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6,6
20.090
7
30 de marzo de 2008
30 de marzo de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de la llamada de la sangre con la noche de Nueva York de fondo. Esta película ha logrado sorprenderme para bien, como lo hacen las que llegan sin hacer demasiado ruido. Lástima que la historia no sorprende ni entusiasma por su originalidad ya que el director se centra (y lo hace notablemente bien) en la intrahistoria del gremio de la policía y de las relaciones paterno-filiales. Si algo es "La noche es nuestra" es un perfecto ejemplo de la parábola del hijo pródigo que se descarría de la familia para emprender su propio viaje de perdición en el que autoafirmarse como un individuo distanciado de sus raíces.
La película comienza de una manera melancólica a través de distintas fotografías de policías, delincuentes, yonkis, jeringuillas y, sobre todo, la imágen de un escudo policial que reza "We Own the Night" lema de la pasma de Nueva York y a la postre título más que original de la cinta. La noche tiene un protagonismo esencial y actúa a modo de pseudo-confidente de los personajes, de sus logros y sus miserias. Admito que las escenas nocturnas en grandes urbes siempre han tenido un poder profundamente hipnótico en mí, desde Wong Kar Wai hasta Michael Mann. "La noche es nuestra" no profundiza demasiado en la estética de este tipo de escenas pero si nos ofrece unas cuantas secuencias, con la noche de fondo y de coprotagonista, realmente interesantes y que destilan el mejor sabor a cine políaco de los setenta y los ochenta.
La película del poco prolífico James Gray es también la historia del viaje desde la oscuridad hacia la luz y aquí es donde patina un poco, aunque sólo lo haga a través de una ligera tendencia conservadora en su moralidad. Y es que todos estamos de acuerdo en que la oscuridad podría identificarse en el mundo de drogas y excesos del Bobby Green del principio pero, ¿quién dice que la luz idónea deba ser el abrigo de pertenecer al cuerpo de la policía? Entran aquí en juego conceptos como el de la familia y el deber.
La interpretación de Joaquín Phoenix entusiasma sin convencer, mientras que en mi opinión Robert Duvall convence sin entusiasmar. Mark Wahlberg nunca me ha terminado de convencer y en este caso no voy a hacer una excepción y Eva Mendes es una mujer digna de una observación constante pero nunca de admiración. Mención aparte merece la banda sonora del siempre inquietante Wojciech Kilar, con constantes referencias a cajas de música como ya hiciera en la excelente "Drácula" de Francis Ford Coppola. El guión (firmado también por el director) no comete errores y va atando cabos con solvencia. Y por supuesto la convincente, sólida y con sabor añejo dirección de James Gray, que de ser algo más activo y continuar por la senda de humildad y autenticidad que ha iniciado, podría convertirse en un director de culto a seguir.
La película comienza de una manera melancólica a través de distintas fotografías de policías, delincuentes, yonkis, jeringuillas y, sobre todo, la imágen de un escudo policial que reza "We Own the Night" lema de la pasma de Nueva York y a la postre título más que original de la cinta. La noche tiene un protagonismo esencial y actúa a modo de pseudo-confidente de los personajes, de sus logros y sus miserias. Admito que las escenas nocturnas en grandes urbes siempre han tenido un poder profundamente hipnótico en mí, desde Wong Kar Wai hasta Michael Mann. "La noche es nuestra" no profundiza demasiado en la estética de este tipo de escenas pero si nos ofrece unas cuantas secuencias, con la noche de fondo y de coprotagonista, realmente interesantes y que destilan el mejor sabor a cine políaco de los setenta y los ochenta.
La película del poco prolífico James Gray es también la historia del viaje desde la oscuridad hacia la luz y aquí es donde patina un poco, aunque sólo lo haga a través de una ligera tendencia conservadora en su moralidad. Y es que todos estamos de acuerdo en que la oscuridad podría identificarse en el mundo de drogas y excesos del Bobby Green del principio pero, ¿quién dice que la luz idónea deba ser el abrigo de pertenecer al cuerpo de la policía? Entran aquí en juego conceptos como el de la familia y el deber.
La interpretación de Joaquín Phoenix entusiasma sin convencer, mientras que en mi opinión Robert Duvall convence sin entusiasmar. Mark Wahlberg nunca me ha terminado de convencer y en este caso no voy a hacer una excepción y Eva Mendes es una mujer digna de una observación constante pero nunca de admiración. Mención aparte merece la banda sonora del siempre inquietante Wojciech Kilar, con constantes referencias a cajas de música como ya hiciera en la excelente "Drácula" de Francis Ford Coppola. El guión (firmado también por el director) no comete errores y va atando cabos con solvencia. Y por supuesto la convincente, sólida y con sabor añejo dirección de James Gray, que de ser algo más activo y continuar por la senda de humildad y autenticidad que ha iniciado, podría convertirse en un director de culto a seguir.

8,1
56.170
10
17 de mayo de 2008
17 de mayo de 2008
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra más profundamente vital y conmovedora de un genio absoluto como Woody Allen marcó no sólo el cúlmen de su inconmensurable filmografía sino toda una lección maestra de cine, una maravillosa declaración de amor a los recovecos de la vida y a los caprichos del destino. Curiosamente es también la película de la que el director se siente, inexplicablemente, menos orgulloso del resultado final.
"Manhattan" es una película especial y, aunque se parezca bastante al resto de historias de su director en cuanto a humor y diálogos, no deja de ser toda una revolución emocional y una profunda catarsis. A lo largo de la trama salen a relucir constantemente los referentes del director no sólo en cuanto a cine (Bergman o Fellini por ejemplo) sino al arte en general que posibilita dar sentido a la existencia. Es por ello una película culta, que no cultureta, que hace de punta de lanza de su discurso al humor frente a la adversidad.
Hay, como no podía ser menos, todo un compendio de diálogos absolutamente imprescindibles para la historia del cine. Como el que muestra la escena en la que se conocen Woody Allen y Diane Keaton y empiezan a discutir sobre artistas sobrevalorados. O como el que muestra al protagonista grábandose a sí mismo en un magnetófono y discurriendo sobre lo que da sentido a la vida. Escenas que perdurarán para siempre en la memoria de quien ame al cine como forma de hacer más comprensible lo incomprensible.
Por otra parte hay que destacar el excelente trabajo de fotografía y la acertada elección del blanco y negro, que lejos de ser una propuesta snob hace que la ciudad parezca aún más bella y misterioso que en color. Y poco hay que decir del elenco actoral: todos están impecables.
La película aborda abiertamente una magnífica reflexión sobre el destino. En este sentido es abiertamente determinista y propone un futuro inevitable aunque sospechado. Los personajes vagan en sus indecisiones porque no quieren hacer frente a la verdad que subyace en ellos. Sólo cuando descubren cual es el sentido último de sus circunstancias es cuando sucumben al poder de lo inevitable. Hay una maravillosa conversación en la que sale a relucir lo engañosa que es la mente y en la que se dice que lo que es verdadero no entra en nuestro ser a través de nuestro pensamiento. Una gran verdad muy díficil de alcanzar a comprender.
Todo en esta maravillosa historia es armonía y esperanza. Es una sonrisa cuando crees que todo llega a su final y descubres que la vida no ha hecho nada más que empezar...
"Manhattan" es una película especial y, aunque se parezca bastante al resto de historias de su director en cuanto a humor y diálogos, no deja de ser toda una revolución emocional y una profunda catarsis. A lo largo de la trama salen a relucir constantemente los referentes del director no sólo en cuanto a cine (Bergman o Fellini por ejemplo) sino al arte en general que posibilita dar sentido a la existencia. Es por ello una película culta, que no cultureta, que hace de punta de lanza de su discurso al humor frente a la adversidad.
Hay, como no podía ser menos, todo un compendio de diálogos absolutamente imprescindibles para la historia del cine. Como el que muestra la escena en la que se conocen Woody Allen y Diane Keaton y empiezan a discutir sobre artistas sobrevalorados. O como el que muestra al protagonista grábandose a sí mismo en un magnetófono y discurriendo sobre lo que da sentido a la vida. Escenas que perdurarán para siempre en la memoria de quien ame al cine como forma de hacer más comprensible lo incomprensible.
Por otra parte hay que destacar el excelente trabajo de fotografía y la acertada elección del blanco y negro, que lejos de ser una propuesta snob hace que la ciudad parezca aún más bella y misterioso que en color. Y poco hay que decir del elenco actoral: todos están impecables.
La película aborda abiertamente una magnífica reflexión sobre el destino. En este sentido es abiertamente determinista y propone un futuro inevitable aunque sospechado. Los personajes vagan en sus indecisiones porque no quieren hacer frente a la verdad que subyace en ellos. Sólo cuando descubren cual es el sentido último de sus circunstancias es cuando sucumben al poder de lo inevitable. Hay una maravillosa conversación en la que sale a relucir lo engañosa que es la mente y en la que se dice que lo que es verdadero no entra en nuestro ser a través de nuestro pensamiento. Una gran verdad muy díficil de alcanzar a comprender.
Todo en esta maravillosa historia es armonía y esperanza. Es una sonrisa cuando crees que todo llega a su final y descubres que la vida no ha hecho nada más que empezar...

7,9
20.341
10
1 de marzo de 2008
1 de marzo de 2008
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A dónde irán nuestros sueños?
Ojalá llegue el día en que, cuando deba mirar atrás en mi vida, pueda bucear en mis mejores recuerdos con una mirada tan lúcida, divertida, surrealista y entrañable como lo hizo Fellini en esta maravillosa película. Un homenaje a la felicidad de la juventud y a la alegría de los viejos tiempos, aderezada con una banda sonora inolvidable, un humor envidiable y una capacidad de llegar al fondo de las emociones humanas realmente impresionante. Quizá no sea la mejor obra de Fellini pero indudablemente sí es su película más personal.
La magia de los recuerdos plasmada en una obra tan bella como imperecedera.
Ojalá llegue el día en que, cuando deba mirar atrás en mi vida, pueda bucear en mis mejores recuerdos con una mirada tan lúcida, divertida, surrealista y entrañable como lo hizo Fellini en esta maravillosa película. Un homenaje a la felicidad de la juventud y a la alegría de los viejos tiempos, aderezada con una banda sonora inolvidable, un humor envidiable y una capacidad de llegar al fondo de las emociones humanas realmente impresionante. Quizá no sea la mejor obra de Fellini pero indudablemente sí es su película más personal.
La magia de los recuerdos plasmada en una obra tan bella como imperecedera.

5,5
51.712
8
13 de agosto de 2012
13 de agosto de 2012
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he llevado una grata sorpresa con esta película. Creía que iba a ser otro ejemplo más de la (magnífica a veces) nueva comedia americana sobre la inmadurez que iniciaron gente como Judd Appatow y compañía. Pero Ted es eso y mucho más.
Para empezar lo primero que llama la atención es que el debut de Seth MacFarlane es una batiburrillo de género. Es comedia gamberra a veces pero también es comedia romántica y, sobre todo, es una comedia sobre colegas y sobre el refugio de la infancia. El protagonista era un niño inadaptado y, como todo freak en potencia, pasó gran parte de los primeros años de su vida refugiándose delante de una pantalla de TV. Las referencias de la película a los ochenta son evidentes desde el principio: desde Flash Gordon hasta Indiana Jones pasando por E.T. el Extraterrestre, Star Wars y la serie Cheers.
Pero lo que hace que esta película capte la esencia de la inmadurez de un modo especial es su personificación en un oso tan cachondo como tocapelotas, pero en todo caso adorable. Ted es el alma gemela de su dueño. Su alter ego. Es el compañero ideal para ver los extras de una película con unas birras en la mano. El socio perfecto para colocarse un poco y poder sobrellevar un trabajo de mierda. La novia de John encarna la necesidad de madurar, de pegarse la hostia con la realidad, la inapelable voz que te obliga a progresar en tu vida.
El debut de MacFarlane me ha parecido notable. El argumento no vale mucho. Las actuaciones no son nada del otro mundo (bueno la del oso Ted es la caña, con capturas del movimiento del propio McFarlane) Pero el guión está lleno de sorpresas desternillantes con referencias a la maravillosa cultura ochentera. La puesta en escena es sorprendentemente buena para un debutante, incluso hasta la fotografía nocturna me parece especialmente buena. Por haber hay hasta jazz en la película. Es una película preñada de cinefilia (mención aparte merece el desternillante epílogo, no os lo perdáis)
¿Cómo no puede gustarte una película en la que el director intenta imitar en una escena las leches que mete Jason Bourne pero en este caso entre un treinteñero inmaduro y su osito de peluche drogata y putero por una comparación con un gusiluz?
Para empezar lo primero que llama la atención es que el debut de Seth MacFarlane es una batiburrillo de género. Es comedia gamberra a veces pero también es comedia romántica y, sobre todo, es una comedia sobre colegas y sobre el refugio de la infancia. El protagonista era un niño inadaptado y, como todo freak en potencia, pasó gran parte de los primeros años de su vida refugiándose delante de una pantalla de TV. Las referencias de la película a los ochenta son evidentes desde el principio: desde Flash Gordon hasta Indiana Jones pasando por E.T. el Extraterrestre, Star Wars y la serie Cheers.
Pero lo que hace que esta película capte la esencia de la inmadurez de un modo especial es su personificación en un oso tan cachondo como tocapelotas, pero en todo caso adorable. Ted es el alma gemela de su dueño. Su alter ego. Es el compañero ideal para ver los extras de una película con unas birras en la mano. El socio perfecto para colocarse un poco y poder sobrellevar un trabajo de mierda. La novia de John encarna la necesidad de madurar, de pegarse la hostia con la realidad, la inapelable voz que te obliga a progresar en tu vida.
El debut de MacFarlane me ha parecido notable. El argumento no vale mucho. Las actuaciones no son nada del otro mundo (bueno la del oso Ted es la caña, con capturas del movimiento del propio McFarlane) Pero el guión está lleno de sorpresas desternillantes con referencias a la maravillosa cultura ochentera. La puesta en escena es sorprendentemente buena para un debutante, incluso hasta la fotografía nocturna me parece especialmente buena. Por haber hay hasta jazz en la película. Es una película preñada de cinefilia (mención aparte merece el desternillante epílogo, no os lo perdáis)
¿Cómo no puede gustarte una película en la que el director intenta imitar en una escena las leches que mete Jason Bourne pero en este caso entre un treinteñero inmaduro y su osito de peluche drogata y putero por una comparación con un gusiluz?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por favor, a los responsables del doblaje de la película: ¿Eran necesarias las referencias a Falete y a Belén Esteban?

6,4
36.526
8
1 de junio de 2008
1 de junio de 2008
8 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrorífica en la forma y en el fondo, "La niebla" es probablemente uno de los ataques más impactantes y descarnados hacia el ser humano que he visto en una sala de cine desde hace ya bastante tiempo. Siempre a reinvindicar como una de las mentes más creativas de nuestro tiempo, la genialidad oscura de Stephen King está brillantemente presente a través de la firme mano del peor director que escritor Frank Darabont.
Estamos ante una historia de supervivencia, el estado idóneo para observar el comportamiento del ser humano. Una amenaza incierta, en este caso la niebla, se hace presente en las vidas de los habitantes de un pueblo cualquiera de Estados Unidos. Surge entonces una de las emociones básicas y a la postre objeto de análisis de esta película: el miedo. Algo que ya hizo Shyamalan en su incomprendida y vilipendiada obra maestra "El bosque". En esta ocasión el terror hacia lo desconocido hace surgir el conflicto entre los supervivientes. "Divide y vencerás".
Entran en escena personajes de lo más variopinto: el padre con pretensiones de heroicidad, la charlatana cuyo único método para sobrevivir al horror es la manipulación, el escéptico insoportable, la abuela con más ovarios que la teniente O´Neill, la profesora con crisis de identidad, el dependiente versátil y colaborador, el militar incompetente, el mozo con aires de machito, el paleto duro de entendederas...etc. Y también irrumpen los otros protagonistas: los monstruos surrealistas a modo de plagas.
"La niebla" es, sorprendentemente, una película contundentemente gráfica gracias a escenas directas y sin concesiones. Pero no se cae en el error de que esto sea el leit motiv de la trama, sino más bien un testimonio realista del horror que viven los personajes. Por ello, a pesar de que los monstruos parezcan ridículos en ocasiones, las consecuencias de su "mal humor" son tremendamente impactantes. Pero no sólo los enemigos de los supervivientes provienen de la niebla, hay muchos más dentro del supermercado "Food Home" (vaya ironía de nombre) Y lo mejor de todo es que aquí hay espacio para un humor generoso y de buen gusto.
Uno de los personajes menciona en una ocasión el mejor resumen de esta excelente cinta de terror: "La política y la religión se crearon para que no nos demos cuenta de como se comporta el ser humano en su estado primigenio". Y todo culmina con uno de los finales más demoledores que se han visto últimamente en el panorama cinematográfico. Un final que invita a amar y a odiar al ser humano. "La niebla" es una de las mayores (y mejores) sorpresas que nos ha dado Hollywood desde hace algún tiempo.
Estamos ante una historia de supervivencia, el estado idóneo para observar el comportamiento del ser humano. Una amenaza incierta, en este caso la niebla, se hace presente en las vidas de los habitantes de un pueblo cualquiera de Estados Unidos. Surge entonces una de las emociones básicas y a la postre objeto de análisis de esta película: el miedo. Algo que ya hizo Shyamalan en su incomprendida y vilipendiada obra maestra "El bosque". En esta ocasión el terror hacia lo desconocido hace surgir el conflicto entre los supervivientes. "Divide y vencerás".
Entran en escena personajes de lo más variopinto: el padre con pretensiones de heroicidad, la charlatana cuyo único método para sobrevivir al horror es la manipulación, el escéptico insoportable, la abuela con más ovarios que la teniente O´Neill, la profesora con crisis de identidad, el dependiente versátil y colaborador, el militar incompetente, el mozo con aires de machito, el paleto duro de entendederas...etc. Y también irrumpen los otros protagonistas: los monstruos surrealistas a modo de plagas.
"La niebla" es, sorprendentemente, una película contundentemente gráfica gracias a escenas directas y sin concesiones. Pero no se cae en el error de que esto sea el leit motiv de la trama, sino más bien un testimonio realista del horror que viven los personajes. Por ello, a pesar de que los monstruos parezcan ridículos en ocasiones, las consecuencias de su "mal humor" son tremendamente impactantes. Pero no sólo los enemigos de los supervivientes provienen de la niebla, hay muchos más dentro del supermercado "Food Home" (vaya ironía de nombre) Y lo mejor de todo es que aquí hay espacio para un humor generoso y de buen gusto.
Uno de los personajes menciona en una ocasión el mejor resumen de esta excelente cinta de terror: "La política y la religión se crearon para que no nos demos cuenta de como se comporta el ser humano en su estado primigenio". Y todo culmina con uno de los finales más demoledores que se han visto últimamente en el panorama cinematográfico. Un final que invita a amar y a odiar al ser humano. "La niebla" es una de las mayores (y mejores) sorpresas que nos ha dado Hollywood desde hace algún tiempo.
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