Escarmentado por el pésimo nivel que el cine actual exhibe una y otra vez he decidido sencillamente dejar de verlo. Pero bueno, siempre hay alguna excepción, y como quiera que las dos películas anteriores del director me resultaron interesantes, no me podía perder su tercera entrega.

Lo mejor es la lograda ambientación que se consigue en toda la película, algo característico en la obra del señor Egers, pero para de contar. Un guion muy mejorable y un montaje simplón, más simplón que la interpretación del protagonista, llevan al tedio y a la falta de originalidad, a un descenso imparable hacia el pozo de la indiferencia.

Y eso, la falta de originalidad, es el principal pecado cometido por un director que, si bien es muy irregular, nunca podías acusarlo de ser el típico niñato que te cuenta las mismas paridas que el resto.

Otra decepción, aunque esta vez he de reconocer que no me la esperaba.

Típica película que posiblemente te engañe la primera vez, pero que no aguanta una segunda, aunque he de reconocer que casi lo consigue.

Fue en la escena del partidillo de fútbol donde tuve esa revelación que te lleva a descubrir el truco del prestidigitador malo, donde comencé a preguntarme qué estaba viendo exactamente. Y es que el comienzo es muy prometedor y llega a enganchar brevemente, pero ya se sabe, aunque la mona se vista de seda mona se queda, y por mucho que intente aparentar lo que no es, al final siempre se recurre a lo que de verdad a la mona le gusta: el chiste tonto, el diálogo idiota, el tópico fácil.

La aparición de la variopinta fauna del supermercado destroza todo y lleva la película al cenagal donde el director de verdad se siente a gusto. En definitiva una obra decepcionante hecha para tontos, que también tienen derecho a ver cine.

Cada vez que veo esta película menos me gusta. La primera hora, hora y media es insoportable, una retahíla de memeces que intentan imitar escenas ya vistas en entregas anteriores, pero que dan la sensación de estar inconexas, de ser una especie de estímulos fallidos que quieren impulsar el argumento hacia algo más interesante.

Resultan incomprensibles las frecuentes apariciones de la hija de Coppola, una niña que claramente no esta a la altura, y cuyo papel debería haberse relegado al que tuvo en la segunda parte de la saga.

El traslado de la trama a Sicilia hace aumentar el interés y todo se vuelve más dinámico, aunque la mayoría de las historias que nos cuenta el director giran en torno a ideas que también se desarrollaron anteriormente.

En definitiva una obra de redención fallida, con un guion manifiestamente mejorable y una falta de ideas alarmante. Y aunque bien es cierto que se va de menos a más, salvando en cierta forma lo que podría haber sido un auténtico ridículo, un Coppola en claro declive es incapaz de ofrecer la frescura de antaño.

Repelente desde el primer segundo del primer episodio de la primera temporada: el personaje y el conjunto al completo. Situaciones absurdas, diálogos para idiotas, interpretaciones mediocres y, por encima de todo, una falta de atractivo alarmante. No es el cutrerío chabacano que puede verse en 'The Wire', pero queda muy cerca.

En definitiva, una basurilla infame para todas esas generaciones de estándares degradados hasta lo inimaginable. Conforme el nivel educativo ofrecido por el sistema se rebaja, la presión fiscal sobre la borregada aumenta y, entre otras muchas cosas, productos otrora desechables se elevan a los altares de la excelencia. Es lo que hay.

Estos valientes llevan ganando la guerra que provocaron y perdieron durante ya más de cuarenta años. Eso sí, con la pasta de la sufrida clase media (por cierto, creada por el ganador), a la que sablean sin compasión para mantener a toda la caterva de parásitos y mediocres que habitan España.

Y la película en sí se deja ver pero no destaca, como casi todas las del director mejicano. El texto, escrito por el que dirige, aceptable; y en el lado interpretativo destaca el siempre solvente López y flojea la niña protagonista. El resto de apartados cumplen, sin más.

Hay que reconocer que tanto el enfoque fantástico como el ambiente bélico se complementan a la perfección, otorgando a la película un atractivo glamour que invita a seguir viéndola.