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7,7
138.098
9
16 de febrero de 2009
16 de febrero de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué magnífica película, cómo me he divertido; Danny Boyle se ha currado su mejor obra sin duda, dirigiendo el guión de Simon Beaufoy que adapta la novela Q & A de Vikas Swarup. La historia es una extravagancia de tomo y lomo, honesta al mismo tiempo que inverosímil, un moderno cuento de hadas, eterna lucha entre el bien (el amor, las luces, los colores) y el mal (la oscuridad, la pobreza, la maldad, la intolerancia), con una espectacular ambientación, en Agra y Mumbai, metrópolis hipertrofiadas arquetípicas de ese universo tan peculiar y desconocido que es la India.
La trama sigue el triángulo formado por dos chicos, los hermanos Malik, Jamal y Salim, y Latika, el tercer lado. Me fascina cómo Boyle apuesta por el antagonismo entre los chicos: mientras el prota, Jamal, representa la pureza y la inocencia, Malik es el ángel guardián de la virtud de su hermano, conoce "el otro lado", pero hace todo lo posible por proteger al pequeño, sacrificándose contantemente, conociendo a la perfección la mitad oscura de la existencia, aunque lo arriesgue todo en el empeño. Desde el principio vemos esta dualidad, en esos muchachos, esos "slumdogs", chicos de chabola, iguales a los de casi cualquier lugar del mundo. La aparición de Latika significará la esperanza para Jamal, el futuro que apenas se puede vislumbrar en una vida en la que sólo hay lugar para el atroz presente.
Por ello la ventana del concurso televisivo es como una puerta cuántica, la certeza de que hay un más allá real y tangible...
No nos debe importar que las preguntas que se formulen en ese programa coincidan sospechosamente con la trayectoria vital del chaval, ya que la vocación de la peli es claramente ser una ficción, en ningún momento Boyle manda señales de que esto no sea un cuento, una fábula, y así lo debemos disfrutar; no obstante, se aprovecha para realizar una visión crítica de la situación social hindú, con unas cargas de profundidad que tienen su mira en la religión, los tremendos contrastes, la televisión, etc. La peli contiene tantos frentes que es difícil no olvidarse de alguno, pero me quedaría con la fascinante belleza de esa historia de determinación, amor y destino, con esa maravillosa adaptación de la iconografía "bollywoodiense" (sin duda gracias a la co-directora, Loveleen Tandan), con esa banda sonora de A.R. Rahman (quizá excesiva su nominación al óscar, pues no difiere en absoluto del color musical que contienen cientos de pelis hindúes), con ese espectacular trabajo de edición de Chris Dickens, con el talento narrativo a raudales que se ve en las pequeñas y grandes cosas (por ejemplo la escena de la representación de la ópera de Gluck, Orfeo y Eurídice, con un indudable paralelismo con la historia de Jamal) y la talentosa fotografía de Anthony Dod Mantle, parece que liberado de su adscripción al Dogma. Ah, y todos los actores están sobresalientes, sin excepción.
La trama sigue el triángulo formado por dos chicos, los hermanos Malik, Jamal y Salim, y Latika, el tercer lado. Me fascina cómo Boyle apuesta por el antagonismo entre los chicos: mientras el prota, Jamal, representa la pureza y la inocencia, Malik es el ángel guardián de la virtud de su hermano, conoce "el otro lado", pero hace todo lo posible por proteger al pequeño, sacrificándose contantemente, conociendo a la perfección la mitad oscura de la existencia, aunque lo arriesgue todo en el empeño. Desde el principio vemos esta dualidad, en esos muchachos, esos "slumdogs", chicos de chabola, iguales a los de casi cualquier lugar del mundo. La aparición de Latika significará la esperanza para Jamal, el futuro que apenas se puede vislumbrar en una vida en la que sólo hay lugar para el atroz presente.
Por ello la ventana del concurso televisivo es como una puerta cuántica, la certeza de que hay un más allá real y tangible...
No nos debe importar que las preguntas que se formulen en ese programa coincidan sospechosamente con la trayectoria vital del chaval, ya que la vocación de la peli es claramente ser una ficción, en ningún momento Boyle manda señales de que esto no sea un cuento, una fábula, y así lo debemos disfrutar; no obstante, se aprovecha para realizar una visión crítica de la situación social hindú, con unas cargas de profundidad que tienen su mira en la religión, los tremendos contrastes, la televisión, etc. La peli contiene tantos frentes que es difícil no olvidarse de alguno, pero me quedaría con la fascinante belleza de esa historia de determinación, amor y destino, con esa maravillosa adaptación de la iconografía "bollywoodiense" (sin duda gracias a la co-directora, Loveleen Tandan), con esa banda sonora de A.R. Rahman (quizá excesiva su nominación al óscar, pues no difiere en absoluto del color musical que contienen cientos de pelis hindúes), con ese espectacular trabajo de edición de Chris Dickens, con el talento narrativo a raudales que se ve en las pequeñas y grandes cosas (por ejemplo la escena de la representación de la ópera de Gluck, Orfeo y Eurídice, con un indudable paralelismo con la historia de Jamal) y la talentosa fotografía de Anthony Dod Mantle, parece que liberado de su adscripción al Dogma. Ah, y todos los actores están sobresalientes, sin excepción.
12 de febrero de 2009
12 de febrero de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay, no sé si seré justo con esta película, pero me parece que nos han querido vender una moto, eso sí, una moto bien empaquetadita y guapa, como la Triumph T110 en la que se pasea Pitt en varias de las escenas "de postal" que rellenan esta larga historia (o alargada, 167 minutos, muchos de ellos innecesarios). Me explico: se parte de la base de una idea de un literato de prestigio, Scott Fitzgerald, lo que ya da una pátina de culturilla a la cosa (aunque luego no se parezca un pelo a lo que escribió ese tipo); se contrata a un buen guionista, Eric Roth, capaz de escribir las palabras necesarias para diseñar un "blockbuster" (como demostraría, con más talento, en El Dilema, Ali, Munich, etc). Al frente del tinglado se pone a un David Fincher que tiene oficio, aunque uno pueda pensar qué pasaría si Spike Jonze (uno de los directores barajados) hubiera sido el elegido (aunque también podría ser peor, si la carta fuera la que llevaba Ron Howard). Claro, y, como no, necesitamos unos rostros conocidos y reconocibles "over the world", y para eso se ficha a Brad Pitt, aunque su ¿actuación? diste de ser interesante; eso sí, a su lado colocan un trío de féminas que sí que se lo curran y valen mucho para esto de la gran pantalla, como Cate Blanchett (Daisy), Tilda Swinton (Elizabeth) y Julia Ormond (Caroline), que se comen al amigo Pitt en todas las escenas en las que "cohabitan". Todo ello se edulcora con una musiquilla "ad hoc", ruidosa y grandilocuente, a cargo del francés Desplat, una fotografía muy lucida, firmada por Claudio Miranda, y un despliegue evidente de efectos especiales, maquillaje, vestuario, etc, todo muy bien hecho, porque hay mucha "pela" detrás, por supuesto.
Con todos estos mimbres, ya se ve que el cesto no va a estar mal hecho, pero...
Aquí es donde deberíamos tener una historia poderosa, imaginativa, diferente, sin embargo nos hallamos ante una revisión del cuento del Patito Feo, con "toques" de telefilm de sobremesa, de esos con peña con enfermedades raras a cuestas (aquí una especie de Hutchinson- Progeria), una vocación difícilmente ocultable de ser "otro" Forrest Gump (Roth "autoplagiándose"), y dosis repartidas de manera inteligente a lo largo del metraje de escenas sentimentaloides y almibaradas, mezcladas con otras en las que el escritor busca el aplauso ante su presunta originalidad (la escena del atropello del taxi, la parte final, etc.), junto con recursos que ya hemos visto en demasiadas ocasiones, como la de la narradora que va leyendo un diario (lo que disturba y entorpece la propia narración) o las molestas voces en off (tanto de Benjamin como de Daisy) que cada poco nos van contando lo que pasa, en vez de demostrarlo, que es lo que se debería haber hecho.
En fin, que otras veces seguro que me la meten doblada y no me doy cuenta, pero aquí creo que han pinchado en hueso (todo ello sin dejar de reconocer que la peli tiene un puntín agradable).
Con todos estos mimbres, ya se ve que el cesto no va a estar mal hecho, pero...
Aquí es donde deberíamos tener una historia poderosa, imaginativa, diferente, sin embargo nos hallamos ante una revisión del cuento del Patito Feo, con "toques" de telefilm de sobremesa, de esos con peña con enfermedades raras a cuestas (aquí una especie de Hutchinson- Progeria), una vocación difícilmente ocultable de ser "otro" Forrest Gump (Roth "autoplagiándose"), y dosis repartidas de manera inteligente a lo largo del metraje de escenas sentimentaloides y almibaradas, mezcladas con otras en las que el escritor busca el aplauso ante su presunta originalidad (la escena del atropello del taxi, la parte final, etc.), junto con recursos que ya hemos visto en demasiadas ocasiones, como la de la narradora que va leyendo un diario (lo que disturba y entorpece la propia narración) o las molestas voces en off (tanto de Benjamin como de Daisy) que cada poco nos van contando lo que pasa, en vez de demostrarlo, que es lo que se debería haber hecho.
En fin, que otras veces seguro que me la meten doblada y no me doy cuenta, pero aquí creo que han pinchado en hueso (todo ello sin dejar de reconocer que la peli tiene un puntín agradable).
18 de noviembre de 2008
18 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película colombiana que supone el debut en la dirección de Andrés Baiz, que adapta la novela de Mario Mendoza, basada en un escalofriante suceso real acaecido en 1986, y que se conoce como la masacre de Pozzetto, a cargo de un veterano de la guerra de Vietnam, Campo Elías Delgado.
Baiz rodea la historia principal, la de Eliseo (álter ego de Delgado) de otras dos historias paralelas, ambas también centradas en esa inexorabilidad del destino: la de un cura en crisis, al que la búsqueda de su identidad sexual le trae por el camino de la amargura, y la de una chica que se dedica a robar a hombres tras drogarlos. Estos tres caminos nos conducirán a una típica y no demasiado original trama de historias cruzadas, recurso un tanto forzado, porque lo que realmente está desarrollado es el personaje central, interpretado estupendamente por el mejicano Damián Alcázar (al que pudimos ver, entre otras, en El Crimen del Padre Amaro).
Creo que Baiz ha intentado con esta solución narrativa profundizar en el discurso de que nos sentimos a menudo atrapados en una existencia controlada, sin dejar rienda suelta a nuestros deseos más oscuros; no acabo de entender del todo la relevancia de esas historias paralelas, cuando de la principal se podría haber compuesto una película igualmente sórdida y apreciable, profundizando en las causas y los motivos, es decir, en la génesis de la mente del asesino, aunque es de agradecer la valentía en querer mostrar algo diferente, un discurso un poco más allá del "docudrama" en que podría haber degenerado la historia.
Lo mejor, para mí, ha sido el clímax de la película, sobre todo, como en mi caso, cuando acudí a verla sin tener referencias de lo que pasaba; el momento en el que la mente de Eliseo hace "click" me parece estupendo, y la escena del restaurante me ha resultado espléndida.
Baiz rodea la historia principal, la de Eliseo (álter ego de Delgado) de otras dos historias paralelas, ambas también centradas en esa inexorabilidad del destino: la de un cura en crisis, al que la búsqueda de su identidad sexual le trae por el camino de la amargura, y la de una chica que se dedica a robar a hombres tras drogarlos. Estos tres caminos nos conducirán a una típica y no demasiado original trama de historias cruzadas, recurso un tanto forzado, porque lo que realmente está desarrollado es el personaje central, interpretado estupendamente por el mejicano Damián Alcázar (al que pudimos ver, entre otras, en El Crimen del Padre Amaro).
Creo que Baiz ha intentado con esta solución narrativa profundizar en el discurso de que nos sentimos a menudo atrapados en una existencia controlada, sin dejar rienda suelta a nuestros deseos más oscuros; no acabo de entender del todo la relevancia de esas historias paralelas, cuando de la principal se podría haber compuesto una película igualmente sórdida y apreciable, profundizando en las causas y los motivos, es decir, en la génesis de la mente del asesino, aunque es de agradecer la valentía en querer mostrar algo diferente, un discurso un poco más allá del "docudrama" en que podría haber degenerado la historia.
Lo mejor, para mí, ha sido el clímax de la película, sobre todo, como en mi caso, cuando acudí a verla sin tener referencias de lo que pasaba; el momento en el que la mente de Eliseo hace "click" me parece estupendo, y la escena del restaurante me ha resultado espléndida.

7,3
59.278
7
18 de noviembre de 2008
18 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces es bueno ver remakes de pelis que no han envejecido bien o que directamente tenían sus fallos, a pesar de ser apreciables como la primera versión de la novela de John B. McDonald que dirigió en 1962 J. Lee Thompson. Aquí Scorsese, tras encadenar un buen puñado de obras maestras, se tomó esta peli como algo divertido, con toques perversos: en otra de esas historias que tratan sobre la eterna dualidad del bien y el mal, el director apuesta claramente por el malo, ese demoníaco Max Cady, el que, a pesar de ser un chungo de los gordos, nos cae muchísimo mejor que Sam Bowden, ese abogadillo tramposo al que la vida le ha dado una familia perfecta (aunque vislumbremos que algo va mal en esa "happy family", con una Jessica Lange estupenda interpretando a una esposa insatisfecha, o esa Juliette Lewis a sus 18 clavando la perfecta lolita a la que le va el lado oscuro, ya sea el Sexus de Henry Miller o un violador asesino al que le pone ojitos y morritos).
La trama es muy entretenida, y no nos importa demasiado que contenga auténticas barbaridades, que no dejan de ser licencias para acercarnos a ese enfrentamiento final entre dos egos tan contrapuestos como los representados por De Niro y Nolte (el primero disfrutando como un mico en un papel ideal para él, para extralimitarse, sobreactuar y hacer lo que le apetezca, y lo hace realmente bien, al igual que don Nick, que debía olerse lo que le esperaba ese mismo año, poniéndose bajo el látigo implacable de la Streisand en El Príncipe de las Mareas).
Scorsese tiene la honradez de homenajear las fuentes de las que bebe, por eso sitúa, aunque sea en papeles "residuales" a Gregory Peck, Robert Mitchum y Martin Balsam, procedentes de la peli original, respetando esa maravilla musical de Bernard Herrmann, con los arreglos de Elmer Bernstein. Si en algo es tremendamente superior la primera es en la foto, ya que creo que esta es una peli tan oscura que pide un blanco y negro como el que hizo Sam Leavitt, mejor que el color simplón de Freddie Francis, que no aporta demasiado.
La cosa flojea demasiado al final, se pide un esfuerzo demasiado grande al espectador para tragarse algo que es excesivamente inverosímil, pero no por ello deja mal sabor de boca.
La trama es muy entretenida, y no nos importa demasiado que contenga auténticas barbaridades, que no dejan de ser licencias para acercarnos a ese enfrentamiento final entre dos egos tan contrapuestos como los representados por De Niro y Nolte (el primero disfrutando como un mico en un papel ideal para él, para extralimitarse, sobreactuar y hacer lo que le apetezca, y lo hace realmente bien, al igual que don Nick, que debía olerse lo que le esperaba ese mismo año, poniéndose bajo el látigo implacable de la Streisand en El Príncipe de las Mareas).
Scorsese tiene la honradez de homenajear las fuentes de las que bebe, por eso sitúa, aunque sea en papeles "residuales" a Gregory Peck, Robert Mitchum y Martin Balsam, procedentes de la peli original, respetando esa maravilla musical de Bernard Herrmann, con los arreglos de Elmer Bernstein. Si en algo es tremendamente superior la primera es en la foto, ya que creo que esta es una peli tan oscura que pide un blanco y negro como el que hizo Sam Leavitt, mejor que el color simplón de Freddie Francis, que no aporta demasiado.
La cosa flojea demasiado al final, se pide un esfuerzo demasiado grande al espectador para tragarse algo que es excesivamente inverosímil, pero no por ello deja mal sabor de boca.

7,0
3.323
9
10 de octubre de 2008
10 de octubre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo hay en Irena que resulta inquietante, parece evidente desde el primer plano, pero lo iremos descubriendo a lo largo de las casi dos horas en las que Tornatore, de una manera absolutamente magistral, emplea los flashbacks para darnos pistas de ese pasado que parece perseguir a la ucraniana y que la lleva a actuar de esa manera tan extraña. Estos momentos son a veces oníricos, pequeños "flashes" que nos ayudan a entender la atroz existencia de la chica previa a su presente en una innominada población italiana; en otras ocasiones, aparecen personajes, que veremos cómo logran pasar la barrera del tiempo e impiden que Irena cierre cuentas con su pasado.
La narración se constituye en un thriller atípico, en el que el director juega con los espectadores, porque las pistas siempre son insuficientes, aunque todo se desvelará en el impresionante final.
Pienso que hay dos aspectos sobresalientes en la película: por una parte, la espléndida actuación de la actriz rusa Xenia Rappoport, cuyo talento se desborda en todas y cada una de las escenas que protagoniza, transmitiendo con una interpretación contenida un espectro de emociones impresionante; cada vez que sale en pantalla con Tea (no menos genial la niña Clara Dossena) casi podemos sentir físicamente ese "tour de force" emocional en el que Irena está aprendiendo a recuperar su humanidad y, sobre todo, su "esencia de mujer", mientras trata de ayudar a la pequeña a enfrentarse con la vida.
Por otro lado, destacaría la música de Ennio Morricone, probablemente la mejor banda sonora que haya escuchado este último año. La maestría del músico romano acentúa perfectamente las escenas fotografiadas por Fabio Zamarion, poniéndose al servicio de la historia y nunca imponiéndose sobre ella.
En definitiva, una espectacular y durísima película, bastante superior a los cánones habituales que se manejan en el thriller contemporáneo.
La narración se constituye en un thriller atípico, en el que el director juega con los espectadores, porque las pistas siempre son insuficientes, aunque todo se desvelará en el impresionante final.
Pienso que hay dos aspectos sobresalientes en la película: por una parte, la espléndida actuación de la actriz rusa Xenia Rappoport, cuyo talento se desborda en todas y cada una de las escenas que protagoniza, transmitiendo con una interpretación contenida un espectro de emociones impresionante; cada vez que sale en pantalla con Tea (no menos genial la niña Clara Dossena) casi podemos sentir físicamente ese "tour de force" emocional en el que Irena está aprendiendo a recuperar su humanidad y, sobre todo, su "esencia de mujer", mientras trata de ayudar a la pequeña a enfrentarse con la vida.
Por otro lado, destacaría la música de Ennio Morricone, probablemente la mejor banda sonora que haya escuchado este último año. La maestría del músico romano acentúa perfectamente las escenas fotografiadas por Fabio Zamarion, poniéndose al servicio de la historia y nunca imponiéndose sobre ella.
En definitiva, una espectacular y durísima película, bastante superior a los cánones habituales que se manejan en el thriller contemporáneo.
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