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6,8
18.515
7
12 de mayo de 2018
12 de mayo de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Verano 1993" ("Estiú 1993") es el primer largometraje de la joven cineasta española Carla Simón, que tras la presentación de la misma viene cosechando un éxito nada despreciable y una cantidad importante de premios, de los que se destacan un galardón en Berlín a Mejor Opera Prima, la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, un Goya a Mejor Dirección Novel y, más recientemente, Mejor Opera Prima en los Premios Platino del Cine Iberoamericano.
El personaje central de "Verano 1993" es Frida (Laia Artigas), una niña de 6 años a quien se le acaba de morir su madre, que previamente perdió a su padre, y que como consecuencia deberá ir a vivir al campo con una familia adoptiva. La parte positiva de tal penumbrosa situación, es que la familia en cuestión está conformada por sus tíos y su prima, quienes ante la dura instancia optaron por hacerse responsables del cuidado y educación de la pequeña. La nueva vida de Frida no parece tener un escenario amargo, triste o melancólico, incluso con la compañía de su prima menor, que pasará a ser (por razones evidentes), como una hermana, y una compañera de aventuras. No obstante nunca es fácil realizar un duelo, y esto por momentos se percibe en el aire, puesto que no será una tarea simple para Frida adaptarse a un primer verano sin su madre. No tardará entonces en surgir el fuerte carácter de la niña, que pese a la aceptación evidente de su prima y sus tíos, sacará a flote algunas malas costumbres, caprichos y demás comportamientos que pueden entenderse por parte de una niña de su edad, pero que pondrán en evidencia cierta confrontaciones con su nueva familia.
La historia de "Verano 1993" tiene una fuerte connotación con sucesos pasados en la infancia misma de Carla Simón, que también perdió a sus padres cuando era niña. Es por eso que se percibe cierto tacto y sensibilidad que la directora española logra poner en velo, con la ayuda de la notable interpretación de la joven Laia Artigas. También colaboran en este sentido las actuaciones tanto de Bruna Cusi, David Verdaguer, como la pequeña María Paula Robles, cumpliendo en los roles de la familia adoptiva. Simón se toma su tiempo para desarrollar ciertos hechos, utilizando gran parte del tiempo fílmico en narrar momentos de ese verano, enfocando en lo referido al entorno, tratando de esa forma hacer llegar al espectador las sensaciones, tanto positivas como negativas, que la protagonista tendrá que transitar, para poder salir adelante. Si bien todo esto es claramente un punto a favor, también vale reconocer que hay pasajes dotados de cierta densidad, que pueden llegar a hacer perder el foco de interés. Quizás la cinta recuerden (o remita) en algún punto el clásico de Carlos Saura "Cría Cuervos", que contaba con la sólida actuación de una inolvidable Ana Torrent, y abordaba una temática similar.
El personaje central de "Verano 1993" es Frida (Laia Artigas), una niña de 6 años a quien se le acaba de morir su madre, que previamente perdió a su padre, y que como consecuencia deberá ir a vivir al campo con una familia adoptiva. La parte positiva de tal penumbrosa situación, es que la familia en cuestión está conformada por sus tíos y su prima, quienes ante la dura instancia optaron por hacerse responsables del cuidado y educación de la pequeña. La nueva vida de Frida no parece tener un escenario amargo, triste o melancólico, incluso con la compañía de su prima menor, que pasará a ser (por razones evidentes), como una hermana, y una compañera de aventuras. No obstante nunca es fácil realizar un duelo, y esto por momentos se percibe en el aire, puesto que no será una tarea simple para Frida adaptarse a un primer verano sin su madre. No tardará entonces en surgir el fuerte carácter de la niña, que pese a la aceptación evidente de su prima y sus tíos, sacará a flote algunas malas costumbres, caprichos y demás comportamientos que pueden entenderse por parte de una niña de su edad, pero que pondrán en evidencia cierta confrontaciones con su nueva familia.
La historia de "Verano 1993" tiene una fuerte connotación con sucesos pasados en la infancia misma de Carla Simón, que también perdió a sus padres cuando era niña. Es por eso que se percibe cierto tacto y sensibilidad que la directora española logra poner en velo, con la ayuda de la notable interpretación de la joven Laia Artigas. También colaboran en este sentido las actuaciones tanto de Bruna Cusi, David Verdaguer, como la pequeña María Paula Robles, cumpliendo en los roles de la familia adoptiva. Simón se toma su tiempo para desarrollar ciertos hechos, utilizando gran parte del tiempo fílmico en narrar momentos de ese verano, enfocando en lo referido al entorno, tratando de esa forma hacer llegar al espectador las sensaciones, tanto positivas como negativas, que la protagonista tendrá que transitar, para poder salir adelante. Si bien todo esto es claramente un punto a favor, también vale reconocer que hay pasajes dotados de cierta densidad, que pueden llegar a hacer perder el foco de interés. Quizás la cinta recuerden (o remita) en algún punto el clásico de Carlos Saura "Cría Cuervos", que contaba con la sólida actuación de una inolvidable Ana Torrent, y abordaba una temática similar.
12 de mayo de 2018
12 de mayo de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La reina del miedo" es la cinta debut tanto de la aclamada actriz Valeria Bertuccelli, como de Fabiana Tiscornia, quien está a cargo de la codirección. El rol en Bertuccelli en la misma es completo; dirección, guión y papel protagónico, poniendo un peso enorme sobre si misma, y un máximo de compromiso con el proyecto. Vale añadir también que la actriz argentina ganó un premio por su actuación en el último Festival de Sundance.
Quizás no haga falta decirlo, porque muchas veces los títulos son engañosos, pero no es el caso; el foco principal en "La reina del miedo" está puesto exactamente sobre el miedo mismo. La película inicia con la protagonista Tina, una exitosa actriz, interpretada por Valeria Bertuccelli, que tras un corte inesperado de luz en el medio de la noche siente pánico. Sus movimientos, su voz, su rostro lo expresan; la sensación de pánico que vive en el momento está latente, por lo que acude a la empleada doméstica para que la asista y la saque un poco de esa instancia, que pese a todo persiste. Eso será Tina a lo largo de toda la cinta, y la actuación de Bertuccelli será tan acertada y pertinente, que su presencia siempre estará en el aire. Su entorno es escandaloso; gente trabajando todo el día en su casa, una obra que está por estrenar que representa un sinfín de presiones, un ex marido que acaba de abandonarla sin muchas explicaciones, y demás instancias que sostendrán a la actriz en un constante estado de estrés. Tras enterarse de la compleja situación de salud de un amigo que vive en Dinamarca, al cual en algún punto descuidó, decide ir a visitarlo, un poco por culpa, otro poco porque le importa, y quizás otro tanto porque necesita escapar de un entorno que la aqueja, la sofoca y la amedrenta, exponiendo su frágil estabilidad psicológica constantemente, dejándola al al borde de un colapso.
Sin dudas estamos ante una gran película; pese a que tanto Bertuccelli como Tiscornia son debutantes en la dirección, Bertuccelli supo construir y desarrollar un personaje en base a sus capacidades actorales, que no son pocas; quizás este sea su papel más completo y complejo hasta la actualidad. La actriz logra sobrellevar a la perfección a una mujer que lucha tanto contra el miedo externo, así como demonios propios, con inseguridades, y con un constante estado de estrés y una ansiedad insostenible. Otro de los grandes aportes es la actuación de Diego Velázquez, así como las breves, pero oportunas, apariciones de Gabriel Goity y Darío Grandinetti. La historia está delineada casi a la perfección, con un más que interesante trabajo de guión. Por momentos jugando con la comedia, pero sin dudas sobre un trasfondo puramente dramático, a veces la cinta incomoda, y eso es logro tanto desde el despliegue actoral, como desde la dirección. El trabajo de cámara, fotografía, y encuadres, brindan a su manera fuerza a la historia, así como algunas pausas, y pasajes, que en su totalidad la dotan de ciertos rasgos que la aproximan al cine de autor, aunque algunos lo renieguen. Quizás haya algún que otro detalle a cuestionar, pero son mínimos, en una historia que vale la pena ver.
Quizás no haga falta decirlo, porque muchas veces los títulos son engañosos, pero no es el caso; el foco principal en "La reina del miedo" está puesto exactamente sobre el miedo mismo. La película inicia con la protagonista Tina, una exitosa actriz, interpretada por Valeria Bertuccelli, que tras un corte inesperado de luz en el medio de la noche siente pánico. Sus movimientos, su voz, su rostro lo expresan; la sensación de pánico que vive en el momento está latente, por lo que acude a la empleada doméstica para que la asista y la saque un poco de esa instancia, que pese a todo persiste. Eso será Tina a lo largo de toda la cinta, y la actuación de Bertuccelli será tan acertada y pertinente, que su presencia siempre estará en el aire. Su entorno es escandaloso; gente trabajando todo el día en su casa, una obra que está por estrenar que representa un sinfín de presiones, un ex marido que acaba de abandonarla sin muchas explicaciones, y demás instancias que sostendrán a la actriz en un constante estado de estrés. Tras enterarse de la compleja situación de salud de un amigo que vive en Dinamarca, al cual en algún punto descuidó, decide ir a visitarlo, un poco por culpa, otro poco porque le importa, y quizás otro tanto porque necesita escapar de un entorno que la aqueja, la sofoca y la amedrenta, exponiendo su frágil estabilidad psicológica constantemente, dejándola al al borde de un colapso.
Sin dudas estamos ante una gran película; pese a que tanto Bertuccelli como Tiscornia son debutantes en la dirección, Bertuccelli supo construir y desarrollar un personaje en base a sus capacidades actorales, que no son pocas; quizás este sea su papel más completo y complejo hasta la actualidad. La actriz logra sobrellevar a la perfección a una mujer que lucha tanto contra el miedo externo, así como demonios propios, con inseguridades, y con un constante estado de estrés y una ansiedad insostenible. Otro de los grandes aportes es la actuación de Diego Velázquez, así como las breves, pero oportunas, apariciones de Gabriel Goity y Darío Grandinetti. La historia está delineada casi a la perfección, con un más que interesante trabajo de guión. Por momentos jugando con la comedia, pero sin dudas sobre un trasfondo puramente dramático, a veces la cinta incomoda, y eso es logro tanto desde el despliegue actoral, como desde la dirección. El trabajo de cámara, fotografía, y encuadres, brindan a su manera fuerza a la historia, así como algunas pausas, y pasajes, que en su totalidad la dotan de ciertos rasgos que la aproximan al cine de autor, aunque algunos lo renieguen. Quizás haya algún que otro detalle a cuestionar, pero son mínimos, en una historia que vale la pena ver.
7
14 de septiembre de 2007
14 de septiembre de 2007
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que no soy, ni jamás seré, seguidor del cine épico. Es que por lo general las películas que superan las dos horas de extensión me aburren, y eso es una ley para toda película que deba llamarse épica.
Pero saber que en esta ocasión teníamos trás las cámaras al gran Martin Scorsese, me llevo a ver "Gangs of New York", y la diferencia con cualquier otra película del género es notoria.
Es que al hablar de cine no se nos puede escapar un punto clave; cualquier director que se pueda tratar de grande y excepcional, a la hora de filmar el género que sea demuestra sus virtudes; pasó con Kubrick, pasó con Polanski, pasó con Truffaut y, desde ya, pasó y pasará con Martin Scorsese.
"Gangs of New York" es la película por la que el cine épico debe sentirse orgulloso.
Esta cuenta la historia de Estados Unidos allá por mediados del siglo XIX y la situación que atravesaban los extranjeros por aquel entonces, y la dura y violenta vida en la que se estaba sumergido.
Scorsese marca a la perfección los tiempos a la hora de narrar la historia, de tal forma que a los largo de las dos horas cuarenta de film nunca llega a aburrir. A la vez no pierde ocasión de utilizar algunas de las características de su cine violento, aunque más moderado que en otras ocasiones.
Vale agregar la capacidad de Scorsese de encontrar en Di Caprio un actor a la talla y hacer notar a Cameron Diaz, aunque ella ya había demostrado su talento en películas anteriores como "Being John Malkovich".
La banda de sonido en su totalidad esta adecuada al film, y debo añadir que el tema de U2 compuesto para la ocasión y titulado "The Hand That Built America", hace su pequeño aporte al cierre del mismo.
Pero saber que en esta ocasión teníamos trás las cámaras al gran Martin Scorsese, me llevo a ver "Gangs of New York", y la diferencia con cualquier otra película del género es notoria.
Es que al hablar de cine no se nos puede escapar un punto clave; cualquier director que se pueda tratar de grande y excepcional, a la hora de filmar el género que sea demuestra sus virtudes; pasó con Kubrick, pasó con Polanski, pasó con Truffaut y, desde ya, pasó y pasará con Martin Scorsese.
"Gangs of New York" es la película por la que el cine épico debe sentirse orgulloso.
Esta cuenta la historia de Estados Unidos allá por mediados del siglo XIX y la situación que atravesaban los extranjeros por aquel entonces, y la dura y violenta vida en la que se estaba sumergido.
Scorsese marca a la perfección los tiempos a la hora de narrar la historia, de tal forma que a los largo de las dos horas cuarenta de film nunca llega a aburrir. A la vez no pierde ocasión de utilizar algunas de las características de su cine violento, aunque más moderado que en otras ocasiones.
Vale agregar la capacidad de Scorsese de encontrar en Di Caprio un actor a la talla y hacer notar a Cameron Diaz, aunque ella ya había demostrado su talento en películas anteriores como "Being John Malkovich".
La banda de sonido en su totalidad esta adecuada al film, y debo añadir que el tema de U2 compuesto para la ocasión y titulado "The Hand That Built America", hace su pequeño aporte al cierre del mismo.

6,3
219
7
11 de junio de 2019
11 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El intérprete (Timocnik)" es la nueva película del cineasta eslovaco Martín Sulik, realizador de filmes como "Neha", "El jardín" o "Gypsy". No obstante, el dato más interesante de esta co-producción entre Eslovaquia, República Checa y Austria es que uno de sus protagonistas es Jirí Menzel, uno de los nombres claves de la Nueva Ola Checoslovaca, director de películas como "Trenes rigurosamente vigilados", "Un verano caprichoso", "Mi dulce pueblito" o "Yo serví al rey de Inglaterra".
La historia de "El intérprete" comienza cuando Ali Ungar (interpretado por Menzel), un hombre de unos 80 años, decide ir a buscar al responsable de la muerte de sus padres, al darse cuenta mediante un libro escrito por un ex oficial de la SS de que fueron asesinados por orden de este. Una vez llegado al lugar en cuestión, se encontrará con Georg Graubner (Peter Simonischek), hijo del oficial Graubner, quien le informa que este no se encuentra, debido a que está muerto desde hace años, y poco sabe de lo que hizo en vida, aunque no le son ajenas las actividades que realizó su padre durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a no iniciar esta relación de la mejor manera, por razones evidentes, Georg decide posteriormente ir al encuentro con Ali y contratarlo, para realizar un viaje e investigar sobre el pasado de su padre. Una vez embarcados en el viaje, las personalidades contrapuestas de ambos no tardarán en hacerse notar; uno más serio, conservador, estructurado; el otro más alegre, liberal y despreocupado. Pese a los problemas que de esto puede devenir, parte de lo planeado lograrán llevarlo a cabo.
SI bien en "El intérprete" Martin Sulik toca un tema muy recurrente, es interesante la propuesta en algún sentido, ya que, sin dejar de lado lo dramático que es propio de una historia como la abordada, en instancias la desvía al plano de la comedia, logrando una interesante cruza de géneros, que coopera en la fluctuación de la cinta durante su primera mitad. Las actuaciones de Menzel y Simonischek es otro de los puntos destacables, jugando desde ese suerte de contrapuestos, cada uno muy acertado en su lugar, así como la utilización de la música, el trabajo de fotografía, y la exposición de ciertos paisajes que ayudan a la hora de imbuirse en la historia. Quizás lo mas cuestionable sea que la extensión algo larga de la cinta se perciba de manera muy marcada por momentos, generando cierta des-conexión con la trama, y que no todo lo referido al plano de lo humorístico funcione, siendo algunas situaciones recurrentes y oportunas, mientras que otras resulten poco atractivas. Por lo demás, "El intérprete" es una propuesta válida de ver.
La historia de "El intérprete" comienza cuando Ali Ungar (interpretado por Menzel), un hombre de unos 80 años, decide ir a buscar al responsable de la muerte de sus padres, al darse cuenta mediante un libro escrito por un ex oficial de la SS de que fueron asesinados por orden de este. Una vez llegado al lugar en cuestión, se encontrará con Georg Graubner (Peter Simonischek), hijo del oficial Graubner, quien le informa que este no se encuentra, debido a que está muerto desde hace años, y poco sabe de lo que hizo en vida, aunque no le son ajenas las actividades que realizó su padre durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a no iniciar esta relación de la mejor manera, por razones evidentes, Georg decide posteriormente ir al encuentro con Ali y contratarlo, para realizar un viaje e investigar sobre el pasado de su padre. Una vez embarcados en el viaje, las personalidades contrapuestas de ambos no tardarán en hacerse notar; uno más serio, conservador, estructurado; el otro más alegre, liberal y despreocupado. Pese a los problemas que de esto puede devenir, parte de lo planeado lograrán llevarlo a cabo.
SI bien en "El intérprete" Martin Sulik toca un tema muy recurrente, es interesante la propuesta en algún sentido, ya que, sin dejar de lado lo dramático que es propio de una historia como la abordada, en instancias la desvía al plano de la comedia, logrando una interesante cruza de géneros, que coopera en la fluctuación de la cinta durante su primera mitad. Las actuaciones de Menzel y Simonischek es otro de los puntos destacables, jugando desde ese suerte de contrapuestos, cada uno muy acertado en su lugar, así como la utilización de la música, el trabajo de fotografía, y la exposición de ciertos paisajes que ayudan a la hora de imbuirse en la historia. Quizás lo mas cuestionable sea que la extensión algo larga de la cinta se perciba de manera muy marcada por momentos, generando cierta des-conexión con la trama, y que no todo lo referido al plano de lo humorístico funcione, siendo algunas situaciones recurrentes y oportunas, mientras que otras resulten poco atractivas. Por lo demás, "El intérprete" es una propuesta válida de ver.

6,7
10.453
8
31 de diciembre de 2017
31 de diciembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para algunos es difícil hoy establecer cual es el director más interesante dentro del cine británico; otros
no dudamos de que es Ken Loach, un realizador con 81 años de edad, que sigue trabajando arduamente después de más de 50 años de trayectoria, y el cual este año volvió a ser mencionado y reconocido por el estreno de su cinta más reciente, "Yo Daniel Blake". ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes del año pasado, así como el BAFTA a mejor película británica, y el César a mejor film extranjero y el Premio del Público en el Festival de San Sebastián. Por ende nunca está de más, repasar alguna de sus obras, aunque hayan pasado años de su estreno.
"Buscando a Eric", sin duda alguna, se presenta como una de las producciones más atípicas de Ken Loach, sabiendo desde antemano que Eric, el protagonista, al borde de sobrepasar un momento de plena angustia y crisis existencial, reciba una inesperada visita de quien reconoce como su ídolo máximo; el peculiar futbolista francés Eric Cantona, siempre recordado por su carrera futbolística en el Manchester United inglés. Inicialmente Loach recordará muchos de sus goles, y grandes jugadas que lo hicieron ser figura de devoción para los seguidores del club, pero a medida que avanza el film, también se recordará aquel suceso negativo, la famosa patada brindada a un hincha por el cual recibiría una severa suspensión de ocho meses.
Lo que en un principio parece más abocado a recordar la técnica y la singularidad del jugador francés, sumado a algunas bromas y comentarios que hace en medio del metraje, paulatinamente se vuelca a los problemas que atraviesa Eric, tanto con la madre de su hija, con la que está peleado desde hace décadas, como con sus hijos adoptivos, y las amistades poco agradable que los muchachos tienen. Será quizás, uno de los consejos del futbolista el que abra el ángulo de percepción de Eric, cuando le diga que el mejor momento de su carrera no fue un gol propio, sino un pase, un obsequio, porque en ese instante sintió que podía depositar la confianza en otro. en un compañero, y eso era fundamental.
Es por eso que en esta odisea personal, Eric muchas veces está solo, y ahí cobra fuerza el espíritu de
Cantona, que emerge como una figura imaginaria, pero que, de forma inusual, es el envión anímico que el protagonista necesita para dar la cara antes los problemas y no refugiarse en la nada. Quizás Loach quiso reafirmar esa condición del humano en creer cosas que no son tangibles, que son invisible a los ojos, pero es lo que lo reanima a uno en esos momento de crisis y soledad, como una forma de esquivar la depresión y el recaer en lugares oscuros y poco reconfortantes. También permite el hecho de la redención, reconocer un error y saber dar lugar a instancias que muchas veces se prefiere evitar, pero que terminan siendo necesarias, en especial cuando hay seres preciados de por medio.
No obstante, Buscando a Eric quizás no tenga ni el vuelo, ni el compromiso social de cintas emblemáticas de Ken Loach como "El Viento que Acaricia el Prado", "The Navigators" o "Tierra y Libertad", pero no podemos negar que estamos ante un trabajo impecable, dotado de una cantidad importante de momentos emotivos, con ciertas licencias, pero que a lo largo de casi dos horas entretiene y no nos hunde en un concepto vació, sino que nos lleva a la reflexión y al análisis de los hechos y su naturaleza.
no dudamos de que es Ken Loach, un realizador con 81 años de edad, que sigue trabajando arduamente después de más de 50 años de trayectoria, y el cual este año volvió a ser mencionado y reconocido por el estreno de su cinta más reciente, "Yo Daniel Blake". ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes del año pasado, así como el BAFTA a mejor película británica, y el César a mejor film extranjero y el Premio del Público en el Festival de San Sebastián. Por ende nunca está de más, repasar alguna de sus obras, aunque hayan pasado años de su estreno.
"Buscando a Eric", sin duda alguna, se presenta como una de las producciones más atípicas de Ken Loach, sabiendo desde antemano que Eric, el protagonista, al borde de sobrepasar un momento de plena angustia y crisis existencial, reciba una inesperada visita de quien reconoce como su ídolo máximo; el peculiar futbolista francés Eric Cantona, siempre recordado por su carrera futbolística en el Manchester United inglés. Inicialmente Loach recordará muchos de sus goles, y grandes jugadas que lo hicieron ser figura de devoción para los seguidores del club, pero a medida que avanza el film, también se recordará aquel suceso negativo, la famosa patada brindada a un hincha por el cual recibiría una severa suspensión de ocho meses.
Lo que en un principio parece más abocado a recordar la técnica y la singularidad del jugador francés, sumado a algunas bromas y comentarios que hace en medio del metraje, paulatinamente se vuelca a los problemas que atraviesa Eric, tanto con la madre de su hija, con la que está peleado desde hace décadas, como con sus hijos adoptivos, y las amistades poco agradable que los muchachos tienen. Será quizás, uno de los consejos del futbolista el que abra el ángulo de percepción de Eric, cuando le diga que el mejor momento de su carrera no fue un gol propio, sino un pase, un obsequio, porque en ese instante sintió que podía depositar la confianza en otro. en un compañero, y eso era fundamental.
Es por eso que en esta odisea personal, Eric muchas veces está solo, y ahí cobra fuerza el espíritu de
Cantona, que emerge como una figura imaginaria, pero que, de forma inusual, es el envión anímico que el protagonista necesita para dar la cara antes los problemas y no refugiarse en la nada. Quizás Loach quiso reafirmar esa condición del humano en creer cosas que no son tangibles, que son invisible a los ojos, pero es lo que lo reanima a uno en esos momento de crisis y soledad, como una forma de esquivar la depresión y el recaer en lugares oscuros y poco reconfortantes. También permite el hecho de la redención, reconocer un error y saber dar lugar a instancias que muchas veces se prefiere evitar, pero que terminan siendo necesarias, en especial cuando hay seres preciados de por medio.
No obstante, Buscando a Eric quizás no tenga ni el vuelo, ni el compromiso social de cintas emblemáticas de Ken Loach como "El Viento que Acaricia el Prado", "The Navigators" o "Tierra y Libertad", pero no podemos negar que estamos ante un trabajo impecable, dotado de una cantidad importante de momentos emotivos, con ciertas licencias, pero que a lo largo de casi dos horas entretiene y no nos hunde en un concepto vació, sino que nos lleva a la reflexión y al análisis de los hechos y su naturaleza.
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