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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de diciembre de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dura, exponente del mundo de las mafias jurídicas en Argentina. Sórdida reconstrucción de comportamientos morales repulsivos, en donde Ricardo Darín, como hace habitualmente, encarna el papel de personaje a contracorriente, de contrapunto de esas actitudes ilegales, que termina finalmente engullido por ellos.

El mundo de los accidentes de tráfico, además de ser una frecuente tragedia humana en Argentina, es también un lucrativo negocio para personas que sacan beneficio de la desgracia de los demás. Supongo que eso mismo ocurre en todos los países con mayor o menor claridad. Sin embargo, a lo que parece, en ese país sudamericano adquiere contornos y extensión especialmente dramáticos y sociológicos. A partir de esa realidad, Pablo Trapero construye una intensa película, con un ambiente denso y fuertes imágenes, y una trama que precipita a casi todos en la destrucción.

Darin encuentra en Martina Gusman un magnífico contrapunto interpretativo. La joven actriz, esposa de Trapero y habitual en sus repartos, encarna admirablemente el personaje de médico que, por razones de su oficio, coincide con el abogado y termina enredada en sus mismos asuntos y en sus prácticas que traspasan el filo de la legalidad. A la vez crece entre ambos una relación personal, que a veces roza el malditismo, que finalmente hará que compartan un mismo destino.

Se ve con interés y en muchos momentos con asombro. Inevitablemente mi mirada se vuelve hacia mi país. Como no tengo coche, porque detesto ese cacharro que nació para liberar a los seres humanos y ha terminado esclavizándolos, estoy ajeno a todos estos tejemanejes. Pero…, ahora que lo pienso, si me atropella una de esas máquinas horribles de matar, ¡que por lo menos no me estafen encima!
14 de noviembre de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra gran película, la tercera con forma y tamaño de largometraje. Los temas habituales: el solitario “hombrecillo” frente a los elementos, humanos y naturales. El amor imposible, que al final se hace posible. La casualidad aliada a los más débiles: los objetos caen casualmente sobre la cabeza de los fuertes y éstos terminan derrotados. Digo temas habituales y no lo hago peyorativamente. Todos los genios tienen los suyos, que aparecen envueltos en peripecias diferentes.

Aquí nos encontramos en el extrarradio del mundo habitable, en unas condiciones terribles, en donde los hombres pasan hambre y frío, y se comen sus propias botas para sobrevivir. Pero sobreviven entre las risas eternas y a las emociones primarias de los espectadores de cuantas generaciones han visto la película, por la que, según parece, Chaplin quería ser recordado. Nos seguimos muriendo de risa en la escena de la casa que se inclina hacia el abismo, y nos sigue produciendo una infinita tristeza esa ausencia a la cita navideña convenida. Sin embargo, sentimos una satisfacción empática cuando las condiciones cambian y el protagonista termina saliéndose con la suya: se lo merece (nos lo merecemos), pensamos mientras vemos las imágenes.

Cine esencial, de temas esenciales y procedimientos esenciales. Cine eterno.
21 de octubre de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chaplin crea un estilo, un lenguaje, un tipo de comicidad, un personaje… Fue un proceso de elaboración lento y constante que comenzó con sus fabulosos cortos y terminó con catedrales cinematográficas como “El gran dictador” (1940) o “Candilejas” (1952).

“Luces de la ciudad” es, sin duda, una de sus mejores películas. Decirlo es algo más que una redundancia molesta e innecesaria. Lo tiene todo: el guión, los personajes, la poesía, la ingenuidad. Pero por debajo de todo eso, que es excelente, subyace el talento del artista que calcula, equilibra, mide y dosifica las cantidades exactas de los componentes que utiliza: la emoción y el humor.

No hay nadie como él para plantear y resolver ese cálculo. De ahí, esa sensación maravillosa de equilibrio entre lo que nos hemos reído, por ejemplo con las disparatadas aventuras nocturnas con ese ricachón que cuando se le pasa la borrachera no reconoce a Charlot, y lo que hemos llorado. No sobra ni falta. Es exacto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si tuviera que elegir un momento especialmente memorable de la película sería el final. De tan memorable que es, forma parte ya de lo que nunca olvidaremos. Lo hemos visto decenas de veces y siempre nos pone un nudo en la garganta. La cara de Chaplin es un poema, una enciclopedia de poesía y conocimiento del ser humano. En ese resignado desconsuelo, en esa elegante aceptación de la propia imagen, en esa mirada temerosa, pero digna, adivinamos siempre un soplo de inspiración artística de una dimensión extraordinaria.

¿Y después qué pasa? ¿Qué hará la chica tras saber la verdadera identidad de su protector? ¿No es eso un final abierto, propio de un cine muy posterior, que exige que el espectador escriba el suyo propio? Yo decido siempre que los dos sigan eternamente juntos.

¿Y usted que piensa de esto?
31 de agosto de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Bergman rueda “Vergüenza” el mundo es un clamor pacifista. La guerra de Vietnam era el punto de reflexión de millones de personas que, como nunca antes, se habían planteado la inmoralidad de esa guerra en concreto, y de todas las guerras en general. Esta película está llena de implícitos, y éste no es el menos importante.

Como es su costumbre, Bergman disecciona comportamientos, bucea en el interior de las conciencias. En este caso se nos plantea este tema recurrente en toda su obra, pero esta vez en el contexto de una guerra. La guerra no solo mata los cuerpos, parece decirnos, sino cualquier vestigio de nobleza. Lo peor de nosotros mismos asoma y se hace evidente: observable para los demás. Las relaciones humanas se convierten automáticamente en un sálvese quien pueda, y donde hubo amor se instala el feroz egoísmo.

Otro implícito: la propia dirección de Bergman. Como ya lo conocemos, sabemos de qué nos habla y buscamos significados con enorme placer, por cierto. Si no lo conociéramos, la película tal vez se nos haría demasiada densa, e incluso aburrida, a pesar de la soberbia interpretación de Liv Ullman, para la que ya no hay adjetivos, de Max von Sydow y del resto de los actores. Las hermosas imágenes en blanco y negro subrayan un ritmo a veces exasperantemente lento.

Lo mejor de esta película es lo que muchos han escrito en Filmaffinity: una guerra no son solo los bombardeos exteriores.
1 de julio de 2009 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tragedia del 11 de Septiembre tuvo también demoledores efectos colaterales. Esta película, y otras tantas como ella, es uno de esos efectos. Como Bin Laden subió las expectativas de la imaginación en la propia realidad, el cine debe responder con estos bodrios en donde sitúa altísimo el listón del disparate y rescata lo peor de géneros anteriores –las horribles películas de campus universitarios, las comedias familiares casposas, etc-, y las mezcla con robocopes multiplicados por veinte. Ahora ya son máquinas humanizadas aliadas con el sacrosanto ejército de EEUU que destroza las mismísimas pirámides de Egipto. Son un simple decorado desprovisto de historia y de valor. Todo por la acción. Bueno, por esta acción basada en ir muy deprisa hacia ningún sitio. Pura vaciedad.
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