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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película, llena de una fuerza interior que se basa en la pureza de la historia en sí, extraída de una leyenda popular, y en el impecable y brioso trabajo de los actores, habituales colaboradores y conocedores del universo interior de Ingmar Bergman. Todo adquiere en ella un nivel máximo de excelencia y de conocimiento del oficio que sería abrumador si no fuera por una decidida apuesta por la sencillez.

Aparecen en ella los temas recurrentes del director sueco: la muerte, la venganza, el sentimiento de culpa. Bergman rastrea por las profundidades de los sentimientos humanos y de sus propias contradicciones. Nos presenta personajes que se retuercen interiormente por el dolor y que, sin embargo, matizan sus sentimientos de venganza con las profundas convicciones que mueven sus propias vidas. De esta lucha de contrarios surge una chispa misteriosa y potente. Del mismo modo, también nos presenta los comportamientos amorales, enfrentados con la propia naturaleza. Con la maldad como forma de relación, con la herencia misma de esa maldad.

Cine reflexivo, que elige un ritmo deliberadamente lento y se apoya en un tratamiento preciosista de la fotografía, de los encuadres y del resultado profundamente bello y, en ocasiones, pictórico.

El rimo es lento, pero la acción interior es trepidante. Aunque pueda parecer lo contrario, todo ocurre muy rápido, impelidos los personajes a tomar determinaciones inmediatas, tanto para bien como para mal. A través de unas imágenes parsimoniosas, llenas de intensidad y de poesía visual, se nos cuenta una terrible historia que pone en entredicho los límites del propio ser humano. Es evidente que la sabiduría teatral de Bergman y de sus actores consigue un resultado extraordinario.

No hay nada dejado al azar, y, sin embargo todo es sencillo, incluso rudimentario. La película deja el regusto de cuento triste con ribetes de gran tragedia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una muchacha es asesinada en el camino por los mismos que poco después dormirán en casa de sus padres. Cuando éstos descubren que los huéspedes son los asesinos de su hija, se toman la venganza por su mano, provocando en su interior un caudal de sentimientos encontrados y de remordimientos.
14 de marzo de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodar con magníficos actores y en condiciones desahogadas no le quita a Buñuel capacidad creativa ni talento. Está aquí en su justo punto de gran artista que recoge lo mejor de sí mismo y que, sin embargo, no se repite ni busca fórmulas aseguradas de éxito. Formalmente la película es excelente: sutil manejo de la cámara y actuación muy convincente de todo el reparto. Se desprende en todo momento una sensación de gran armonía interpretativa.

La historia que se nos cuenta, procedente de la novela de Joseph Kessel, era muy del agrado del maestro, que había frecuentado burdeles a lo largo de su vida juvenil. El conocía a la perfección lo que en esos lugares ocurre: los roles sociales se trastocan. Genet en “El balcón” desmenuza desde el teatro esa curiosa metamorfosis en donde clientes y profesionales viven vidas que en el fondo no son las suyas aceptándose por ambas partes ese trueque de personalidades. Además de una profesión, la prostitución es, para bien o para mal, una terapia social. En este caso no solo para el tipo que entra y desea que lo azoten, también lo es para Severine, la mujer que se prostituye de día y mejora su vida sexual de noche.

Catherine Deneuve está magnífica. Hace una construcción de su personaje excelente y creíble, desde unos parámetros de realismo contenido. Le dan la réplica a la perfección Jean Sorel y Michel Piccoli. Nuevamente Buñuel cuenta con su fiel Georges Marchal, actor protagonista de “Así es la aurora”, y “La muerte en el jardín” y alguna otra película. París aparece filmada con la misma hermosa contención, y la escena de la muerte del personaje que interpreta Pierre Clementi es de una belleza desolada que me recordaba la similar de “Al final de la escapada”.

Cóctel de realidad y de sueños. Trasvase de planos, influencia de unos y otros en el proceloso mar del deseo. Evolución lógica, y a mismo tiempo, asombrosa, de un cineasta que hizo de sus personales obsesiones todo un mundo cinematográfico que logró un alto nivel de excelencia y de reconocimiento. Esta película supone, en ese sentido, una cima de su carrera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Una mujer siente la necesidad interior de prostituirse por el día y seguir manteniendo su vida burguesa y familiar por la noche. Su vida mejora en todos los terrenos, pero pronto las circunstancias se precipitan en una dirección que ella no podía controlar. Uno de sus clientes dispara contra su marido y lo condena a una silla de ruedas.
6 de marzo de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de Joel Coen, producida por su hermano y escrita por ambos. Es decir, el tándem familiar que ya ha dado varias perlas al cine contemporáneo.

En este caso estamos ante una auténtica maravilla. Todo es perfecto: el ritmo narrativo, el guión, calculado y eficaz, y la interpretación de todos los actores. Creo que en este elemento radica una de sus excelencias: la interpretación es de tragedia shakesperiana, la que el mejor director de teatro solicitaría para poner en escena Ricardo III.

Los personajes hacen y deshacen, pero las miradas nos indican la magnitud del precipicio interior al que se han caído en ese mundo indomable, inhóspito y salvaje al que pertenecen. En mitad del fango también resplandecen, aunque sea con una luz mortecina, ciertos valores y ciertos sentimientos. Gabriel Byrne demuestra una vez más un oficio y una sabiduría interpretativa excepcionales. Proviene del teatro, pero, sobre todo, proviene de la vida, de la observación, de la experiencia personal. Fabuloso en lo que hace y en lo que no hace, en lo que dice y en lo que calla. Sus silencios son clamorosos y sus palabras, un prodigo de eficacia, Alguien dice de su personaje: “toma nota y aprende él. Piensa mucho y habla poco”. Es verdad.

Hay momentos antológicos: el sombrero que vuela, el gorila que chilla como un cerdo, la muerte del hampón grasiento, el tiroteo en mitad de la calle, etc.

La fotografía bella y cuidada, y consigue lo imposible: el color cálido, los claroscuros de los interiores, el matiz cromático del bosque, la matizada iluminación de los interiores, no impiden, sin embargo, que estemos ante una perla del mejor cine negro.
12 de octubre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay mucha tristeza, mucha melancolía, mucha desesperación en esta película. Y también mucha soledad. Probablemente la soledad de quien se siente admirado, incluso querido, por haber creado un personaje eterno y haberse sentido solo tantas veces debajo de él, y de su éxito, atrapado bajo un antifaz que ocultaba eficazmente sus lágrimas.

Es una película terrible, porque en ella hay un pozo de infinita desesperanza. Es también una película hermosa porque los valores que contiene sin duda lo son: el elogio del esfuerzo, la lucha por conseguir objetivos en la vida, la sencillez de las miradas claras y los comportamientos nobles. Es, finalmente, una película humana porque nos habla de lo que nos ocurre a los humanos: el paso del tiempo, cruel e inexorable, la búsqueda permanente del amor, esa ingratitud de fondo que casi todas las vidas poseen y un largo etcétera de pequeños milagros y de calamidades.

Chaplin es un hombre de cine magistral, con un innegable punto de egolatría. Oculta la participación de Búster Keaton, relegándole a la penuria de los pequeños títulos de crédito finales, con el que construye, sin embargo, uno de los números más poderosos de toda la película, el último. Pero la cosa obviamente no va de homenajes a terceros, sino de un homenaje propio, diáfano, sin duda justo y merecido, pero sin pizca de pudor y que nos habla también de ese componente desmesurado en la propia personalidad del genio.

Pero, además de ególatra, como decía, es magistral. Son magistrales el guión, el ritmo, los primeros planos, casi del mejor Bergman. Es magistral su propia interpretación, citándose a sí mismo con un cierto desapego, distanciándose del personaje al que le debía tanto a esas alturas de su propia existencia. Con Candilejas se acaba en todos los sentidos la trayectoria de ese payaso impensable con el que todos los niños nos educamos en el placentero arte de ver películas en el cine de nuestro colegio, o en el de nuestro barrio, o en las primeras tardes en que nos embobamos ante el primer aparato de televisión. Charlot se aleja en el horizonte, como en la última escena de “El Circo”, y con él se lleva las carcajadas y los impagables momentos de felicidad que supo procurarnos. Solo queda un regusto final de felicidad y de amargura.

Es decir, como en la vida misma.
13 de octubre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ríos de tinta para describir las virtudes de esta obra indiscutible de Billy Wilder, todo un homenaje a lo mejor de la industria del cine y una feroz crítica a sus propios excesos, tan consustanciales como sus encantos. Como no podía ser de otra manera, la película es ingeniosa, cruel, tierna, divertida, terrible… El genio del director, que participa también en la escritura del guión, produce obras perfectas como ésta. Pero…

¿Porqué estuvo nominada a once oscars y sólo consiguió tres, menores, además, en prestigio e importancia? No es que los miembros de la Academia me parezcan paradigmas de la justicia, pero por una vez, y sin saber sus nombres concretos, comparto su criterio. La película es excelente, sí, pero, a diferencia de muchos amigos que tanto y tan bien me habían hablado de ella, no terminó de convencerme del todo. No sé exactamente porqué.

Compruebo al menos que soy fiel a mis gustos: la gran vencedora ese año de 1951 fue nada menos de “Eva al desnudo”, de Joseph L. Mankiewicz, película que considero, esta sí, una de las mejores de la historia del cine, con una Bette Davis excepcional. Aquí indudablemente Gloria Swanson está también que se sale –memorable el momento en el que baja por las escaleras confundiendo el momento de su arresto con el de su regreso a los platós-, pero a ninguna les dieron la estatuilla que acabó en las manos de Judy Haliday, por su participación en “Nacida ayer”, de George Cukor.

No sé más qué decir. Volveré a verla porque, sin duda, el equivocado debo ser yo y solo yo.
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