Infame, cutre y aburrida. Un cóctel explosivo de cómo no se debe hacer una película, por muy pocos medios de los que disponga. No sabemos en qué pensaban actores como Donald Sutherland (Los Violentos de Kelly, serie Trust) o Timothy Spall (Negación, Harry Potter) para meterse en semejante esperpento. De Christian Slater (Entrevista con el Vampiro) mejor no hablamos porque pasó una época muy mala y estaba más que obligado a hacer tal variedad de chapuzas como esta, aunque parece ser que ahora vuelve a levantar cabeza con participaciones en Mr. Robot o La Buena Esposa. Resumiendo, digamos que estos tres tipos decidieron personarse en el set de rodaje para poner la mano, visto lo lamentable que es todo lo que se ve (y olería si se pudiera) en sus eternos 86 minutos. Tampoco puede hacer mucho el director Isaac Florentine, cuyo mejor bagaje es la saga Invicto, pero que está más que acostumbrado en hacer episodios de la patética Power Rangers. Quizás pensaron en él para dirigir este bodrio debido a que sabe manejar bajos presupuestos, pero no contaba con que gran parte del reparto estaba de cachondeo y la tipa que eligieron como femme fatale, la tal Elika Portnoy, es más mala que las piedras.
Todo es pobre: escenificación, peleas, disparos, música horrorosa, penoso baile de cadera de la tipa protagonista, la sala de fiestas sale más que en un documental de Berlusconi... ¿Hay algo bueno? Quizás conocer algunas partes de la ciudad de Sofía. Por cierto, ¿realmente la producción de esta "película" es estadounidense? Parece que tiene mucho más de Bulgaria.

Cuando vi que la principal productora de esta película es WWE Studios, me dio pavor el poder encontrarme un producto de baja calidad como suelen ser las producciones del ala cinematográfico de la famosa empresa de entretenimiento de wrestling de EE.UU. Pero por suerte, he encontrado un producto competente, bien filmado por un director con muchas tablas en el cine y sobre todo en los últimos años en TV como es Brad Anderson (El Maquinista, episodios de The Wire o Fringe) que demuestra cómo sabe hacer cine de entretenimiento capaz mantener al espectador atento a la pantalla.
Lo logra con este thriller de secuestros que a momentos muestra cierta tensión narrativa, aunque a veces se diluya y nos encontremos ante un producto que baje la calidad debido a las limitaciones técnicas de una cinta de modesto presupuesto, pareciendo un telefilme, pero... Pero la inclusión en el reparto de una cara internacional como es Halle Berry (X-Men) y la interpretación más que interesante de Abigail Breslin (Pequeña Miss Sunshine) hace que el listón de esta película suba por encima de un simple telefilme. A esto hay que unir, como ya he dicho, la gran labor de su director, y esa mano también se nota para dar un empujón aparente a una producción por encima de su presupuesto.

Perdido el factor sorpresa que M. Night Shyamalan (Señales) creó con Múltiple, esta continuación (y a la postre, sin esperarlo, de El Protegido) sigue los pasos del asesino múltiple que encarnó con gran éxito en la cinta anterior el camaleónico James McAvoy (X-Men: Primera Generación), y los del protector de las calles Bruce Willis (Jungla de Cristal) en el rol de David Dunn, personaje que ya encarnó anteriormente en El Protegido. La trama ya no es tan inquietante como en Múltiple, pero sí deja en el ambiente la atmósfera tensa que suele llevar la firma del director Shyamalan, con ese manejo de la cámara tan personal e inteligente que sabe dónde colocar el objetivo para que lo que ve el espectador sea más intrigante. Aquí, esta maestría está a la orden del día, como en casi todas sus obras y trata con acierto la inclusión de los tres personajes "principales" en un mismo lugar, donde se ve hábilmente la confrontación entre ellos. Ese tercer personaje es Mr. Glass, el villano interpretado por Samuel L. Jackson (Pulp Fiction, Los Vengadores). Culpa de esa reunión entre los tres humanos con "poderes" la tiene la psiquiatra-psicóloga interpretada de forma fría y calculadora por la televisiva Sarah Paulson (American Horror Story), cuyas intenciones son desconocidas para todos los interesados.
Bajo esta premisa, Glass se mueve con acierto entre la intriga de lo que mostrar y no, dejando al espectador hipnótico ante la pantalla, deseando ver el desenlace de la confrontación de las tres fuerzas que lideran el cartel de esta cinta.

Dentro de la nueva ola de películas alocadas protagonizadas por mujeres, se mueve esta irregular cinta interpretada por Mila Kunis (Cisne Negro, Malas Madres) y Kate McKinnon (Cazafantasmas, Fiesta de Empresa). Sin dudas es un artilugio para lucimiento de ambas actrices, y quizás más para el de la segunda, una mujer llegada del Saturday Night Live y que sabe integrarse en este tipo de papeles protagonizado por chicas con un rol un tanto alocado. Lo que nos deja El Espía que me Plantó es una comedia de acción descerebrada (bien pertrechada, eso sí) y menos creíble que El Señor de los Anillos y un tanto larga para lo que aporta finalmente. Con un guión tan simple como estúpido que a pesar de todo provoca cierta interés, quizás por esa vena cómica que aporta McKinnon y que es un humor un tanto diferente al que puedan aportar otras comedias protagonizadas por hombres. Quiere recordarnos a la efectiva y más divertida cinta Espías de Paul Feig, pero no es capaz de llegarle a los tobillos, aunque guardan cierta relación entre ellas por el colegueo que hay entre McKinnon y McCarthy.
Nos hallamos, pues, ante una película para ver una tarde y olvidarnos rápidamente de ella.

Es una de las mayores sorpresas cinematográficas del año 2018. Una apuesta de Sony por el Spiderverso de manera original, dándolo todo en el género de animación, ya que el acuerdo con MCU le ha limitado un tanto las acciones sobre el personaje arácnido en su live action. Y parece que le ha sentado de miedo, porque ha creado una de las mejores películas sobre el mundo de Peter Parker que no se ha logrado construir en imagen real. Su dinamismo, diversión e historia está tan bien calculado, que no nos deja indiferente. A esto hay que añadir un guión bien construido, hilvanada a la perfección para que los multiversos se unan sin colisionar críticamente para la crítica (valga la redundancia) especializada, que es casi unánime en su opinión al afirmar que estamos ante la mejor película de animación del año... Y en esto, atención, coincide con el público general, que en su mayoría sale encantado de la sala de cine. Y sale con una amplia sonrisa por poder disfrutar, por primera vez de las formas más frikis que el mundo de Spider-Man puede aportar, y más de la manera tan acertada que sus directores Bob Persichetti, Peter Ramsey (El Origen de los Guardianes) y Rodney Rothman han querido enfocarla: un diseño único y espectacular que se entremezcla con el resto de personajes venidos de los diferentes multiversos como el genial Spider-Man Noir (voz de Nicholas Cage, por cierto) o el cartoon de Spider-Pork. Todo esto colisiona en una brillante locura genialmente pertrechada por ese trío de directores que han dado en el clavo.