Interesante serie sobre un tema demasiado manido como es la política estadounidense, que siempre peca de chauvinista. La primera temporada es excelente, pues supera cualquier prejuicio con su ritmo, trama y espectacular actuación de Sutherland a la que nos tiene tan acostumbrados. Pierde fuelle en la segunda temporada, llenando minutos de metraje a base de rizar el rizo y culmina con una tercera temporada que cierra dignamente una serie que en principio iba a ser más duradera. Curiosos paralelismos entre las políticas de aquel país y el nuestro que llega tocan temas tan de rabiosa actualidad como las amenazas al capitolio, o las pandemias provocadas, que aunque recurrentes, toman un nuevo significado en estos momentos. Logra que nos sintamos identificados con situaciones en principio muy lejanas a las nuestras, pero con un denominador común que se resumen magistralmente en la última reflexión del presidente. Hay que verla hasta final y, con todos sus defectos, no cabe duda que dejará satisfechos a los paladares más exigentes.

La película recoge la primera vez que una mujer logra llevar a juicio a una empresa por acoso sexual laboral, lo que trajo como consecuencia que se tuvo que legislar por primera vez sobre el acoso, comenzando así una nueva era legal en este punzante tema, que aún está por superar. En el film se recogen muchos de los aspectos que concurren en torno al machismo de la sociedad patriarcal, pero a mi modo de ver, más allá de los hechos en los que procura no regodearse en exceso, el mejor acierto es la claridad con que se observa la culpabilidad social, el silencio en torno a los hechos no solo por tratarse de una sociedad dominada por los hombres, sino, además, con el agravante de sometimiento al poder en el trabajo, en la escuela, o por el mero hecho de ser mujer. Vale la pena recordar estos hechos que acaecieron en North Country, y comparar con lo que todavía hoy está ocurriendo,
con una sociedad no solo sometida a los mismos silencios, sino que también ha permitido que los abusos se extiendan indiscriminadamente a los dos sexos, menores incluidos. No se trata de un película sofisticada al gusto de algunos, sino que expone las cosas tal y como son, entonces y ahora, aunque eso sí, con mayor conciencia y reproche social.

Interesante serie que crea un ambiente absorbente en torno al tema de la muerte y el papel que la religión juega en ella. Llena de sorpresas y giros se sale de lo común y crea poesía en muchos momentos trágicos y profundos que nos hace sentir como una parte activa de la realidad que estamos viendo, sea cual sea nuestra postura ideológica. Más allá de la realidad o de la pura fantasía, sus personajes actúan con precisión sus papeles y nos recuerda al buen cine de todos los tiempos, que sabe convertir toda la tensión creada y nuestras diversas sensaciones en la dulzura de la tragedia. Al final solo queda la ternura de una vida que hemos vivido lo mejor que hemos podido, dejando que el universo siga su curso.

Magnífica serie, magnífico guión y magnífico actor principal. Engancha desde el principio hasta el final, con un inesperado desenlace que pone sobre el tapete de modo crudo la contradicción entre nuestros principios más profundos y nuestra realidad cargada de sentimientos. Buena presentación de los diversos perfiles, sobre todo las conductas psicóticas de los capos de la mafia.
Quizá debería terminar así la serie completa. Quizá la segunda parte nos lleve a un desencanto, a no ser que se supere el director/guionista y nos den un nuevo alarde situacional de conflictos. A ver.

Excelente serie que deja con ganas de continuar en una tercera temporada ya en camino. En clave de comedia nos dibuja unos variopintos personajes sin caer en la caricatura fácil ni el chiste de mal gusto. Con un humor de sello británico nos hace pasar un agradable tiempo a la vez que nos ayuda a reflexionar sobre muchos aspectos de la sexualidad como vida sin caer en moralinas ni estereotipos. Difícil equilibrio que a mi modo de ver lo consigue con unos excelentes actores, de todas las edades y colores.