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Críticas ordenadas por utilidad
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9
6 de agosto de 2024
6 de agosto de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No ando con muchas ganas de escribir últimamente, pero al (volver a) ver esta película, y leer la (única y) pobre crítica que le han dedicado en mi sitio preferido, acá estoy, para quien quiera leer.
Muchos llegarán a esta revisando la filmografía de Demián Rugna, director que parece vivir su mejor momento luego del exitazo que clavó con "Cuando acecha la maldad". Y si bien son dos películas con universos, tonos y argumentos bien diferentes, creo que tienen en común el gusto por el cine que entretiene mucho y constantemente y, quizás por lo bajo, sugiere algo profundo (contrariamente a la mayoría del cine argentino, que suele "profundizar" mucho y constantemente y, quizás por lo bajo, sugiere algo entretenido). Dicho esto, señalo que para mi, No sabés con quien estás hablando es incluso mejor que Cuando acecha la maldad. Es más redonda, mejor escrita, más sorprendente en sus personajes. En fin, es un terrible peliculón de pe a pa.
Comedia de aventuras, muy graciosa, de gran ritmo, y que despliega un universo de marginalidad pop del conurbano lleno de encanto. Personajes como el sospechosísimo chamuyero Romano (Da Silva en su mejor papel, y ya van muchos muy buenos), El Buche (merece el spin off), el perdedor protagonista (y su madre, con esas caras), el obeso amigo, el niño nerd de los efectos especiales, las vecinas hot, los gitanos, los barrabravas del Club Temperley... Que si los clichés, que si los personajes caricaturescos, nada de eso hiere a la estupenda historia y al tremendo amor por el cine que exuda en cada recurso, en cada solución, en el alucinante casting. Una comedia de enorme guion, que puede transitar el absurdo y la estupidez sin desvanecerse en una truchada de poca seriedad.
La puesta no es simplemente cumplidora, es colorida y expresiva. Las explosiones, disparos y persecuciones están por encima de la media en el cine nacional. Y tanto ritmo, sonido, montaje y planos se articulan para sostener una aventura graciosa y peligrosa. En fin, explotation conurbano de alta calidad. Cine entretenimiento bien entendido.
Muchos llegarán a esta revisando la filmografía de Demián Rugna, director que parece vivir su mejor momento luego del exitazo que clavó con "Cuando acecha la maldad". Y si bien son dos películas con universos, tonos y argumentos bien diferentes, creo que tienen en común el gusto por el cine que entretiene mucho y constantemente y, quizás por lo bajo, sugiere algo profundo (contrariamente a la mayoría del cine argentino, que suele "profundizar" mucho y constantemente y, quizás por lo bajo, sugiere algo entretenido). Dicho esto, señalo que para mi, No sabés con quien estás hablando es incluso mejor que Cuando acecha la maldad. Es más redonda, mejor escrita, más sorprendente en sus personajes. En fin, es un terrible peliculón de pe a pa.
Comedia de aventuras, muy graciosa, de gran ritmo, y que despliega un universo de marginalidad pop del conurbano lleno de encanto. Personajes como el sospechosísimo chamuyero Romano (Da Silva en su mejor papel, y ya van muchos muy buenos), El Buche (merece el spin off), el perdedor protagonista (y su madre, con esas caras), el obeso amigo, el niño nerd de los efectos especiales, las vecinas hot, los gitanos, los barrabravas del Club Temperley... Que si los clichés, que si los personajes caricaturescos, nada de eso hiere a la estupenda historia y al tremendo amor por el cine que exuda en cada recurso, en cada solución, en el alucinante casting. Una comedia de enorme guion, que puede transitar el absurdo y la estupidez sin desvanecerse en una truchada de poca seriedad.
La puesta no es simplemente cumplidora, es colorida y expresiva. Las explosiones, disparos y persecuciones están por encima de la media en el cine nacional. Y tanto ritmo, sonido, montaje y planos se articulan para sostener una aventura graciosa y peligrosa. En fin, explotation conurbano de alta calidad. Cine entretenimiento bien entendido.

6,7
8.971
6
23 de mayo de 2024
23 de mayo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dime de qué alardeas y te diré de qué careces..." este viejo adagio nunca falla. La isla del Japón, su machacante supuesto sentido del honor, su cultura milenaria, nos llega como faro cultural de oriente. Lamento sonar polémico, pero a esta altura me sabe a puros clichés: la realidad no da la talla de tanta alharaca. El faro cultural de oriente no es más que el país más occidentalizado de su región; su cultura milenaria fue totalmente pisoteada por un estilo de vida tecnocrático, deshumanizante y asfixiante, impuesto después de las bombas atómicas; y su tan mentada honradez... qué decirles, mejor citar a Diego Armando Maradona: "No me dejan entrar a Japón porque consumí drogas, pero dejan entrar a los yanquis que les tiraron dos bombas atómicas". No recuerdo casi películas japonesas en las que culpen a los yanquees de nada. Ni siquiera películas de Godzilla. Ni siquiera esta, la que supuestamente retoma el tema político con las heridas ya largamente cerradas. Ahí tenemos el famoso honor de los japoneses, tema este tan apuntalado en la cultura nipona "for export", pero que no resiste mucho análisis. Y acá tenemos la última versión de este tango nuclear tantas veces llorado, en forma de película aceptable, interesante, pero que, finalmente, para valorarla positivamente, hay que caer en comparaciones con idioteces yanquees de la talla de Godzilla vs Kong u otros delirios infantiloides.
Godzilla viene siendo, hace más de 60 años, un ícono que sale de posters y remeras para aplastar ciudades, o protagonizar peleas de catch con algún otro deforme monumental. Por eso, una nueva intentona, ahora si japonesa, que retoma el trasfondo político social del primer Godzilla, aquel monstruo alegórico de los traumas del Japón post bombas atómicas (y no post guerra, como escriben algunos), se recibe con bombos y matracas. ¡Enhorabuena! Pero pero pero... no todo lo que reluce es radiación atómica. Veamos de qué trata dicho abordaje socio político.
Por empezar, las bombas atómicas brillan por su ausencia. La guerra es un tópico omnipresente en la trama, pero no así el ataque nuclear genocida perpetrado por EEUU. Una omisión olímpica, puesto que el monstruo sería producto de la radiación, y no de la guerra en sí. Hay comentarios, tímidos, capciosos. Como aquel de "no podemos contar con el gobierno de Japón ni con el de Estados Unidos", engañoso concepto, siendo uno TU gobierno y siendo el otro aquel que bombardeó con armas de destrucción masiva ciudades enteras. Pero la película no es nada ambigua, ni tampoco invita a la reflexión, ni se le atreve a los discursos oficiales: la culpa de todo, repiten una y otra vez, la tiene el Japón imperial pre guerra (y no el Estados Unidos imperial post guerra). Y para peor, se postula el combate contra el monstruo radiactivo como una nueva guerra, esta vez para la reconstrucción (y no para la destrucción). Una guerra constructiva, una alegoría de los esfuerzos del pueblo japonés durante los años posteriores. Una romantización del cobarde sometimiento a los designios yanquees, maquillado de patriotismo popular nipón; o peor, un eufemismo de la guerra sucia que llevó a cabo el Japón de la reconstrucción contra los pueblos pobres de su región.
¿Miedo atómico? Nada, cero. Mejor no hablar de esas cosas. Me pregunto entonces si no sería mejor Godzilla vs Terminator, que este falso abordaje sociopolítico.
Lo demás, un guión topiquero pero sólido, con sentimentalismo y (falso) patriotismo al uso, y esas toneladas de CGI que hoy día parece que todos aceptan pero para mi no hay caso: el monstruo no está mal, pero los fondos, los cielos, el filtro que le hacen a todo para empatar lo filmado con lo digitalmente dibujado, me parece inmirable. En ésta, y en todas las demás películas CGI formes.
En fin, viendo que no le dicen nada al imperio Yanquee, hasta parece que les gusta que les tiren bombas atómicas.
Godzilla viene siendo, hace más de 60 años, un ícono que sale de posters y remeras para aplastar ciudades, o protagonizar peleas de catch con algún otro deforme monumental. Por eso, una nueva intentona, ahora si japonesa, que retoma el trasfondo político social del primer Godzilla, aquel monstruo alegórico de los traumas del Japón post bombas atómicas (y no post guerra, como escriben algunos), se recibe con bombos y matracas. ¡Enhorabuena! Pero pero pero... no todo lo que reluce es radiación atómica. Veamos de qué trata dicho abordaje socio político.
Por empezar, las bombas atómicas brillan por su ausencia. La guerra es un tópico omnipresente en la trama, pero no así el ataque nuclear genocida perpetrado por EEUU. Una omisión olímpica, puesto que el monstruo sería producto de la radiación, y no de la guerra en sí. Hay comentarios, tímidos, capciosos. Como aquel de "no podemos contar con el gobierno de Japón ni con el de Estados Unidos", engañoso concepto, siendo uno TU gobierno y siendo el otro aquel que bombardeó con armas de destrucción masiva ciudades enteras. Pero la película no es nada ambigua, ni tampoco invita a la reflexión, ni se le atreve a los discursos oficiales: la culpa de todo, repiten una y otra vez, la tiene el Japón imperial pre guerra (y no el Estados Unidos imperial post guerra). Y para peor, se postula el combate contra el monstruo radiactivo como una nueva guerra, esta vez para la reconstrucción (y no para la destrucción). Una guerra constructiva, una alegoría de los esfuerzos del pueblo japonés durante los años posteriores. Una romantización del cobarde sometimiento a los designios yanquees, maquillado de patriotismo popular nipón; o peor, un eufemismo de la guerra sucia que llevó a cabo el Japón de la reconstrucción contra los pueblos pobres de su región.
¿Miedo atómico? Nada, cero. Mejor no hablar de esas cosas. Me pregunto entonces si no sería mejor Godzilla vs Terminator, que este falso abordaje sociopolítico.
Lo demás, un guión topiquero pero sólido, con sentimentalismo y (falso) patriotismo al uso, y esas toneladas de CGI que hoy día parece que todos aceptan pero para mi no hay caso: el monstruo no está mal, pero los fondos, los cielos, el filtro que le hacen a todo para empatar lo filmado con lo digitalmente dibujado, me parece inmirable. En ésta, y en todas las demás películas CGI formes.
En fin, viendo que no le dicen nada al imperio Yanquee, hasta parece que les gusta que les tiren bombas atómicas.

6,4
661
9
21 de mayo de 2024
21 de mayo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
...misteriosa, entretenida, lírica, subyugante, perversa. En fin, no mucho que agregar a las excelentes reseñas de los colegas que le clavaron el merecido 10.
Eleva el cine chungo y de explotación a la categoría de cine arte, o incluso, de personalísima escultura audiovisual. Una obra plástica, donde las pésimas actuaciones (desde ya, Christopher Lee está MAGISTRAL, el resto parecen una obra de teatro escolar) no le hacen cosquillas al lirismo de los textos, sobre todo, porque parece estar filmada bajo un afiebrado y sublime estado de gracia fotográfica.
En fin, una gema gótica, pictórica y lúgubre, pero remil divertida, del (por todos conocido como) maestro Mario Bava. No es cine que promueva reflexiones profundas, pero si que cala hondo su desfachatado retrato de cierta sexualidad enfermiza, hallando un memorable fetiche cinematográfico: la relación entre un cuerpo y el látigo.
Eleva el cine chungo y de explotación a la categoría de cine arte, o incluso, de personalísima escultura audiovisual. Una obra plástica, donde las pésimas actuaciones (desde ya, Christopher Lee está MAGISTRAL, el resto parecen una obra de teatro escolar) no le hacen cosquillas al lirismo de los textos, sobre todo, porque parece estar filmada bajo un afiebrado y sublime estado de gracia fotográfica.
En fin, una gema gótica, pictórica y lúgubre, pero remil divertida, del (por todos conocido como) maestro Mario Bava. No es cine que promueva reflexiones profundas, pero si que cala hondo su desfachatado retrato de cierta sexualidad enfermiza, hallando un memorable fetiche cinematográfico: la relación entre un cuerpo y el látigo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Kurt retorna al castillo y sus apariciones ante cada familiar son totalmente fantasmales. No hay tanta diferencia a cuando es un fantasma propiamente (¿o es a caso producto de la imaginación de Nevenka?).
Las revelaciones hacia el final resuelven las incógnitas del inicio, pero no las responden:
¿Qué había pasado para que Kurt se fuera? ¿la hija de la criada se mató por él? ¿Fue asesinada por Nevenka? Ambas podrían ser correctas. Pero, incluso, también puede ser que Nevenka se vuelva asesina ante las reiteradas vejaciones de Kurt. "Tu no has cambiado nada, siempre te gustó la violencia", le dice Kurt cuando la ¿castiga? con el látigo. Y al final, cuando la vemos matar, no sabemos si él tenía verdad sobre ella, o si ella pierde la razón por él
Y esas vejaciones, esa pedagogía de la violación que ofrece la obra... hablemos del látigo. Kurt, cara de enfermo en transe (cara de "te gusta putita"), le da con la fusta y ella lo sufre, hasta que el sexo se impone. Estará quien piensa que Nevenka se enciende de ese modo, que siempre "le gustó la violencia", y estará quien entienda que cualquier persona, en esa circunstancia, prefiere ser violado a que le sigan pegando latigazos, y no tiene más que fingir excitación para que su violador deje de pegarle y la pesadilla termine cuanto antes. Lo mejor, creo, es que la película no termina de explicar lo uno ni lo otro, lo que la hace un complejo estudio sobre el sadomasoquismo, quizás.
Desde ya, pensar en esas cosas, es demasiado jugado para una película bajo presupuesto, que casi prescinde de la actuación, escrita, producida y rodada con total urgencia. Filmada, eso si, como la mejor película de la historia del cine.
Las revelaciones hacia el final resuelven las incógnitas del inicio, pero no las responden:
¿Qué había pasado para que Kurt se fuera? ¿la hija de la criada se mató por él? ¿Fue asesinada por Nevenka? Ambas podrían ser correctas. Pero, incluso, también puede ser que Nevenka se vuelva asesina ante las reiteradas vejaciones de Kurt. "Tu no has cambiado nada, siempre te gustó la violencia", le dice Kurt cuando la ¿castiga? con el látigo. Y al final, cuando la vemos matar, no sabemos si él tenía verdad sobre ella, o si ella pierde la razón por él
Y esas vejaciones, esa pedagogía de la violación que ofrece la obra... hablemos del látigo. Kurt, cara de enfermo en transe (cara de "te gusta putita"), le da con la fusta y ella lo sufre, hasta que el sexo se impone. Estará quien piensa que Nevenka se enciende de ese modo, que siempre "le gustó la violencia", y estará quien entienda que cualquier persona, en esa circunstancia, prefiere ser violado a que le sigan pegando latigazos, y no tiene más que fingir excitación para que su violador deje de pegarle y la pesadilla termine cuanto antes. Lo mejor, creo, es que la película no termina de explicar lo uno ni lo otro, lo que la hace un complejo estudio sobre el sadomasoquismo, quizás.
Desde ya, pensar en esas cosas, es demasiado jugado para una película bajo presupuesto, que casi prescinde de la actuación, escrita, producida y rodada con total urgencia. Filmada, eso si, como la mejor película de la historia del cine.

5,9
3.906
3
20 de marzo de 2024
20 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El universo vampírico que abre esta película es original. El reparto es estupendo. La foto es mucho muy bonita, aunque empalagosamente publicitaria. La banda sonora es una delicia. El vestuario no es deficiente. La ambientación es soberbia, e incluso hay atmósfera y clima durante casi toda la película.
Sin embargo, es más mala que apagar el cigarrillo en la piel de un bebé recién nacido.
¿Por qué? ¿Qué falló?
A mi modo de ver, todo el tema vampírico es un decorado temático para contarnos un romance juvenil que, en el mejor de los casos, resultaría ficción para quinceañeras calenturientas. Y este, además, no es el mejor de los casos, precisamente. El romance acá intentado, además, carece de absolutamente todo. Ellos no tienen química, él no actúa ella sobreactúa sus caritas de compungida. El guión tampoco les preparó momentos o secuencias con algún mínimo significado y/o gracia. No se llega a sospechar en qué se apoyaría aquel enamoramiento. Él la intenta violar, ella lo asesina y lo condena a ser un monstruo, vamos, la historia de amor con que soñamos todos ¿? Todo es de una frivolidad y un esteticismo ridículo e insulso.
El romance es acá un mal camino, por el que, además, no se sabe transitar dignamente.
Y ya ni hablemos de las partes de acción y/o terror. No respetan la más mínima convención de lógica para construir un poco de riesgo o interés. Todo es una chorrada infumable. Un castigo, un suplicio.
Que pena, tanto recurso, para contarnos un superfluo romance juvenil.
Sexy cowboys-vampiros publicitarios que nunca a nadie gustaron, y que ahora generan una terrible e insoportable vergüenza.
Sin embargo, es más mala que apagar el cigarrillo en la piel de un bebé recién nacido.
¿Por qué? ¿Qué falló?
A mi modo de ver, todo el tema vampírico es un decorado temático para contarnos un romance juvenil que, en el mejor de los casos, resultaría ficción para quinceañeras calenturientas. Y este, además, no es el mejor de los casos, precisamente. El romance acá intentado, además, carece de absolutamente todo. Ellos no tienen química, él no actúa ella sobreactúa sus caritas de compungida. El guión tampoco les preparó momentos o secuencias con algún mínimo significado y/o gracia. No se llega a sospechar en qué se apoyaría aquel enamoramiento. Él la intenta violar, ella lo asesina y lo condena a ser un monstruo, vamos, la historia de amor con que soñamos todos ¿? Todo es de una frivolidad y un esteticismo ridículo e insulso.
El romance es acá un mal camino, por el que, además, no se sabe transitar dignamente.
Y ya ni hablemos de las partes de acción y/o terror. No respetan la más mínima convención de lógica para construir un poco de riesgo o interés. Todo es una chorrada infumable. Un castigo, un suplicio.
Que pena, tanto recurso, para contarnos un superfluo romance juvenil.
Sexy cowboys-vampiros publicitarios que nunca a nadie gustaron, y que ahora generan una terrible e insoportable vergüenza.

6,5
1.891
8
6 de septiembre de 2022
6 de septiembre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los racistas adoran a los perros, lo que no quiere decir que todos los que adoran a los perros sean racistas. Como sea, esta joya totalmente recomendable admite una advertencia: es un filme televisivo, un tanto sobre explicado, mal actuado y con un desarrollo de guión casi infantil. Sin embargo, de a ratos parece filmada por un genio total, de la imagen, del lenguaje, de la narrativa. Deja escenas memorables, como la del perro atravesando un vidrio que estalla en mil pedazos; o esos retratos de lobo ensangrentado bajo un cielo rojo sangre. Y nos divierte con un argumento malsano, (casi una humorada negra), que emplea la fantasía metafóricamente en favor de un mensaje incómodo, y con una conclusión totalmente pesimista.
En su momento tuvo problemas de estreno porque se la acusó de película racista. Vista hoy no caben dudas: no lo es; de hecho, se trata de una película sobre el racismo, cruda y dura, que muestra el problema y nos sugiere, una y otra vez, lo que nadie quiere escuchar: ningún racista tiene cura.
En su momento tuvo problemas de estreno porque se la acusó de película racista. Vista hoy no caben dudas: no lo es; de hecho, se trata de una película sobre el racismo, cruda y dura, que muestra el problema y nos sugiere, una y otra vez, lo que nadie quiere escuchar: ningún racista tiene cura.
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