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Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
2 de julio de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptar cualquier novela gráfica conlleva ciertos riesgos que a priori podrían parecer inexistentes. El hecho que un cómic (o manga en este caso), ya presente la sucesión de los hechos en sus viñetas facilita, en cierto modo, el trabajo del director, que podría considerarlo un primerizo story board antes de aportar su propia visión al relato. Pero como todo, esto es un arma de doble filo, ya que no todo el material es adaptable, o apto para una pantalla en movimiento, además de perder esa espontaneidad propia del cómic.

El manga dibujado por Yukito Kishiro ("Gumm, Alita, ángel de combate"), llegó a nuestras tierras con la primera remesa de cómic asiático de la mano de Planeta a finales de los ochenta. Una temática cyberpunk, muy en auge en aquella época, sobretodo después del estreno de "Akira" de Katsuhiro Otomo, con ciertas dosis de existencialismo y una violencia gráfica inusitada, movía a una legión de fans que pedían a gritos cualquier tipo de adaptación de la obra. Los constantes rumores de que James Cameron iba a hacerse con los derechos y la producción, no hacía más que motivar esa demanda.

Pero pasaron los años, demasiados, en los que el director de "Terminator" se entretuvo con otras cosas, y la tan deseada adaptación cayó en el olvido hasta que un nuevo cineasta apareció en el horizonte, su nombre, Robert Rodriguez, director acostumbrado a la adaptación de viñetas gráficas y al cine más pirotécnico.

No sabemos si Rodriguez ya conocía el manga antes de embarcarse en el proyecto, pero, una vez visto el resultado, y conociendo la obra de Kishiro, ¿porqué el director opta por esa mezcla de elementos, cogiendo parte de la trama de diferentes tomos, y agrupándolos en casi dos horas de metraje sin ofrecer profundidad alguna? Más a sabiendas que nos iba a ofrecer un final de tal envergadura, que remite a la inminente secuela (siempre y cuando los resultados en taquilla sean favorables).

Todo en el film es superficial, los personajes se suceden sin relevancia alguna, no hay trama que una toda la historia, el villano de la función queda totalmente diluido entre tanto adversario, incluso el director se permite cambios de género en los personajes, además de introducir una trama maternofilial inexistente en el cómic. Aun así, nos encontramos con un cine espectáculo lleno de solventes y espectaculares escenas de acción, con una Alita desatada repartiendo mamporros por doquier, que amenizan el tedio que conlleva todas esas idas y venidas de los protagonistas en esa especie de sucedáneo adolescente de la ciudad de "Blade Runner" de Ridley Scott.

Por un lado nos queda la duda de lo que habría podido hacer Cameron con ese material, y por otro, si Rodriguez se ocupará de la secuela, esperando que aparte de la peripecia visual aporte algo de profundidad más allá de los tiernos ojos que luce Rosa Salazar.

Lo mejor; Las escenas de acción que nos remiten a los combates que figuran en el manga.

Lo peor; Haber sacrificado todo lo efectivo de la obra en la que se basa, en pro de configurar una banal película de acción para todos los públicos, que ni emociona ni sorprende.
20 de mayo de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que John Carpenter es un amante del cine de género en todas sus versiones no es un secreto. Tampoco lo es el hecho que aproveche la mínima oportunidad para rendir homenaje en sus producciones, incluso llegando a realizar remakes de esas películas que le impactaron en su infancia mientras devoraba pura serie B en los cines. Recordemos al respecto su excelente revisión de "El Enigma... de otro mundo" de Christian Nyby y Howard Hawks.

A lo largo de los años 50 el cine estadounidense, concretamente el cine de terror y ciencia-ficción, fue objeto de metáfora de la paranoia que sufría la población respecto a un posible ataque comunista. Por ello, las invasiones extraterrestres, los efectos de la radiación, así como monstruos mutantes colmaban las pantallas. Entre ellas se encontraba "El pueblo de los malditos" dirigida en 1960 por Wofl Rilla, donde una pequeña comunidad era víctima de una curiosa forma de irrupción alienigena.

Carpenter, que se mueve como pez en el agua en el cine de bajo presupuesto, vuelve adentrarse en los terrenos del remake ofreciendo una competente copia del original, que se aleja de ese clima de alucinación conspiratoria, para proponer un ejercicio de suspense y terror puro de serie B.

Si por algo destaca el director es por hacer de cualquier argumento, por muy simple que sea, todo un ejercicio de estilo, y esto es precisamente lo que consigue con este film, tapar un guión con lagunas argumentales a través de su buen hacer tras las cámaras y apoyado en un solvente reparto, además de ser el último film en el que el añorado Christopher Reeve participaría antes de su fatídico accidente, y en el que Kristie Alley dejará de ser Kristie Alley.

No hay que ir más allá de lo que la cinta ofrece, dejando esa doble lectura que sí presentaba el original, y así conseguir disfrutar de todo un cuento moderno de terror donde, ante todo, destaca un entregado reparto y una correcta realización. Más vale no preguntarse sobre el porqué de las cosas (¿cómo es posible que los niños aparezcan en todas partes cuando en teoría las largas distancias se recorren en coche? ¿Teletransporte? y ¿ningún padre sospechaba que ese tinte era señal de peligro?) dejarse llevar por los acontecimientos, así el espectador podrá conectar con ese tranquilo pueblo y sus habitantes, acosados por fuerzas provenientes del espacio exterior, o no.

Lo mejor; Los niños y su pelo oxigenado dan mal rollo. El reparto está a la altura de las circunstancias.

Lo peor; La sensación de ser un film menor dentro de su filmografía, aunque con el tiempo ha devenido un pequeño film de culto.
19 de marzo de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la decepción mayúscula que supuso su tercera entrega, no por su calidad, que la tiene, sino por prescindir de la estrella indiscutible de la saga, Michael Myers. Ese estupor generado ante el desconcierto del aficionado, se tradujo en un estrepitoso fracaso en taquilla (por suerte el tiempo ha colocado el film en el lugar que se merece, como película de culto). Por ello, sus responsables optaron por volver a revivir al famoso asesino y encarrilar nuevamente las futuras películas entorno a su figura. Y con ello, empezó el declive.

Si uno se toma la molestia de revisar los extras de las diferentes ediciones domésticas, sabrá del desastre que aconteció durante el rodaje de la misma, con despidos varios, problemas con algo tan esencial como es la máscara, o exigencias por parte de los productores.El problema es que todo eso acaba reflejado en pantalla.

La intención de volver a los orígenes de la saga, emulando el tono de Carpenter y ofrecer un slasher digno que se elevara por encima de la media, queda diluida en las idas y venidas del equipo técnico. Desde la misma gestación del guión, con la incursión del consabido elemento infantil/familiar, hasta la pobre realización del director, y llegando a un Myers menos terrorífico de lo esperado hacen, de esta secuela, un fracaso absoluto.

Si es verdad que, con el paso del tiempo, y jugando al juego de la nostalgia facilona, la película gana en esos terrenos, sobretodo por la presencia de Donald Pleasance, intentando dar dignidad a tal despropósito. Pero, si analizamos el film como tal, éste carece de la tensión de la primera parte, ni por asomo llega a los niveles de la deudora del slasher más sangriento, como es la segunda, ni aporta originalidad como la tercera.

Estamos a finales de los ochenta, el público ya estaba más que acostumbrado a la hemoglobina facilona y a todo tipo de sobresaltos. Entonces, ¿por qué ofrecer una secuela tan descafeinada que no aporta nada destacable, resultando por momentos aburrida e iniciando la progresiva destrucción de la saga? (suerte que Kevin Williamson aportaría algo de decoro a la saga a finales de los 90).

Lo mejor; Siempre es gratificante volver a ver a Myers empuñando un descomunal cuchillo, aunque tenga el aspecto trasnochado que presenta en el film.

Lo peor; Danielle Harris y sus pucheros. Si al menos hubiera alguna gota de sangre para salvar al conjunto...
18 de diciembre de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una falsa campaña de publicidad puede jugar en contra del producto final. Prueba de ello lo encontramos en esas comedias en las que los únicos gags que funcionan se encuentran ya en su trailer y una vez visto el film uno no dibuja ni una leve sonrisa. Otro ejemplo lo encontramos en la adaptación que hizo Coppola de Drácula de Bram Stocker, vendiéndola como fidedigna a la obra del autor y resultando ser más libre que otras aportaciones al mito, levantando una injusta polvareda crítica con ello.

Megalodón prometía, y mucho, una vez que los rumores de su producción apuntaban hacia un director curtido en eso de la sangre como Eli Roth. Los persistentes cambios de realizador no auguraban nada bueno. Los peores presagios se materializaron una vez que China entró como coproductora de la cinta. De todos es sabido el gusto que sienten los mandarines por los típicos cánones blockbuster, es decir, acción a raudales, romance entre los protas y pirotecnia visual sin aportar absolutamente nada nuevo. Incluso durante la promoción del film, actor principal y director renegaban en cierta manera del acabado final, admitiendo que se suprimieron en la sala de montaje las escenas más "delicadas" por imposición asiática (esperemos un futuro montaje del director).

Pues bien, una vez vista la película uno no puede sino añorar lo que se podría haber hecho con el material del que se disponía. Es un gran problema si en una película donde debería imperar la tensión, da mucho más miedo la cara de un actor (en este caso el monstruoso rostro de Ruby Rose) que el propio tiburón. Spielberg ya nos enseñó, con su pionera "Jaws", que no hace falta mostrar al escualo para dar auténtico pavor, "Deep Blue Sea" de Renny Harlin consiguió una juguetona armonía entre acción y terror, o "El Arrecife" de Andrew Traucki fue capaz de construir un pequeño film solvente con mucha agua y una aleta paseándose en ella. Incluso el remake de "Piraña" de Alexander Aja nos compensó esa infumable primera hora con un baño de sangre en su tramo final para deleite de nuestros perversos ojos.

"Megalodón" no ofrece nada de los que promete, y cuando digo nada es nada. Los personajes carecen del interés, todos estereotipados, cómo para introducir esa parte dramática entre ellos, el personaje de la niña es irritante, la tensión brilla por su ausencia, carece de escenas espectaculares (quedando todas ellas condensadas en su falso trailer), el ritmo decae cada vez que nos introducen un nuevo capítulo del romance, y lo que es peor, no hay ni una sola gota de sangre (si descontamos claro la de una pobre ballena y la del propio tiburón), ni una sola muerte espectacular, en verdad, ¡ni una sola muerte digna! (¡no se atreven ni a matar a un perro!). Durante la proyección de la película recuerdo el rumor que causó en la sala ese plano cenital en el que una playa infestada de bañistas con flotadores era la próxima parada del gigantesco escualo, pero esa promesa de sangre y vísceras se queda en nada más que un abrupto montaje con gente salpicando y chillando.

Eso sí, aquellos devotos del fornido Statham obtendrán material suficiente para sus húmedas fantasías, ya que el actor se pasea, que no interpreta, por la película luciendo palmito y cara de pocos amigos. Aún con ello, la película no ofende pero sí decepciona, y si uno es capaz de sobrevivir al desengaño se encuentra con alguna que otra escena divertida y visualmente impactante (como todas las que acontecen en el fondo marino).

Lo mejor; Jason Statham para los amantes de Jason Statham.

Lo peor; No ofrece nada de lo que promete. Las tramas dramáticas entorpecen el ritmo lo suficiente como para que sea una buena película de acción.
9 de diciembre de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película perpetrada por Fede Álvarez sigue los patrones de todos aquellos remakes que nos han ido acompañando desde que en el lejano 2003 se estrenara "La Matanza de Texas" de Marcus Nispel, es decir, coger el material original, empaquetarlo con una impecable factura, añadirle más hemoglobina si es el caso y un reparto más o menos conocido por el público adolescente. En algunos casos esta fórmula nos ofrece interesantes resultados, como por ejemplo la película antes citada o "Las Colinas Tienen Ojos" de Alexandre Aja, o pésimos refritos sin sustancia, como por ejemplo "Negra Navidad" de Glen Morgan o "Viernes 13" de Marcus Nispel. El film que nos ocupa navega en ambas aguas.

Eliminado todo el humor irreverente de la original y alejándose de ese gore propio del cartoon más desfasado, apuesta por un seriedad sepulcral salpicada por unas dosis de dramatismo que intentan dar profundidad a unos personajes ya de por sí planos. Es precisamente ese enfoque el que no acaba de cuadrar en el conjunto. La trama, innecesaria. Lo personajes, poco creíbles. La película, artificial.

Pese a disponer de una excelente fotografía, el director es incapaz de esquivar ese aura de superficialidad que acompaña al film. Todo parece estudiado al milímetro para intentar impresionar al espectador, todo parece dispuesto en favor de la trama, nada es natural en él. Incluso la excusa argumental, que supuestamente debería crear una cierta empatía en el espectador, queda diluida sin despertar el más mínimo interés (el drama personal que sufre la protagonista y su hermano se nos presenta inocuo).

Si dejamos de lado esos aspectos y un guión que hace aguas por todos lados (Después de ser poseída, golpeada, mutilada y enterrada, ¿es normal que la protagonista no sufra ni un solo rasguño ?), una vez empieza el festival sangriento nos encontramos un film entretenido, visceral, ágil, de fácil digestión y competente en su propósito, el de empatar al espectador a base de truculencia. Allí donde en la original había humor de brocha gorda, aquí hay un sadismo inusitado muy de agradecer en un película comercial.

Por ello cabe dejar atrás prejuicios, no atender a la trama que se nos propone y disfruta de ese espectáculo sangriento que nos ofrece el film una vez se desata la violencia.

Lo mejor; La violencia descarnada.

Lo peor; El guión y alguno de los actores.
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