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6,3
22.009
7
22 de junio de 2020
22 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película, con intriga, con tensión, con una más que interesante fotografía, con un guión brillante e inteligente, con una dirección muy acertada y con unos grandes actores: Clooney, especialmente.
Entretenida intriga que ya presenta en el monólogo de la secuencia de entrada sus intenciones. Trata del asco y de la vergüenza que sienten unos abogados por la injusticia y la falsedad de toda una vida defendiendo sin pudor al más fuerte y recurriendo a lo que hiciera falta para que las élites sigan saliéndose con la suya. La gota que derrama el vaso es el envenenamiento hecho en unos terrenos por una multinacional de los fertilizantes.
El proceso de expiación que emprende uno de los abogados ante tales abusos provoca el pánico en compañeros, clientes... Para evitar el escándalo se envía a un abogado experto en situaciones escabrosas a intentar "reconducir" al abogado díscolo. Mientras tanto, la multinacional piensa recurrir a todo (literalmente) para evitar una indemnización millonaria. ¿Quién llegará primero a la meta?
Aunque hay películas con temática parecida (Erin Brockovich) aquí se toma un aire desmitificador. Huele a cine negro, a whisky solo, huele a humo y asfalto. Aquí hasta los héroes tienen trapos sucios que esconder.
Guión, muy bueno. Inteligente, austero, creíble, urbano, desesperado. Los primeros minutos parecen no encajar con la narración; son un ancla para emplazar bien la historia. Lo comprobaremos cuando lleguemos al desenlace. Genial este recurso narrativo que funciona muy bien.
El libro rojo de juegos fantásticos del niño es la metáfora precisa de la sociedad actual en la que discurre la película: mercenarios, renegados, magos (de las finanzas y de las leyes) y mucha traición.
Los personajes están al borde del colapso (alguno lo traspasa...) en un bando y en el otro. Estos "caballeros andantes" (bueno, o no...) llevan armadura oxidada, tienen adicciones y pasan pensiones a sus ex-mujeres.
Y los malos malísimos sólo quieren hacer un buen trabajo hasta el límite. Su ansiedad constante casi hace que te apenes de ellos; qué horror de vida...
Actores, muy buenos. Clooney es un acertado hilo conductor con sus propios problemas y adicciones que se mueve de la locura y la rabia con Wilkinson (que lo hace muy bien), la ansiedad apenas controlada de Swinton (muy creíble), la serenidad profesional de Pollack y todo el submundo rozando lo marginal que rodea a Clayton.
Dirección, solvente y firme. Hay intriga, hay desasosiego, hay idealismo y pundonor, hay una estela de dinamismo en el metraje y, sobre todo, hay un ritmo inteligente en la narración.
Todo con imágenes noir, oscuras, grises, inquietantes, amenazadoras. Buena fotografía, sin ser especialmente artística. Enfoque, casi, de film de acción.
Productores. Hay que reconocer su mérito a Clooney y Pollack, entre otros, por atreverse con un film como éste. Denunciante claro de las multinacionales que dominan el mundo y se nos ríen en la cara. Y de sus métodos mafiosos y pseudofeudales. No hay edulcorante amable para su gestión: codicia elevada al máximo exponente. Y ese exponente es la locura.
Entretenida intriga que ya presenta en el monólogo de la secuencia de entrada sus intenciones. Trata del asco y de la vergüenza que sienten unos abogados por la injusticia y la falsedad de toda una vida defendiendo sin pudor al más fuerte y recurriendo a lo que hiciera falta para que las élites sigan saliéndose con la suya. La gota que derrama el vaso es el envenenamiento hecho en unos terrenos por una multinacional de los fertilizantes.
El proceso de expiación que emprende uno de los abogados ante tales abusos provoca el pánico en compañeros, clientes... Para evitar el escándalo se envía a un abogado experto en situaciones escabrosas a intentar "reconducir" al abogado díscolo. Mientras tanto, la multinacional piensa recurrir a todo (literalmente) para evitar una indemnización millonaria. ¿Quién llegará primero a la meta?
Aunque hay películas con temática parecida (Erin Brockovich) aquí se toma un aire desmitificador. Huele a cine negro, a whisky solo, huele a humo y asfalto. Aquí hasta los héroes tienen trapos sucios que esconder.
Guión, muy bueno. Inteligente, austero, creíble, urbano, desesperado. Los primeros minutos parecen no encajar con la narración; son un ancla para emplazar bien la historia. Lo comprobaremos cuando lleguemos al desenlace. Genial este recurso narrativo que funciona muy bien.
El libro rojo de juegos fantásticos del niño es la metáfora precisa de la sociedad actual en la que discurre la película: mercenarios, renegados, magos (de las finanzas y de las leyes) y mucha traición.
Los personajes están al borde del colapso (alguno lo traspasa...) en un bando y en el otro. Estos "caballeros andantes" (bueno, o no...) llevan armadura oxidada, tienen adicciones y pasan pensiones a sus ex-mujeres.
Y los malos malísimos sólo quieren hacer un buen trabajo hasta el límite. Su ansiedad constante casi hace que te apenes de ellos; qué horror de vida...
Actores, muy buenos. Clooney es un acertado hilo conductor con sus propios problemas y adicciones que se mueve de la locura y la rabia con Wilkinson (que lo hace muy bien), la ansiedad apenas controlada de Swinton (muy creíble), la serenidad profesional de Pollack y todo el submundo rozando lo marginal que rodea a Clayton.
Dirección, solvente y firme. Hay intriga, hay desasosiego, hay idealismo y pundonor, hay una estela de dinamismo en el metraje y, sobre todo, hay un ritmo inteligente en la narración.
Todo con imágenes noir, oscuras, grises, inquietantes, amenazadoras. Buena fotografía, sin ser especialmente artística. Enfoque, casi, de film de acción.
Productores. Hay que reconocer su mérito a Clooney y Pollack, entre otros, por atreverse con un film como éste. Denunciante claro de las multinacionales que dominan el mundo y se nos ríen en la cara. Y de sus métodos mafiosos y pseudofeudales. No hay edulcorante amable para su gestión: codicia elevada al máximo exponente. Y ese exponente es la locura.

5,4
3.525
6
14 de junio de 2020
14 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida comedia ambientada en los escenarios de Broadway y en la gran NY. Tiene algo de comedia romántica a varias bandas pero con una pizca muy leve de toque gamberro y canalla que le da cierta frescura.
Te sonríes casi siempre, te ríes unas cuantas veces y te divierte seguir las andanzas de estos seis personajes.
Como reconocen al principio de la película es un homenaje a los clásicos del cine en blanco y negro, a las comedias de un Howard Hawks o un Billy Wilder (salvando MUCHO las distancias). Hay dosis de enredo y de malentendido entre los seis personajes (con todo lo grande que es NY y, aún así, acaban interrelacionados todos...en fin). Hay simpatía, hay humor y ganas de entretener de forma ligera.
No toca ningún tema de calado con la suficiente profundidad. Y los que se tocan me recuerdan mucho a los filmes de Woody Allen: El matrimonio disfuncional, el casado neurótico con necesidad de volar, el psicoanálisis, la ciudad de NY, el encaprichamiento por otra mujer, Brooklyn, el mundo del espectáculo...
Guión, simpático y efectivo. No destaca ni descubre nada nuevo pero consigue engancharte. Los flashbacks de la actriz y sus abundantes citas cinéfilas le dan un toque extra de elegancia a este film.
Dirección eficiente y solvente. Hay frescura en las imágenes y en el ritmo.
Actores: Wilson y Poots están frescos y creíbles. Son el alma de la fiesta, sin duda. Los demás, cumplen en papeles simpáticos pero impersonales.
Es una película ligera, es divertida y te entretiene con gracia. Bastante mejor que el resto de comedias que te puedes encontrar aunque, desde luego, no es un film destacable.
Los títulos de crédito son simpáticos y te aclaran el porqué de la famosa cita de las ardillas que vas a oír durante el metraje.
Te sonríes casi siempre, te ríes unas cuantas veces y te divierte seguir las andanzas de estos seis personajes.
Como reconocen al principio de la película es un homenaje a los clásicos del cine en blanco y negro, a las comedias de un Howard Hawks o un Billy Wilder (salvando MUCHO las distancias). Hay dosis de enredo y de malentendido entre los seis personajes (con todo lo grande que es NY y, aún así, acaban interrelacionados todos...en fin). Hay simpatía, hay humor y ganas de entretener de forma ligera.
No toca ningún tema de calado con la suficiente profundidad. Y los que se tocan me recuerdan mucho a los filmes de Woody Allen: El matrimonio disfuncional, el casado neurótico con necesidad de volar, el psicoanálisis, la ciudad de NY, el encaprichamiento por otra mujer, Brooklyn, el mundo del espectáculo...
Guión, simpático y efectivo. No destaca ni descubre nada nuevo pero consigue engancharte. Los flashbacks de la actriz y sus abundantes citas cinéfilas le dan un toque extra de elegancia a este film.
Dirección eficiente y solvente. Hay frescura en las imágenes y en el ritmo.
Actores: Wilson y Poots están frescos y creíbles. Son el alma de la fiesta, sin duda. Los demás, cumplen en papeles simpáticos pero impersonales.
Es una película ligera, es divertida y te entretiene con gracia. Bastante mejor que el resto de comedias que te puedes encontrar aunque, desde luego, no es un film destacable.
Los títulos de crédito son simpáticos y te aclaran el porqué de la famosa cita de las ardillas que vas a oír durante el metraje.
17 de mayo de 2020
17 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que promete vagamente repetir los buenos momentos de magia infantil pero inteligente. Aunque sea copiando a los grandes: "Harry Potter", "Matilda"...
Ay, craso error. Este film es aburrido, predecible y sin gracia.
Es un superpastelón empalagoso para el lucimiento de la niña protagonista. La cual canta muy bien, por cierto. Actúa justito (no pasa nada: ya aprenderá poco a poco). Y, al final, se te hace insufrible.
No hay química con ningún otro personaje.
Es un producto de marketing del que se debe prescindir.
Ay, craso error. Este film es aburrido, predecible y sin gracia.
Es un superpastelón empalagoso para el lucimiento de la niña protagonista. La cual canta muy bien, por cierto. Actúa justito (no pasa nada: ya aprenderá poco a poco). Y, al final, se te hace insufrible.
No hay química con ningún otro personaje.
Es un producto de marketing del que se debe prescindir.

7,0
22.756
7
16 de mayo de 2020
16 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran thriller de final inesperado. Una entretenida y convincente investigación (aunque alguna escena concreta se la saca de la manga...) Tiene una fotografía bonita, oscura, misteriosa, noir al cien por cien. Con tintes de terror, que son mas notorios cuanto más avanza el film, escenas bastante sangrientas repartidas por toda la película y con una gran escena de sexo entre dos personajes. Pasión y locura.
Fotografía genial en las escenas urbanas: llenas de sombras, con encuadres dinámicos que parecen viñetas de cómics: sea en las calles del barrio, o en una iglesia presbiterana muy inquietante. Fantásticas, igualmente, las fotografías de Luisiana: ríos, granjas, tugurios... transmitiendo el agobio y el sofoco de la zona mientras se continúa la investigación. Fotografías que te llevan del terror casi gore a la relajación de una puesta de sol en el Mississippi.
Guión, muy bueno. Hay algún salto puntual en la historia que es arbitrario pero, en general, está muy bien hecho. Ambientación en los 50 muy lograda para esta historia detectivesca al estilo de la vieja escuela: sus mujeres fatales, corrupción entre los ricos, ambientes sórdidos y una inexplicable desaparición. Una historia interesante, un planteamiento atractivo, un desarrollo sólido y emocionante y un final memorable. ¿Qué más se puede pedir?
Personajes: Muy carismáticos. El inquietante Lucius Cyphre, el simpático Harold Angel (convincente aunque en escenas concretas Rourke resulte un poco pelele).
Los numerosos secundarios: Proudfoot (Lisa Bonet, con esa mirada entre la melancolía y el empoderamiento).
La misteriosa Krusemark (Rampling, es la elegancia y la dignidad en persona, fantásticamente transmitida con esos ojazos azules).
Los policías racistas que siguen al detective (absolutamente reales de tan antiestéticos que son).
Los figurantes tan creíbles y auténticos que te meten de lleno en la película: los vecinos de Brooklynn, los músicos de los tugurios de Luisiana, los blancos rurales con sus vidas al lado del río...
Dirección: bastante buena. Dinámica y bien dosificada. Alterna el ritmo callejero y sórdido de los asesinatos macabros (incluidas imágenes explícitas) con la tranquilidad y la parsimonia sureña de los aficionados al jazz, la gente bailando en las calles, viajando en tranvía, limpiando ostras...Pero siempre con esa atmósfera agobiante, asfixiante de la que quieres salir cuanto antes.
Fotografía genial en las escenas urbanas: llenas de sombras, con encuadres dinámicos que parecen viñetas de cómics: sea en las calles del barrio, o en una iglesia presbiterana muy inquietante. Fantásticas, igualmente, las fotografías de Luisiana: ríos, granjas, tugurios... transmitiendo el agobio y el sofoco de la zona mientras se continúa la investigación. Fotografías que te llevan del terror casi gore a la relajación de una puesta de sol en el Mississippi.
Guión, muy bueno. Hay algún salto puntual en la historia que es arbitrario pero, en general, está muy bien hecho. Ambientación en los 50 muy lograda para esta historia detectivesca al estilo de la vieja escuela: sus mujeres fatales, corrupción entre los ricos, ambientes sórdidos y una inexplicable desaparición. Una historia interesante, un planteamiento atractivo, un desarrollo sólido y emocionante y un final memorable. ¿Qué más se puede pedir?
Personajes: Muy carismáticos. El inquietante Lucius Cyphre, el simpático Harold Angel (convincente aunque en escenas concretas Rourke resulte un poco pelele).
Los numerosos secundarios: Proudfoot (Lisa Bonet, con esa mirada entre la melancolía y el empoderamiento).
La misteriosa Krusemark (Rampling, es la elegancia y la dignidad en persona, fantásticamente transmitida con esos ojazos azules).
Los policías racistas que siguen al detective (absolutamente reales de tan antiestéticos que son).
Los figurantes tan creíbles y auténticos que te meten de lleno en la película: los vecinos de Brooklynn, los músicos de los tugurios de Luisiana, los blancos rurales con sus vidas al lado del río...
Dirección: bastante buena. Dinámica y bien dosificada. Alterna el ritmo callejero y sórdido de los asesinatos macabros (incluidas imágenes explícitas) con la tranquilidad y la parsimonia sureña de los aficionados al jazz, la gente bailando en las calles, viajando en tranvía, limpiando ostras...Pero siempre con esa atmósfera agobiante, asfixiante de la que quieres salir cuanto antes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Desde el momento en que se cae la figura del ángel en la casa de Krusemark y el ángel se rompe separándose su cabeza (el protagonista se llama Ángel) la historia se aclara. Al romperse, el cuerpo va por un lado y la cabeza por otro. Se confirmará esta teoría en la conversación con el patriarca de los Krusemark. El cantante Favourite hizo un pacto con el mal y luego usó el vudú para cambiar su "alma" (la cabeza de la figura) al cuerpo de otro y así, evitar que satán venga a reclamársela. No por casualidad, el personaje satánico se llama Lucius Cyphre (atentos al juego fonético)
Las pistas que ha dejado el guionista por toda la película y que suponían coincidencias entre Angel y el cantante Favourite se terminan de identificar cuando sabemos que son la misma persona: los dos sirvieron en la guerra, volvieron con estrés posttraumático, la ¿invención? del falso cumpleaños, la habilidad para el canto... Cuando se mira en el espejo roto y vemos su rostro reflejado con las grietas entendemos que no se percibe a si mismo ¿quién es en realidad?
Una vez el satán reclama su alma sólo le queda bajar a los infiernos, por eso durante los títulos de crédito el ascensor (fantásticamente fotografiado con ese juego de luces y sombras) desciende. Al llegar al final, abre la verja y mira al espectador.
Las pistas que ha dejado el guionista por toda la película y que suponían coincidencias entre Angel y el cantante Favourite se terminan de identificar cuando sabemos que son la misma persona: los dos sirvieron en la guerra, volvieron con estrés posttraumático, la ¿invención? del falso cumpleaños, la habilidad para el canto... Cuando se mira en el espejo roto y vemos su rostro reflejado con las grietas entendemos que no se percibe a si mismo ¿quién es en realidad?
Una vez el satán reclama su alma sólo le queda bajar a los infiernos, por eso durante los títulos de crédito el ascensor (fantásticamente fotografiado con ese juego de luces y sombras) desciende. Al llegar al final, abre la verja y mira al espectador.

7,6
4.519
8
12 de mayo de 2020
12 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película fabulosa. Una historia tierna pero seca, sin glamour pero simpática. La extraña historia que se desarrolla hace que un escritor bohemio quiera hacerse cargo de una niña y llevarla a Europa para encontrarse con su madre. El viaje es todo un descubrimiento mutuo para los dos mientras emprenden esta road movie simpática y realista. A veces, triste. La fotografía es buenísima.
El guión es casi inexistente. Se limita a narrar unos eventos, casi siempre anodinos, y con frecuencia retratados por la polaroid del periodista. Ya que, como dicen en el film, son una manera de demostrar que has estado allí. La colección de todas las fotografías es como la prueba de que se ha vivido.
Las conversaciones con la niña son muy buenas: graciosas, contundentes, tiernas y desesperantes. Así son los niños...
Casi parece un documental de viajes, sólo que los destinos son urbanos a más no poder en sus dos extremos. Se pasa de la sofisticación de los rascacielos de NY al paisaje obrero, currante, honesto pero gris de Wuppertal.
Con unos personajes carismáticos inolvidables: Rottländer lo borda como niña ingeniosa y despierta. Encanto en la pantalla y unos ojos comunicativos. Vogler también está bien, es convincente su mirada ligeramente triste. Junto con su aspecto bohemio y hippy parece estar retratando toda una época. Es un perdedor con encanto pero desorientado y se encuentra superado por el sueño americano.
Las descripciones visuales de las dos principales ciudades de la acción: Nueva York y Wupperthal son muy buenas.
Las carreteras de la USA profunda, los moteles impersonales y tristes, los rascacielos de NY, las habitaciones en hoteluchos de Wuppertal, una cafetería, una mañana en el parque... todo tiene más encanto si lo filma Wenders. Con él todo es más interesante, tiene sentimiento.
La geometría del edificio Chrysler, de las torres gemelas de NY o la estructura del Schwebebahn de Wuppertal son filmadas con mimo y devoción artística. El brillo de las luces de los gigantescos edificios, y un estadio de beisbol en NY son para Wenders igual de icónicos y de impactantes que la polución de la central térmica en la Ruhrgebiet. Sofisticación en la gran manzana y edificios de ladrillo con niños humildes jugando en la calle en Wuppertal.
La fotografía es absolutamente fantástica. Sólo por ella ya merece la pena ver esta película. Composiciones espectaculares. Son una obra de arte. Las enmarcaría y las pondría en el salón. Elegantes, inteligentes y muy urbanas. Juega con las formas geométricas, con las sombras, las luces.
Fotografías llenas de carisma y de libertad: haciendo fotos bajo un malecón, sacando la cabeza por la ventana de un taxi o un tren o tomando el sol en un parque.
Las composiciones con Vogler en primer plano y fondos geométricos de los rascacielos, la de la niña con las esferas de los relojes enfrente de su vista, tumbados en un parque con una toalla en la cabeza... son una delicia, oro puro.
Una de las más simpáticas tiene lugar en el bar de Wuppertal dónde se toman un helado y un café mientras otro niño con un helado está apoyado sobre una gramola escuchando blues y llevando el ritmo con los pies.
Es clara la influencia de todo lo americano en el estilo de vida alemán (y europeo) de esa época, casi se iconiza: Una coca-cola, unas zapatillas Converse, una camisa vaquera, una gramola, un concierto de blues...
Fantástica película que se vuelve a ver con la alegría del que ve a un amigo de siempre. Vibrante, fresca y optimista. Bueno, casi siempre....
El guión es casi inexistente. Se limita a narrar unos eventos, casi siempre anodinos, y con frecuencia retratados por la polaroid del periodista. Ya que, como dicen en el film, son una manera de demostrar que has estado allí. La colección de todas las fotografías es como la prueba de que se ha vivido.
Las conversaciones con la niña son muy buenas: graciosas, contundentes, tiernas y desesperantes. Así son los niños...
Casi parece un documental de viajes, sólo que los destinos son urbanos a más no poder en sus dos extremos. Se pasa de la sofisticación de los rascacielos de NY al paisaje obrero, currante, honesto pero gris de Wuppertal.
Con unos personajes carismáticos inolvidables: Rottländer lo borda como niña ingeniosa y despierta. Encanto en la pantalla y unos ojos comunicativos. Vogler también está bien, es convincente su mirada ligeramente triste. Junto con su aspecto bohemio y hippy parece estar retratando toda una época. Es un perdedor con encanto pero desorientado y se encuentra superado por el sueño americano.
Las descripciones visuales de las dos principales ciudades de la acción: Nueva York y Wupperthal son muy buenas.
Las carreteras de la USA profunda, los moteles impersonales y tristes, los rascacielos de NY, las habitaciones en hoteluchos de Wuppertal, una cafetería, una mañana en el parque... todo tiene más encanto si lo filma Wenders. Con él todo es más interesante, tiene sentimiento.
La geometría del edificio Chrysler, de las torres gemelas de NY o la estructura del Schwebebahn de Wuppertal son filmadas con mimo y devoción artística. El brillo de las luces de los gigantescos edificios, y un estadio de beisbol en NY son para Wenders igual de icónicos y de impactantes que la polución de la central térmica en la Ruhrgebiet. Sofisticación en la gran manzana y edificios de ladrillo con niños humildes jugando en la calle en Wuppertal.
La fotografía es absolutamente fantástica. Sólo por ella ya merece la pena ver esta película. Composiciones espectaculares. Son una obra de arte. Las enmarcaría y las pondría en el salón. Elegantes, inteligentes y muy urbanas. Juega con las formas geométricas, con las sombras, las luces.
Fotografías llenas de carisma y de libertad: haciendo fotos bajo un malecón, sacando la cabeza por la ventana de un taxi o un tren o tomando el sol en un parque.
Las composiciones con Vogler en primer plano y fondos geométricos de los rascacielos, la de la niña con las esferas de los relojes enfrente de su vista, tumbados en un parque con una toalla en la cabeza... son una delicia, oro puro.
Una de las más simpáticas tiene lugar en el bar de Wuppertal dónde se toman un helado y un café mientras otro niño con un helado está apoyado sobre una gramola escuchando blues y llevando el ritmo con los pies.
Es clara la influencia de todo lo americano en el estilo de vida alemán (y europeo) de esa época, casi se iconiza: Una coca-cola, unas zapatillas Converse, una camisa vaquera, una gramola, un concierto de blues...
Fantástica película que se vuelve a ver con la alegría del que ve a un amigo de siempre. Vibrante, fresca y optimista. Bueno, casi siempre....
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