendía la referencia hasta que empecé a ver películas del director. "Climax" entra como un estupefaciente intravenoso y hace honor a la referencia.

Gaspar Noé vuelve a afilar el cuchillo y nos brinda una película polémica, experimental, de una agudeza y catastrófica experiencia visual... con la droga mental y personal del director francés.

La secuencia inicial es sencillamente brillante, con unos planos inmejorables, además de una gran coreografía y una sincronia con la música que te traslada a la pista de baile. Solor por esta escena merece ver la película.

Las actuaciones, por parte de bailarines profesionales (no actores, a excepción de una figura principal como Sofia Boutella) nos regalan una dramatización muy humana, con reacciones muy genuinas. (obviamente dentro de la vorágine y el cerebro exaltado de Noé). La alegoría a Francia, con su particular crítica social implícita a la sexualización, la cultura de la violación, la educación pública nefasta, las drogas y el racismo, Gaspar Noé nos trae una película de consumo rapidísimo pero de digestión complicada.

Dicen que el cine es una experiencia. Existen ciertas películas que no acaban de cumplir esta categorización, pero "Climax" es un claro ejemplo. No dejará indiferente a nadie.
VictorRodrigo
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10
20 de mayo de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que una generación debería conocer. Algunas por sus actores, por ser obras de culto o porque sus historias conmoverían hasta el alma más rocosa. Otras deberían ser conocidas por la profesión a la que van ligadas, como en el caso de El cuarto poder (1952), dirigida por Richard Brooks. Existen películas summa cum laude enfocadas en el periodismo y nos encontramos ante una de ellas. El actor protagonista no necesita muchas presentaciones: Humphrey Bogart, que interpreta a Ed Hutcheson, el editor del periódico “The Day”. La película se desenvuelve en el marco de la venta del rotativo a otra persona tras la muerte del anterior propietario. Hutcheson ve como ante sus ojos el periodismo riguroso y veraz que habían estado ejerciendo en el “Day” se podría esfumar de la noche a la mañana.
La obra de arte que creó Brooks es tan extrapolable a día de hoy que no parece que se rodara hace 64 años. Aunque presenta un periodismo que se ha perdido y que nunca se debería haber dejado morir. Hutcheson, como editor y director, dirige los artículos, noticias, habla con los becarios e incluso baja a la imprenta para ver cómo va la hornada de periódicos. A mis ojos, pura poesía romántica que murió hace años. El film gira en torno a la venta del periódico, pero sobretodo a como los periodistas que lo conforman prefieren morir haciendo un periodismo riguroso. En la redacción siguen buscando historias y publicando las noticias que la ciudadanía debería conocer. Todo eso les conduce a un asesinato, el de una chica, del cual tiran del hilo y se encuentran de cara con un mafioso que es la viva imagen de Al Capone.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
VictorRodrigo
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7
8 de enero de 2019
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Yo soy un hombre. Yo soy el ángel de la noche". La vida y obra política del empresario, megalómano y ex presidente del Consejo de Ministros de Italia es una incógnita oscura para muchos políticos, escritores, periodistas y artistas que han querido abrazar, de diferentes maneras, los movimientos de un personaje tan pintoresco. Paolo Sorrentino, uno de los mejores directores contemporáneos, se ha atrevido con esta obra cinematográfica llamada "Silvio (y Los otros)".

El film se cura en salud desde el principio, dejando claro que todo el contenido que sale durante el metraje se convierte en "una pura coincidencia con la realidad", escenificando que es un guión "ficticio". Así pues, Sorrentino se protege la espalda ante posibles querellas por parte de Berlusconi y todos los implicados ante esta bofetada poética, vulgar, sexual y histriónica contra uno de los políticos más mediáticos de la Europa contemporánea.

La película es un poema cinematográfico de estilo puramente Sorrentino, enmarcado en una estética cargada de belleza visual (como en toda obra del director italiano), metáforas italianas mezcladas con fotogramas que se convierten en cuadros casi renacentistas y una muy, muy, muy elevada sexualidad. Toni Servillo encarna al político que da sentido a toda la película, a todo el metraje y a todo el guión.

"Silvio (y Los otros)" no es un biopic convencional. Sorrentino ya rodó un filme sobre un "gran" político italiano, Giulio Andreotti (llamada "Il Divo"), irradiando un estilo poco convencional, con una elevada estética y una ausencia de guión sólido para ciertas personas, donde tenía una gran vinculación política e histórica. En cambio, en esta película sobre Berlusconi, hace una gran introspección psicológica del personaje, de sus carencias, incluso de su obsesión mental, sobre todo, con el sexo.

El otro gran personaje que aparece en el filme es Sergio Morra (interpretado por Riccardo Scarmaccio) que escenifica una proyección fantasiosa de los supuestos inicios de Berlusconi, pero interactuando con el verdadero Berlusconi. Es un hombre llamado por el reclamo de la ambición, del poder, nublado por la espiral de sexo, drogas y política superficial que planea sobre la Italia de las últimas décadas.

El filme de Sorrentino es largo (una duración de dos horas y media puede suponer cargante para un elevado público no familiarizado con sus películas) pero que deslumbra a cada paso que hace. No es un producto sólido, porque sólo focaliza una etapa muy breve de Berlusconi: su ocaso, su Olimpo en decadencia, su miedo irracional a la muerte, su negación absoluta a abandonar su posición extremadamente poderosa en Italia.

La proyección del director italiano es una gran crítica a Berlusconi, es una puñalada a la obra política, empresarial e incluso vital del líder político, que lo acaba colocando delante del espejo y lo convierte en una persona decadente, patética y abandonada. Sin embargo, el filme, cargado de mensajes metafóricos, de una carga muy especialmente italiana y bíblica, nos recuerda que Berlusconi fue una persona muy apreciada por una población poco crítica, absorbida por una clase política pobre, oscura y abandonada a la corrupción.

Silvio, sin embargo, es alfa y omega. Es la Italia poderosa que no renuncia a sí misma pero se hace asco a sí misma. Él, sin embargo, es un hombre convencional. Es el ángel de la noche. Y es una sonrisa incómoda, pervertida y cargada de malicia. Y (los otros), se nutren de él, terminando todos consumidos por Berlusconi.
VictorRodrigo
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7
25 de febrero de 2021
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como un monstruo que acecha en cada esquina de la habitación. Un nombre impronunciable para todos aquellos que trabajan en su empresa. Harvey Weinstein es el villano que se esconde detrás del reino de oscuridad que ha construido a lo largo de las décadas, en esta notable película dirigida por Kitty Green. The Assistant es la primera mirada al movimiento #MeToo desde una perspectiva de ficción, iluminando una magnífica, contenida y emotiva interpretación de Julia Garner.

La larga y ancha oscuridad bajo la sombra de Weinstein no solo aterrorizaba actrices y mujeres de la industria. Los miembros de su empresa, en especial las asistentes y secretarias, formaban parte de otro nauseabundo grupo: los cómplices obligados bajo el manto de silencio de un sistema construido por un monstruo. Ante la amenaza de destrucción de sus primerizas carreras, Garner es el símbolo de esas dieciséis asistentes que testificaron contra Weinstein al recibir acoso, abuso y amenazas durante años.

La película retrata con templanza esa ley del silencio que recubre todos los rincones del edificio de la empresa, jugando a la iconografía del machismo inherente en la sociedad cinematográfica. Las desconfianzas, el menosprecio ante el supuesto bajo rango que es una asistenta; ser completamente absorbida por un ecosistema que la etiqueta más como una esclava que no como una verdadera aprendiz del oficio.

Green denuncia con consistencia, tacto y pulcritud una situación que no solo ocurría bajo la sombra de Weinstein, sinó que es representativa de Hollywood. Las actrices primerizas pasan ante los ojos de la joven Garner, que con sus ojos muestra al espectador el terror de saber la realidad a la que se enfrentaran estas intérpretes en pocos minutos. “Necesito un abogado para firmar esto?”, pregunta una de ellas a uno de los ejecutivos. “Realmente tienes un abogado?”, contesta con sorna.

El silencio que invade la película es un elemento de contención, una representación de la rabia, la frustración, las vejaciones y la tristeza estructural a la que se han enfrentado las jóvenes en la industria durante tanto tiempo. Y el extasis final, que llega a media película, es la conversación con el mediador y supuesta persona que debería arreglar semejantes problemas. Es el paradigma de la desesperación ante el intento de solucionar algo por los supuestos protocolos, las vanagloriadas vías de ayuda a las que debería acudir una joven por abuso. Su respuesta acaba siendo el terror de ver que él también forma parte del sistema. Y su dedo acusador la apunta. “No destruyas tu carrera por este malentendido”.

Sin ser explícita en ninguno de los casos, The Assistant habla del monstruo encerrado en el armario (Weinstein), que representa el reino de silencio y terror de Hollywood para las mujeres durante tanto tiempo. El rey va desnudo, todo el mundo lo sabe (ejecutivos, trabajadores, productores) i el sistema de contención le protege (el mediador). La única respuesta para sobrevivir es la contención, el sigilo. Y esta película es el grito silencioso cargado de rabia hecho desde un rincón, reclamando soluciones y exponiendo una verdad incómoda.
VictorRodrigo
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