Magnífica película que hace reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de quienes son considerados diferentes. Con un denominador común de soledad, nos ofrece una profunda reflexión sobre nuestras vidas y las elecciones que en ella hacemos. Libertad de elegir frente a la normatividad cultural temporalmente impuesta.

Magnífica película, ya un clásico de la eterna guerra entre la honestidad y la corrupción, que arremete en este caso contra el mundo de las aseguradoras y los letrados judiciales corruptos, entre los que siempre suele haber honrosas excepciones. Con un magnífico elenco de autores en la cumbre de su carrera, nos retrata un mundo harto conocido por todos, puesto que en nada han cambiado los tiempos. El toque elegante de un director de primera convierte una basura en un homenaje a la honestidad, aunque sea por una vez en la vida. El filme conserva toda su frescura y no hay más que cambiar unas circunstancias por otras, unos nombres por otros. Por suerte, siempre nos queda la legítima defensa, que, solo algunas veces, gana.

A pesar de su referencia directa a la obra de Victor Hugo, no deja de ser una pincelada concreta en un momento concreto en un barrio bajo parisino, donde miseria, violencia y corrupción están estrechamente unidos. Lamentable actualidad de cuestiones antiguas que nos recuerdan el mundo olvidado de quienes más sufren en nuestra sociedad. Nada nuevo que descubrir, excepto la esperanza de que, una vez más, el hombre sea capaz de redimirse a sí mismo y recomenzar una historia de paz en la que ya no cree nadie. Interesante de ver, pero difícil de digerir.

No cabe duda que el empoderamiento de las mujeres en los últimas décadas, ha replanteado el concepto mismo de masculinidad y femineidad, más allá de las diversas prácticas sexuales, sobre las que giran ambos polos supuestamente opuestos. Por primera vez hemos podido algunos asistir a una reflexión conjunta de hombres sobre las sombras de un presunto privilegio que ha dejado poco a poco de sostenerse con la conciencia social de la igualdad entre géneros y la libertad sexual. Un interesante trabajo, que refleja un movimiento necesario en nuestra sociedad masculina y que requiere del esfuerzo y la educación de todos. Al menos se comienza a hablar abiertamente y es muy posible que este ejercicio terapéutico sobre algo que ha causado mucho sufrimiento y frustración por ambas partes (hombres versus mujeres) ayude a cambiar los registros que todavía conservamos a modo de prejuicios. El feminismo no se puede entender sin la abolición del machismo patriarcal y esto es un trabajo conjunto insoslayable. Felicitamos el proyecto y la generosidad de los hombres que se deciden abiertamente a hablar de estos temas, todavía tabú para muchas y muchos.