Desde el punto de vista visual, ya Rompe Ralph era muy bonita y vistosa, a la par que entretenida y original. Ese punto de originalidad del universo al que se refiere, evidentemente, no lo tiene esta segunda entrega, pero lo suple con más vistosidad, si cabe, y un mundo de infinitas posibilidades con internet de fondo, cameos y guiños por doquier (con todo el potencial Disney detrás) y una historia bastante entretenidad también, aunque menos emotiva que la original.

Cerrando el círculo de Rocky IV, Creed II es un ejemplo de la épica del cine de deportes, con toda la emoción de la saga y la tensión de las peleas en el ring. A eso añade el drama que quizás se dejó a un lado desde la primera y volvió desde la última entrega de Rocky (Rocky Balboa) y siguió con la primera entrega de Creed. Sylvester Stallone encarna a un Rocky crepuscular que tiene que luchar con los demonios del pasado en un film bastante entretenido y dignamente rodado (aunque Coogler ya solo participa en el guión) y donde los combates vuelven a ser espectaculares y volvemos a tener un contrincante feroz y bien dibujado desde el punto de vista del guión, encarnado por Florian Munteanu en el papel de Viktor Drago, hijo del icónico Ivan Drago (Lundgren).

La casa del reloj en la pared, si bien está catalogada como cine familiar (y de hecho la mayoría de su enfoque lo es), tiene ciertos aspectos que quizás no sean demasiado adecuados para l@s peques de la casa, quizás excesivamente gótica, excesivamente macabra por momentos. Para ser Eli Roth, está muy contenido, pero ya se sabe, "la cabra tira al monte". Destacar su ambientación gótica y la interpretación de Cate Blanchett, que siempre llena la pantalla. En definitiva, cine familiar pero no demasiado recomendable para l@s muy peques de la casa.

Biopic sobre Andrea Bocelli que resulta un poco simple y demasiado convencional como para que vaya más allá de los fans del tenor. El tono intenta acercarla al buen cine italiano pero sin acierto, resultando por momentos un intento de melodrama fallido y que podría haber dado mucho más de sí pero se queda en el intento.

Esta secuela de Pesadillas carece de la frescura de la anterior, ni a nivel de guión ni de personajes. De hecho, se convierte en un "más de lo mismo" generado a través de una excusa para poner en marcha todo el desfile de criaturas fantásticas de la original. Si a eso añadimos que esta versión carece de versión 3D (que daba mucha salsa a la primera), estamos ante una película bastante prescindible una vez visionada la de 2015.