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6
3 de enero de 2020
3 de enero de 2020
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Aproximaciones en el cine a la figura del artificiero son, así a bote pronto, En Tierra Hostil o El Paciente Inglés. Premiadas con sendos oscars, ambas películas trasmiten la tensión a la que se enfrentan personas excepcionales, valientes y generosas, que se acercan a la muerte para así poder alejarla. Su grandeza moral contrasta con la vileza de los que preñan la tierra con esas semillas mortíferas. El hombre, animal de contrastes.
La película que nos ocupa, The Deminer, trata el tema, pero esta vez en forma de documental. La figura y los valores del artificiero se engrandecen, ahora que lo sabemos real. El material esencial del film son una serie de grabaciones amateurs, filmadas mientras Fahkir, que así se llama nuestro héroe, realizaba su labor. Con apenas unos alicates, sin otra defensa ante una detonación que su sabiduría y su instinto, se dispone con arrojo a espantar a la muerte, seguido por un equipo igualmente valiente que con una cámara registra para siempre su gesta cotidiana.
El material tiene un valor innegable. Por eso duele especialmente que sea mal aprovechado para formar una película tan sin cuerpo. El director se limita a presentar los vídeos cronológicamente, y la tensión se va diluyendo. Aunque la emoción se recupera en el cénit, al final de la película, hay momentos en los que parece que estamos viendo el vídeo de la boda de un colega. Cuando termina la película, nos queda un regusto de pena. Un material original de calidad y valor innegable, se ha desaprovechado, como una buena gamba blanca, fresca y de buen calibre, mal cocida y muy sosa.
La película que nos ocupa, The Deminer, trata el tema, pero esta vez en forma de documental. La figura y los valores del artificiero se engrandecen, ahora que lo sabemos real. El material esencial del film son una serie de grabaciones amateurs, filmadas mientras Fahkir, que así se llama nuestro héroe, realizaba su labor. Con apenas unos alicates, sin otra defensa ante una detonación que su sabiduría y su instinto, se dispone con arrojo a espantar a la muerte, seguido por un equipo igualmente valiente que con una cámara registra para siempre su gesta cotidiana.
El material tiene un valor innegable. Por eso duele especialmente que sea mal aprovechado para formar una película tan sin cuerpo. El director se limita a presentar los vídeos cronológicamente, y la tensión se va diluyendo. Aunque la emoción se recupera en el cénit, al final de la película, hay momentos en los que parece que estamos viendo el vídeo de la boda de un colega. Cuando termina la película, nos queda un regusto de pena. Un material original de calidad y valor innegable, se ha desaprovechado, como una buena gamba blanca, fresca y de buen calibre, mal cocida y muy sosa.

6,7
6.168
8
29 de diciembre de 2019
29 de diciembre de 2019
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Muchos de nosotros consideramos firmes nuestros valores. Presumimos de unos principios inamovibles que configuran la imagen que tenemos de nosotros mismos. Pero basta que se tambalee ligeramente el suelo en el que nos apoyamos para que esos principios y valores se debiliten. Y cuando la sociedad que nos ampara es la que se derrumba, entonces nos podemos convertir en unos auténticos hijos de puta. Está en juego nuestra supervivencia.
Es esa la tesis que desarrolla esta película, ambientada en Alemania durante los últimos días de la II Guerra Mundial. En los estertores del conflicto, asistimos al derrumbamiento de todo el sistema. La férrea disciplina militar que lo cimentaba se descompone ante la inminente derrota. El frente se llena de desertores, que intentan sobrevivir recurriendo al pillaje y al robo, mientras son perseguidos con saña por lo que queda de un ejército en rápida descomposición. El protagonista de la película es uno de esos individuos, no distinto de los demás, como nosotros quizás. Cuando encuentra casualmente un uniforme de oficial, se convierte en El Capitán. De perseguido, pasa a perseguidor. El traje, como si fuera el retrato de Dorian Grey, hace florecer lo peor de su alma. Si bien al principio parece que a nuestro protagonista le cuesta asumir su nuevo rol de verdugo, termina tan identificado con su papel que se convierte finalmente en un personaje deplorable. El uniforme como metáfora de la responsabilidad del individuo en la masacre.
La fotografía es soberbia, en un blanco y negro que no sólo aporta realismo a la historia dotándole de un punto documental, sino que también subraya la idea de las luces y sombras de nuestra propia identidad.
Cine con personalidad, algo más que un simple producto diseñado ex proceso para hacernos rumiar en la butaca o en el sofá. Cine que nos incomoda, que nos sacude de la poltrona y que nos enfrenta con el espejo para que nos preguntemos cómo somos.
Sólo una excesiva crudeza, en mi opinión innecesaria, resta a esta buena película. La sutileza es un valor de la que adolece el film, y que, ante lo acertado de su planteamiento, convertiría a la cinta en una pieza soberbia.
La pregunta sigue resonando mucho tiempo después de su visionado, y su respuesta, que sólo encontraremos en nuestro interior, puede que nos asuste. ¿Cuándo empezarían a moverse tus valores, tan fuertes y firmes?
Adolfo Ortega López. Elquebusca.
Es esa la tesis que desarrolla esta película, ambientada en Alemania durante los últimos días de la II Guerra Mundial. En los estertores del conflicto, asistimos al derrumbamiento de todo el sistema. La férrea disciplina militar que lo cimentaba se descompone ante la inminente derrota. El frente se llena de desertores, que intentan sobrevivir recurriendo al pillaje y al robo, mientras son perseguidos con saña por lo que queda de un ejército en rápida descomposición. El protagonista de la película es uno de esos individuos, no distinto de los demás, como nosotros quizás. Cuando encuentra casualmente un uniforme de oficial, se convierte en El Capitán. De perseguido, pasa a perseguidor. El traje, como si fuera el retrato de Dorian Grey, hace florecer lo peor de su alma. Si bien al principio parece que a nuestro protagonista le cuesta asumir su nuevo rol de verdugo, termina tan identificado con su papel que se convierte finalmente en un personaje deplorable. El uniforme como metáfora de la responsabilidad del individuo en la masacre.
La fotografía es soberbia, en un blanco y negro que no sólo aporta realismo a la historia dotándole de un punto documental, sino que también subraya la idea de las luces y sombras de nuestra propia identidad.
Cine con personalidad, algo más que un simple producto diseñado ex proceso para hacernos rumiar en la butaca o en el sofá. Cine que nos incomoda, que nos sacude de la poltrona y que nos enfrenta con el espejo para que nos preguntemos cómo somos.
Sólo una excesiva crudeza, en mi opinión innecesaria, resta a esta buena película. La sutileza es un valor de la que adolece el film, y que, ante lo acertado de su planteamiento, convertiría a la cinta en una pieza soberbia.
La pregunta sigue resonando mucho tiempo después de su visionado, y su respuesta, que sólo encontraremos en nuestro interior, puede que nos asuste. ¿Cuándo empezarían a moverse tus valores, tan fuertes y firmes?
Adolfo Ortega López. Elquebusca.
8
13 de marzo de 2017
13 de marzo de 2017
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La película remite a los incipientes cinéfilos a esa joya de Fritz Lang, M, el vampiro de Dussendolf. Peter Lorre, Tony Curtis. Gracias a su memorable interpretación y a un modelo narrativo distante y eficiente, la película consigue, en cierta medida, si no que empaticemos con el asesino múltiple, al menos que consideremos con lástima los atenuantes de su conducta. La mente, bestia indomable, puede llegar a ser nuestro peor enemigo.

6,9
11.374
7
13 de marzo de 2017
13 de marzo de 2017
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Es pobre en recursos materiales, pero rico en afectos. Pulcro, dignísimo en su miseria, con un humor fino y elegante. Es el protagonista de este cuento de final amable que, sin buscar la carcajada, fija una sutil sonrisa en nuestra cara. El director filandés acerca la lupa sobre el extenso tapiz del drama migratorio en un caso concreto, poniendo cara a la tragedia, para esbozarte, durante toda la película la pregunta del millón...¿Qué harías tú?

7,3
101.969
8
11 de marzo de 2017
11 de marzo de 2017
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La Ratatouile es el pisto de toda la vida, no sé si con o sin huevo frito. Es un plato tradicional, que en manos de los magos de Pixar se torna en metáfora para recordarnos que en la sencillez se puede buscar la excelencia, y que el camino de nuestros sueños es el mejor camino si lo seguimos con pasión y perseverancia. Ingredientes de toda la vida, combinados con talento para regalarnos un plato que gusta a niños y mayores.
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