El noruego Tyldum tras dar sorpresa en taquilla con su anterior filme "Headhunters" consigue el crédito suficiente para esta, en apariencia, ambiciosa producción en Hollywood. En mi opinión los resultados se quedan a medias. Con uno de los interpretes de mayor proyección de la temporada, tras los cada vez mayores reconocimientos de "Sherlock", y una cara asentada como Keira Knightley se busca el mayor trayecto para una peli que en su parte de thriller es demasiado predecible y cuadriculada, siendo su tramo final reivindicativo de las libertades del colectivo gay de mayor enjundia dramática. No es un mal filme pero la ausencia de capacidad de sorpresa y su perennne sensación de Deja Vu la lastran.

Mick Jackson es un director británico que antes de caer en el holocausto de la glucosa, y la tontería, con El Guardaespaldas, había firmado para televisión una de las especulaciones más brutales que la ficción ha dado sobre el holocausto nuclear. Dicen que se hizo para televisión porque ninguna productora habría consentido llevar este desolador escenario a los cines. Así con la ayuda de la BBC Threads vio la luz en una época que responde al terror nuclear de la guerra fría azuzado por esos amigos de los niños que eran Reagan y Tatcher. De una manera descarnada, en todos los sentidos, la película simula a todo lujo de detalles desde los primeros momentos de tensión armada, los preparativos para autoridades y población, hasta las condiciones en que podría existir supervivencia en un plazo de 13 años desde el estallido de la bomba. Threads es una película cuya premisa era no cortarse un pelo y divulgar un horror que era demasiado posible. Las carencia presupuestarias se suplen magistralmente gracias al montaje que combina ficción, imágenes de archivo y metraje documental. Pelis tan incisivas y desoladoras aún resultan impactantes, aunque en mi opinión le sobra un poco de recreación y podría recortarse quedando intacta su voluntad.

Peli de chavalería que a veces echas un vistazo para recuperar años perdidos. Responde a ese Swayzexploitation de finales de los 80 princiopio de los 90 que llevaba a los cines a gente sólo por verle la melena. Porque lo de Road House, empezando por la traducción "De profesión: duro", es de humorada continua. Un doctorado universitario abandona su carrera para hacer de segurata de bares de moral disoluta, donde es el mejor además. Eso sirve para que Swayze esté en diversas secuencias contemplativo y si es posible en pelota, para dar ese misterio de macho alfa, hasta que se le cruzan los cables y se engorila pegando hostias de karate. Muchos de la caterva de imbéciles que salen en este mundo de la piruleta, muy hostil eso sí, mercen morir a manos de Patrick aunque debería haber seguido hasta la pluma que diseñó los personajes. Lo mejor de esta lisérgica y atroz cinta de acción es una escena de Swayze, que en paz descanse, en la que sale con el pelazo mojado para angustia del gremio de peluqueros/as.