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6
3 de octubre de 2011
3 de octubre de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gus Van Sant, a los que algunos recordarán por haber dirigido la agridulce obra que le hizo ganar el segundo Oscar de su carrera al incombustible y polifacético Sean Penn, dirige “Restless”, una extraña y compleja historia de amor de dos adolescentes igualmente complejos y extraños, que comparten una cosa: su preocupación por la mortalidad.
Ella es Anabelle (Mia Wasikovska), una adolescente con enfermedad terminal y él es Enoch (Henry Hooper), un joven que ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico y tiene como mejor amigo al fantasma de un piloto kamikaze japonés de la Segunda Guerra Mundial. Se conocen en un velatorio, cuando Anabelle le dice al guarda de seguridad que Enoch es su prometido “Marcus”. Así nace entre ellos una amistad que irá fortaleciéndose hasta convertirse en un amor profundo y duradero, que peligrará a causa del silencio de Anabelle sobre su salud.
A pesar de su dramático argumento que muchos otros habrían explotado, Sant inteligentemente apuesta por un desarrollo cálido y esperanzador, repleto de colores otoñales, ingeniosos dialogos y dulzura. Resulta emotivo encontrar en esta joven pareja ese amor a la vida y la naturaleza, descubrir en ellos esa alegría por la existencia, cuando bien saben que eso es precisamente lo que se les escapa de las manos: la vida.
La pregunta que plantea la película es clara ¿Cómo se calcula la felicidad en la vida de una persona? ¿En duración o en intensidad?. Gus Van Sant trató de responder a esta pregunta a través de la historia de dos personajes entrañables y su extraña y compleja historia de amor. El mensaje está claro, pero la pelicula no termina de cuajar.
El problema de “Restless” estriba en que el director parecía tan empeñado en dar una visión personal y alejarse tanto de las costas del cine comercial que en ocasiones pierde el rumbo, y da la impresión de no ir a ninguna parte, supliendo esa falta de ritmo con situaciones que podrían haber sido perfectamente prescindibles. Seguramente la intención de Sant era crear una historia sutil que emocionara, pero lo cierto es que a “Restless” le falta fuerza y carácter, su sutilidad lo es tanto que no profundiza en la psicología de los personajes, haciéndola previsible en muchos momentos.
A pesar de ello "Restless" es una película que merece la pena ser vista, y que luego cada uno juzgue a placer.
Ella es Anabelle (Mia Wasikovska), una adolescente con enfermedad terminal y él es Enoch (Henry Hooper), un joven que ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico y tiene como mejor amigo al fantasma de un piloto kamikaze japonés de la Segunda Guerra Mundial. Se conocen en un velatorio, cuando Anabelle le dice al guarda de seguridad que Enoch es su prometido “Marcus”. Así nace entre ellos una amistad que irá fortaleciéndose hasta convertirse en un amor profundo y duradero, que peligrará a causa del silencio de Anabelle sobre su salud.
A pesar de su dramático argumento que muchos otros habrían explotado, Sant inteligentemente apuesta por un desarrollo cálido y esperanzador, repleto de colores otoñales, ingeniosos dialogos y dulzura. Resulta emotivo encontrar en esta joven pareja ese amor a la vida y la naturaleza, descubrir en ellos esa alegría por la existencia, cuando bien saben que eso es precisamente lo que se les escapa de las manos: la vida.
La pregunta que plantea la película es clara ¿Cómo se calcula la felicidad en la vida de una persona? ¿En duración o en intensidad?. Gus Van Sant trató de responder a esta pregunta a través de la historia de dos personajes entrañables y su extraña y compleja historia de amor. El mensaje está claro, pero la pelicula no termina de cuajar.
El problema de “Restless” estriba en que el director parecía tan empeñado en dar una visión personal y alejarse tanto de las costas del cine comercial que en ocasiones pierde el rumbo, y da la impresión de no ir a ninguna parte, supliendo esa falta de ritmo con situaciones que podrían haber sido perfectamente prescindibles. Seguramente la intención de Sant era crear una historia sutil que emocionara, pero lo cierto es que a “Restless” le falta fuerza y carácter, su sutilidad lo es tanto que no profundiza en la psicología de los personajes, haciéndola previsible en muchos momentos.
A pesar de ello "Restless" es una película que merece la pena ser vista, y que luego cada uno juzgue a placer.

5,6
426
5
27 de febrero de 2011
27 de febrero de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trastorno de personalidad multiple no es un tema vírgen en la historia del cine, de hecho se trata de uno de los desequilibrios más cinematográficos que existen, como demuestran sus múltiples encarnaciones. El ejemplo más antiguo se remonta a 1957 con "Las tres caras de Eva" (el más reciente no lo voy a poner por respeto a los cinéfilos), y trás él han venido muchos otros, Gollum entre ellos.
Parece que este tema es una fuente inagotable de inspiración para los directores, que se deleitan bañándose en sus aguas, empapándose de su esencia y obteniendo resultados más o menos buenos pero siempre fascinantes. Hasta ahora. La mágia esta vez no ha funcionado para Geoffrey Sax, cuya película es como mínimo mediocre a pesar de tratar un tema muy jugoso. ¿Acaso se ha secado esa fuente de inspiración? ¿Se ha infectado de tanto usarla? No. Los errores son otros.
Para empezar el señor Sax lleva esta película con una pasividad que raya en lo irritante, sin ritmo, sin acción, sin fuerza. Esta falta de espíritu tampoco lo cubre el guión sin chispa, y mucho menos Halle Berry.
He aquí el segundo error de la mediocridad de esta película: Halle Berry. Ella es la protagonista absoluta e indiscutible de esta película, que parece escrita para su lucimiento personal. Triste. Un papel profundo y oscuro como lo es el de Frankie y sus alter ego que en manos de otra actriz habría hecho maravillas y habría catapultado a la susodicha como mínimo a una nominación, aquí sucumbe y se marchita en las manos de una actriz con mucha falta de recursos interpretativos. Su más que discutible talento no saca partido ni jugo a la oportunidad que se le ha dado, haciendo de su interpretación algo soso, falso, sin espíritu ni poesía.
Actores de la talla de Stellan Skarsgard hacen lo que pueden con los pocos planos libres que les ha dejado el Sr. Sax, dando el espectador el único punto positivo que puede sacar de esta olvidable película.
Parece que este tema es una fuente inagotable de inspiración para los directores, que se deleitan bañándose en sus aguas, empapándose de su esencia y obteniendo resultados más o menos buenos pero siempre fascinantes. Hasta ahora. La mágia esta vez no ha funcionado para Geoffrey Sax, cuya película es como mínimo mediocre a pesar de tratar un tema muy jugoso. ¿Acaso se ha secado esa fuente de inspiración? ¿Se ha infectado de tanto usarla? No. Los errores son otros.
Para empezar el señor Sax lleva esta película con una pasividad que raya en lo irritante, sin ritmo, sin acción, sin fuerza. Esta falta de espíritu tampoco lo cubre el guión sin chispa, y mucho menos Halle Berry.
He aquí el segundo error de la mediocridad de esta película: Halle Berry. Ella es la protagonista absoluta e indiscutible de esta película, que parece escrita para su lucimiento personal. Triste. Un papel profundo y oscuro como lo es el de Frankie y sus alter ego que en manos de otra actriz habría hecho maravillas y habría catapultado a la susodicha como mínimo a una nominación, aquí sucumbe y se marchita en las manos de una actriz con mucha falta de recursos interpretativos. Su más que discutible talento no saca partido ni jugo a la oportunidad que se le ha dado, haciendo de su interpretación algo soso, falso, sin espíritu ni poesía.
Actores de la talla de Stellan Skarsgard hacen lo que pueden con los pocos planos libres que les ha dejado el Sr. Sax, dando el espectador el único punto positivo que puede sacar de esta olvidable película.

5,7
11.869
6
4 de diciembre de 2008
4 de diciembre de 2008
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que Minority Report y que una inmensa porción del cine comercial (no solo estadounidense), La conspiración del pánico es un film hithcockiano, por argumento y por forma. La sombra de Hithcock planea constantemente a lo largo del argumento, pero se deja ver con claridad, al menos en un par de secuencias, a nadie le sorprende esta recurrencia por parte del director D.J. Caruso, cuya Disturbia ya bebía largos tragos de La ventana indiscreta. Es una pena que, en sus líneas generales, La conspiración del pánico se contente con ser un producto más activo que reflexivo, más aparatoso y brillante que ingenioso, porque el trasfondo de lo que muestra es más atractivo de lo que acaba figurando en primer término del relato. Una magnífica Michelle Monaghan, que nos sorprendió en El día de la boda, ahora se muestra en todo su espléndor de actuación, posiblemente siendo ella uno de los condimentos que hacen que esta película sea más verosímil, más humana.
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