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Críticas 170
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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5 de febrero de 2020 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una historia inclasificable, yo diría total, pues está aderezada con todo tipo de géneros. Hasta por unos instantes es un musical. No le tiembla por eso el pulso al director.
Decir que es un melodrama sería etiquetarla pero no alcanzaría para definirla en toda su riqueza. Porque la verdad es que tiene momentos cómicos, momentos simplemente graciosos, momentos dramáticos, momentos de intensidad trágica, momentos de aprendizaje de la vida, es decir recoge casi todo el espectro emocional del ser humano.
Y lo que es más relevante, toda esa ambición no la hace desmesurada, mostrándose en todo el metraje equilibrada.
Un matrimonio de artistas del teatro se va deshacer. Esta situación hay muchas formas de contarla. Seguramente las hay maquinales, las hay lacrimógenas, sentimentaloides, las hay irónicas, en fin una multitud de opciones.
En esta película se ha elegido una forma no muy original en el formato, rotura, negociación y desenlace. Pero dentro de estos tres recorridos hay ocurrencias muy originales, creatividad a raudales y verdaderas escenas teatrales.
El comienzo ya es un toque de atención: ¡Alerta, aquí parece que hay algo que merece la pena!
Y lo merece. Toda la historia se desarrolla de manera perfecta, con momentos verdaderamente “woodyallenanos”, con amor por New York incluido, que sin embargo no quitan a la cinta ni pizca de personalidad propia. No me extrañaría que le cayera algún Oscar, guión, dirección, sobre todo. A pesar de que la competencia este año es feroz.
Los dos protagonista están fantásticos. Siento debilidad por Adam Driver desde que lo vi en “Paterson” y en “Las suerte de los Logan”. Aquí no desmerece. Scarlett Johansson nunca me ha vuelto loco, pero aquí consigue una interpretación muy solida y da la replica a Adam Driver con total solvencia.
Los demás actores, secundarios, como siempre en el cine americano, no es que brillen, es que sin ellos la película pasaría de ser una joya a ser una simple piedra preciosa.
Esas escenas, que deben ser complicadísimas de montar, con una cantidad elevadas de actores moviéndose, haciendo su papel, siempre me ha parecido lo más cercano a un ballet o a una orquesta sinfónica que se puede ver en el arte cinematográfico. Aquí hay varias. Y eso no se consigue realizar perfectamente si todos y cada uno de los actores y no actores no son unos virtuosos de su trabajo.
Brillantísima película. A ver que pasa en los Oscar.
3 de agosto de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba paseando por Netflix y me encontré con esta joyita.
Uno podría caer en la trampa de la apariencia y llamar peliculita a este filme por su ambientación y el tratamiento de los personajes, como de comedia insulsa, para pasar el rato. Pero lo cierto es que esta distopía hace una crítica de lo más ácida sobre varios asuntos que marcan nuestra época:
-la necesidad de agruparse bajo una idea, empresa o lo que sea, que deja bien clara nuestra naturaleza gregaria que se acentúa en momentos de individualismo y egoísmo.
-la asombrosa facilidad con que la sociedad de consumo “negociza” cualquier iniciativa humana, no importa si es en contra o a favor de esa misma sociedad. Ya se encargará ella de darle un nuevo aire en ese proceso de “negocización”.
-La férrea influencia/interferencia de USA en el resto del mundo, con especial dedicación a sus vecinos “de abajo”
-El desenmascaramiento de ese ser que presume de ser racional y que tantas irracionalidades comete.
Todo esta en esta película de tono frívolo.Al fin y al cabo se trata d unas vacaciones largo tiempo esperadas.
Una historia acompañada por una música muy acertada para unas situaciones ambiguas, inquietantes, que nos dejan relajarse al espectador ni un momento.
El tema lo invade todo. Es la viga maestra del film. Todo, interpretaciones, fotografía, escenario queda sometido a su desarrollo. Película de tesis, pues.
6 de diciembre de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa. Que un profesional con ochenta y tres años sea capaz de hacer su trabajo de manera que el resultado sea fresco, original y lleno de creatividad da una idea de cuanto ese profesional domina su oficio.
Con los ingredientes ya conocidos de sus películas más emblemáticas: La ciudad de New York y una historia de amor con algunos enredos Woody Allen construye un film deliciosos, lleno de chispa, con diálogos ocurrentes, vivos, cargados de intención y guiños y unos personajes cincelados con una precisión y una maestría indiscutible.
Además con ese añadido que supone esa New York tan particular de este director, tan suya, esa ciudad que en esencia ya no existe. Son los edificios, las calles, los hoteles, los paisajes de esa ciudad, pero el alma es la de hace muchos años, tantos como la memoria le permite mirar hacia atrás al director. Este anacronismo es la magia de su cine.
Una historia de amor sencilla, con algún malentendido, algún enredo; una música alimentada de “standars” de jazz y la fuerza teatral de las situaciones que crea le permiten bordar a este genio del cine  una vez más una obra maestra con cuatro mimbres.
No ha sido necesario inventarse una historia loca, desorbitada; no han sido necesarios unos escenarios excesivos, rocambolescos; no ha hecho falta, en fin, lo excesivo. Simplemente talento: Imaginación, creatividad, sabiduría escénica y un texto preciso e ingenioso.
Las interpretaciones de Elle Fanning, la pueblerina de Arizona que llega a New York, y la de Liev Schreiber, el director depresivo, al borde del derrumbe existencial, trasunto del propio Allen, lucen en la historia como dos faros. Ellen Fanning se come todo lo que se pone a su lado y sólo Liev Schreiber es capaz de darle la replica a la acertadísima interpretación de esta actriz. Los demás actores, como suele suceder en las pelis de Allen, están a lo que este se les dice pero no acaban de creérselo. Algo que dota a sus películas de un sabor teatral aunque pasen bajo una tormenta o en el interior de un útero.
Echábamos de menos a este mago del ingenio cinematográfico que con la sencillez construye pequeños diamantes.
Repito, deliciosa la película.
Gracias Sr. Allen por evidenciar que todavía se puede hacer cine dese el simple y sencillo talento del contador de historias. Sin más.
22 de febrero de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se hace complicado reseñar una proyección de una factura tan impecable como ésta y que sin embargo no acaba de cuajar en una gran película.
En este triángulo emocional, de dominios y afianzamientos, tan bien dirigido, tan fantásticamente interpretado, hay seis o siete grandes actores en el cine actual, Javier Bardem es uno de ellos, y otro es Daniel Day-Lewis, y después están los demás, tan fantásticamente fotografiado, con planos maravillosamente intencionados, ambientado escrupulosamente, hay una cosa que no acaba de cuajar, que no acaba de salir a la superficie. Y es la intención de la historia. Porque falla el guión.
La idea parece estar clara. Hay un encuentro de tres personalidades potentes, hay conflictos por solucionar, hay incluso una reflexión muy interesante sobre la necesidad de la debilidad para amar y también se apunta como la indefensión, el debilitamiento, la entrega a otro ser puede ser el camino hacia la serenidad, la tranquilidad. La fragilidad como unidad de medida de nuestro estar en el mundo. Pero el espectador debe poner mucho de sí para poder verlo. Porque en el guión no se ve.
Creo que al director se le ha ido la mano a la hora de pintar esas cuestiones. Valga como ejemplo ese encuentro tan artificial, tan inverosímil que se produce en la primera vez que el modisto y su futura musa y modelo se ven. Es un encuentro difícil de creer. Y desde luego es una escena que no pega ni con cola en las otras escenas sobrias, típicas del cine inglés de siempre, del film.
Irregular, fracasada y sin embargo fascinante película.
Paul T. Anderson, encantador de serpientes.
4 de agosto de 2017 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pensaba ir a ver la película, estoy un poco cansado de patrioterismo norteamericano, épicas consabidas y rescates de “soldados rayan”, pero la escasez de estrenos atractivos y las críticas desaforadamente favorables dedicadas a la película, con la expresión “obra maestra” en alguna de ellas, junto con unas imágenes subyugadoras que había visto en el tráiler me decidieron a acercarme y echarle un vistazo. Y estaba equivocado, no era patrioterismo norteamericano, era patrioterismo inglés, que es peor que el americano al no ser tan ingenuo y hacer como que es una cosa cuando es la de siempre. Y me equivoqué, no tenía que haber ido a verla.
A excepción del poder visual del film que llega a hacerse pesado, por reiterativo, ciertos planteamientos que no llegan a resolverse y una estupenda banda sonora, que escucharé ya tranquilamente sentado en mi sillón, sin tanto avión exhibicionista y tanto barco simplemente ahí, donde están siempre los barcos, en el mar, más que nada para confirmar que es más que buena, todo lo demás es lo de siempre. Guerra, gente jodida y héroes anónimos.
Se podía haber buscado unos exteriores para que al hacer los planos largos de la playa con sus edificios uno no tuviera la sospecha de que esas edificaciones son de los sesenta largos y no de los treinta cortos, porque la guerra ocurrió en 1939.
Se podían haber desarrollado un poco más los dos grandes temas que sólo se anuncian y casi ni se ven, del cobarde que huye y sólo quiere escapar de la guerra, o la del joven héroe que se mete donde no le llaman y lo joden vivo. Por no hablar de la entrega heroica sin condiciones del padre y hermano que pierden a su hijo y hermano con la tranquilidad del que pierde un lápiz. Un soldado aterrorizado que sólo quiere escapar se queda en un arrepentido soldado que admite su equivocación.
Se le podía haber dicho a Sir Kenneth Charles Branagh que por una vez en su vida no se pusiera tan intenso, que el cine no es el teatro, y así construir un personaje más creíble.
Se podía, se podía… pero no se hizo.
Como se puede leer, no me ha parecido una obra maestra. Una obra maestra es otra cosa. Y una película original y necesaria, otra. Recuerda, recuerda
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una película más sobre la guerra en la que un piloto que se apunta los galones de gasolina que le van quedando con tiza, porque se le ha estropeado el indicador, no sé para qué, después de planear sin gasolina un sin fin de quilómetros aterriza tan maravillosamente en la playa dominada por el enemigo, le prende fuego al avión y se entrega orgulloso, sin pizca de miedo. El cruce de tiempos no arregla la impresión de inverosimilitud que a uno le embarga.
Por no hablar del recibimiento del tren lleno de derrotados que parece más bien que vienen de una victoria que de una derrota. Uno puede estar contento de haber conseguido traer a casa a compatriotas en peligro, pero ese jolgorio.
Esa estupenda toma del héroe, genial, al final no ha sido suficiente. Algo más de texto hubiera estado muy bien.
Si me preguntan cuántos soldados se salvaron, no hubiera echado más allá de diez mil, pero ¿trescientos mil?
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