Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Buenos Aires
You must be a loged user to know your affinity with Charly Barny
Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
11 de agosto de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Jason Bourne", la quinta pelicula de la serie, suena ajada, manoseada, como cosa ya vista. El personaje central ya no tiene mucho para descubrir y su orfandad ha pasado a ser más un problema de la CIA que de sí mismo. O sea, el factor dramático ha desaparecido. Bourne ahora es perseguido sin piedad durante toda la película. En consecuencia, el film todo se trasforma en una gran persecución de la cual Greengrass trata de sacar el mayor jugo posible, pero al carecer de un factor dramático que lo sostenga, el interés del film decae rápidamente.
Está claro que Greengrass no se dará por vencido fácilmente. Su obra vuelve a ser un nuevo modelo de cine de super acción porque no solo hace añicos cuanta cosa pasa por delante de su cámara, sino que en la sala de montaje, hace añicos lo filmado, remontándolo y dándole al film una velocidad inusitada, que disipa todo interés por el personaje o incluso el argumento para que el espectador se concentre y disfrute de un espectáculo puramente sensorial, basado simplemente en la acción y en sus imágenes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como consecuencia de ello, la problemática que plantea "Jason Bourne", es la de una CIA, y unos genios cibernéticos totalmente ocupados en desarrollar un sistema espía que puedan interiorizarse en nuestras vidas y espiarnos a través de nuestros celulares, computadoras y tablets, pasará rápidamente de lado arrollada por la acción vertiginosa que despliega Greengrass. Una verdadera pena, porque deja de lado una reflexión inexorable que al fin y al cabo plantea la película y que implica que el fin de la intimidad ha llegado. Todos podemos ser espiados. Cientos de computadores nos siguen a lo ancho y a lo largo del mundo para saber dónde estamos, quiénes somos, qué gustos tenemos, cuáles son nuestros amigos, que opinamos, a quiénes amamos, a quiénes odiamos, cuáles son nuestros hobbies, qué tipos de mujeres o de hombres nos agradan, qué tipo de comida preferimos, qué ropa usamos, qué libros leemos, qué películas vemos, dónde nos gusta vacacionar, etc.
20 de enero de 2020
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A principios de los años 60 comencé a ver cine. Durante esos años el cine comenzó a cambiar mucho. En los 40 había aparecido el color, aunque su uso se masifica en los 50. En los sesenta, aparecen las vanguardias que intentan cambiar la forma de contar. También aparece la comedia a la italiana que no solo destaca en el registro costumbrista, sino también incursiona por los géneros, particularmente el spaguetti western, el giallo, y las películas de robos.
Dentro de este último género, los italianos hicieron un par de obras maestras. Los 7 Hombres de Oro de Marco Vicario (1965), con Philippe Leroy y Rossana Podestá fue una de ellas, Operación San Genaro, de Dino Risi, fue otra dentro de un estilo farsesco. Un Golpe a la Italiana, del inglés Peter Collinson (1969), con Michael Caine, fue filmada y transcurría en Italia con mucho gusto a lo italiano, cerrando una trilogía inolvidable. La influencia de ese cine llega hasta nuestros días, y sin lugar a dudas anima en el alma de El Robo del Siglo, está buena comedia de suspenso de Ariel Winograd.
La diferencia entre esta y aquellas es que los italianos trabajaron construyendo un guión ficcional. En cambio, en la película argentina que se acaba de estrenar, la ficción es superada por la realidad. El Robo del Siglo se basa en el atraco real de las cajas de seguridad de Banco Rio en la sucursal Acassuso en el año 2006.
Con guión del propio director, muy bien sintetizado, que se concentra fundamentalmente en la acción de lo que está relatando, dejando mucha libertad de acción a sus actores para que cada uno componga su propio personaje. Dicha libertad, paradójicamente, atenta contra la composición de cada uno de ellos, sobre todo en los dos papeles principales, Fernando Araujo (Diego Peretti), cerebro de la operación, y Luis Vittete Sellanes (Guillermo Francella), el financista de la misma. Peretti y Francella son dos actores con fuerte personalidad a los que se encasilla normalmente en la televisión y parecen estar limitados a componer a sus respectivos personajes en la película a lo que hacen habitualmente en aquel otro medio.
El film puede dividirse en tres partes. La organización de la operación, el robo en sí mismo, y la detención de los criminales. La primera parte es la que permite el mayor vuelo. Si bien se maneja con clisés propios del género, presenta a los personajes, y describe con lujo de detalles la personalidad de los dos ladrones principales, humanizándolos y tratando de sacarlos de la maqueta.
La segunda parte del film desarrolla el robo y reproduce prácticamente lo que los artículos periodísticos relataron en las páginas policiales después de lo ocurrido. La parte más interesante del guión está relacionada con la aparición de un clásico negociador policial (Luis Luque) que busca lograr la libertad de los rehenes. Aquí la trama desarrolla la típica forma del gato y el pícaro ratón, colocando inteligentemente al público del lado de los rehenes haciendo que lo ya conocido forme parte de una escena que logra generar una escena podría llegar a ser antológica de nuestro cine.
El final es lo más flojo de la película, no por conocido, sino por la simpleza de la resolución cinematográfica. Todo lo bueno del guión como de la estructura cinematográfica se cae abruptamente sin ninguna clase de sustento. Los ladrones son atrapados uno por uno con la misma facilidad con la que se hubieran entregado. Esto desperdicia una película que dura casi dos horas haciendo sobrar 30 minutos finales que no aportan nada a lo ya conocido. En este tramo, impera una chatura cinematográfica impropia del film hasta ese momento, y que hace perder relevancia al buen trabajo del director.
En síntesis, El Robo del Siglo es un buen pasatiempo, con algunos pasajes cinematográficamente brillantes, pero hacia el final, se cae irremediablemente dado que la realidad de los hechos supera toda fantasía. No obstante ello, es una película entretenida, que deja verse, lo cual, dentro del panorama actual del cine argentino, no es poco.

http://thecharlysmovies.blogspot.com
4 de mayo de 2019
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Metáfora cruel sobre una sociedad enferma (la Argentina), la dupla guionista Duprat – Cohn (El Artista, 2008; El Hombre de al Lado, 2009), El Ciudadano Ilustre 2016, La Obra Maestra, 2018) vuelve a unirse para construir un guión impecable sobre la realidad que vivimos.
La oportunidad hace al ladrón dice el refrán. Ciro, un ladronzuelo de pasacasetes, magníficamente interpretado por Peter Lanzani, ve la oportunidad de un robo en un auto estacionado en una calle de un barrio de Buenos Aires. La calle está desierta, no hay nadie a la vista. Ciro se acerca sigilosamente a una camioneta y con suma habilidad y destreza abre la puerta. De la misma manera opera para extraer la radio pasacasetes. El robo esta consumado. No ha pasado más de dos minutos dentro del vehículo cuando intenta huir con su botín. Sin embargo, no puede hacerlo. Un mecanismo de protección le impide su salida. Ciro queda encerrado en la camioneta.
El film, dirigido por Cohn, se transforma en la historia de la pesadilla que comienza a vivir el ladrón. Es la historia del ladrón burlado. Encerrado en el auto, mecanismos de protección activados le impiden la salida y el escape. La película se transforma, entonces, en un verdadero masterpiece sobre el encierro.
De hecho, Cohn encierra a Lanzani dentro de una 4 x 4. Durante más de una hora de película que equivale a aproximadamente 3 días de encierro en el film, y con una habilidad digna de todo elogio logra atraer la atención del espectador sobre cada detalle de lo que le pasa al ladrón sin perder nada de tensión ni interés en lo que está narrando. Room de Lenny Abrahanson (2015) y Panic Room de David Fincher (2002) pueden ser modelos de este film argentino que posee sus propios méritos.
El film es todo un desafío, tanto para el Cohn, como director como para Lanzani, como actor, cuya actuación sin lugar a dudas es consagratoria. Cohn logra mantener la atención permanente durante esa hora de encierro, de aislamiento en la que el ladrón solo toma contacto visual con la realidad que lo circunda donde unos vidrios polarizados lo vuelven invisible. Nadie lo ve. Nadie puede ayudarlo.
El trabajo de Cohn es minucioso. Sigue al actor desde diferentes ángulos que no solo muestran una destreza fotográfica notable sino que contribuyen perfectamente a la situación de desesperación por el encierro, la falta de comida y sobre todo de agua que van mellando la fortaleza del ladrón.
Hasta aquí, como ejercicio de estilo, el film ronda los 10 puntos. Pero la situación se vuelve insostenible y en consecuencia los guionistas deciden liberar un poco de presión y distender la trama. El film comienza a caer porque cuando la ficción se torna realidad, la dupla Cohn – Duprat se asusta de lo que han construido y aparece la idea de ajusticiamiento por mano propia.
El fantasma del ladrón carilindo como víctima de una sociedad injusta e insensible se instala en la pantalla. Por lo tanto, el film bira violentamente y ensaya un final políticamente correcto que tranquiliza a toda la audiencia pero que sin lugar a dudas no parece dar la solución al problema social que describe dado que ni la cárcel ni la puerta giratoria de la justicia son soluciones a una sociedad que continua siendo incapaz de generar bonanza y vive de espaldas al delito.
No obstante, en resumen, es un film cinematográficamente notable. Un ejercicio de estilo impecable. Actuaciones de Lanzani y Brieba memorables. Un guión bien escrito e interesante. Una puesta de escena riesgosa y bien resuelta. Y un final que deja un sabor a poco, que parece de otra época donde reina lo naif.
22 de noviembre de 2019
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Omertá es la ley del silencio. Es considerada la ley de las leyes en el mundo de la mafia. Su respeto obliga a no dar información a la policía ni colaborar con la justicia por ningún motivo. Su quiebre, castiga con la muerte. Su ejercicio es la lealtad.
La nueva película de Martín Scorsese trata este tema basándose en un libro de Charles Brandt y un excelente guión de Steven Zaillan, autor de los guiones de La Lista de Schindler y Gangs of New York (llevada al cine por el propio Scorsese) que narra una historia basada libremente en la vida real que involucra a tres personajes, uno de los cuales fue Jimmy Hoffa, el líder de la IBT (Hermandad Internacional de Camioneros de los Estados Unidos), que desapareció misteriosamente el 30 de julio de 1975.
El Irlandés será sin lugar a dudas una obra cumbre en la filmografía del director. Con una duración de tres horas y media que se pasan volando, Scorsese nos entrega una muestra contundente de su mejor cine. Partiendo de un guión sólido y riguroso, la puesta en escena del director lo muestra poseedor de una cantidad de recursos narrativos que logran enganchar al espectador y mantenerlo atrapado a su butaca durante todo el metraje.
El personaje central, un hombre de unos 40 años de edad, casado con hijos, camionero americano que ha estado en la 2da guerra durante el desembarco aliado en Anzio, Italia, que descubre algunas vulnerabilidades en el sistema de reparto de carnes que decide explotar en provecho propio. De esta manera, comenzará a proveerle cortes de primera a Russel Bufalino (Joe Pesci), un hombre de altos contactos con la mafia, que le tenderá un puente casual con Jimmy Hoffa (Al Pacino), el líder de los camioneros.
El film nos hablará de un rígido sistema que opera paralelo a la ley desarrollando sus propias leyes y su propia justicia. En ese sistema no hay leyes escritas pero hay conductas que se transmiten de generación en generación, se manejan con el sentido común y permite ser alguien simplemente obedeciéndolas. Los errores comunes son advertidos. Pero los errores graves se pagan con la muerte.
El sistema opera con una verticalidad total. El que está arriba tiene todo el poder y lo mantiene mientras es capaz de ser obedecido. No hay lugar para el paso en falso. La debilidad deja afuera del sistema. La traición o la rebelión conllevan la pena de muerte.
El Irlandés no solo es una historia entretenida sino que está novelizada a partir de hechos reales que la prodigiosa pluma de Charles Brandt volcó en un libro llamado I Heard You Paint Houses (Escuche que Eres Pintor de Casas), que Steve Zaillan transformó en guión cinematográfico y Martín Scorsese volcó en una imágenes inolvidables en las que acentúa una idea de fatalismo, aquello que determina que los acontecimientos no se pueden evitar por estar sujetos a una fuerza superior que rige los destinos del mundo. Esa rigidez que lleva a la imposibilidad del cambio.
Los acontecimientos ocurrirán inexorablemente uno tras otro porque todos los involucrados en la historia siguen un devenir del cual no pueden esquivar ni escapar. Cada uno juega un rol determinado hasta el final, y como en crimen y castigo, uno se pregunta si es moralmente condenable un acto que responde a un objetivo es superior.
El film tiene por lo menos cinco grandes escenas: la presentación del personaje, David Sheeran, su transformación como gatillo del sindicato, el agasajo a Hoffa, su asesinato, y la escena final en la residencia de ancianos son todas absolutamente antológicas.
El personaje de De Niro es el de un ex soldado que participó en la Segunda Guerra. Ha matado porque ha estado en ella. De regreso a su patria, se gana la vida como un camionero hasta que se vuelve un hombre de confianza de un sindicalista de Nueva York que comienza a utilizarlo como un gatillo confiable. Él será finalmente el asesino de Hoffa. Nunca será condenado por la ley. Su castigo será sobrevivir a su generación.
Las labores de De Niro, Pacino y Pesci son verdaderamente antológicas. Scorsese, como director, filma sobre el tema que más le gusta, disfrutando de lo que está haciendo, y da una clase magistral de cine. El Irlandés, es cine en estado puro. No hay duda que existe un guión que el director sigue fielmente, pero las imágenes de Scorsese hablan por si mismas. Sus silencios nos dicen más que las palabras. Y las palabras entran en un mutismo que solo dicen lo que tienen que decir.
A 43 años de Taxi Driver, y a los 77 años de edad, Scorsese nos vuelve a maravillar con escenas memorables, un relato meditado, con una maravillosa descripción de los tres personajes principales (merito aparte de los tres grandes intérpretes), con una fotografía de Rodrigo Prieto que va de imágenes fijas de primeros planos a movimientos notables como los del asesinato de Hoffa que parece estar filmando como un paso de ballet. La prolijidad, la elegancia y la variación de tonalidades de Prieto adaptando la luz a la necesidad de cada escena son muy destacables. De la misma manera, el acompañamiento musical de Robbie Robertson.
Estamos ante una producción de Netflix destinada al televidente. Su estreno en los cines no será masivo y en Buenos Aires solo estará en cartel una semana en un solo cine. Sus tres horas y media de proyección exigen concentración y continuidad para su disfrute. El estreno cinematográfico obedece solamente al cumplimiento de ciertas normas americanas que de esta manera habilitan a una película para competir como candidata a los premios Oscar. No comparto esta reglamentación. Privar al público cinematográfico de una película como esta es una herejía de la comercialización. Su esplendor y complejidad narrativa es tan grande que merece ser vista en un cine porque, esencialmente, obliga a la concentración.
El Irlandés no es una película más en la vasta filmografía de Martin Scorsese. Es una obra de madurez que deberá ser colocada entre las grandes obras maestras de la historia del cine.
31 de agosto de 2019
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejado del cine durante estos últimos años, vuelve Neil Jordan, el afamado guionista y director irlandés muy recordado por El juego de las Lágrimas (1992), quizás el film que lo llevó a la fama, y por Michael Collins (1996), su homenaje al patriota irlandés. Su último estreno en Argentina data de 2011, fecha en la que se estrenó Amor sin Límites, aunque tuvo una intensa experiencia televisa entre 2011 y 2013 en la que desarrolló Los Borgia, una de las mejores series vistas en ese medio, de los cuales escribió 29 capítulos, de los que dirigió 6.
Nuevamente lo encontramos en nuestras pantallas, dirigiendo y coguionando La Viuda, una creación original de Ray Wright, un thriller psicológico que resulta una obra típica de género en la que se desarrolla un terror soft que Jordan concentra en el film como un drama de suspenso, acompañado de otra gran creación de Isabelle Huppert en el papel de la viuda Greta Hideg.
No revelaré la trama del film pero es la clásica obra del gato y del ratón donde una joven muy bonita y altruista se ve avasallada por una mujer mayor egoísta y violenta cuyo objetivo pareciera ser absorberla. La trama se desarrolla siguiendo los clásicos clichés del género resultando un film más que interesante.
La experiencia del director rescata la obra enfatizando en una notable pintura de personajes donde la ambivalencia de los caracteres hace que la trama se convierta en un sinfín de mutaciones en sus relaciones de simpatía / antipatía, amor / odio, pasividad / violencia, reacción / sobrerreacción.
Otro punto fuerte del film es la dirección de actores. Jordan los dirige sacándolos del cliché y volviéndolos naturales, de carne y hueso. Seres cotidianos que habitan en cualquier barrio de una gran ciudad y son portadores de secretos inconfesables. Nueva York aparece como el marco ideal de un gran laberinto donde aten pasiones descontroladas. Una ciudad siempre convulsionada donde los seres anónimos esconden secretos inconfesables. Aprovechando ese marco de alienación permanente, la actuación de Isabelle Huppert vuelve a ser insuperable y fascinante sumando otro gran personaje a su galería de mujeres escalofriantes y desquiciadas. Muy cercana a la Glenn Close de Atracción Fatal, está a la altura de sus mejores creaciones de mujeres perturbadas como: la Violeta Noziere de Niña de Día, Mujer de Noche (1978); la Jeanne de La Ceremonia (1995); La Erika Cojut de La Pianista (2001) o la Michelle de Elle (2016), entre otros. Por otra parte, luce como toda una revelación, la actuación de Chloe Grace Moretz en el papel de Frances, una adolescente pueblerina, recién llega a la Gran Manzana, llena de buenas intenciones, solidaria y trabajadora que cree encontrar en Greta una sustituta de su madre recientemente fallecida.
Jordan sabe manejar el suspenso y los hilos de la trama. El film se vuelve muy entretenido y atrapa al espectador de principio a fin. Dado su carácter genérico, cae en algunos clichés típicos. Pero en general, la mano experimentada de Jordan logra que el film llegue a buen puerto en todo momento y la historia que narra se nos haga creíble.
Hay en el film un doble final haciendo honor a estos tiempos modernos donde nada es lo que parece. Yo honestamente, me hubiera quedado con el primer final, un final abierto que dejaba al espectador con una incertidumbre sobre el triunfo de la maldad. El segundo final, el real, de alguna manera corporiza la maldad y no deja nada librado a la interpretación del espectador. La maldad nunca muere.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para