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8
23 de octubre de 2007
23 de octubre de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Que magnífica, triste y emotiva película! Sobre el amor, la devoción, el honor, y el sacrificio.
Con lo poco que he podido ver de Mizoguchi, caigo en la cuenta de que es un retratista, refinado y minucioso, de la desgracia humana. Es la gran protagonista de sus films: el infortunio que va asomando cabeza desde las primeras escenas y termina acaparándolo todo, tiñendo cada secuencia. Un infortunio raramente suavizado con bienintencionados y curativos momentos de felicidad. Poca cabida hay para la dicha cuando se afana uno en perfilar la adversidad. Parece que Mizoguchi prefiere presentar la fatalidad tal cual, sin fisuras y pujante. Lo que hace que la historia no se nos eche encime cual indómita fiera es la calidad humana que a veces muestran los protagonistas; sobre todo, ella. Excepcional muestra de sacrificio, devoción y fuerza de voluntad, que da a la película una belleza inaudita, y la hacen conmovedora, sumando la fría belleza de las imágenes a la espiritual del personaje, aunque tales muestras de devoción al prójimo, mas que bellas, sean inquietantes. Esas actitudes y actos de afirmación de los sentimientos y valores es lo que contrarresta el oscuro relato que presenciamos. Se podría decir que estamos ante una historia de amor imposible, no por irrealizable, sino por incomprensible e inusitado, aunque se de más veces de lo normal, y de lo que debiera darse. Film de un romanticismo desatado, que no llega a virulento por la equívoca placidez con que lo pinta Mizoguchi.
Con lo poco que he podido ver de Mizoguchi, caigo en la cuenta de que es un retratista, refinado y minucioso, de la desgracia humana. Es la gran protagonista de sus films: el infortunio que va asomando cabeza desde las primeras escenas y termina acaparándolo todo, tiñendo cada secuencia. Un infortunio raramente suavizado con bienintencionados y curativos momentos de felicidad. Poca cabida hay para la dicha cuando se afana uno en perfilar la adversidad. Parece que Mizoguchi prefiere presentar la fatalidad tal cual, sin fisuras y pujante. Lo que hace que la historia no se nos eche encime cual indómita fiera es la calidad humana que a veces muestran los protagonistas; sobre todo, ella. Excepcional muestra de sacrificio, devoción y fuerza de voluntad, que da a la película una belleza inaudita, y la hacen conmovedora, sumando la fría belleza de las imágenes a la espiritual del personaje, aunque tales muestras de devoción al prójimo, mas que bellas, sean inquietantes. Esas actitudes y actos de afirmación de los sentimientos y valores es lo que contrarresta el oscuro relato que presenciamos. Se podría decir que estamos ante una historia de amor imposible, no por irrealizable, sino por incomprensible e inusitado, aunque se de más veces de lo normal, y de lo que debiera darse. Film de un romanticismo desatado, que no llega a virulento por la equívoca placidez con que lo pinta Mizoguchi.

7,0
9.929
8
13 de julio de 2009
13 de julio de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Todos estaremos de acuerdo en que, nos guste más o menos, el señor Kitano tiene un peculiar sentido de todo: del humor, la acción, la violencia, la ternura, el amor, lo patético… y en esta película, del honor; del honor como ya lo hemos visto en otras de sus obras sobre la yakuza, pero aquí con un tratamiento diferente, supongo que por ambientarla en los EEUU, con personajes alejados del perfil humano nipón con el que había siempre trabajado Kitano.
* Una de las cosas que me encantan del cine de este hombre, y que aquí está muy presente, es que su frialdad, hieratismo, parquedad de diálogos de los personajes, y especialmente de los interpretados por Takeshi, hace que debamos recrear partes de la historia y el mundo interior de los personajes (motivaciones, actitudes, miedos, añoranzas…) por nosotros mismos, a partir de un gesto, una mirada, una sucinta acción, como todas las que se desarrollan en sus películas, hechas a base de insinuaciones, vacíos y acometidas. Su cine tiene la ventaja de que quienes no sean dados a la reconstrucción disfrutarán quizá de su violencia, su absurda comicidad, que se yo; y que aquellos tendentes a darle al coco, edificarán su propia historia, e interpretarán a los personajes libremente, en base a lo que Kitano tenga a bien ofrecer
* Aquí, más que en ninguna otra película, es complicado sondear y reflexionar sobre ese sentido “caballeresco” de los yakuza. Es más difícil porque es más incongruente al sacarlo de su contexto nipón, donde ya es discutible y espantoso: el hecho de que una comunidad de personas, algunas con no menos cultura o talento que aquellas desligadas de la mafia, hagan de la violencia, la ilegalidad y la corrupción su modo de vida, imponiendo respeto, dominando estamento sociales, y con unos códigos de conducta y éticos alucinados y alucinantes. La carroña más caballeresca desde la mesa redonda bretona; chusma con principios en un mundo propio, extorsionando el ajeno. Aunque el nuevo "hermano" de color parezca vislumbrar parte del sentido de la vida yakuza. ¿Realmente Aniki lleva a su hermano a un nivel superior, o lo degrada más? Era pobre y poco honrado, ahora es rico y criminal. El supuesto afecto de Aniki por su hermano en mi opinión queda desvirtuado por la conciencia de Aniki de que destruye a su hermano al inmiscuirlo en ese mundo; pero lo dicho, quien sabe. Buitres trajeados.
* Kitano nos cuenta como se hacen y destruyen clanes mafiosos y personas, con su sempiterno tono absurdo, cómico, conmovedor, y... violento, como no.
* Una de las cosas que me encantan del cine de este hombre, y que aquí está muy presente, es que su frialdad, hieratismo, parquedad de diálogos de los personajes, y especialmente de los interpretados por Takeshi, hace que debamos recrear partes de la historia y el mundo interior de los personajes (motivaciones, actitudes, miedos, añoranzas…) por nosotros mismos, a partir de un gesto, una mirada, una sucinta acción, como todas las que se desarrollan en sus películas, hechas a base de insinuaciones, vacíos y acometidas. Su cine tiene la ventaja de que quienes no sean dados a la reconstrucción disfrutarán quizá de su violencia, su absurda comicidad, que se yo; y que aquellos tendentes a darle al coco, edificarán su propia historia, e interpretarán a los personajes libremente, en base a lo que Kitano tenga a bien ofrecer
* Aquí, más que en ninguna otra película, es complicado sondear y reflexionar sobre ese sentido “caballeresco” de los yakuza. Es más difícil porque es más incongruente al sacarlo de su contexto nipón, donde ya es discutible y espantoso: el hecho de que una comunidad de personas, algunas con no menos cultura o talento que aquellas desligadas de la mafia, hagan de la violencia, la ilegalidad y la corrupción su modo de vida, imponiendo respeto, dominando estamento sociales, y con unos códigos de conducta y éticos alucinados y alucinantes. La carroña más caballeresca desde la mesa redonda bretona; chusma con principios en un mundo propio, extorsionando el ajeno. Aunque el nuevo "hermano" de color parezca vislumbrar parte del sentido de la vida yakuza. ¿Realmente Aniki lleva a su hermano a un nivel superior, o lo degrada más? Era pobre y poco honrado, ahora es rico y criminal. El supuesto afecto de Aniki por su hermano en mi opinión queda desvirtuado por la conciencia de Aniki de que destruye a su hermano al inmiscuirlo en ese mundo; pero lo dicho, quien sabe. Buitres trajeados.
* Kitano nos cuenta como se hacen y destruyen clanes mafiosos y personas, con su sempiterno tono absurdo, cómico, conmovedor, y... violento, como no.
8
15 de junio de 2008
15 de junio de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Película que dice estar basada en hechos reales, cosa de la que no dudo, pero como todos sabemos cuan amplias son las libertades que se toman los artistas (el cine coreano es una buena muestra de desinhibición), cuan amplios los márgenes que se dan a la distorsión, mejor pasar elegantemente de valorar su fidelidad al hecho real, más teniendo en cuenta la ignorancia que tendremos todos respecto a los hechos que retrata, y siendo una película con tanta carga emocional y tan centrada en la vivencia de unos cuantos personajes de un patetismo tremendo.
* El caso es que me ha gustado horrores. Tiene sus puntos flacos, decae a ratos, pero por lo general me ha mantenido en vilo. Y es muy coreana, ella. Dado los eventos que plasma me esperaba algo más sobrio, pero nada de eso: estéticamente el mismo colorido potente y contrastado al que nos tienen acostumbrados en ese país, el mismo sentimentalismo a veces fangoso y muy trágico (como dijo una vez el director de Sitges en Málaga: “en los dramas coreanos alguno de los protagonistas nunca llega a ver los créditos del final”), y esa habitual mezcla de géneros, que aquí se hace más enfrentada, pero que por los pelos, al menos en mi caso, no llega del todo a chocarme. Y ya digo que poco le falta, porque hay andanadas cómicas metidas muy forzadamente; pero te ríes, así que tampoco es grave.
* La película comienza casi como una comedia romántica bastante tontorrona, entra de lleno en el tema de la revuelta estudiantil y la consiguiente represión con algunas escenas bastante durillas, se va poniendo turbulenta, entra en un bajón de ritmo tras la formación de las milicias civiles, y va encaminándose hacia el final en un crescendo tensional bastante conseguido.
* Dirán por ahí que la película tiene un mensaje muy sesgado. Con tal carga sentimentaloide, que la hace muy romántica, y la podría haber hecho muy épica de no andar cada dos por tres enfrascada en cuitas amorosas y prestando atención a estrafalarios personajes, diría yo que si mensaje tiene, este es de los más simple: los militares son todos unos monstruos (como toda persona, añado yo). Que si, que está sesgada en su planteamiento, pero yo que me alegro: mi más encendido desprecio hacia la casta militar, y a quien le interese por lo de salvar niños en Angola, que no me venga con lo de los superiores medios del ejército, y se meta en una ONG, o a bombero, que también hacen rescates (fin de la ida de olla).
* Finalmente, tanta exageración, sentimentalismo, tanto desvío del foco de atención que esperaríamos fuese el conflicto, tanto apunte cómico, etc, requiere pasar por alto ese trasfondo que el film dice tener, porque como película, al margen de los supuestos hechos que la inspiran, a mi me ha encantado, se disfruta mucho y de vez en cuando te da un buen subidón.
* El caso es que me ha gustado horrores. Tiene sus puntos flacos, decae a ratos, pero por lo general me ha mantenido en vilo. Y es muy coreana, ella. Dado los eventos que plasma me esperaba algo más sobrio, pero nada de eso: estéticamente el mismo colorido potente y contrastado al que nos tienen acostumbrados en ese país, el mismo sentimentalismo a veces fangoso y muy trágico (como dijo una vez el director de Sitges en Málaga: “en los dramas coreanos alguno de los protagonistas nunca llega a ver los créditos del final”), y esa habitual mezcla de géneros, que aquí se hace más enfrentada, pero que por los pelos, al menos en mi caso, no llega del todo a chocarme. Y ya digo que poco le falta, porque hay andanadas cómicas metidas muy forzadamente; pero te ríes, así que tampoco es grave.
* La película comienza casi como una comedia romántica bastante tontorrona, entra de lleno en el tema de la revuelta estudiantil y la consiguiente represión con algunas escenas bastante durillas, se va poniendo turbulenta, entra en un bajón de ritmo tras la formación de las milicias civiles, y va encaminándose hacia el final en un crescendo tensional bastante conseguido.
* Dirán por ahí que la película tiene un mensaje muy sesgado. Con tal carga sentimentaloide, que la hace muy romántica, y la podría haber hecho muy épica de no andar cada dos por tres enfrascada en cuitas amorosas y prestando atención a estrafalarios personajes, diría yo que si mensaje tiene, este es de los más simple: los militares son todos unos monstruos (como toda persona, añado yo). Que si, que está sesgada en su planteamiento, pero yo que me alegro: mi más encendido desprecio hacia la casta militar, y a quien le interese por lo de salvar niños en Angola, que no me venga con lo de los superiores medios del ejército, y se meta en una ONG, o a bombero, que también hacen rescates (fin de la ida de olla).
* Finalmente, tanta exageración, sentimentalismo, tanto desvío del foco de atención que esperaríamos fuese el conflicto, tanto apunte cómico, etc, requiere pasar por alto ese trasfondo que el film dice tener, porque como película, al margen de los supuestos hechos que la inspiran, a mi me ha encantado, se disfruta mucho y de vez en cuando te da un buen subidón.

7,6
27.762
10
28 de julio de 2007
28 de julio de 2007
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Tras la interesante “The Host”, la espléndida “Barking Dogs Never Bite”, y mucha recomendación sobre esta película, ya era hora de lanzarse a ver “Memories of Murder”. Mis expectativas no han sido defraudadas. Me esperaba, por lo leído, un tono general más agrio, pero de nuevo, marca de la casa en el cine de Joon-ho Bong, la acritud se encuentra diluida, graduada en cantidades inicialmente digeribles, y enmascarada esta vez tras una pantalla en forma de absorbente thriller, con grandes dosis de humor, y una historia que engancha. Como siempre, saboreamos el gran poso de amargura que acaba dejando “Memories of Murder” al final, o incluso después, cuando volvemos sobre la película.
* La mezcla de géneros y las inflexiones de esta película, otros no sabrían domarlas, o no se atreverían a plantearlas, pero este director las maneja a las mil maravillas, atreviéndose con todo. La película se desliza del thriller cómico y crítico hacia el drama de forma sutil, y pillándonos desprevenidos. En los films de Joon-ho Bong no hay quien pueda intuir ni predecir nada; hay que quedarse a verlas venir. Cuando por una simple escena o detalle nos damos cuenta por vez primera de cierto tema de fondo, cierto asunto que el director parece no haber querido tocar de forma descarada, nuestra mente recorre lo visto hasta el momento y vislumbra cuantísimos detalles se ha ido perdiendo por estar atento y engatusado por lo evidente. Como ya de por si lo evidente en el cine de este hombre es un pasatiempo de primera, dedicarse a buscarle detalles, matices, y discursos ocultos, es un aliciente más.
* En “Memories of Murder” está clara la crítica, no se a cuento de que, hacía el viejo régimen militar coreano y hacia quienes ejercían las disposiciones de este; la policía en este caso. Aunque no acaban bien parados tampoco la sanidad o el ejercito. Sin que sea el leitmotiv de la cinta, ofrece la película cierto retrato de una sociedad que, hace 20 años, estaba enfrascada en una transición y pidiendo a gritos un cambio: véanse las escenas de las manifestaciones, la obstinada prensa, o la cautísima escena de la revuelta estudiantil. No hay personaje tampoco que no se lleve un rapapolvo en esta película: todos tienen su parte virtuosa, aunque sea esta bastante discreta, y todos tienen su lado negativo. Un modelo sería el personaje del ejemplar policía venido de Seul, recto, metódico, racional, sereno… pero ahí lo tenemos, pateando a una joven estudiante durante una manifestación, o al final, dejándose llevar por la rabia y su lado emocional.
* Cuando el caso se hace desesperante, desarmados todos, se acabó el humor y entramos de lleno en el terreno del drama, pero nos da igual porque la tensión que se le imprime a toda la recta final es soberbia, como toda esta película.
* La mezcla de géneros y las inflexiones de esta película, otros no sabrían domarlas, o no se atreverían a plantearlas, pero este director las maneja a las mil maravillas, atreviéndose con todo. La película se desliza del thriller cómico y crítico hacia el drama de forma sutil, y pillándonos desprevenidos. En los films de Joon-ho Bong no hay quien pueda intuir ni predecir nada; hay que quedarse a verlas venir. Cuando por una simple escena o detalle nos damos cuenta por vez primera de cierto tema de fondo, cierto asunto que el director parece no haber querido tocar de forma descarada, nuestra mente recorre lo visto hasta el momento y vislumbra cuantísimos detalles se ha ido perdiendo por estar atento y engatusado por lo evidente. Como ya de por si lo evidente en el cine de este hombre es un pasatiempo de primera, dedicarse a buscarle detalles, matices, y discursos ocultos, es un aliciente más.
* En “Memories of Murder” está clara la crítica, no se a cuento de que, hacía el viejo régimen militar coreano y hacia quienes ejercían las disposiciones de este; la policía en este caso. Aunque no acaban bien parados tampoco la sanidad o el ejercito. Sin que sea el leitmotiv de la cinta, ofrece la película cierto retrato de una sociedad que, hace 20 años, estaba enfrascada en una transición y pidiendo a gritos un cambio: véanse las escenas de las manifestaciones, la obstinada prensa, o la cautísima escena de la revuelta estudiantil. No hay personaje tampoco que no se lleve un rapapolvo en esta película: todos tienen su parte virtuosa, aunque sea esta bastante discreta, y todos tienen su lado negativo. Un modelo sería el personaje del ejemplar policía venido de Seul, recto, metódico, racional, sereno… pero ahí lo tenemos, pateando a una joven estudiante durante una manifestación, o al final, dejándose llevar por la rabia y su lado emocional.
* Cuando el caso se hace desesperante, desarmados todos, se acabó el humor y entramos de lleno en el terreno del drama, pero nos da igual porque la tensión que se le imprime a toda la recta final es soberbia, como toda esta película.

7,0
3.057
7
1 de diciembre de 2006
1 de diciembre de 2006
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En La Chinoise no abandona su estilo, y en cambio, esta vez, toda la parafernalia, la teatralidad, las transiciones bruscas, los incisos gratuitos, y las copiosas divagaciones de los personajes, se incorporan a la película de forma que la dotan de un atractivo dinamismo que mantiene el interés de la propuesta durante todo su metraje.
Con un discurso a veces poético, pero las más de las veces expeditivo y diligente, articulado a base de, a mi parecer, magníficos diálogos y soliloquios, vemos a los protagonistas maniobrar en una vorágine de análisis ideológicos, políticos, sociales, y culturales; análisis que digeridos y esgrimidos de una u otra forma, van dictando la evolución del aparato ideológico que los jóvenes han integrado en su célula comunista. Mantiene la lucidez hasta el final, así como su personal cohesión.
No deja de ser un retrato de la juventud de una época; retrato difícilmente abordable desde otra perspectiva ideológica que aquella por la que opta Godard.
Una propuesta traviesa y desafiante, dificil de asir, que propone, además del reto fílmico, una especulación ideológica, política y social sobre una época. Una película donde el estilillo y discurso de Godard se hace atrayente, y no solo curioso.
Esta película resultará de lo más árida para la mayoría de la gente; no es una peli de sobremesa, para ver en familia, o con la pareja el sábado noche. Es una película recomendable para cinéfilos; para esa gente que vuelven a ver las películas por si se les ha escapado algo. Para cinéfilos, y a ser mejor con inquietudes más allá del propio cine... pero ¡que caray!, que la vea todo el mundo, que no muerde... bueno, sí.
Con un discurso a veces poético, pero las más de las veces expeditivo y diligente, articulado a base de, a mi parecer, magníficos diálogos y soliloquios, vemos a los protagonistas maniobrar en una vorágine de análisis ideológicos, políticos, sociales, y culturales; análisis que digeridos y esgrimidos de una u otra forma, van dictando la evolución del aparato ideológico que los jóvenes han integrado en su célula comunista. Mantiene la lucidez hasta el final, así como su personal cohesión.
No deja de ser un retrato de la juventud de una época; retrato difícilmente abordable desde otra perspectiva ideológica que aquella por la que opta Godard.
Una propuesta traviesa y desafiante, dificil de asir, que propone, además del reto fílmico, una especulación ideológica, política y social sobre una época. Una película donde el estilillo y discurso de Godard se hace atrayente, y no solo curioso.
Esta película resultará de lo más árida para la mayoría de la gente; no es una peli de sobremesa, para ver en familia, o con la pareja el sábado noche. Es una película recomendable para cinéfilos; para esa gente que vuelven a ver las películas por si se les ha escapado algo. Para cinéfilos, y a ser mejor con inquietudes más allá del propio cine... pero ¡que caray!, que la vea todo el mundo, que no muerde... bueno, sí.
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