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Críticas 135
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
20 de septiembre de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
"Flojísima película en la que, inexplicablemente, aparece Ron Perlman".

Disculpadme si no centro mi discurso en Danny Trejo, pero es que el resto de críticas ya explican y especifican con exactitud lo que supone la aparición de este tipo en pantalla. En la actualidad, se da una defensa a ultranza de este actor; se le ha encumbrado como a un ídolo. Antes de su breve aparición (como falso trailer) entre los films "Planet Terror" y "Death Proof", donde interpretaba a "Machete", un asesino con muchos cuchillos de diferentes tamaños, a nadie le interesaba demasiado este tipo. Salvando, eso sí, a fans incondicionales y verdaderos freaks. Por eso me jode que la gente hable de Danny Trejo con forzada devoción, como si su mera presencia alzase la calidad de cualquier cinta por la que se pasee dando palos a troche y moche. "Bad Ass" es indefendible. Y aun así me gustó...

Mala en esencia, cumple todos los clichés del género, es rutinaria y torpe, y sin embargo uno desea que al "Broncas" le vayan bien las cosas. Y, salvando situaciones inconcebibles en las que Trejo se maja a hostias con chavales de veinticinco años pertenecientes a las peores bandas de la ciudad, pero que al parecer estos grupos no disponen de armas de fuego para freírlo a tiros, resulta imposible evitar sentir simpatía por el personaje. Salvando esto, el resto es prescindible.

Mención especial merece la banda sonora, con su magnánimo "I´m a bad aasss, I´m a bad asss... I´m Baaad", tema de hip hop que hace gracia la primera vez, pero que a la tercera que te la sueltan provoca vergüenza ajena.

Me estoy yendo del tema... la cuestión clave es: ¿Por qué actúa aquí Ron Perlman? ¿Cómo tuvo hueco para esto? Pero ya estoy cansado de escribir... no quería ni mencionar a Danny Trejo y resulta imposible hacerlo. Es un tipo que cae de puta madre.

No la veas si no dispones de muuucho tiempo libre, o eres fan del mexicano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué El Broncas revienta a todo chavalito de veinte años en plena forma y después recibe de lo lindo de un puto gordaco que supera con toda probabilidad los cuarenta?

Ah, se me olvidaba: todo esto es una broma, puro sarcasmo e ironía... eso espero.
28 de agosto de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
Bonito cuento moderno donde se trata con suavidad almibarada el siempre difícil tema de la inmigración ilegal africana en Francia. Marcel es limpiabotas y trabaja para sostener la delicada economía que mantiene junto a su mujer en su pequeño domicilio ubicado en un barrio pobre, donde todos los vecinos se conocen y mantienen una relación estrecha con el protagonista. A menudo, Marcel no dispone de dinero para poder pagar ni tan siquiera una barra de pan, pero los vendedores de su calle le fían –con mayor o menor displicencia- casi a fondo perdido, y la tabernera le invita a la mayoría de las copas que consume tras finalizar su dura jornada de trabajo en las calles de El Havre, una población francesa ubicada al noroeste del país, en la vieja provincia normanda.

La humilde y apacible existencia de nuestro protagonista se verá sacudida por la inesperada enfermedad de su mujer, que tendrá que ser hospitalizada con carácter reservado sin que Marcel sepa muy bien cuál es su diagnóstico. Además, un suceso inesperado pondrá en alerta a toda la ciudad: la policía descubrirá a un grupo de inmigrantes ilegales encerrados en un container ubicado en el puerto de forma transitoria. La intención del grupo será embarcar camuflados entre la mercancía y acceder de forma ilegal a Inglaterra, pero la operación policial dará al traste con sus intenciones. Durante la redada, uno de los chicos escapará corriendo y se esconderá en las aguas del puerto para evitar ser detenido por la policía. A partir de ese instante, El Havre pondrá a su dispositivo policial en búsqueda del chico, pero Marcel lo encontrará antes y decidirá ayudarlo.

La película explora todos aquellos rincones donde descansa la bondad y compasión humanas. Se ensalza a la amistad como el valor más hermoso, capaz de conseguir metas aparentemente imposibles. Toda una oda a la positividad y a los buenos sentimientos, con un protagonista entrañable, un niño –africano, negro- educado y lleno de ternura –lejos de los estereotipos negativos asociados a su etnia y situación, capaz de expresarse y agradecer las atenciones proporcionadas por el humilde Marcel que, junto a una comunidad de vecinos solidaria y benevolente, se enfrascará en la lucha por brindar al chico un futuro lejos de aquellas tierras, al lado de su madre, residente en la capital inglesa. Además, el filme, escrito, realizado y producido por Aki Kaurismäki, retrata a la comunidad emigrante africana afincada en Francia como a un grupo aislado pero receptivo y agradecido con quien le ofrece ayuda. Resulta hermosa esa escena en la que Marcel come a la intemperie con un grupo de inmigrantes quienes previamente le han respondido a sus preguntas y ofrecido comida.

La única pega puede ser la excesiva inocencia con la que es abordado un tema de difícil solución y latente conflicto entre las distintas capas de la sociedad en múltiples países europeos. No obstante, dado el cariz que está tomando la lucha estatal contra la inmigración ilegal en países como Grecia, convendría replantearnos el hecho de que un ser humano no migra de sus tierras o de su nación –donde tiene a su familia, conserva sus raíces, se siente parte de un todo- por capricho: es la miseria y la necesidad lo que le impulsa a abrirse paso alejándose de su cultura. En ocasiones olvidamos este hecho, crucial y de vital importancia, y observamos al inmigrante como un enemigo o competidor desleal sin pararnos a reflexionar sobre los dramas que atormentan su día a día, sin imaginarnos siquiera la insoportable soledad o el enorme esfuerzo del que precisa para salvaguardar su mera subsistencia y la de los suyos. Políticas de represión como la dirigida por el Gobierno griego en la actualidad, puede tener su justificación en el deseo de controlar una avalancha de indocumentados que, una vez cruzada la frontera, no dispondrán de las condiciones mínimas de vida en una sociedad desarrollada del primer mundo, pero no deja de ser execrable en sus formas ni de airear un viciado tufo a “ideología de otro tiempo”. Políticas represivas como las empleadas por Sarkozi, canalizadas contra la población gitana de origen rumano en Francia, son absolutamente vergonzosas para su nación. Todos ellos deberían tener algo de tiempo libre y sentarse a ver esta película (¡iluso de mí!), y comprender que cada ser humano de este nuestro planeta tiene derecho a luchar por sí mismo y por los suyos, y al mismo tiempo tender la mano a sus semejantes, cohesionando la sociedad multiétnica y multicultural que compone actualmente Europa. Qué digo: siempre fue una tierra de emigrados e inmigrantes, y si no, que se lo pregunten a nuestros abuelos –o a nuestros hijos y hermanos-.
4 de mayo de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Divertida nueva entrega palomitera de las aventuras de Iron Man, esta vez más centrada en la controvertida personalidad de Tony Stark y sus recursos para enfrentarse a nuevas y más complejas adversidades. Pese a que el guión -puro artificio hollywoodiesco, fruto de efectos especiales de calidad suprema, unido a diálogos ocurrentes y a otros muchos de relleno-, intenta ahondar en la personalidad del protagonista mostrándonos también sus debilidades y miedos, lo cierto es que dicha propuesta no termina de fraguar y todo se queda en un esbozo simplificado, mera caricatura irónica y fanfarrona que no nos ofrece grandes novedades y que tampoco sorprende al espectador que conozca los precedentes de esta saga en cuanto a arquitectura de los personajes.

Quizá lo más interesante de esta nueva entrega sea la figura del carismático enemigo, interpretado por Ben Kingsley, el cual depara múltiples sorpresas que no debo narrar aquí a fin de no incurrir en spoiler.

Sin lugar a dudas, Iron Man 3 supone una buena opción a la hora de elegir cine mainstream con calidad y dosis elevadas de acción inconmensurable. Uno se termina preguntando (aún en los avanzados 2013) ¿cómo coño consiguieron rodar esta escena? El despliegue técnico es avasallador. Sólo por eso merece la pena visionarla en la gran pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1. La figura interpretada por Ben Kingsley, terrorista sobrevenido en mero juglar de feria, en actorzucho fracasado de tercera fila, supone un giro interesante y divertido en el guión. Además, el propósito final del personaje persigue desmitificar la idea infantil que se posee de las redes terroristas, donde "un solo ser", aparentemente ubicuo e imperturbable, omnipotente, es el ideólogo y hacedor de los planes más macabros, olvidándose siempre que estas redes están compuestas por cédulas (algunas de ellas independientes o parcialmente relacionadas con la matriz) y conforman una estructura organizada donde los líderes se multiplican y las cosas no son tan sencillas como poner un chivo expiatorio como cabeza de turco, máximo ideólogo y responsable.

2. El verdadero enemigo, esos cyborgs que despiden calor a mansalva, me recuerdan enormemente a "Terminator 2". Las similitudes son tan escandalosas en algunos fragmentos que provoca que el nivel decaiga.

3. El esperado fragmento extra final de la película (para el que tuvimos que tragarnos previamente absolutamente todos los títulos de crédito), es decepcionante y no pasa de ser un mero gag de chiripa. Si lo sé no me quedo esperando tanto para eso...
28 de agosto de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
Gran película del director Alberto Rodríguez, dotada de gran realismo y que refleja a la perfección la marginalidad de algunos de los barrios más degradados de Sevilla en los años previos a la celebración de la Expo 92. La fuerza de las actuaciones de Antonio de la Torre y Joaquín Nuñez, excepcionales en su explosividad y naturalidad, unido a un guión acertado, un elenco de secundarios magníficos, una fotografía impactantemente sucia y un ritmo voraz y trepidante convierten a “Grupo 7” en una de las grandes producciones nacionales del año. Las persecuciones, rodadas con maestría y pulso, cortan el aliento. Los diálogos, concisos, siempre son inteligentes y nunca desprovistos de sentido o gratuitos.

Por encima de sus cualidades –que son muchas y de índole variada-, la película descansa en la estelar actuación de Antonio de la Torre, quien borda el papel de policía atormentado por la muerte de su hermano, víctima de la drogadicción. Esta tragedia supondrá el hilo conductor y causal por el cual buscará penitencia adoptando “malas artes” en su labor diaria de control antidroga, reteniendo a los camellos y sonsacándoles la información a golpes, con “formas” que bordean –cuando no traspasan- la delgada y fácilmente quebrantable línea de la legalidad. Mario Casas también realiza una destacable actuación, aunque confiera más autenticidad a su personaje en los instantes de más pronunciado dramatismo y flaquee un tanto en las escenas aparentemente más sencillas, donde ha de expresarse sin gritos ni tiros de por medio.

Gran cine español.

Un éxito asegurado. No dejen de verla.
25 de agosto de 2012
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras 1998 y la aclamada Cube, y con especial incidencia hasta los años 2005 ó 2006 aproximadamente, se puso de moda un microgénero cinematográfico en el cual uno o varios de los protagonistas se despiertan aturdidos en un lugar que desconocen y, acto seguido, preguntan: “¿Dónde estoy?”.

A menudo, la segunda cuestión que sale de sus labios es: “¿Quién es usted?”.
Escribo esta crítica en 2012. Todo el mundo está harto de estas dos preguntas. En mi caso, cuando las escucho, mi mente se manifiesta con aversión desfigurada: “Otra vez no, por el amor de Dios”, y me recojo entre sábanas… Hace eras, eones que nos sabemos al dedillo los trucos que vamos a presenciar a lo largo de unos minutos insustanciales que tratarán de urdir una trama aparentemente impactante y adictiva –plagada de engaños y salpicada de actos que después se resuelven con vagos flashback caprichosos - que finalizará en un desenlace inesperado –lo de la vuelta de tuerca, recuerdan-, para dejarnos con cara de bobos; con expresión, por utilizar un eufemismo a lo que pienso, “poco inteligente”. ¡Qué listos son estos chiquillos de Hollywood! Encontraron la gallina de los huevos de oro en este tipo de tramas, pero la han explotado hasta dejarla seca. Y la pobre gallina ya no pone huevos: suelta cagarrutas y poco más. Es una gallina sin plumas, con la cresta a medio devorar y pellejo en los muslos. Ahí lo dejo.

“Despertar” es un batido con grumos mezcla de triturar de mala manera “El sexto sentido” y “Cube”, entre otras tantas de la época. Ya no se molestan ni en copiar viejos clásicos; copian películas proyectadas tres o cuatro años antes. El guión es una paja mental en toda regla, poco interesante y sumamente predecible, aunque lo peor de todo es el final… una resolución al conflicto planteado como para cagarse en la Paca. Dan ganas de potar.

Espero olvidar pronto la hora y veinte minutos que perdí, y “Despertar” de este vil sueño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1. ¿A qué paciente que acaba de recuperar el sentido durante esa misma mañana le dejan que se dé garbeos corriendo por todas las plantas del hospital?

2. ¿Cómo puede el protagonista acceder tranquilamente a la habitación donde descansa un enfermo del corazón que sobrevive ligado a una máquina, entre plásticos de protección habilitados para aislarle de posibles infecciones? ¿No existe seguridad? ¿Por qué se pone a charlar con él como si nada y abre –a efectos de expresarse más cómodamente- los plásticos que protegen la burbuja atmosférica del hombre convaleciente? ¿Por qué, en ese preciso instante, el tipo le pide “un cigarrillo”? ¿Por qué entra después la enfermera y deja que ambos sigan charlando? ¿Por qué, tras quejarse de lo “salada que está la puta sopa” que acaba de traerle la enfermera para cenar, el enfermo empieza a vomitar sangre y a reventar literalmente como un enfermo de ébola? ¿Y por qué cuando entran todos los médicos y profesionales para atenderle dejan que el protagonista se quede en una esquina gritando “es culpa míaaa”?

3. ¿Por qué la enfermera que chantajea al protagonista parece retrasada mental –además de obsesiva - en el año 2000, y sumamente inteligente y atractiva dos años más tarde?

4. ¿Por qué el protagonista da saltos en el tiempo? ¿Con qué objetivo? ¿Está vivo, experimenta una especie de deja vù, está muerto, está de parranda?

5. ¿Y los médicos? ¿Están todos muertos, tal y como lo está el protagonista –¡sorprendentemente!- desde el principio de la película? ¿Quién cojones es el médico que acosa al protagonista, ataviado de mascarilla para evitar que sea identificado por los espectadores? ¿Qué aporta al desenlace final, o al mismísimo nudo del guión? ¿Para qué diantres aparece?

6. ¿Por qué el protagonista mata (¡accidentalmente, ojo!) a tijeretazos al hombre enfermo del corazón en el año 2000 – cuando era compañero suyo de habitación-, pero acto seguido se desplaza en el tiempo hasta 2002 y va a visitarlo y resulta que está vivito y coleando? Si hasta le saluda y le llama “chalado”, cariñosamente…

Qué espanto.
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