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Críticas 170
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
28 de enero de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
La desmesura de los diálogos verborreicos, y con tendencia a la pedantería, lo que los convierte en pretenciosos y ridículos, da una medida de lo ambicioso de la película.
Las equilibradas interpretaciones, que no buenas, de los actores, incluido Kevin Costner, muestra la mano firme del director que sabe lo que se trae entre manos y la historia es interesante. Pero la mezcla no ha salido bien. A veces la película es ñoña, otras reflexiva, otras espejo de cierta forma de entender la vida y otras simplemente es una cuidada cabalgada hacia no se sabe dónde. Demasiadas frases haciéndose las interesantes para al final no saber muy bien que nos quiere decir la protagonista que es sobre la que descansa la esencia de la historia. ¿Es una luchadora?, ¿Es una altruista?, ¿Es alguien en manos del destino?, ¿Una niña de papa?
Y luego esos pequeños detalles que hunden una historia.
Ese encuadre de la protagonista y el abogado, en el que se la ve tan pequeña que si eres observador, ya se queda así para el resto de la proyección y a pesar del esfuerzo por engrandecer su figura, esta ya se queda hecha un siete.
Queda claro que los padres pueden hundir la vida de un hijo y después arrepentirse pero Kevin Costner, llorando, no emociona.
El hieratismo de la protagonista, seguramente buscado, no alcanza para un símbolo pero nos aparta del ser humano que hay detrás
Y así.
Una película irregular que en sus idas y venidas en el tiempo parece un equilibrista que intentando que no se le caigan las bolas, no consigue dibujar nada armonioso. Quizás por tirarlas tan altas.
Entretiene. Poco más.
http://cadasegundoajeno.blogspot.com.es/2018/01/mollys-game-de-aaron-sorkin-2017.html?zx=646b9d3a4d1a6d7
18 de julio de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
Esta película narra la historia de un escritor famoso, ha ganado el Pulitzer, que refugiado en París intenta crear otra obra exitosa y a la vez huir de un suceso del que se siente culpable y que le ha impulsado a huir para siempre de su vida anterior.
A partir de esta base Paul Haggis teje un film en el que superpone tres historias, la del escritor propiamente dicha, con amante de vida perturbada incluida y mujer comprensiva en casa, la de un traficante de diseños de moda en Roma que se ha encaprichado con una gitana que le llevara por malos derroteros y la de un pintor de éxito en Nueva York que libra una batalla desigual, para ella, con la madre de su hijo.
Es fácil ver con la ayuda del título que Paul Haggis nos cuenta los esfuerzos del escritor por distanciarse a través de sus escritos de su agobiada vida de manera infructuosa pues todo lo que intenta escribir le lleva a reflejar parte de su vida, de sus sentimientos y sus frustraciones. La aparición del editor de vez en cuando negando la validez de lo que escribe y que nosotros estamos viendo en la pantalla, mezclada con la toxica relación que mantiene con su amante, van marcando el relato que le llevara al final a rendirse ante su realidad y admitir que ésta es la que tiene que llevar a la página. Con todas las consecuencias.
Así pasa que las dos historias ajenas a su vida acaban más o menos bien mientras que la suya propia acaba teniendo entidad sobre el papel. Sucediendo al final que elabora una obra basada en su propia experiencia pero que no coincide con lo que realmente termina pasando.
Haggis elabora la película alterando la sucesión de los hechos, mezclándolos e incluso adelantándolos consiguiendo así un climax todo lo irreal que es posible para transmitirnos el mundo de escritor, de todo escritor, que juega a escribir en tercera persona cuando lo que sucede es que de una forma u otra el escritor siempre crea a partir de él, podrá ser en primera persona, en estilo libre indirecto, en estilo epistolar, en lo que se quiera, pero se escribe desde uno mismo, desde esa tercera persona impotente e incapaz de librarse de sí misma.
Es una película muy literaria que a no todo el mundo habrá gustado, a pesar de ser muy entretenida y sorprendente, y que tiene el indudable atractivo de la originalidad y la creatividad al servicio de un mayor conocimiento del alma humana.
Leo en internet que la película también es conocida como “Amores infieles”. Un ejemplo de que hay gente en el mundo del cine que se entera más bien poco del mundo en el que se gana las lentejas.
Con actores menos famosos creo que el film hubiera ganado en autenticidad. La historia y el cine tan personal de Haggis no los necesita. Liam Neeson, Adrien Brody y Kim Basinger, todo y ser actores respetables que nutren la caja de la productora acortan el vuelo del film.
23 de febrero de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
He tenido que ver la película dos veces.

Cuando salí de la primera visión todo lo que podía decir es: Me ha parecido interesante pero es que me he perdido intentando elucidar que querían decir los personajes con tanto concepto nuevo del mundo financiero y me ha pasado que me quedaba liado con alguno de estos conceptos y cuando volvía a la película ya habían pasado unos minutos. Pero repito, no sabría qué decir.

Tenía en la cabeza escenas disparatadas y un ritmo enloquecido.

Total que tenía que volver a verla con los conceptos más o menos claros, para no perderme la historia. Creo que hasta salía una actriz de striptease. No podía ser.

Empecé por los conceptos. Bonos hipotecarios. Seguro de impago de deuda. Vender al descubierto. Activos intangibles. Banco de segundo piso. Contrato forward. Estanflación. Mercado cautivo. Créditos subprime.

Alto, un momento. Esto parece un mundo de ciencia ficción.

Claro. Eso era. A ver, ¿Qué sabes tú, me decía, de naves espaciales? ¿De qué clase de combustible se alimentan? Tú las ves que se elevan y te lo crees. ¿O qué sabes tú de esas armas sofisticadas que disparan mil balas por minuto o que irradian un producto que paraliza a la victima? ¿O que sabes tú de la jerga que usan los abogados pimpantes que se enfrentan a las grandes multinacionales que venden tabaco envenenado, que vierten veneno a los ríos? Nada, no sabes nada. Te lo crees y en paz.

Respiré.

Y me dispuse a ver la peli por segunda vez como si fuese una de extraterrestres.

Y funcionó. Me divertí de lo lindo.

El primer acierto es el planteamiento de una película llena de descacharrantes personajes. En descacharrantes situaciones. Un friki que maneja miles de millones de dólares como un niño piezas de Lego. Un egocéntrico financiero que va arrasando por donde pasa, seguido de una troupe de adolescentes con ganas de hacer gamberradas. Una pareja de inversores que acuden a un profesor de vuelta de todo. Y en medio de la historia, gente de la calle dando explicaciones de lo que está pasando. Perros que son titulares de una hipoteca y así.

Salían nombres familiares que yo recordaba de tragedias como Lehman Brothers de donde deduje que el guionista lo había cogido de la realidad para darle credibilidad, porque, claro está, de ninguna de las maneras lo que esta disparatada película reflejaba podía llegar a pasar de verdad. Eso no podía ser.

Y no era una actriz, era una bailarina de striptease que decía que había comprado varias propiedades sin dar entrada alguna. Absoluta ciencia ficción.

Enhorabuena a los guionistas por haber sido capaces de imaginar un mundo tan disparatado y mis felicitaciones al director que lo hace tan creíble.

Los actores impresionantes en la recreación de estos alocados personajes que gracias a Dios nunca serán los responsables de administrar nuestras finanzas que gracias a nuestro sistema bancario están en manos de personas serias y responsables.

Pero está muy bien que se hagan películas así para saber de lo que nos estamos librando y lo que nos podía pasar si las leyes que tenemos no sirvieran para nada y personajes así camparan a sus anchas.

Resumiendo, una película de fantasía, próxima a aquella de Tim Burton en la que unos extraterrestres crueles y cachondos invaden la Tierra…esta es igual pero invadiendo el mundo financiero. Y los extraterrestres con pinta de hippies del 68.

La música muy apropiada.
2 de octubre de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
A estas alturas de la película, nunca mejor dicho, que es la trayectoria cinematográfica de Woody Allen, le cuesta mucho a este degustador de sus historias sentirse sorprendido. De una manera u otra él vuelve a sus obsesiones de siempre.
Tampoco hace gran cosa por variar. Actualmente es un artesano del cine más que un artista. Como aquel pintor que ha encontrado unos motivos y una paleta de colores en la que se siente a gusto, Woody Allen se mueve entre el thriller reflexivo y sardónico, un poco golfo, el romanticismo de ensueño y cínico y la disparatada fantasía que no quiere ser creída si no saboreada, sin salir de ahí…eso sí todo aderezado con una mala baba que a duras penas, aún hoy, después de tanto oficio es incapaz de controlar. Le sale por todos los poros de la imaginación.
Hace unos días leía en un medio de comunicación una entrevista deliciosa en la que expresaba su aburrimiento con las películas que hace y como sin acabarlas de montar ya está pensando en la siguiente y harto de la que aún no ha acabado. Se quejaba de que las productoras aceptaban todo lo que presentaba y que lo que estaba haciendo con Apple no le merecía mucha confianza. Típico del artesano.
Esta película no es de las mejores ni de las peores, eso va a ser difícil de lograr después de la españolada con Bardem y compañía, y arranca con una puesta en escena poco natural, muy de teatro y con personajes rozando el cartón piedra a pesar del buen hacer de los actores. Es como una especie de escaparate, antesala de la tienda, con diálogos casi leídos y actitudes de teatro de mascara. Eso es algo que siempre ha estado en algunas historias de Woody Allen, recuérdese que tiene una peli en la que los actores salen de la pantalla. “La rosa purpura de El Cairo”, de 1985, 30 años han pasado.
Todo este preámbulo viene a ser como la ganga que acompaña al mineral buscado y así se entiende cuando vemos al atribulado y poco creíble profesor de filosofía, por cierto que no hubiera estado de más contactar con un ayudante de guión un poco puesto en las profundidades filosóficas para hacer más creíbles los diálogos bastante sacados de una ojeada una tarde de lluvia a una enciclopedia de filosofía, cuando vemos, decía, al profesor encontrar un sentido a su vida en el más puro estilo woodyallenano, la mala baba de la que hablaba. En este punto el film empieza a funcionar y ofrece alguna esperanza de ir hacia algún lugar desconocido y sorprendente…que es lo que siempre se busca cuando se va al cine, pero sólo es un atisbo porque ahí se queda. Dónde siempre están algunas de las películas de Woody Allen… en un artefacto ingenioso, divertido, acido….ya demasiado visto.
No es un mal “woodyallen” este film pero tampoco nada nuevo. Algo que se comprende si contamos con que fabrica uno cada año… mucho me temo que bastante mecánicamente. Igual debía tomarse un descanso.
Una cosa me ha intrigado, a unos créditos ya típicos de sus películas, le ha añadido una banda sonora muy intranquilizante: Música festiva de jazz para nuestros oídos cuando en el desarrollo contemplábamos las evoluciones y reflexiones de un asesino disparatado y amoral. ¿Quiere decirnos algo terrible el Sr. Allen?
18 de enero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
En el arte cinematográfico, quizás también en algún otro, debería empezar a suceder que junto a la advertencia de la edad aconsejable para ver una película en función de la madurez personal, que se mide en años, cosa discutible, otra en la que se indicase la conveniencia de ir a verla en función del cine que se ha visto. Por ejemplo, en el caso de ésta, si se ha visto el cine de Federico Fellini, el de David Linch, el de Peter Greenaway y el de Terence Malik ya no es imprescindible ir a verla…no habrá nada nuevo y sí una lamentación por la falta de atletas capaces de batir el record y añadir algo a lo inventado por estos directores.

Ésta es una película que llega hasta mí precedida de una excelente crítica, en general, y de unos cuantos premios, cuando en realidad es un film que pertenece a lo que se podía llamar cine de mantenimiento.

El cine de mantenimiento es ese cine que sin poder superar a sus modelos o influencias al menos contribuye a que los caminos de arte, expresividad y creación de los que beben, permanezcan vivos. Una película que parece que va a tener que decir algo en los Oscar, El Gran Hotel Budapest, también es una de esas películas que sirven de recordatorio.

En este film hay claramente dos apuestas narrativas, que pueden ligarse si se quiere con la forma y el fondo. Una estética y otra de contenido, que no de ética.

El problema de la estética es que se mueve con pies de plomo, quiero decir avanza muy poco a poco. Hay que esperar lustros para olvidar una escuela y una vez olvidada ponerse a trabajar en otros planes. En esta historia la amalgama, de estética y florituras, es tal que parece un compendio y el contenido de la misma viene a servir de coartada, pues la vista es un sentido muy limitado…si no se adereza convenientemente.

Si esta película hubiera sido una caja con cosas que algún conocido te hubiera ofrecido como presente, tú educadamente se lo habrías agradecido y después, al abrirla a solas, te hubiera sucedido que al ir viendo las cosas, habrías ido diciendo: Anda, esto ya lo tengo; pero, mira, si esto lo vi en casa de; hombre, pero si esto fue lo que me dijo…etc., etc. Y así durante toda la película.

Si a esta historia le quitas lo felliniano, le restas la pedantería y aburrimiento de Malik, le extraes las ocurrencias a lo Linch y le afeitas las reminiscencias estético-musicales de Greenaway….queda la extraordinaria interpretación de Toni Servillo que deja bien claro que ha entendido al personaje y los textos sobre la banalidad de la vida y el sálvese quien pueda que parece que vienen de Celine, por la entrada en los créditos, pero que bien podían haber venido de Cioran, Camus o cincuenta ideólogos más de lo que se ha dado en llamar la falta de sentido de todo esto. Es decir, cine de mantenimiento.

Una peli sobrevalorada, manierista, fruto de un alumno aventajado que no se ha perdido muchas de las clases de cine que en los últimos lustros se han impartido pero que no añade nada nuevo al cine.

De todo ello no tiene la culpa Toni Servillo y sólo por disfrutar de su personaje merece la pena verla….sólo por eso.

Para acabar, si miran la imagen que he puesto del film y se acuerdan de “El último tango en París” no se extrañen.
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