You must be a loged user to know your affinity with yesterday
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,8
21.145
6
5 de noviembre de 2024
5 de noviembre de 2024
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película interesante y compleja por los dilemas que plantea y las reflexiones que despierta alrededor de conceptos como la verdad, la justicia, la ética, la moral o la culpa. Pero el guión, firmado por un debutante que da una vuelta de tuerca a ‘Doce hombres sin piedad’, tiene problemas: falta de verosimilitud, momentos de tensión tramposos y desperdicia al personaje de J. K. Simmons. Narrada con calma, nunca pierde el pulso y está bien interpretada. Clint lanza una mirada amarga, pero profundamente humana al sistema judicial estadounidense. Una vergüenza que se haya estrenado de tapadillo en USA.
@pildoras_de_cine
@pildoras_de_cine

7,3
12.228
9
31 de agosto de 2010
31 de agosto de 2010
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el comienzo de la película, en el que no vemos lo que pasa porque el tren donde transcurre la acción está en un túnel, hasta ese final al borde del acantilado, el personaje de Cary Grant da mala espina. Y no se libra ni con el final que le impusieron los productores a Hitchcock (en spoiler). En esa primera escena del tren ya vemos a dos grandes actores frente a frente. Ambos están enormes, aunque la que se llevó el reconocimiento y el Oscar fue Joan Fontaine. Se lo debían por no habérselo dado el año anterior por “Rebeca”, en el que fue a parar a manos de Ginger Rogers por una película que pasados los años nadie recuerda; en fin cosas de la Academia de Hollywood. Cary Grant hace un papel atípico en su filmografía, es el ‘malo’ de la película y la verdad es que lo borda, porque siempre te hace dudar sobre si realmente lo es o no.
Esta obra tiene bastantes similitudes con otra obra maestra de Hitchcock, “La Sombra de una Duda”, aunque en esa película la duda se acababa resolviendo, mientras que en “Sospecha” esa duda se mantiene hasta después de acabada la película y eso se lo debemos a los productores que cambiaron el final. Por una vez y aunque fuera sin querer, mejoraron una película. El cambio venía impuesto porque Cary Grant, el galán de Hollywood, no podía quedar como el malo de la película, pero ese cambio la hace aún mejor, porque Hitchcock, muy listo, se encarga de obedecer a los productores, pero firmando un final más ambiguo, cuya resolución queda en manos de los espectadores.(en spoiler).
Esta obra tiene bastantes similitudes con otra obra maestra de Hitchcock, “La Sombra de una Duda”, aunque en esa película la duda se acababa resolviendo, mientras que en “Sospecha” esa duda se mantiene hasta después de acabada la película y eso se lo debemos a los productores que cambiaron el final. Por una vez y aunque fuera sin querer, mejoraron una película. El cambio venía impuesto porque Cary Grant, el galán de Hollywood, no podía quedar como el malo de la película, pero ese cambio la hace aún mejor, porque Hitchcock, muy listo, se encarga de obedecer a los productores, pero firmando un final más ambiguo, cuya resolución queda en manos de los espectadores.(en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final concebido originalmente por Hitchcock era el de la novela, es decir, Joan Fontaine bebe el vaso de leche ‘fosforescente’, mítica escena con la bombilla, pero lo hace intuyendo que está envenenado y antes de tomárselo escribe una carta que incrimina a Cary Grant y que él mismo echa al buzón.
Pues para mí el final rodado por Hitchcock influenciado por sus productores es aún mejor que el inicialmente previsto. Explico por qué: El final deja la duda de si todo ha sido una paranoia del personaje de Joan Fontaine o de si realmente Cary Grant es un asesino, como se lleva intuyendo durante toda la película. En la última escena, el supuesto final feliz (inocencia de Cary Grant), para mí no lo es tanto. Cary Grant lleva mintiendo toda la película y las coartadas que le ofrece a Joan Fontaine al borde del acantilado puede ser una más de esas mentiras.
Además la última genialidad de ‘Hitch’ es una vez que se suben al coche y cómo la música lo dice todo. Cary Grant pone el coche en marcha y la música va creciendo en intensidad, haciéndonos temer que los dos acaben acantilado abajo, pero una vez que el coche da la vuelta, el tono de la música cambia completamente, desapareciendo toda la inquietud. En mi opinión Hitchcock nos quiere dejar con la duda de la culpabilidad de Cary Grant, aunque para mí está claro que acabó con el amigo y que más tarde o más temprano acabará también con la buena de Joan Fontaine, consiguiendo así el director inglés el final que quería.
Pues para mí el final rodado por Hitchcock influenciado por sus productores es aún mejor que el inicialmente previsto. Explico por qué: El final deja la duda de si todo ha sido una paranoia del personaje de Joan Fontaine o de si realmente Cary Grant es un asesino, como se lleva intuyendo durante toda la película. En la última escena, el supuesto final feliz (inocencia de Cary Grant), para mí no lo es tanto. Cary Grant lleva mintiendo toda la película y las coartadas que le ofrece a Joan Fontaine al borde del acantilado puede ser una más de esas mentiras.
Además la última genialidad de ‘Hitch’ es una vez que se suben al coche y cómo la música lo dice todo. Cary Grant pone el coche en marcha y la música va creciendo en intensidad, haciéndonos temer que los dos acaben acantilado abajo, pero una vez que el coche da la vuelta, el tono de la música cambia completamente, desapareciendo toda la inquietud. En mi opinión Hitchcock nos quiere dejar con la duda de la culpabilidad de Cary Grant, aunque para mí está claro que acabó con el amigo y que más tarde o más temprano acabará también con la buena de Joan Fontaine, consiguiendo así el director inglés el final que quería.

7,3
1.455
9
26 de junio de 2011
26 de junio de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
“No hay caballo que no pueda ser montado, ni vaquero que no pueda ser derribado”. Esta frase se convierte en el leitmotiv de ‘Hombres errantes’, película dirigida en 1952 por Nicholas Ray y que tiene muchos paralelismos con la convulsa vida de este director, que acabó cayendo en adicciones y perdiendo hasta la cordura ‘The Lusty Men’, ese es su título original, narra la historia de Jeff McCloud (Robert Mitchum), un ex campeón de rodeo, que decide alejarse de ese mundo y volver a sus orígenes. Tenía fama y dinero, pero lo desperdició influenciado por un entorno que te da tanto como te quita. Lo que ganas de día jugándote la vida, lo malgastas por la noche en alcohol, juego y mujeres, en un circulo vicioso del que el personaje de Mitchum intenta huir.
Una vez de regreso a su ciudad natal, McCloud se encuentra con un matrimonio feliz cuyo único deseo en la vida es trabajar y ahorrar lo suficiente para comprarse un rancho. La aparición de un ex campeón como McCloud despierta el ‘gusanillo’ en Wes Merrit (Arthur Kennedy), que harto de trabajar a cambio de una miseria decide probar suerte en el rodeo pese a la oposición de su esposa. Susan Hayward se mete en la piel de esa abnegada mujer, transmitiendo carisma y una fuerza arrolladora cada vez que aparece en pantalla. Sus diálogos con Mitchum y sus encontronazos con algunas ‘busconas’ son antológicos. Desconocía a esta actriz, ganadora de un Oscar en 1958 por ‘Quiero vivir’, cuyo nombre no olvidaré a partir de ahora.
Los personajes se definen a si mismos como unos fracasados y es que el mundo del rodeo parece la patria de los perdedores. Un microcosmos en el que conviven viejas glorias casi inválidas, mujeres que envejecen segundo a segundo temiendo quedarse viudas y maridos que hacen de la ambición y la irracionalidad su único modo de vida. También hay espacio para el amor, un afecto que va creciendo a medida que avanza la película y que ata al personaje de Mitchum a ese mundo al que había prometido no volver. Finalmente el sacrificio y la generosidad serán la mejor manera de declarar dicho amor.
Nicholas Ray, capaz de filmar obras maestras como ‘En un lugar solitario’ y películas fallidas como ’55 días en Pekín’, da una muestra de su talento en ‘Hombres errantes’. Aunque parte del mérito también hay que atribuírselo a Robert Parrish, que rodó algunas escenas cuando Ray cayó enfermo. El director estadounidense fue un renovador y aquí lo demuestra en las escenas del rodeo, cercanas al cine documental y que transmiten con absoluta veracidad la peligrosidad de dichas competiciones. La película tiene muchos puntos en común con ‘Million Dollar Baby’, así a todo aquel que le guste la película de Eastwood sabe que tiene en ‘Hombres Errantes’ una apuesta segura.
Una vez de regreso a su ciudad natal, McCloud se encuentra con un matrimonio feliz cuyo único deseo en la vida es trabajar y ahorrar lo suficiente para comprarse un rancho. La aparición de un ex campeón como McCloud despierta el ‘gusanillo’ en Wes Merrit (Arthur Kennedy), que harto de trabajar a cambio de una miseria decide probar suerte en el rodeo pese a la oposición de su esposa. Susan Hayward se mete en la piel de esa abnegada mujer, transmitiendo carisma y una fuerza arrolladora cada vez que aparece en pantalla. Sus diálogos con Mitchum y sus encontronazos con algunas ‘busconas’ son antológicos. Desconocía a esta actriz, ganadora de un Oscar en 1958 por ‘Quiero vivir’, cuyo nombre no olvidaré a partir de ahora.
Los personajes se definen a si mismos como unos fracasados y es que el mundo del rodeo parece la patria de los perdedores. Un microcosmos en el que conviven viejas glorias casi inválidas, mujeres que envejecen segundo a segundo temiendo quedarse viudas y maridos que hacen de la ambición y la irracionalidad su único modo de vida. También hay espacio para el amor, un afecto que va creciendo a medida que avanza la película y que ata al personaje de Mitchum a ese mundo al que había prometido no volver. Finalmente el sacrificio y la generosidad serán la mejor manera de declarar dicho amor.
Nicholas Ray, capaz de filmar obras maestras como ‘En un lugar solitario’ y películas fallidas como ’55 días en Pekín’, da una muestra de su talento en ‘Hombres errantes’. Aunque parte del mérito también hay que atribuírselo a Robert Parrish, que rodó algunas escenas cuando Ray cayó enfermo. El director estadounidense fue un renovador y aquí lo demuestra en las escenas del rodeo, cercanas al cine documental y que transmiten con absoluta veracidad la peligrosidad de dichas competiciones. La película tiene muchos puntos en común con ‘Million Dollar Baby’, así a todo aquel que le guste la película de Eastwood sabe que tiene en ‘Hombres Errantes’ una apuesta segura.

7,2
2.664
8
30 de septiembre de 2010
30 de septiembre de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una adaptación perfecta de la obra de Antonio Tabucchi, eso es lo que es esta película. No falta nada, ni sobra nada de la novela. Además consiguieron lo más difícil, encontrar a Pereira. En esta obra el gran Marcello Mastroianni es Pereira, tal y como te lo imaginabas cuando leías la novela. Sus limonadas, sus conversaciones con el retrato de su mujer, sus ‘encontronazos’ con la portera, sus debates con el cura, sus dudas sobre si despertar y luchar o seguir dormido y acomodado en la ignorancia.
En plena dictadura de Salazar, las noticias sobre lo que ocurre fuera de Portugal son mínimas. Ni siquiera hay información sobre la guerra civil que sufre el país vecino tras el golpe de estado de Franco. Sólo Manuel, el camarero del bar que frecuenta Pereira se convierte en una fuente fiable. La prensa no informa, sino que más bien desinforma siguiendo las directrices marcadas por el poder, muy preocupado en ‘acallar’ las protestas de sus ciudadanos, a través de una represión policial cada vez más evidente.
En plena dictadura de Salazar, las noticias sobre lo que ocurre fuera de Portugal son mínimas. Ni siquiera hay información sobre la guerra civil que sufre el país vecino tras el golpe de estado de Franco. Sólo Manuel, el camarero del bar que frecuenta Pereira se convierte en una fuente fiable. La prensa no informa, sino que más bien desinforma siguiendo las directrices marcadas por el poder, muy preocupado en ‘acallar’ las protestas de sus ciudadanos, a través de una represión policial cada vez más evidente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Poco a poco Pereira va siendo consciente de que su modesta página cultural en el ‘Lisboa’ se puede convertir en un altavoz contra las injusticias. Empieza con un inocente ‘¡Viva Francia!, para acabar con la ‘incendiaria’ necrológica final. En este nuevo despertar le ayudan las personas con las que se encuentra; el camarero, la mujer judía en el tren, el doctor de la clínica, el cura, todos ellos le van empujando al compromiso. Pero sobre todo dos jóvenes, Monteiro Rossi y su novia, la luchadora Marta, por la que éste haría cualquier cosa, serán los que le obliguen a reaccionar e iniciar una nueva vida.
En la actualidad, los grandes ideales han desaparecido y todo el mundo parece conforme con un modelo económico y social, que en vez de reducir las diferencias entre ricos y pobres, las hace cada vez más abismales. El modelo capitalista está aceptado y la mayoría somos ‘Pereira’, nadie se propone siquiera un modelo alternativo, cuando millones de personas siguen muriéndose de hambre en el mundo. Como decía Saramago, “en algún momento la humanidad tomó el camino equivocado”. Ni siquiera la crisis actual, provocada por la avaricia de bancos y empresas parece haber dañado la credibilidad del modelo capitalista. Los gobiernos se han limitado a tomar una serie de medidas dirigidas a salvaguardar el modelo actual, disfrazándolo como una revisión del mismo. La conclusión a la que se llega es que al final ganan y pierden los de siempre, porque no son los que han provocado la crisis, quienes están pagando los platos rotos. A Pereira le costó mucho despertar, ¿Cuánto tardaremos nosotros?
En la actualidad, los grandes ideales han desaparecido y todo el mundo parece conforme con un modelo económico y social, que en vez de reducir las diferencias entre ricos y pobres, las hace cada vez más abismales. El modelo capitalista está aceptado y la mayoría somos ‘Pereira’, nadie se propone siquiera un modelo alternativo, cuando millones de personas siguen muriéndose de hambre en el mundo. Como decía Saramago, “en algún momento la humanidad tomó el camino equivocado”. Ni siquiera la crisis actual, provocada por la avaricia de bancos y empresas parece haber dañado la credibilidad del modelo capitalista. Los gobiernos se han limitado a tomar una serie de medidas dirigidas a salvaguardar el modelo actual, disfrazándolo como una revisión del mismo. La conclusión a la que se llega es que al final ganan y pierden los de siempre, porque no son los que han provocado la crisis, quienes están pagando los platos rotos. A Pereira le costó mucho despertar, ¿Cuánto tardaremos nosotros?

7,4
6.861
9
23 de septiembre de 2011
23 de septiembre de 2011
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de 'Vidas Rebeldes', uno de los protagonistas cuenta como podemos seguir viendo el brillo de una estrella aunque ésta haya muerto hace cientos de años. Algo parecido ocurre con esta película, que nos permite seguir viendo el brillo de una estrella, en este caso del celuloide, muchos años después de su muerte. Hablo de Marilyn Monroe. La 'tentación rubia' está espléndida en esta obra maestra de John Huston, y no solo físicamente, que también, sino interpretativamente. Alrededor de la estrella orbitan una serie de satélites encarnados por Clark Gable, Montgomery Clift y Eli Wallach. Tres hombres que hablan, sienten y aman a Marilyn. ¿Quién no?
Estos personajes son 'The Misfits' (Los Inadaptados), a los que habría que sumar a una secundaria de lujo, Thelma Ritter. Monroe es una recién divorciada en busca de afecto; Gable, un cazador de caballos salvajes que quiere mantener su libertad; Clift, un joven que sobrevive a duras penas jugándose la vida en los rodeos; y Wallach, un amargado viudo que necesita una nueva mujer. Todos ellos están perdidos, sin un horizonte vital al que dirigirse y con graves traumas a cuestas. Es una película de tono crepuscular, y no solo por ser la última de Marilyn Monroe y Clark Gable, sino por la sensación de fin de una época que transmite.
Volviendo a Norma Jean, la minusvalorada actriz está más sensual (y sexual) de lo habitual, lo que provocó que la censura sacara la tijera (los numerosos cambios en el doblaje lo atestiguan), privando a los españoles de la época de una Marilyn en todo su esplendor. Mención especial para la escena de una solitaria Marilyn bailando borracha a la luz de la luna con un halo fantasmagórico y premonitorio a su alrededor y para otra en la que una exuberante Marilyn demuestra su capacidad para volver locos a decenas de hombres con algo tan inocente como una bola atada a una pala. Todo esto bajo la atenta mirada de Arthur Miller, su por entonces marido y además guionista de la película.
Estos personajes son 'The Misfits' (Los Inadaptados), a los que habría que sumar a una secundaria de lujo, Thelma Ritter. Monroe es una recién divorciada en busca de afecto; Gable, un cazador de caballos salvajes que quiere mantener su libertad; Clift, un joven que sobrevive a duras penas jugándose la vida en los rodeos; y Wallach, un amargado viudo que necesita una nueva mujer. Todos ellos están perdidos, sin un horizonte vital al que dirigirse y con graves traumas a cuestas. Es una película de tono crepuscular, y no solo por ser la última de Marilyn Monroe y Clark Gable, sino por la sensación de fin de una época que transmite.
Volviendo a Norma Jean, la minusvalorada actriz está más sensual (y sexual) de lo habitual, lo que provocó que la censura sacara la tijera (los numerosos cambios en el doblaje lo atestiguan), privando a los españoles de la época de una Marilyn en todo su esplendor. Mención especial para la escena de una solitaria Marilyn bailando borracha a la luz de la luna con un halo fantasmagórico y premonitorio a su alrededor y para otra en la que una exuberante Marilyn demuestra su capacidad para volver locos a decenas de hombres con algo tan inocente como una bola atada a una pala. Todo esto bajo la atenta mirada de Arthur Miller, su por entonces marido y además guionista de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Circularon numerosas historias sobre las dificultades que rodearon el rodaje (los retrasos de Monroe, la salud física de Gable y las depresiones de Clift tras su accidente). Todos estos hechos son un valor añadido para esta película de culto, una nueva muestra del buen hacer de John Huston, que supo lidiar con esta pléyade de estrellas. La última imagen de la película es para Monroe y Gable recorriendo en coche el desierto de Nevada mirando esperanzados al horizonte, un horizonte que quizás fuera infinito para sus personajes, pero no para ellos. Un cóctel de barbitúricos y un infarto se cruzaron en su camino. Hasta siempre.
Más sobre yesterday
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here