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6,6
3.312
7
28 de septiembre de 2017
28 de septiembre de 2017
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Héctor es un chico de 16 años que vive con su madre en Madrid. Cuando ella muere, se traslada a otro barrio con la familia de Pilar, una hermana de su madre.
Poco a poco, Héctor pone al corriente a Pilar de cómo era su madre: ni perfecta, ni valiente, ni buena madre.
Hay mucho dolor y mucha tragedia, pero también hay mucho amor. Por eso, cuando el chico conoce por fin a su padre y puede irse a vivir con él, elige quedarse con la familia que lo acogió sin más.
Poco a poco, Héctor pone al corriente a Pilar de cómo era su madre: ni perfecta, ni valiente, ni buena madre.
Hay mucho dolor y mucha tragedia, pero también hay mucho amor. Por eso, cuando el chico conoce por fin a su padre y puede irse a vivir con él, elige quedarse con la familia que lo acogió sin más.
7
10 de junio de 2015
10 de junio de 2015
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Me gustaba Klapisch sin conocerlo. Recuerdo "Como en las mejores familias" como una película que me gustó mucho. Ésta de hoy no es tan buena pero muestra muy bien lo solos que estamos todos, aunque vivamos en una ciudad superpoblada.
El gato que cada uno busca sin encontrarlo puede estar oculto en la misma comunidad. Y hasta los personajes con más glamour son meros títeres en manos de su "aspecto exterior"; la comunidad de ancianas solitarias que se conocen todos los recovecos del barrio de la Bastille y se entristecen recordando los cambios que ha sufrido el pequeño comercio son más solidarias y auténticas que esos jóvenes que se hacinan en los bares de copas sin apenas mirarse o sólo para tener relaciones fugaces.
Ningún personaje "con vida social" quiere hacerse cargo del gato; el único lugar de reunión es el bar y el mejor resumen de la historia lo hace Jalil, cuando dice: "El mundo no funciona bien".
Puede que sobren escenas callejeras con exceso de basura. Puede que se aproveche de la fascinación que ofrece la vista desde los tejados de París. Pero el resultado es bastante interesante y la historia entretenida.
El gato que cada uno busca sin encontrarlo puede estar oculto en la misma comunidad. Y hasta los personajes con más glamour son meros títeres en manos de su "aspecto exterior"; la comunidad de ancianas solitarias que se conocen todos los recovecos del barrio de la Bastille y se entristecen recordando los cambios que ha sufrido el pequeño comercio son más solidarias y auténticas que esos jóvenes que se hacinan en los bares de copas sin apenas mirarse o sólo para tener relaciones fugaces.
Ningún personaje "con vida social" quiere hacerse cargo del gato; el único lugar de reunión es el bar y el mejor resumen de la historia lo hace Jalil, cuando dice: "El mundo no funciona bien".
Puede que sobren escenas callejeras con exceso de basura. Puede que se aproveche de la fascinación que ofrece la vista desde los tejados de París. Pero el resultado es bastante interesante y la historia entretenida.

5,9
51
7
5 de julio de 2014
5 de julio de 2014
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Historia de adolescente rebelde con problemas de adaptación al medio, que no se parece en nada a las historias de adolescentes habituales: Lulú ya lo dice:"me llamo Lucille y lo único dulce que tengo es el nombre". Lulú es tan fuerte que ella sola decide arreglar la frustrante situación familiar, con su madre obsesionada con sus deposiciones y su padre viajando de un lado a otro del mundo en sus trabajos de ingeniero entusiasta.
Lucille no ha visto nunca sonreir a su madre; por eso prefiere que su madre sea Jane Birkin. Pero, cuando un día encuentra una foto donde su madre sonríe con los pechos a aire, quiere saber qué le ha hecho perder esa vitalidad.
El trabajo de investigación que desarrolla con preguntas a la abuela, a los granjeros, a los habitantes del pueblo, produce varios efectos:
1. Mamá no se inventa sus dolores y nada de lo que le pasa es psicosomático.
2. La tristeza de mamá se acabará pronto.
3. Mamá y yo somos iguales: tenemos los mismos cromosomas.
Mientras cuida a su madre, Lulú aprende mucho sobre lo que significa la palabra AMOR.
Lucille no ha visto nunca sonreir a su madre; por eso prefiere que su madre sea Jane Birkin. Pero, cuando un día encuentra una foto donde su madre sonríe con los pechos a aire, quiere saber qué le ha hecho perder esa vitalidad.
El trabajo de investigación que desarrolla con preguntas a la abuela, a los granjeros, a los habitantes del pueblo, produce varios efectos:
1. Mamá no se inventa sus dolores y nada de lo que le pasa es psicosomático.
2. La tristeza de mamá se acabará pronto.
3. Mamá y yo somos iguales: tenemos los mismos cromosomas.
Mientras cuida a su madre, Lulú aprende mucho sobre lo que significa la palabra AMOR.
31 de agosto de 2010
31 de agosto de 2010
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Pedro viaja a Nueva York lleno de optimismo, con la idea de mejorar en todos los sentidos su vida.
Busca a su padre pero, antes de encontrarlo, le ocurren algunas cosas con las que no contaba.
Ningún personaje es lo que dice ser, salvo Pedro, pero a él no le entienden, porque no sabe inglés. Por eso espera encontrar la solución a sus estrecheces económicas y encuentra un chasco detrás de otro.
Conmueve este chico "puro" en medio de tanta impureza y aterra la gran urbe, devoradora de hombres y de sueños.
Una historia llena de sobresaltos sociales y emocionales.
Busca a su padre pero, antes de encontrarlo, le ocurren algunas cosas con las que no contaba.
Ningún personaje es lo que dice ser, salvo Pedro, pero a él no le entienden, porque no sabe inglés. Por eso espera encontrar la solución a sus estrecheces económicas y encuentra un chasco detrás de otro.
Conmueve este chico "puro" en medio de tanta impureza y aterra la gran urbe, devoradora de hombres y de sueños.
Una historia llena de sobresaltos sociales y emocionales.

6,0
795
10
21 de mayo de 2011
21 de mayo de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenos Aires. Verano. Amor y muerte. No es un tango pero se le parece mucho. En primer lugar, la ciudad que aparece a vista de pájaro a modo de página en blanco en medio de los diferentes episodios, es una ciudad toda rascacielos, ruido lejano de cláxones, encrucijadas de carreteras y una persistente neblina contaminadora;en segundo lugar, la ciudad es un barrio con mucho sol, comercios que se anuncian en carteles de madera pintados a mano, colorido en los bares, los paseos, juventud a punto de acabar y grandes dramas de gente en busca de amor.
Vemos un ir y venir de mujeres pero, de ellas, sobresalen tres: la cantante de tangos, que siempre lleva algo rojo; la empleada en algún tipo de archivo, que siempre va de lila; la nocturna, con tendencias a los maltratos, que siempre va muy de fiesta.
Los hombres se encuentran en un café decorado con retratos de Carlos Gardel y de Duke Ellington, creo que se llama Carlington o algo así. El café está regido por el Duque –cuyo apodo viene de su afición al jazz- que es amigo y consejero de Sergio y de Marcos, dos de tres amigos que rondan la cuarentena a golpes de desamores.
Sergio acaba de coger “in fraganti” a su hermano y su esposa y no logra zafarse de ese pesimismo existencialista que le impide aprovechar las ocasiones o, mejor, provocarlas. Marcos es un buen amigo de infancia y juventud que acompaña a Sergio y le cuenta historias para ver si eso le ayuda a escribir el guión que tiene entre manos. Pero, para no pelearse, no pueden hablar de fútbol y, ahora, tampoco pueden hablar de mujeres, ¿qué queda?
Marcos entra un día en el café con una historia de lo más tentadora: ha ido a llevar flores a la tumba de su padre pero, cuando iba a depositarlas en el jarrón del nicho, ha visto a una preciosidad allí mismo: Se acerca a ella y le regala las flores del difunto. Ella considera que es un regalo macabro y le contesta cortante. Entonces él le dice: “yo te conozco”, “bueno, no te conozco pero te he visto”.
Total que le cuenta que su padre era fotógrafo y en el estudio tenía una foto suya en el escaparate. Ella recuerda eso y dibuja una amplia sonrisa. Marcos la lleva a su tienda –tiene un taller de marcos- para que compruebe que es verdad. Duque y Sergio le felicitan por una historia tan coherente y que le ha servido para tener sexo con una conocida desconocida.
Hace tiempo que no ven a su amigo, el tercero del trío. Le llaman el Yuppy. Quedan con él y con la cantante de tangos pero el Yuppy no se presenta.
Marta, la cantante había salido con los tres en la época del instituto. El último fue el Yuppy.
La vida sigue dando vueltas alrededor de sentimientos e historias inverosímiles pero no por ello menos reales, como la de la loca y el floristero, que murió atropellado, por amor, sólo por amor.
Y en el aire del barrio, en las esquinas soleadas, en los letreros coloreados y en las persianas verdes de los colmados, late el deseo inmortal de seguir viviendo para seguir amando.
Vemos un ir y venir de mujeres pero, de ellas, sobresalen tres: la cantante de tangos, que siempre lleva algo rojo; la empleada en algún tipo de archivo, que siempre va de lila; la nocturna, con tendencias a los maltratos, que siempre va muy de fiesta.
Los hombres se encuentran en un café decorado con retratos de Carlos Gardel y de Duke Ellington, creo que se llama Carlington o algo así. El café está regido por el Duque –cuyo apodo viene de su afición al jazz- que es amigo y consejero de Sergio y de Marcos, dos de tres amigos que rondan la cuarentena a golpes de desamores.
Sergio acaba de coger “in fraganti” a su hermano y su esposa y no logra zafarse de ese pesimismo existencialista que le impide aprovechar las ocasiones o, mejor, provocarlas. Marcos es un buen amigo de infancia y juventud que acompaña a Sergio y le cuenta historias para ver si eso le ayuda a escribir el guión que tiene entre manos. Pero, para no pelearse, no pueden hablar de fútbol y, ahora, tampoco pueden hablar de mujeres, ¿qué queda?
Marcos entra un día en el café con una historia de lo más tentadora: ha ido a llevar flores a la tumba de su padre pero, cuando iba a depositarlas en el jarrón del nicho, ha visto a una preciosidad allí mismo: Se acerca a ella y le regala las flores del difunto. Ella considera que es un regalo macabro y le contesta cortante. Entonces él le dice: “yo te conozco”, “bueno, no te conozco pero te he visto”.
Total que le cuenta que su padre era fotógrafo y en el estudio tenía una foto suya en el escaparate. Ella recuerda eso y dibuja una amplia sonrisa. Marcos la lleva a su tienda –tiene un taller de marcos- para que compruebe que es verdad. Duque y Sergio le felicitan por una historia tan coherente y que le ha servido para tener sexo con una conocida desconocida.
Hace tiempo que no ven a su amigo, el tercero del trío. Le llaman el Yuppy. Quedan con él y con la cantante de tangos pero el Yuppy no se presenta.
Marta, la cantante había salido con los tres en la época del instituto. El último fue el Yuppy.
La vida sigue dando vueltas alrededor de sentimientos e historias inverosímiles pero no por ello menos reales, como la de la loca y el floristero, que murió atropellado, por amor, sólo por amor.
Y en el aire del barrio, en las esquinas soleadas, en los letreros coloreados y en las persianas verdes de los colmados, late el deseo inmortal de seguir viviendo para seguir amando.
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