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Críticas 140
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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20 de diciembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
El cine de Shyamalan parte de un guión prodigioso, con unos giros argumentales que son garantía de impacto en un primer visionado. El Protegido, el Sexto Sentido y esta maravillosa El bosque están esperando al espectador para sorprenderlo y zarandearlo. Por eso, escribir sobre ellas es un ejercicio temerario, arriesgado para los que hemos disfrutado de su grandeza y no queremos privar a los demás de un momento mágico. Un simple comentario a destiempo puede convertirse en un spoiler que en esta película sería especialmente doloroso. Así que me arrimo esta vez al teclado con la prudencia con la que un cirujano maneja el escalpelo o un imaginero su gubia. Respecto al argumento, sólo decir que El bosque, más que una película de miedo, es una película sobre el miedo. Y es poética, con una preciosa historia que trasciende la pantalla. Y es hermosa, con toques de un rojo Greco sobre el verde de una naturaleza que inunda la pantalla. El Bosque va al fondo de nuestra mente, y explora nuestro temores más ancestrales y primarios, para finalmente, llevarnos a una reflexión profunda sobre el poder del miedo...y, sobre todo, explota en el interior de los buenos aficionados.
18 de agosto de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Charlton Heaston alza una recortada ante una multitud entregada, como un Moises levantando las tablas de la ley; El rico y cateto Donald Trump defiende a muerte, casi literalmente, algo que allí llaman la segunda enmienda; de vez en cuando, con una frecuencia creciente, a algún pirado le da por liarse a tiros...Visto desde fuera, la relación de Estados Unidos con las armas es, al menos, digna de reflexión, y Duelo de Titanes nos puede aportar un poco de luz respecto a la necesidad de un pueblo, por otra parte tan inteligente, de sentir cerca la presencia de un rifle.

La película, como anteriormente hiciera My Dear Clementine del maestro Ford, cuenta los hechos acontecidos en Dodge City, un pueblo de frontera interestatal. Una reyerta hecha mito. Si los europeos inconscientemente somos Homero, Ítaca o el Cid, el estadounidense, que tiene que improvisar su propia mitología porque carece de raíces profundas, tiene mucho de Wyatt Earp, de Doc Hollyday y de Ok Corral. Un relato colectivo en que se plasman sus valores, su concepción de la vida y la muerte y su visión del mundo. Mitos apenas incipientes, donde la presencia de las armas es factor común, y que en cierto modo reflejan la manera de sentir de todo un pueblo, del inconsciente colectivo de una nación.

Para los norteamericanos, el Western es la Odisea y Wyatt Earp es Ulises.
18 de agosto de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
NEDS es el acrónimo de no educados y delincuentes, y sirve de título y de resumen a esta prescindible película británica. No hay lugar para la más mínima sorpresa en sus dos horas de duración, 124 minutos anodinos y previsibles, aunque algunas secuencias interesantes salvan la cinta.

Nos encontramos en NEDS todos los ingredientes típicos, casi protocolarios, de este tipo de películas que retratan una sociedad desfavorable y cruel que corta las alas al personal y los dirige inexorablemente a la perdición. Elementos aquí especialmente subrayados, como si pintando el humo más negro, o el caminito más sinuoso, mejorara en algo el típico dibujo de la casita.

El protagonista es un bendito con todas las virtudes para alcanzar el éxito, pero un ambiente hostil lo arrastra al fango, cuesta abajo y sin frenos. La violencia familiar, la ausencia de referentes positivos, la imposibilidad de progresar al margen del grupo, y, sobre todo, un sistema educativo injusto, cruel, cerrado y opresivo conforman una maraña asfixiante, una tupida red que ahoga al individuo sin posibilidad de escape.

Como anticipábamos, una película convencional, carente de originalidad y que aporta poco, pero bien contada y con algunos momentos notables. Destacable especialmente el instituto y su entorno, con un claustro de profesores grotesco, que presentan métodos didácticos salvajes, y un conserje que es el sarcasmo por antonomasia. Interesante, pero prescindible.
16 de mayo de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Donde viven los monstruos es una pretenciosa película que falla estrepitósamente en su ambiión de retratar la mente de un niño.Con una secuencia de planos más propia de videoclips que de buen cine, presenta un ritmo vertiginoso que contrasta con la lentitud de su desarrollo arguemental.

A pesar de recurrir a los trucos más groseros, no es capaz de despertar ningún sentimiento. Ni siquiera en su supuesto cénit, cuando en teoría deberíamos implicarnos emocionalmente con el destino del repelente niño y con su amistad con su colega, "el cabesa". Ni siquiera forzando la situación al límite, de manera burda. Ni siquiera recurriendo a una música lagrimal de fondo. Tampoco hay humor. Puede que haya intención, pero no les sale bien, porque esos monstruos vándalos y el niñato protagonista tienen menos gracia que Rajoy por bulerías.

Y es ese, en mi opinión, el principal lastre de una película en la que abundan las taras: La falta de empatía de sus personajes: Un preadolescente que es carne de Hermano Mayor, odioso y consentido, que afronta a pesar de su inmadurez las dudas existenciales que le despierta torpemente su maestro de primaria. Unos monstruos supuestamente fruto de su imaginación y reflejo de sus vivencias, que presentan unas relaciones cuanto menos neuróticas y muy confusas entre ellos. Una tal Carol, que intuimos a pesar de un guión mal construido pudiera ser el alter ego del mimado púber, es especialmente repelente...mezcla de Juan Echanove y del dragón perro de la Historia interminable.

No puedo más que comparar Donde viven los monstruos con lo que es por antonomasia la referencia clave de los viajes introspectivos en la infancia: El mago de Oz. El clásico imperecedero es justo su antítesis. Su color, su ritmo, sus deliciosos personajes, su música, su humor, su sencillez, su capacidad para emocionar, su encanto...como decíamos, todo lo contrario de esta pretenciosa, fallida y fea película.
9 de marzo de 2012 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienzo a escribir esta reflexión sobre El Planeta de los Simios, con el firme propósito de afinar mi meticulosidad y mi atención a la hora de escoger cada palabra, cada frase. No quiero revelar ningún detalle de la película que pudiera condicionar a algún hipotético lector (¡Hola amigo!), privándole de enfrentarse virgen y totalmente inocente a un final impactante. No seré yo.
Esta intención, como es lógico, se extiende a toda película de la que, osadamente, me erigo en crítico aficionado, pero en algunos títulos concretos, es importante extremar este celo. A mí, me han machacado varias películas con sinopsis desafortunadas, y por eso, soy especialmente sensible al respecto. Así que seré breve y conciso.

Podemos enfrentarnos a la película con la intención de disfrutar de un relato de ciencia ficción, en el que acompañamos a un hombre en su lucha contra una sociedad hostil regida por simios humanoides, con el único apoyo de algunos individuos, especialmente sensibles y tolerantes, de esa misma sociedad. En este plano, puede que El Planeta de los Simios nos parezca simple, e incluso antiguo, aunque en este mundo tan cambiante, lo antiguo, rebautizado "vintage", se torna moderno. En cualquier caso, a este nivel, la nueva versión de Tim Burton supera al film de 1968.
Pero, con una visión madura, encontramos bajo esta pátina mensajes mucho más interesantes, que nos harán reflexionar ineludiblemente sobre cuestiones como el racismo, nuestra responsabilidad en la naturaleza, como especie privilegiada que cuenta con el don de la razón, el uso del miedo por parte del poder para cohartarnos en nuestra libertad, la dignidad de cualquier ser vivo por el hecho de serlo, y los límites de esa dignidad (¿la tiene un perro? ¿y un ratón? ¿y un nogal?)...
Sería absurdo intentar relacionar los aspectos filosóficos y morales que aborda la película, como es imposible contar las centellas en las que se expanden los fuegos artificiales. Sólo animaros a que os sentéis a ver El Planeta de los Simios con la intención de pensar. Si no, mejor la de Tim Burton.
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