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5,5
25.273
5
12 de febrero de 2018
12 de febrero de 2018
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que conste en acta mi pecado: no considero 30 days of night una película peor dentro del género de pelis de supervivencia con gente idiota que intenta sobrevivir, aunque hagan cosas muy estúpidas. Es un subgénero dentro del slasher, las pelis de zombis y todo ese tipo de filmes que sobreviven (juego de palabras, lo sé) para que la gente pueda ir al cine, decir que pasa el miedo y gritarle a los protagonistas cuando hacen alguna cosa terriblemente idiota. Vaya, como en la mayoría de pelis de George A. Romero.
La historia, basada en el cómic con guion de Steve Niles (que lo había pensado como una película), ya es conocida: un grupo de vampiros asola un pueblo en Alaska, Barrow, donde hay un mes de noche. Ya está. A partir de ahí, el sheriff y compañía intentarán sobrevivir contra unos chupasangres que actúan como monstruos despiadados (lo que son) y contra los que parece no haber ningún modo de vencer. Parece una premisa sencilla, lo es, pero a nadie más se le había ocurrido para crear una franquicia.
David Slade es un director que me gusta desde Hard Candy y creo que aquí hace todo lo posible para intentar entrar en el terreno de directores como John Carpenter y George A. Romero. O lo intenta. Se apoya en la fotografía y la escenografía (que intenta imitar el estilo del dibujante del cómic, Ben Templesmith) y, aunque el guion a veces frustra sus impulsos, es interesante cómo recupera al vampiro más salvaje, más digno de lo bestial, más allá de lo visto recientemente con vampiros más romanticones (y sí, Slade estuvo detrás de la tercera entrega de Crepúsculo, a saber muy bien por qué... Quizás, porque hay que comer).
A mí me parece loable el intento de llevar de nuevo a los vampiros a sus raíces. No caen en los terriblemente feos y falsos vampiros del Soy leyenda de Will Smith (que solo compartía con el clásico de Matheson el nombre) y quizás es más deudor de la evolución vampírica de los chupasangres de Blade 2 de Guillermo del Toro. Se les añade un idioma inventado, motivaciones medianamente monstruosas y algunos puntos interesantes como depredadores.
El reparto oscila entre intentar interpretar y cumplir medianamente, con un Josh Hartnett al que le cuelgan el sambenito de interpretar al sheriff, papel que quizás le llevó años después a encarnar al Ethan Chandler de Penny Dreadful, donde los vampiros parecían los precedentes de los que vemos aquí. Hay alguna cara conocida más, como la de Danny Huston en el rol de Marlow, Ben Foster como el Renfield de turno y Manu Bennett como el poli que lo intenta, pero no.
Aparte de todo esto, hay gore, sí, pero a ver, ¿qué se esperabas? ¿Que los vampiros brillasen y fueran nuestros colegas? No, es una película que va sobre lo que va, con momentos francamente desagradables, pero que uno acepta porque la película es lo que es. Sin embargo, será por cuestión de mentalidad, me resulta más cruel la parte humana que la monstruosa, véase el anciano con Alzheimer. Considero que es mucho más terrorífico e incómodo que ver a una panda de vampiros desgraciados desperdiciar la sangre (porque se ve que mucha hambre tampoco pasan, porque dejan los cadáveres a medio comer).
La historia, basada en el cómic con guion de Steve Niles (que lo había pensado como una película), ya es conocida: un grupo de vampiros asola un pueblo en Alaska, Barrow, donde hay un mes de noche. Ya está. A partir de ahí, el sheriff y compañía intentarán sobrevivir contra unos chupasangres que actúan como monstruos despiadados (lo que son) y contra los que parece no haber ningún modo de vencer. Parece una premisa sencilla, lo es, pero a nadie más se le había ocurrido para crear una franquicia.
David Slade es un director que me gusta desde Hard Candy y creo que aquí hace todo lo posible para intentar entrar en el terreno de directores como John Carpenter y George A. Romero. O lo intenta. Se apoya en la fotografía y la escenografía (que intenta imitar el estilo del dibujante del cómic, Ben Templesmith) y, aunque el guion a veces frustra sus impulsos, es interesante cómo recupera al vampiro más salvaje, más digno de lo bestial, más allá de lo visto recientemente con vampiros más romanticones (y sí, Slade estuvo detrás de la tercera entrega de Crepúsculo, a saber muy bien por qué... Quizás, porque hay que comer).
A mí me parece loable el intento de llevar de nuevo a los vampiros a sus raíces. No caen en los terriblemente feos y falsos vampiros del Soy leyenda de Will Smith (que solo compartía con el clásico de Matheson el nombre) y quizás es más deudor de la evolución vampírica de los chupasangres de Blade 2 de Guillermo del Toro. Se les añade un idioma inventado, motivaciones medianamente monstruosas y algunos puntos interesantes como depredadores.
El reparto oscila entre intentar interpretar y cumplir medianamente, con un Josh Hartnett al que le cuelgan el sambenito de interpretar al sheriff, papel que quizás le llevó años después a encarnar al Ethan Chandler de Penny Dreadful, donde los vampiros parecían los precedentes de los que vemos aquí. Hay alguna cara conocida más, como la de Danny Huston en el rol de Marlow, Ben Foster como el Renfield de turno y Manu Bennett como el poli que lo intenta, pero no.
Aparte de todo esto, hay gore, sí, pero a ver, ¿qué se esperabas? ¿Que los vampiros brillasen y fueran nuestros colegas? No, es una película que va sobre lo que va, con momentos francamente desagradables, pero que uno acepta porque la película es lo que es. Sin embargo, será por cuestión de mentalidad, me resulta más cruel la parte humana que la monstruosa, véase el anciano con Alzheimer. Considero que es mucho más terrorífico e incómodo que ver a una panda de vampiros desgraciados desperdiciar la sangre (porque se ve que mucha hambre tampoco pasan, porque dejan los cadáveres a medio comer).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ahora me empezarás a sacar todos los agujeros de guiones, las decisiones estúpidas de los perseguidos y los perseguidores, lo irreal de algunos puntos y el desenlace al que se llega tras casi dos horas de película, y yo digo: ¿esperabas otra cosa? Es lo que es y hay algunas lecturas, algunos momentos más allá del estereotipo, que hacen que para mí sea disfrutable.
Vaya, tampoco me tomo muy en serio la película y quizás esa es la clave por la que me gusta: 30 days of night (30 días de oscuridad) es una de esas cintas cinematográficas para pasar alguna noche, ver vampiros terribles y darle gritos a los protagonistas que van sucumbiendo como idiotas. Y eso es lo más divertido que hay con este tipo de pelis.
Publicada originalmente en: https://goo.gl/Xvb8vK
Vaya, tampoco me tomo muy en serio la película y quizás esa es la clave por la que me gusta: 30 days of night (30 días de oscuridad) es una de esas cintas cinematográficas para pasar alguna noche, ver vampiros terribles y darle gritos a los protagonistas que van sucumbiendo como idiotas. Y eso es lo más divertido que hay con este tipo de pelis.
Publicada originalmente en: https://goo.gl/Xvb8vK

6,1
43.822
8
6 de enero de 2018
6 de enero de 2018
11 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pasé gran parte de mi infancia robándole el cepillo de barrer a mi madre y fingiendo que era mi espada láser y que aquel sol abrasador de verano tenía un gemelo, como aquellos que se ponían en Tatooine. Puede que esas dos imágenes de mi infancia conecten con el cierre de Los Últimos Jedi y eso haga que la película me haya gustado.
"Los Jedi se deben terminar". "Esto no va a ir como tú crees". Dos frases que nos hemos cansado de escuchar en los tráileres de la nueva entrega de Star Wars, ambas pronunciadas por Luke Skywalker y ambas ciertas hasta un punto en cuanto a la propia película, no solo su argumento.
Después de pasarme más de dos años amargado con El despertar de la Fuerza, Los Últimos Jedi, la octava entrega de Star Wars, me ha sorprendido gratamente, resultándome no solo un film mucho mejor que su antecesor, sino también atreviéndose a añadir nuevas capas y elementos a una saga que nunca debería cerrarse en el autohomenaje más vacío. Si bien tiene elementos de El Imperio contraataca (el entrenamiento con el maestro excéntrico, los buenos huyendo de los malos) y de El retorno del Jedi (Snoke pudiendo ser un Emperador y sufriendo el destino de los lores Sith, Rey pensando que Kylo Ren puede volver a ser Ben Solo), Los Últimos Jedi agrega una capa de desmitificación y aventuras que no está nada mal en esta película de dos horas que se pasan volando como un ala X.
Los Últimos Jedi trata sobre la esperanza y, en palabras de Rose, la Rebelión, la Resistencia, no vencerá destruyendo lo que odia, sino salvando lo que ama. Ese potente mensaje, tan extrapolable a nuestro lamentable mundo, refulge en una película que, aunque con sus dosis de nostalgia hacia personajes clásicos de la franquicia como Leia y Luke, se suma a una desmitificación clara.
Me explico. Todos los seguidores de Star Wars hemos mitificado todo: desde ese Boba Fett con las frases contadas hasta la leche azul de la casa del tío Owen, sin olvidar a Obi-Wan Kenobi y la Orden Jedi y toda la mitología de la Fuerza. Cuando alguien nos hablaba del Episodio VII u VIII antes de que existieran, pensábamos en los libros del Universo Expandido, en la Nueva Orden Jedi de Luke Skywalker, los gemelos Solo y todo ese esplendor. Pensábamos en Luke como una leyenda y, ahora, nos llega la versión oficial y vemos a nuestro propio héroe, ese espejo de cada uno de nosotros, convertido en un personaje humano que reconoce que no es una leyenda según él mismo: está solo, ha perdido la confianza en su poder, no quiere unirse a ningún bando, no es la esperanza que muchos esperan, siente miedo y... ha fracasado.
Hubiera sido fácil convertirlo en un superguerrero, pero no, Rian Johnson (Looper) ha preferido convertirlo en humano. Él no es el Elegido como su padre. Él no es sabio que "nunca" se equivoca como Yoda. Él está más cerca de la pesadumbre de Obi-Wan. Y eso hace que para los que tengan la mente abierta, disfruten con esta película que trata, sobre todo, de él y las consecuencias de sus actos.
"Los Jedi se deben terminar". "Esto no va a ir como tú crees". Dos frases que nos hemos cansado de escuchar en los tráileres de la nueva entrega de Star Wars, ambas pronunciadas por Luke Skywalker y ambas ciertas hasta un punto en cuanto a la propia película, no solo su argumento.
Después de pasarme más de dos años amargado con El despertar de la Fuerza, Los Últimos Jedi, la octava entrega de Star Wars, me ha sorprendido gratamente, resultándome no solo un film mucho mejor que su antecesor, sino también atreviéndose a añadir nuevas capas y elementos a una saga que nunca debería cerrarse en el autohomenaje más vacío. Si bien tiene elementos de El Imperio contraataca (el entrenamiento con el maestro excéntrico, los buenos huyendo de los malos) y de El retorno del Jedi (Snoke pudiendo ser un Emperador y sufriendo el destino de los lores Sith, Rey pensando que Kylo Ren puede volver a ser Ben Solo), Los Últimos Jedi agrega una capa de desmitificación y aventuras que no está nada mal en esta película de dos horas que se pasan volando como un ala X.
Los Últimos Jedi trata sobre la esperanza y, en palabras de Rose, la Rebelión, la Resistencia, no vencerá destruyendo lo que odia, sino salvando lo que ama. Ese potente mensaje, tan extrapolable a nuestro lamentable mundo, refulge en una película que, aunque con sus dosis de nostalgia hacia personajes clásicos de la franquicia como Leia y Luke, se suma a una desmitificación clara.
Me explico. Todos los seguidores de Star Wars hemos mitificado todo: desde ese Boba Fett con las frases contadas hasta la leche azul de la casa del tío Owen, sin olvidar a Obi-Wan Kenobi y la Orden Jedi y toda la mitología de la Fuerza. Cuando alguien nos hablaba del Episodio VII u VIII antes de que existieran, pensábamos en los libros del Universo Expandido, en la Nueva Orden Jedi de Luke Skywalker, los gemelos Solo y todo ese esplendor. Pensábamos en Luke como una leyenda y, ahora, nos llega la versión oficial y vemos a nuestro propio héroe, ese espejo de cada uno de nosotros, convertido en un personaje humano que reconoce que no es una leyenda según él mismo: está solo, ha perdido la confianza en su poder, no quiere unirse a ningún bando, no es la esperanza que muchos esperan, siente miedo y... ha fracasado.
Hubiera sido fácil convertirlo en un superguerrero, pero no, Rian Johnson (Looper) ha preferido convertirlo en humano. Él no es el Elegido como su padre. Él no es sabio que "nunca" se equivoca como Yoda. Él está más cerca de la pesadumbre de Obi-Wan. Y eso hace que para los que tengan la mente abierta, disfruten con esta película que trata, sobre todo, de él y las consecuencias de sus actos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La dirección y el guion de Rian Johnson salvan la película al dotarla de momentos que redondean El despertar de la Fuerza. Es más, la sensación que me queda es que si ahora volviese a ver el episodio anterior, me gustaría más por la evolución de los personajes presentados en aquel film de un J. J. Abrams quizás poco imaginativo por unos productores más deseosos de un bombazo seguro que de otra cosa. De ahí que ahora Rey (una maja Daisy Ridley) no me resulte una doña perfecta, que Kylo Ren (un Adam Driver más a gusto con su personaje) se haya desarrollado como ese cosplayer humillado que busca cambiar y Poe (el siempre estupendo Óscar Isaac) tenga más minutos sin perderse por alguna tontería argumental.
Y no, no hay nueva Estrella de la Muerte (aunque alguna mención hay, eso sí), aunque algo nuevo deberán pensar en la Primera Orden con un Snoke que da alguna sorpresa (Andy Serkis genial), un Domhall Gleeson como capullo nazi (ese Juas, digo Hux) y una Gwendoline Christie cuyo personaje puede que haya sido víctima de la mercadotecnia y no disfrutemos tanto de él por esa manía de esperar más por la campaña publicitaria que por otra cosa.
Hay varias tramas en las películas: el entrenamiento de Rey, la infiltración de Rose (simpática Kelly Mary Tran) y Finn (un John Boyega que intentar hacer algo más con su personaje) en Canto Bright, Poe y la Resistencia... Hay varios toques de humor (allá cada uno con lo amargado que esté o sea), momentos heroicos y conmovedores, como esas escenas regaladas a nuestra princesa Carrie Fisher que se la echa de menos, pero también a un Mark Hamill estupendo como Luke Skywalker. Y hay nuevos personajes (el "nervioso" DJ de Benicio del Toro, la heroica Laura Dern dando vida a una líder estupenda, Holdo), criaturas, monstruos, planetas y algún que otro maestro Jedi que regresa con su aspecto de las películas clásicas, mientras que deja claro que los maestros son aquello que llegan a ser sus aprendices. Todo ello con una estupenda fotografía y unos efectos especiales cumplidores que nos transportan hasta aquella galaxia muy, muy lejana que imaginó Lucas.
Y hay giros en su final (y un par de momentos inesperados) que sorprenden agradablemente y abren un nuevo abanico de oportunidades, gracias a que Johnson puede que haya contado con la libertad suficiente, la misma que no le ha hecho temblar el pulso al mostrar los nuevos poderes de la Fuerza (recordemos que esta ha "despertado" y que hace años que no sabemos nada de Leia y Luke, ¿por qué extrañarnos de que la Fuerza sea mostrada de otra forma? ¿Quizás porque cada uno se inventa su propia película de Star Wars en la cabeza?).
Finalmente, Los Últimos Jedi también es una película que trata sobre el legado y ser una chispa que encienda una nueva llama de la esperanza y eso es lo que significan los nuevos personajes. Nos guste o no. Leia así lo deja claro cuando dice que es Poe el que da las órdenes. Poe, Finn, Rey, Rose, BB8... Por mucho que amemos las películas clásicas (y estas nunca desaparecerán, por cierto), esta nueva trilogía es para una nueva generación representada con estos personajes; tenemos a Chewbacca, R2, C3PO, Luke, Leia..., pero ellas ya son el legado. No se preocupen. La fanfarria de John Williams (cuya banda sonora está muy bien) sigue siendo la misma, el opening crawl continúa emocionando tanto a la generación que ya tenemos una edad como a los más jóvenes y, si uno lo desea, puede volver a ser aquel crío que robaba la escoba a su madre y pensaba que era un sable láser mientras veía el sol ponerse. Star Wars seguirá viva, por mucho que los Jedi, los Sith o lo que sea, se acabe. Al fin y al cabo, nosotros somos Star Wars, para bien y para mal.
Crítica publicada en: https://goo.gl/SZuG7r
Y no, no hay nueva Estrella de la Muerte (aunque alguna mención hay, eso sí), aunque algo nuevo deberán pensar en la Primera Orden con un Snoke que da alguna sorpresa (Andy Serkis genial), un Domhall Gleeson como capullo nazi (ese Juas, digo Hux) y una Gwendoline Christie cuyo personaje puede que haya sido víctima de la mercadotecnia y no disfrutemos tanto de él por esa manía de esperar más por la campaña publicitaria que por otra cosa.
Hay varias tramas en las películas: el entrenamiento de Rey, la infiltración de Rose (simpática Kelly Mary Tran) y Finn (un John Boyega que intentar hacer algo más con su personaje) en Canto Bright, Poe y la Resistencia... Hay varios toques de humor (allá cada uno con lo amargado que esté o sea), momentos heroicos y conmovedores, como esas escenas regaladas a nuestra princesa Carrie Fisher que se la echa de menos, pero también a un Mark Hamill estupendo como Luke Skywalker. Y hay nuevos personajes (el "nervioso" DJ de Benicio del Toro, la heroica Laura Dern dando vida a una líder estupenda, Holdo), criaturas, monstruos, planetas y algún que otro maestro Jedi que regresa con su aspecto de las películas clásicas, mientras que deja claro que los maestros son aquello que llegan a ser sus aprendices. Todo ello con una estupenda fotografía y unos efectos especiales cumplidores que nos transportan hasta aquella galaxia muy, muy lejana que imaginó Lucas.
Y hay giros en su final (y un par de momentos inesperados) que sorprenden agradablemente y abren un nuevo abanico de oportunidades, gracias a que Johnson puede que haya contado con la libertad suficiente, la misma que no le ha hecho temblar el pulso al mostrar los nuevos poderes de la Fuerza (recordemos que esta ha "despertado" y que hace años que no sabemos nada de Leia y Luke, ¿por qué extrañarnos de que la Fuerza sea mostrada de otra forma? ¿Quizás porque cada uno se inventa su propia película de Star Wars en la cabeza?).
Finalmente, Los Últimos Jedi también es una película que trata sobre el legado y ser una chispa que encienda una nueva llama de la esperanza y eso es lo que significan los nuevos personajes. Nos guste o no. Leia así lo deja claro cuando dice que es Poe el que da las órdenes. Poe, Finn, Rey, Rose, BB8... Por mucho que amemos las películas clásicas (y estas nunca desaparecerán, por cierto), esta nueva trilogía es para una nueva generación representada con estos personajes; tenemos a Chewbacca, R2, C3PO, Luke, Leia..., pero ellas ya son el legado. No se preocupen. La fanfarria de John Williams (cuya banda sonora está muy bien) sigue siendo la misma, el opening crawl continúa emocionando tanto a la generación que ya tenemos una edad como a los más jóvenes y, si uno lo desea, puede volver a ser aquel crío que robaba la escoba a su madre y pensaba que era un sable láser mientras veía el sol ponerse. Star Wars seguirá viva, por mucho que los Jedi, los Sith o lo que sea, se acabe. Al fin y al cabo, nosotros somos Star Wars, para bien y para mal.
Crítica publicada en: https://goo.gl/SZuG7r
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