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Críticas ordenadas por utilidad
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6,7
67.232
8
31 de enero de 2010
31 de enero de 2010
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que definir a esta película lo haría con dos adjetivos: ambigua y psicológica. Un acierto tremendo de la historia es mostrar la internalización de la guerra en los soldados. Las escenas de combate son manifiestamente subjetivas, la tensión está enfoca al ser humano que se esconde debajo de esos trajes militares tan aparatosos. Todos y cada uno de los personajes tienen una motivación única y personal. Así el especialista James quiere sentir el chute de adrenalina que le hace sentirse vivo, el sargento Sunborn es fiel a las reglas de combate y busca sentido en cada una de sus acciones y el soldado Eldridge vive obsesionado con la delgada línea que separa el concepto "vivo" y el concepto "muerto".
La otra característica de la película es su ambigüedad. Bigelow se debate constantemente entre rendirse a sus personajes y ponerse de su lado o adoptar una postura aséptica y/o crítica. Quiere mostrar su admiración por la labor de los soldados pero no quiere soslayar la locura que les invade y que les aleja de lo políticamente correcto. Mezcla escenas de compañerismo entre iguales y secuencias de "machos alfa" combatiendo en una lucha etílica sin demasiado sentido. Está constantemente acercándose y alejándose de los protagonistas. En mi opinión la directora acierta cuando nos mete directamente en la piel de los soldados y patina cuando quiere dar una visión "general" de la guerra.
Otro de los aspectos más destacados de "The Hurt Locker" son los actores. No interpretan a soldados, son soldados. Simplemente impecables. Ni un ápice de histrionismo en Jeremy Renner en un papel que podía dar lugar a exageraciones. Me creo todo lo que hace en esta película desde cuando intenta cortar los cables de las bombas como el que pela una manzana hasta cuando se fuma un cigarro y bebe alcohol. Podría decir lo mismo del resto pero eso sería redundar en la evidencia de un trabajo de cásting que simplemente es perfecto.
Hay algo en esta película que impide salir decepcionado del cine a pesar de que la historia ya te la hayan contado muchas veces. Quizá sean los argumentos de una mujer con una visión diferente y más compleja de un ámbito tan predominantemente masculino. Lo mejor de todo y lo que hace a "The Hurt Locker" una película notable sobre la guerra es precisamente que no es una película de guerra, sino una historia de soldados contada por soldados.
La otra característica de la película es su ambigüedad. Bigelow se debate constantemente entre rendirse a sus personajes y ponerse de su lado o adoptar una postura aséptica y/o crítica. Quiere mostrar su admiración por la labor de los soldados pero no quiere soslayar la locura que les invade y que les aleja de lo políticamente correcto. Mezcla escenas de compañerismo entre iguales y secuencias de "machos alfa" combatiendo en una lucha etílica sin demasiado sentido. Está constantemente acercándose y alejándose de los protagonistas. En mi opinión la directora acierta cuando nos mete directamente en la piel de los soldados y patina cuando quiere dar una visión "general" de la guerra.
Otro de los aspectos más destacados de "The Hurt Locker" son los actores. No interpretan a soldados, son soldados. Simplemente impecables. Ni un ápice de histrionismo en Jeremy Renner en un papel que podía dar lugar a exageraciones. Me creo todo lo que hace en esta película desde cuando intenta cortar los cables de las bombas como el que pela una manzana hasta cuando se fuma un cigarro y bebe alcohol. Podría decir lo mismo del resto pero eso sería redundar en la evidencia de un trabajo de cásting que simplemente es perfecto.
Hay algo en esta película que impide salir decepcionado del cine a pesar de que la historia ya te la hayan contado muchas veces. Quizá sean los argumentos de una mujer con una visión diferente y más compleja de un ámbito tan predominantemente masculino. Lo mejor de todo y lo que hace a "The Hurt Locker" una película notable sobre la guerra es precisamente que no es una película de guerra, sino una historia de soldados contada por soldados.

6,6
19.902
7
3 de noviembre de 2007
3 de noviembre de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tardado en escribir esta crítica por la dificultad de plantear una argumentación consistente sobre esta película. La narración de unos hechos tan sumamente deleznables y que tocan la fibra sensible de una manera tan directa plantea innumerables dificultades y es fácil caer en errores notables.
Por un lado, las intenciones y la ideología del director son transparentes. No se pretende enmascarar el sentido homenaje a esas pobres criaturas llamadas "Las 13 rosas" mediante un falso envoltorio de minuciosa meticulosidad histórica (que la tiene) Por el contrario se persigue la implicación emocional del espectador con unos personajes de mirada y corazón sumamente inocentes. Y sobre todo se ensalza el triunfo de la amistad por encima de la traición, la violencia y la muerte. El triunfo de la inocencia y de la juventud frente al sinsentido de la guerra.
Entrando a valorar la película en sí, he de decir que goza de un ritmo envidiable, con momentos de verdadero dramatismo y situaciones límite. La recreación del Madrid de 1939 sin ser especialmente espectacular, es sumamente eficiente y verosímil. Hubiera sido una tarea ardua plasmar las personalidades y circunstancias de las 13 jóvenes por lo que creo que el hecho de centrarse en 2 ó 3 de ellas es una decisión acertada. En este caso, Verónica Sánchez está especialmente convincente y segura de sí misma y Pilar López de Ayala demuestra una vez más sus sobresalientes dotes interpretativas. No quiero dejar de comentar el excelente trabajo de cásting que se ha realizado con esta película y que ha conseguido reunir un elenco actoral inmejorable.
Parece mentira que una historia como ésta haya permanecido tanto tiempo semi-olvidada. Por eso todas las concesiones que se permite Martínez-Lázaro en esta película, y que repudiaría en otros films, me resultan propias de una dignidad y una valentía admirables. Aquel que es fiel a su conciencia y que no teme mostrarse como es y como piensa debería ser un ejemplo para una sociedad plagada de eufemismos y medias verdades como es la actual.
Ahora cobran sentido aquellas palabras de Rafael Alberti refiriéndose a Madrid: "La Capital de la Gloria, cubierta de juventudes la frente..."
Por un lado, las intenciones y la ideología del director son transparentes. No se pretende enmascarar el sentido homenaje a esas pobres criaturas llamadas "Las 13 rosas" mediante un falso envoltorio de minuciosa meticulosidad histórica (que la tiene) Por el contrario se persigue la implicación emocional del espectador con unos personajes de mirada y corazón sumamente inocentes. Y sobre todo se ensalza el triunfo de la amistad por encima de la traición, la violencia y la muerte. El triunfo de la inocencia y de la juventud frente al sinsentido de la guerra.
Entrando a valorar la película en sí, he de decir que goza de un ritmo envidiable, con momentos de verdadero dramatismo y situaciones límite. La recreación del Madrid de 1939 sin ser especialmente espectacular, es sumamente eficiente y verosímil. Hubiera sido una tarea ardua plasmar las personalidades y circunstancias de las 13 jóvenes por lo que creo que el hecho de centrarse en 2 ó 3 de ellas es una decisión acertada. En este caso, Verónica Sánchez está especialmente convincente y segura de sí misma y Pilar López de Ayala demuestra una vez más sus sobresalientes dotes interpretativas. No quiero dejar de comentar el excelente trabajo de cásting que se ha realizado con esta película y que ha conseguido reunir un elenco actoral inmejorable.
Parece mentira que una historia como ésta haya permanecido tanto tiempo semi-olvidada. Por eso todas las concesiones que se permite Martínez-Lázaro en esta película, y que repudiaría en otros films, me resultan propias de una dignidad y una valentía admirables. Aquel que es fiel a su conciencia y que no teme mostrarse como es y como piensa debería ser un ejemplo para una sociedad plagada de eufemismos y medias verdades como es la actual.
Ahora cobran sentido aquellas palabras de Rafael Alberti refiriéndose a Madrid: "La Capital de la Gloria, cubierta de juventudes la frente..."

5,8
28.537
7
6 de enero de 2008
6 de enero de 2008
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay varias cosas en "1408" que la hacen ligeramente especial y distinta del resto de películas de su género estrenadas en los últimos años:
a) La fidelidad del director con el espíritu del relato (en este caso de Stephen King, un auténtico maestro en pequeñas (y grandes) narraciones). Es como si, entendiendo la imposibilidad de aportar nada nuevo a un material de base ya de por sí excelente en su género, Mikael Håfström (vaya apellido) hubiera decidido centrarse únicamente en plasmar la esencia de la historia, en mi opinión la bajada al infierno de un subconsciente destrozado por la mayor tragedia que puede vivir un ser humano, aquello que no tiene un nombre: la pérdida de un hijo. "1408" refleja este "viaje" de una manera brillante, con unos momentos de suspense realmente conseguidos. Lamentablemente, hacia la mitad de la trama y especialmente en su resolución final, la película se hace algo confusa y ecléctica, algo que no lastra un resultado final realmente notable.
b) Aunque pueda parecer que Samuel L. Jackson es el co-protagonista de la película, la habitación 1408 del Hotel Dolphin de Nueva York se erige con méritos propios en la compañera de reparto principal del gran John Cusack (en esta ocasión en un papel realmente sobresaliente pese a los límites del género). Y es un personaje que aterra y sobresalta pero que de vez en cuando y muy de soslayo deja entrever algo radicalmente humano, y si cabe todavía más siniestro: un sentido del humor perverso. Y es que la 1408 se lo pasa pipa haciendo perrerías al reportero del misterio y parece invitarnos a que nos unamos a su fiesta de tortural mental. No es una mansión encantada, ni la novia de Chuky, ni Freddy Krueger persiguiéndote en tu peor pesadilla: es lo peor de nosotros hecho realidad (en este caso una habitación con la manía de cargarse a sus huéspedes).
En suma, una interesante aportación al género y una propicia manera de reinvidicar su esencia. El amigo Freud se hubiera puesto las botas analizando esta película...
a) La fidelidad del director con el espíritu del relato (en este caso de Stephen King, un auténtico maestro en pequeñas (y grandes) narraciones). Es como si, entendiendo la imposibilidad de aportar nada nuevo a un material de base ya de por sí excelente en su género, Mikael Håfström (vaya apellido) hubiera decidido centrarse únicamente en plasmar la esencia de la historia, en mi opinión la bajada al infierno de un subconsciente destrozado por la mayor tragedia que puede vivir un ser humano, aquello que no tiene un nombre: la pérdida de un hijo. "1408" refleja este "viaje" de una manera brillante, con unos momentos de suspense realmente conseguidos. Lamentablemente, hacia la mitad de la trama y especialmente en su resolución final, la película se hace algo confusa y ecléctica, algo que no lastra un resultado final realmente notable.
b) Aunque pueda parecer que Samuel L. Jackson es el co-protagonista de la película, la habitación 1408 del Hotel Dolphin de Nueva York se erige con méritos propios en la compañera de reparto principal del gran John Cusack (en esta ocasión en un papel realmente sobresaliente pese a los límites del género). Y es un personaje que aterra y sobresalta pero que de vez en cuando y muy de soslayo deja entrever algo radicalmente humano, y si cabe todavía más siniestro: un sentido del humor perverso. Y es que la 1408 se lo pasa pipa haciendo perrerías al reportero del misterio y parece invitarnos a que nos unamos a su fiesta de tortural mental. No es una mansión encantada, ni la novia de Chuky, ni Freddy Krueger persiguiéndote en tu peor pesadilla: es lo peor de nosotros hecho realidad (en este caso una habitación con la manía de cargarse a sus huéspedes).
En suma, una interesante aportación al género y una propicia manera de reinvidicar su esencia. El amigo Freud se hubiera puesto las botas analizando esta película...

6,2
27.858
7
24 de diciembre de 2009
24 de diciembre de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el mundo de los niños se ve invadido por los problemas de los adultos que les rodean, el universo ingenuo de los que están empezando a vivir puede llegar a convertirse en un grito desesperado de ayuda. Y es que esos pequeños bajitos no saben en muchas ocasiones como exteriorizar lo que sienten, como exorcizar sus demonios interiores. En las escuelas les enseñan un montón de cosas, en su mayoría inútiles, para terminar por convertirles en seres uniformes e igualmente indefensos. El verdadero aprendizaje que supone vivir y que no es otro que llegar a conocerse a sí mismo para conocer a los demás sólo se aprende a través de la experiencia.
"Donde viven los monstruos" es precisamente una de esas experiencias que intentan describir el viaje a nuestros miedos, está vez encarnados por unos seres grotescos, depresivos y más necesitados de cariño y comprensión que el propio protagonista de la película. A Max nadie parece hacerle caso en su vida, no entienden su necesidad de expresarse a través del juego ni comparten su gran imaginación. Por lo tanto Max experimenta lo que significa la soledad, la incomprensión y el tedio. No hay nada más triste que un niño condenado a jugar solo.
La historia que narra Spike Jonze está impregnada por un cierto halo de desesperanza. Todo parece una aventura de evasión infantil pero finalmente se acaba desvelando un eje central que no es otro que la necesidad de encontrar nuestro lugar en el mundo. Los monstruos se configuran como seres grises necesitados de motivación mientras el niño ejerce de de una especie de "coach" personal que les entrena en el arte de enfrentarse a la realidad con otro mirada. Algo extraño sin duda que hace a esta película un tanto especial.
Sin embargo hay algo parcialmente inacabado en la película que la hace no estar "completa" en mi opinión. Quizá un tratamiento demasiado trangresor a la vez que algo frío por parte del director con respecto al material del que parte (un cuento muy popular en USA) o probablemente una evolución ligeramente insatisfactoria que se resume en un final demasiado naïf y convencional. Percepciones subjetivas que no ensombrecen un conjunto especialmente creativo y reflexivo: una pesadilla amable donde el verdadero monstruo es la realidad.
"Donde viven los monstruos" es precisamente una de esas experiencias que intentan describir el viaje a nuestros miedos, está vez encarnados por unos seres grotescos, depresivos y más necesitados de cariño y comprensión que el propio protagonista de la película. A Max nadie parece hacerle caso en su vida, no entienden su necesidad de expresarse a través del juego ni comparten su gran imaginación. Por lo tanto Max experimenta lo que significa la soledad, la incomprensión y el tedio. No hay nada más triste que un niño condenado a jugar solo.
La historia que narra Spike Jonze está impregnada por un cierto halo de desesperanza. Todo parece una aventura de evasión infantil pero finalmente se acaba desvelando un eje central que no es otro que la necesidad de encontrar nuestro lugar en el mundo. Los monstruos se configuran como seres grises necesitados de motivación mientras el niño ejerce de de una especie de "coach" personal que les entrena en el arte de enfrentarse a la realidad con otro mirada. Algo extraño sin duda que hace a esta película un tanto especial.
Sin embargo hay algo parcialmente inacabado en la película que la hace no estar "completa" en mi opinión. Quizá un tratamiento demasiado trangresor a la vez que algo frío por parte del director con respecto al material del que parte (un cuento muy popular en USA) o probablemente una evolución ligeramente insatisfactoria que se resume en un final demasiado naïf y convencional. Percepciones subjetivas que no ensombrecen un conjunto especialmente creativo y reflexivo: una pesadilla amable donde el verdadero monstruo es la realidad.

6,4
934
9
15 de abril de 2008
15 de abril de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película ha ido calando en mi interior lentamente, como lo hacen las obras destinadas a perduran en la retina y la memoria de los mortales. "Keane" supone el durísimo debut de Lodge Kerrigan en la realización y lo hace a través de una historia angustiosa sobre la soledad y las cicatrices que va dejando con el tiempo. Sobre los espejismos que crean nuestros deseos y la necesidad que tiene el ser humano de ser querido (o más bien de sentirse querido)
William Keane tiene una enfermedad mental que le hace distorsionar la realidad y la interpretación que hace de ella. Vive en una continua atmósfera de ansiedad y de hostilidad hacia el mundo exterior. La película está rodada de una manera muy peculiar, siempre con primeros planos del protagonista o muy cerca de él, sobre sus hombros o a través de sus ojos, lo que provoca de manera notable una sensación de agobio, incertidumbre e inquietud en el espectador. La cámara parece invitarnos a acompañar al protagonista en su tortuoso viaje sin destino, sin importar la verosimilitud de lo que habita en su tormentosa mente. Quizá por ello está pelicula tenga la especial capacidad de persistir en la memoria, porque en realidad es como si nosotros mismos hubiésemos sido su protagonista.
Cuando recuerdo esta película siempre me viene a la mente las personas de la comunidad de de "Abrazos Gratis". Gente anónima que se colocan en puntos estratégicos de diversas ciudades con el simple propósito de abrazar a quien lo desee. Aunque suene a tópico, en una sociedad cada vez más frenética e impersonal es muy difícil que cada individuo pueda afirmarse como un ser humano digno de ser escuchado, aunque sólo sea un par de minutos.
¿Que es real y que no lo es en "Keane"? Una pregunta difícil. La visión del protagonista es tan parcial, tan subjetiva, tan preñada de distorsiones y falsedades, que resulta prácticamente llegar a una conclusión más o menos convincente de las circunstancias vitales de William Keane. No importa demasiado porque lo que prima es el viaje sin destino, el descenso al infierno de la desesperación. Gracias a la interpretación de Damian Lewis, al que ya admiraba desde "Hermanos de sangre", la inmersión en la historia es total aunque también ayuda la pequeña Abigail Breslin que, lejos de hacer el típico papel de niña pedante, transmite compasión y ternura auténtica con una sola mirada.
"Keane" es una película auténtica, demoledora y profundamente humana. Cine con mayúsculas contado desde la sencillez de las historias verdaderas.
William Keane tiene una enfermedad mental que le hace distorsionar la realidad y la interpretación que hace de ella. Vive en una continua atmósfera de ansiedad y de hostilidad hacia el mundo exterior. La película está rodada de una manera muy peculiar, siempre con primeros planos del protagonista o muy cerca de él, sobre sus hombros o a través de sus ojos, lo que provoca de manera notable una sensación de agobio, incertidumbre e inquietud en el espectador. La cámara parece invitarnos a acompañar al protagonista en su tortuoso viaje sin destino, sin importar la verosimilitud de lo que habita en su tormentosa mente. Quizá por ello está pelicula tenga la especial capacidad de persistir en la memoria, porque en realidad es como si nosotros mismos hubiésemos sido su protagonista.
Cuando recuerdo esta película siempre me viene a la mente las personas de la comunidad de de "Abrazos Gratis". Gente anónima que se colocan en puntos estratégicos de diversas ciudades con el simple propósito de abrazar a quien lo desee. Aunque suene a tópico, en una sociedad cada vez más frenética e impersonal es muy difícil que cada individuo pueda afirmarse como un ser humano digno de ser escuchado, aunque sólo sea un par de minutos.
¿Que es real y que no lo es en "Keane"? Una pregunta difícil. La visión del protagonista es tan parcial, tan subjetiva, tan preñada de distorsiones y falsedades, que resulta prácticamente llegar a una conclusión más o menos convincente de las circunstancias vitales de William Keane. No importa demasiado porque lo que prima es el viaje sin destino, el descenso al infierno de la desesperación. Gracias a la interpretación de Damian Lewis, al que ya admiraba desde "Hermanos de sangre", la inmersión en la historia es total aunque también ayuda la pequeña Abigail Breslin que, lejos de hacer el típico papel de niña pedante, transmite compasión y ternura auténtica con una sola mirada.
"Keane" es una película auténtica, demoledora y profundamente humana. Cine con mayúsculas contado desde la sencillez de las historias verdaderas.
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