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4,4
2.229
5
29 de noviembre de 2018
29 de noviembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema del reflejo en el espejo y sus misterios del otro lado han acompañado a la humanidad desde su invención. Muchas son las películas u obras literarias que hacen uso de él, mostrando siempre el reflejo como el otro yo, nuestro subconsciente oculto, nuestro lado perverso.
Partiendo de esta premisa, el director Sam Ellis filma un gélido thriller en el que Lena Headey es víctima de una paranoia que se extiende a los miembros de su familia. Ayudado por una excelente fotografía, que nos muestra un inerte Londres, carente de vida presentando unos tonos metálicos y grisaceos, como si de un reflejo de la ciudad se tratara, junto con una envolvente banda sonora, así como apoyado por unas correctas interpretaciones, nos remite a los thrillers conspiratorios y paranoicos de los 70.
El problema se nos presenta en la obviedad con la que juega el relato, mostrando sus cartas en demasía y anticipando cualquier tipo de misterio que pueda surgir a lo largo del film. Un espectador avispado ya sabe desde el minuto 0 qué es lo que está sucediendo, aunque nunca se nos explique el porqué. Eso sumado a la distancia, pretendida o no, con la que el director nos lo cuenta, hace que la necesaria empatia que deberíamos sentir hacia la protagonista no sea suficiente para interesarnos por su devenir. Incluso con ese giro de guión que se nos presenta una vez desvelado el misterio, uno siente que ha sido engañado durante toda la proyección.
Pero para salvar el conjunto tenemos a Lena Headey, cuya magnética presencia y su más que correcta interpretación hace que todos esos agujeros queden en meros reflejos de lo que podría haber sido si se hubiera apostado por una realización mucho más cercana.
Lo mejor; Su protagonista (sólo necesitamos ese momento de giro de su personaje para cerciorarnos)
Lo peor; Su pretendida y excesiva frialdad perjudica al relato que se nos quiere contar.
Partiendo de esta premisa, el director Sam Ellis filma un gélido thriller en el que Lena Headey es víctima de una paranoia que se extiende a los miembros de su familia. Ayudado por una excelente fotografía, que nos muestra un inerte Londres, carente de vida presentando unos tonos metálicos y grisaceos, como si de un reflejo de la ciudad se tratara, junto con una envolvente banda sonora, así como apoyado por unas correctas interpretaciones, nos remite a los thrillers conspiratorios y paranoicos de los 70.
El problema se nos presenta en la obviedad con la que juega el relato, mostrando sus cartas en demasía y anticipando cualquier tipo de misterio que pueda surgir a lo largo del film. Un espectador avispado ya sabe desde el minuto 0 qué es lo que está sucediendo, aunque nunca se nos explique el porqué. Eso sumado a la distancia, pretendida o no, con la que el director nos lo cuenta, hace que la necesaria empatia que deberíamos sentir hacia la protagonista no sea suficiente para interesarnos por su devenir. Incluso con ese giro de guión que se nos presenta una vez desvelado el misterio, uno siente que ha sido engañado durante toda la proyección.
Pero para salvar el conjunto tenemos a Lena Headey, cuya magnética presencia y su más que correcta interpretación hace que todos esos agujeros queden en meros reflejos de lo que podría haber sido si se hubiera apostado por una realización mucho más cercana.
Lo mejor; Su protagonista (sólo necesitamos ese momento de giro de su personaje para cerciorarnos)
Lo peor; Su pretendida y excesiva frialdad perjudica al relato que se nos quiere contar.
SerieAnimación

3,4
674
Animación
1
10 de junio de 2020
10 de junio de 2020
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De verdad era necesario hacer un remake de "Caballeros del Zodiaco"? Parece que en el mundo en el que vivimos hoy en día, carente de ideas originales, debe recurrir a los clásicos añejos para revivir la industria, apelando a la nostalgia por aquellos tiempos felices de nuestra infancia. Netflix parece empeñada en esta empresa. Si primero se atrevió a mancillar el universo de She-ra, ahora le toca el turno a nuestros queridos caballeros.
La serie original, que tantas infancias ha marcado (y sigue marcando), era todo un relato épico de luchas entre las fuerzas del bien y del mal, aderezado todo ello con ciertas dosis mitológicas, carismáticos personajes y villanos de altura. Parece que aquellos responsables llevan tiempo intentando revivir torpemente la franquicia, produciendo precuelas, secuelas y spin-off, hasta llegar a la revisión que nos atañe. Salvo alguna excepción (Lost in Canvas o el manga de Saintia Sho), la serie no acaba de levantar cabeza, ofreciendo productos que traicionan su espíritu y presentando diseños infantiloides alejados del refinado dibujo original. ¿A caso no se dan cuenta de que el secreto está en no cambiar mucho la fórmula? ¿Dónde está la tan prometida saga del Cielo con los mismos protagonistas?
Volviendo a la versión 2019 y una vez superadas las reticencias previas, mis peores temores se cumplieron ya desde los primeros compases. Se nota que los nuevos responsables de la serie no entendieron absolutamente nada de la original. Con una animación de vergüenza ajena, más propia de series infantiles al estilo "La Patrulla Canina", la nueva versión navega por un guión que no sabe por donde moverse, cogiendo los elementos menos relevantes de su predecesora, retorciendo su argumento y, con ello, su propósito, hacia recovecos más simplistas y políticamente correctos, perdiendo así todo su halo místico.
Todo rezuma desgana y prisa. Ni rastro de mimo alguno a la hora de abordar personajes y situaciones, con algunas de ellas rozando el patetismo más absoluto (esa lucha contra el ejercito) y otras sin ninguna garra (la antológica lucha entre Pegaso y Dragón). Además, los responsables se toman la libertad de cambiar el sexo de uno de los personajes más queridos. Hablamos de Shun que, en un acto completamente misógino, cambiaron su género por uno que se adeqúe más a las características de su personalidad. La polémica que suscitó dicha acción conllevó las pertinentes justificaciones. Justificaciones que no hacían más que incrementar ese tufillo rancio en sus intenciones. Puestos a incluir un personaje femenino en el elenco protagonista, ¿por qué se optó por Shun, más sensible y portador de una armadura rosa, y no por otro de más envergadura o poder? ¿No es más machista relegar al personaje más débil el papel femenino? ¡Un despropósito! Y más si tenemos en cuenta que en la serie ya aparecen fuertes personajes femeninos (Saori, Marin, Shaina, entre otras)
En conclusión, una aberración ofensiva e insultante que, aún poniendo todo su ahínco en ello (¡esos caballero negros, por Dios!), no consigue mancillar la serie original, que permanecerá en el corazón y la memoria como aquella serie que despertó el cosmos en nuestra infancia, deseosos por llegar a casa y ver las nuevas aventuras de Seiya y sus compañeros.
Lo mejor; Por decir algo, el ver los nuevos diseños de los personajes y comprobar de lo que son capaces sus responsables.
Lo peor; A parte de traicionar con alevosía la serie original, ¡El tener una segunda temporada! ¿En serio hay alguien que se trague más de tres capítulos sin que se le caiga la cara de vergüenza? Debería reposar eternamente en el baúl de las malas decisiones.
La serie original, que tantas infancias ha marcado (y sigue marcando), era todo un relato épico de luchas entre las fuerzas del bien y del mal, aderezado todo ello con ciertas dosis mitológicas, carismáticos personajes y villanos de altura. Parece que aquellos responsables llevan tiempo intentando revivir torpemente la franquicia, produciendo precuelas, secuelas y spin-off, hasta llegar a la revisión que nos atañe. Salvo alguna excepción (Lost in Canvas o el manga de Saintia Sho), la serie no acaba de levantar cabeza, ofreciendo productos que traicionan su espíritu y presentando diseños infantiloides alejados del refinado dibujo original. ¿A caso no se dan cuenta de que el secreto está en no cambiar mucho la fórmula? ¿Dónde está la tan prometida saga del Cielo con los mismos protagonistas?
Volviendo a la versión 2019 y una vez superadas las reticencias previas, mis peores temores se cumplieron ya desde los primeros compases. Se nota que los nuevos responsables de la serie no entendieron absolutamente nada de la original. Con una animación de vergüenza ajena, más propia de series infantiles al estilo "La Patrulla Canina", la nueva versión navega por un guión que no sabe por donde moverse, cogiendo los elementos menos relevantes de su predecesora, retorciendo su argumento y, con ello, su propósito, hacia recovecos más simplistas y políticamente correctos, perdiendo así todo su halo místico.
Todo rezuma desgana y prisa. Ni rastro de mimo alguno a la hora de abordar personajes y situaciones, con algunas de ellas rozando el patetismo más absoluto (esa lucha contra el ejercito) y otras sin ninguna garra (la antológica lucha entre Pegaso y Dragón). Además, los responsables se toman la libertad de cambiar el sexo de uno de los personajes más queridos. Hablamos de Shun que, en un acto completamente misógino, cambiaron su género por uno que se adeqúe más a las características de su personalidad. La polémica que suscitó dicha acción conllevó las pertinentes justificaciones. Justificaciones que no hacían más que incrementar ese tufillo rancio en sus intenciones. Puestos a incluir un personaje femenino en el elenco protagonista, ¿por qué se optó por Shun, más sensible y portador de una armadura rosa, y no por otro de más envergadura o poder? ¿No es más machista relegar al personaje más débil el papel femenino? ¡Un despropósito! Y más si tenemos en cuenta que en la serie ya aparecen fuertes personajes femeninos (Saori, Marin, Shaina, entre otras)
En conclusión, una aberración ofensiva e insultante que, aún poniendo todo su ahínco en ello (¡esos caballero negros, por Dios!), no consigue mancillar la serie original, que permanecerá en el corazón y la memoria como aquella serie que despertó el cosmos en nuestra infancia, deseosos por llegar a casa y ver las nuevas aventuras de Seiya y sus compañeros.
Lo mejor; Por decir algo, el ver los nuevos diseños de los personajes y comprobar de lo que son capaces sus responsables.
Lo peor; A parte de traicionar con alevosía la serie original, ¡El tener una segunda temporada! ¿En serio hay alguien que se trague más de tres capítulos sin que se le caiga la cara de vergüenza? Debería reposar eternamente en el baúl de las malas decisiones.
5
7 de octubre de 2019
7 de octubre de 2019
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo siniestro debe despertar en Stephen King esos bastos campos de cultivo del centro de Estados Unidos, con sus interminables carreteras, siempre desiertas y amenazantes, sus vilas pobladas de casas unifamiliares de clase media, que esconden secretos tras sus paredes, esas altas iglesias que observan cultos paganos a su alrededor, niños malrolleros y, sobretodo, esa mentalidad propia de la gente de campo que suele ser el contrapunto de aquellos desdichados urbanitas cosmopolitas que reparan en sus inmediaciones.
Basándose en un relato corto del propio King, el film vuelve a sumergirse en ese entorno tan proclive a ser pasto de elementos fantásticos, como son esos extensos sembrados de hierbas, que alcanzan gran estatura, siendo capaces de esconder entre sus tallos oscuros secretos. Al igual que ocurría con otro de sus escuetos escritos, "Los Chicos del Maiz", película de la que el film bebe directamente, adapta a los medios cinematográficos un material a priori pensado para una rápida lectura. Por ello, la sensación de ser alargada de forma innecesaria impera en todo su metraje.
El director, que ya demostró su gran capacidad para rodar en espacios cerrados y opresivos, sobretodo con su excelente ópera prima, "Cube", sabe sacarle partido a un solo escenario que, pese a ser abierto y extenso, consigue crearnos una sensación de claustrofobia y desasosiego, debido, en parte, a la excelente fotografía, con esos agobiantes planos cenitales de los campos que no llevan a ninguna parte, la utilización de ese contrapunto como es la siniestra iglesia, y al inteligente uso del entorno que expone. Gracias a ello, el espectador es capaz de sentir a través de ello toda la angustia que viven los personajes.
Así, la primera parte del relato, en la que Natali muestra su gran manejo del suspense, es todo un acierto, perturbando la lógica en el espectador, creando una atmósfera inquietante pese a estar bajo los luminosos rayos de Sol. Pero, es en su segundo tramo donde el film fracasa, donde se percibe ese vaivén en un guión que no da para mucho más, añadiendo innecesarios conflictos personales en los personajes y estirando la acción hasta puntos exasperantes.
Es una lástima que el film prometa más de lo que ofrece, porque el director, en un primer momento, no se anda con rodeos e introduce la trama rápidamente, para perderse luego, como los actores del film, en unas laberínticas idas y venidas que no conducen a ningún punto exacto.
Lo mejor; El impecable primer acto.
Lo peor; Genera tantas expectativas que... (además de esos horribles insertos digitales).
Basándose en un relato corto del propio King, el film vuelve a sumergirse en ese entorno tan proclive a ser pasto de elementos fantásticos, como son esos extensos sembrados de hierbas, que alcanzan gran estatura, siendo capaces de esconder entre sus tallos oscuros secretos. Al igual que ocurría con otro de sus escuetos escritos, "Los Chicos del Maiz", película de la que el film bebe directamente, adapta a los medios cinematográficos un material a priori pensado para una rápida lectura. Por ello, la sensación de ser alargada de forma innecesaria impera en todo su metraje.
El director, que ya demostró su gran capacidad para rodar en espacios cerrados y opresivos, sobretodo con su excelente ópera prima, "Cube", sabe sacarle partido a un solo escenario que, pese a ser abierto y extenso, consigue crearnos una sensación de claustrofobia y desasosiego, debido, en parte, a la excelente fotografía, con esos agobiantes planos cenitales de los campos que no llevan a ninguna parte, la utilización de ese contrapunto como es la siniestra iglesia, y al inteligente uso del entorno que expone. Gracias a ello, el espectador es capaz de sentir a través de ello toda la angustia que viven los personajes.
Así, la primera parte del relato, en la que Natali muestra su gran manejo del suspense, es todo un acierto, perturbando la lógica en el espectador, creando una atmósfera inquietante pese a estar bajo los luminosos rayos de Sol. Pero, es en su segundo tramo donde el film fracasa, donde se percibe ese vaivén en un guión que no da para mucho más, añadiendo innecesarios conflictos personales en los personajes y estirando la acción hasta puntos exasperantes.
Es una lástima que el film prometa más de lo que ofrece, porque el director, en un primer momento, no se anda con rodeos e introduce la trama rápidamente, para perderse luego, como los actores del film, en unas laberínticas idas y venidas que no conducen a ningún punto exacto.
Lo mejor; El impecable primer acto.
Lo peor; Genera tantas expectativas que... (además de esos horribles insertos digitales).

6,2
19.577
6
6 de octubre de 2021
6 de octubre de 2021
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he sido fan acérrimo de las películas de James Bond, limitándome a visualizarlas entrecortadas cuando las emitían por televisión o bien cuando alguien de mi alrededor la proyectaba en blu ray. Pero la entrada de Daniel Craig y, sobre todo, el fichaje de Eva Green como chica Bond, despertó mi curiosidad.
"Casino Royale" superó todas mis expectativas y me enganché a una saga alejada de mis gustos cinematográficos. Cada estreno fue una cita obligada para que acudiera al cine palomitas en mano. Pese a la irregularidad de algunas entregas, siempre encontraba el lado positivo de todo aquello que ofrecían, empezando por el mismo Craig.
Ya "Spectre" supuso una tímida decepción por el gran estruendo prometido y por el poco contenido. La trama resultaba confusa y el villano, interpretado por un extrañamente insípido Waltz, resultaba carente del poderío que se le suponía y que todo maligno debe de poseer, el simple carisma. Pero la entrada del film en México y las escenas de acción la salvaban de la quema.
El anuncio de una nueva entrega con Craig de nuevo como el agente 007 fue toda una sorpresa, ya que el actor había anunciado su intención de abandonar el personaje para siempre. Así que, entusiasmado, acudí al cine una vez la pandemia permitió su estreno. Secuela que venía precedida por rumores de relevos, de finales conclusivos y de secretos inconfesables como rezaba su impactante trailer. Una vez visto el film, tan solo cumple uno de ellos y que, por desgracia, comete los mismos errores que sus predecesoras. Entiéndase, ritmo con grandes altibajos, personajes desdibujados, trama confusa (pese a las constantes explicaciones que se nos ofrece) y, lo más deficitario, un villano descafeinado e inocuo.
Leer críticas sobre lo magnífica que resulta la nueva entrega hace plantearme si realmente hemos visto la misma película. Porque, después de una hora trepidante, con escenas tan delirantes como en la que interviene una desaprovechada Ana de Armas, la cinta gira y se transforma en otra cosa que no es en esencia una película de James Bond. La insistencia en dar un cariz humano al personaje, que ya se le otorgó en entregas anteriores, la trama familiar y los frentes abiertos que tiene durante su segundo tramo no acaban de cuajar, siendo un pastiche de elementos a los que no se les da el lugar suficiente como para que emocione, aún apostando todos los recursos posibles. ¿De verdad alguien puede decir que el personaje de Seydoux está trabajado? ¿Dónde quedan sus secretos? Y hablando de personajes desdibujados, ¿es necesario que Malek parezca una caricatura tan mala de un villano de opereta, con todos los clichés habidos y por haber, empezando por una apariencia que no aporta nada?
Sin ser una decepción total, el film se encuentra a años luz de ese digno y magnífico cierre que nos quieren vender. Pese a su extensa duración, la cinta sobrevive gracias a sus conseguidas escenas de acción y a un Craig y su séquito disfrutando de la despedida ¿final? de unos personajes que tanto han aportado a la saga.
Lo mejor; La primer hora y media (prólogo + créditos + Ana de Armas).
Lo peor; El giro argumental de su segunda parte, que se diluye en cuanto entran en escena elementos de la anterior entrega. Además de la inclusión del drama familiar (esa niña...) que sensibiliza ofensivamente al conjunto.
"Casino Royale" superó todas mis expectativas y me enganché a una saga alejada de mis gustos cinematográficos. Cada estreno fue una cita obligada para que acudiera al cine palomitas en mano. Pese a la irregularidad de algunas entregas, siempre encontraba el lado positivo de todo aquello que ofrecían, empezando por el mismo Craig.
Ya "Spectre" supuso una tímida decepción por el gran estruendo prometido y por el poco contenido. La trama resultaba confusa y el villano, interpretado por un extrañamente insípido Waltz, resultaba carente del poderío que se le suponía y que todo maligno debe de poseer, el simple carisma. Pero la entrada del film en México y las escenas de acción la salvaban de la quema.
El anuncio de una nueva entrega con Craig de nuevo como el agente 007 fue toda una sorpresa, ya que el actor había anunciado su intención de abandonar el personaje para siempre. Así que, entusiasmado, acudí al cine una vez la pandemia permitió su estreno. Secuela que venía precedida por rumores de relevos, de finales conclusivos y de secretos inconfesables como rezaba su impactante trailer. Una vez visto el film, tan solo cumple uno de ellos y que, por desgracia, comete los mismos errores que sus predecesoras. Entiéndase, ritmo con grandes altibajos, personajes desdibujados, trama confusa (pese a las constantes explicaciones que se nos ofrece) y, lo más deficitario, un villano descafeinado e inocuo.
Leer críticas sobre lo magnífica que resulta la nueva entrega hace plantearme si realmente hemos visto la misma película. Porque, después de una hora trepidante, con escenas tan delirantes como en la que interviene una desaprovechada Ana de Armas, la cinta gira y se transforma en otra cosa que no es en esencia una película de James Bond. La insistencia en dar un cariz humano al personaje, que ya se le otorgó en entregas anteriores, la trama familiar y los frentes abiertos que tiene durante su segundo tramo no acaban de cuajar, siendo un pastiche de elementos a los que no se les da el lugar suficiente como para que emocione, aún apostando todos los recursos posibles. ¿De verdad alguien puede decir que el personaje de Seydoux está trabajado? ¿Dónde quedan sus secretos? Y hablando de personajes desdibujados, ¿es necesario que Malek parezca una caricatura tan mala de un villano de opereta, con todos los clichés habidos y por haber, empezando por una apariencia que no aporta nada?
Sin ser una decepción total, el film se encuentra a años luz de ese digno y magnífico cierre que nos quieren vender. Pese a su extensa duración, la cinta sobrevive gracias a sus conseguidas escenas de acción y a un Craig y su séquito disfrutando de la despedida ¿final? de unos personajes que tanto han aportado a la saga.
Lo mejor; La primer hora y media (prólogo + créditos + Ana de Armas).
Lo peor; El giro argumental de su segunda parte, que se diluye en cuanto entran en escena elementos de la anterior entrega. Además de la inclusión del drama familiar (esa niña...) que sensibiliza ofensivamente al conjunto.

4,7
648
3
10 de octubre de 2022
10 de octubre de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Argento vuelve a dirigir 10 años después de escupir sobre la obra de Stoker! ¡Bien! ¿Querrá redimirse después de perpetrar semejante engendro vampírico en tres dimensiones con mantis incluida? Suponemos... ¡Vuelve a los terrenos del thriller que le hizo grande dentro del cine! ¡Olé! ¡El guion está escrito por él mismo, lo encontró en el cajón de proyectos postergados y, por tanto, puede contener parte de la esencia de sus giallos! ¡Olé, olé!
Motivo suficiente de jolgorio y de celebración para el aficionado. Por desgracia, a medida que su metraje avanza, anhelos e ilusiones se van diluyendo y hundiendo junto a nuestro trasero en la butaca del cine. La sensación de dejavú, rancio y caduco, es inevitable una vez visionado el film. Uno se pregunta sino la ha visto antes, mucho antes, pero tan antes como para que conserve la frescura de sus obras más atinadas. Así, la influencia directa de su nueva producción son esos thrillers con los que nos deleitó (o con los que nos hizo sufrir) a lo largo de la última década y la primera del nuevo milenio. Unas producciones que, pese a regodearse en su glorioso estilo pasado, se antojaban desfasadas y descontextualizadas con lo que ofrecía en ese momento el cine de género, a la par que también se mostraban descafeinadas en cuanto a violencia gráfica, más si tenemos en cuenta a lo que nos tenía acostumbrados el director de "Suspiria". Un pesado anclaje del que parece no poder desprenderse desde entonces.
"El jugador de cartas", "Giallo" o la superior "Insomnio", son muestra de esa etapa adolecida que se prolongará hasta cavar su propia tumba con "Drácula 3D". No obstante, todas ellas, aunque fallidas, sí poseían algún punto interesante que la salvaba de la quema (asesinatos bizarros, made in Argento, planos imposibles o atmósferas malsanas). El director vuelve por esos derroteros de situaciones gratuitas y chabacanería barata que tanto nos gustaban sin aportar nada o, lo que es peor, sin ofrecer nada de nada. La historia, pese a un arranque aceptable, es previsible. Los histrionismos y clichés de gafas y palos de ciego resultan aberrantes. La incorporación del personaje del niño es irritante. Y su resolución roza el ridículo más absoluto.
Criticar la obra del maestro me resulta difícil, por el aprecio que tengo a sus obras más consagradas, a un estilo tan personal y que creó escuela, con unos films que ya forman parte de la historia del cine y que encumbraron un género tan denostado como el terror en el país transalpino. Pero no todo vale. Me da la impresión de que, al igual que algunas grandes leyendas del séptimo arte con trayectorias pasada repletas de obras maestras, Argento es esclavo de sus propios métodos y discursos. Un lenguaje en desuso y que no le permite escapar de su propia trampa estilística y conceptual. Y, cuando lo intenta, nos da una sonora bofetada en toda la cara, pero de aquellas que duelen en la boca del estómago. Quizás sea mejor que continue por estos derroteros...
No emociona, no aterra y lo que es peor, la sangre escasea, además de desaprovechar a su hija, la única solvente en el reparto. ¡Huye Huppert! ¡Aún estás a tiempo!
Lo mejor; Un arranque que, gracias a esa sangrante garganta cercenada, hace que se tranquilicen por unos segundos nuestros temores.
Lo peor; Hay muchos elementos que podríamos incluir aquí, desde ese tono humorístico extenuantemente inconsciente a unos actores fuera de órbita, pero, sin duda, lo prescindible es... ¡el niño!
Motivo suficiente de jolgorio y de celebración para el aficionado. Por desgracia, a medida que su metraje avanza, anhelos e ilusiones se van diluyendo y hundiendo junto a nuestro trasero en la butaca del cine. La sensación de dejavú, rancio y caduco, es inevitable una vez visionado el film. Uno se pregunta sino la ha visto antes, mucho antes, pero tan antes como para que conserve la frescura de sus obras más atinadas. Así, la influencia directa de su nueva producción son esos thrillers con los que nos deleitó (o con los que nos hizo sufrir) a lo largo de la última década y la primera del nuevo milenio. Unas producciones que, pese a regodearse en su glorioso estilo pasado, se antojaban desfasadas y descontextualizadas con lo que ofrecía en ese momento el cine de género, a la par que también se mostraban descafeinadas en cuanto a violencia gráfica, más si tenemos en cuenta a lo que nos tenía acostumbrados el director de "Suspiria". Un pesado anclaje del que parece no poder desprenderse desde entonces.
"El jugador de cartas", "Giallo" o la superior "Insomnio", son muestra de esa etapa adolecida que se prolongará hasta cavar su propia tumba con "Drácula 3D". No obstante, todas ellas, aunque fallidas, sí poseían algún punto interesante que la salvaba de la quema (asesinatos bizarros, made in Argento, planos imposibles o atmósferas malsanas). El director vuelve por esos derroteros de situaciones gratuitas y chabacanería barata que tanto nos gustaban sin aportar nada o, lo que es peor, sin ofrecer nada de nada. La historia, pese a un arranque aceptable, es previsible. Los histrionismos y clichés de gafas y palos de ciego resultan aberrantes. La incorporación del personaje del niño es irritante. Y su resolución roza el ridículo más absoluto.
Criticar la obra del maestro me resulta difícil, por el aprecio que tengo a sus obras más consagradas, a un estilo tan personal y que creó escuela, con unos films que ya forman parte de la historia del cine y que encumbraron un género tan denostado como el terror en el país transalpino. Pero no todo vale. Me da la impresión de que, al igual que algunas grandes leyendas del séptimo arte con trayectorias pasada repletas de obras maestras, Argento es esclavo de sus propios métodos y discursos. Un lenguaje en desuso y que no le permite escapar de su propia trampa estilística y conceptual. Y, cuando lo intenta, nos da una sonora bofetada en toda la cara, pero de aquellas que duelen en la boca del estómago. Quizás sea mejor que continue por estos derroteros...
No emociona, no aterra y lo que es peor, la sangre escasea, además de desaprovechar a su hija, la única solvente en el reparto. ¡Huye Huppert! ¡Aún estás a tiempo!
Lo mejor; Un arranque que, gracias a esa sangrante garganta cercenada, hace que se tranquilicen por unos segundos nuestros temores.
Lo peor; Hay muchos elementos que podríamos incluir aquí, desde ese tono humorístico extenuantemente inconsciente a unos actores fuera de órbita, pero, sin duda, lo prescindible es... ¡el niño!
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