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6,3
12.507
8
19 de agosto de 2008
19 de agosto de 2008
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdad, es más de lo mismo, usa las mismas técnicas de siempre pero en una peli más larga y durante más tiempo.
Durante tres horas no existe respiro posible, te adentras en el mundo de las paranoias de Lynch, los sueños de Lynch, las pajas mentales de Lynch, para resumir, te inmiscuyes previo pago en lo inquietante del mundo lynchiano... Debo reconoceros un aspecto, no tienes salida fácil desde que empiezas a verla.
Cuando comience estarás obligado a concentrarte, a pensar, a coger lazos que después tendrás que pegar en algún otro lado. Tendrás que frustrarte, tendrás que frustrarte mucho, tendrás que, humildemente, reconocer que no se puede entender plenamente el argumento de esta locura propuesta por el americano este.
Lo mejor, la ambientación, como siempre. Da pavor, miedo, horror, convirtiéndose Lynch en un paradigma del cine de terror con raíces intelectuales.
Las interpretaciones son más que correctas, magníficas. Laura Dern se echa la película a la espalda durante las tres horas, realizando un gran papel en todos los sentidos, resultando de una complejidad excesiva su actuación.
David Lynch supera el legado de Badalamenti, creando una partitura que se puede considerar fiel continuadora del estilo que marcó el compositor de Twin Peaks.
Lo peor, aunque resulte muy estimulante intentar entender la peli (convirtiéndose en uno de los puntos a favor de la misma), no entender casi nada crea en el espectador una sensación de estafa múltiple, ante la que se puede defender Lynch, supongo, pero yo no puedo.
Este film lo va a aceptar bien la persona que tenga ganas de pensar, los fanáticos de Lynch o los que simplemente tengan ganas de ver una cinta diferente a la bazofia comercial típica.
El resto de los mortales la despreciarán, sin duda, y cuando empiecen los conejitos a salir se van a enfadar mucho, muchísimo...
Durante tres horas no existe respiro posible, te adentras en el mundo de las paranoias de Lynch, los sueños de Lynch, las pajas mentales de Lynch, para resumir, te inmiscuyes previo pago en lo inquietante del mundo lynchiano... Debo reconoceros un aspecto, no tienes salida fácil desde que empiezas a verla.
Cuando comience estarás obligado a concentrarte, a pensar, a coger lazos que después tendrás que pegar en algún otro lado. Tendrás que frustrarte, tendrás que frustrarte mucho, tendrás que, humildemente, reconocer que no se puede entender plenamente el argumento de esta locura propuesta por el americano este.
Lo mejor, la ambientación, como siempre. Da pavor, miedo, horror, convirtiéndose Lynch en un paradigma del cine de terror con raíces intelectuales.
Las interpretaciones son más que correctas, magníficas. Laura Dern se echa la película a la espalda durante las tres horas, realizando un gran papel en todos los sentidos, resultando de una complejidad excesiva su actuación.
David Lynch supera el legado de Badalamenti, creando una partitura que se puede considerar fiel continuadora del estilo que marcó el compositor de Twin Peaks.
Lo peor, aunque resulte muy estimulante intentar entender la peli (convirtiéndose en uno de los puntos a favor de la misma), no entender casi nada crea en el espectador una sensación de estafa múltiple, ante la que se puede defender Lynch, supongo, pero yo no puedo.
Este film lo va a aceptar bien la persona que tenga ganas de pensar, los fanáticos de Lynch o los que simplemente tengan ganas de ver una cinta diferente a la bazofia comercial típica.
El resto de los mortales la despreciarán, sin duda, y cuando empiecen los conejitos a salir se van a enfadar mucho, muchísimo...

7,2
88.345
6
16 de enero de 2007
16 de enero de 2007
26 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy bien..., año "x", mundo conocido, gente que no se conoce, un guionista escribe un guión, un director apoyado por una productora rueda "Babel", un par de estrellas están, unos japoneses están, unos marroquíes están, unos sudamericanos están.
Una frontera, una sordera, una bala perdida, sangre desperdigada por un autobus, final feliz.
Marginación, violencia, sexo, drogas, niños muertos, desconfianza, falta de cariño, burlas, oclusión social..., final feliz.
Babel es un retrato de lo peor de esta sociedad, adornado con una buena dosis de esperanza y con demasiadas dosis de infantilismo y también con un buen puñado de sensacionalismo. En esta película veo a demasiados niños perdidos en una sociedad corrupta por los adultos, demasiado básica esta concepción de la sociedad donde los malos malísimos crean un mundo donde los niños sólo pueden equivocarse, demasiado fácil de hacer, un concepto demasiado simple para un director de la talla de Iñárritu.
Las pequeñas historias cruzadas de esta película son demasiado dispersas,(los cruces están metidos con calzador) no llegan a calar en el espectador por la lejanía y frialdad con la que se nos presentan.
A esta película le sobra metraje, se hace larga y algo cansina, aunque nunca parecerá aburrida porque lo que más sobra, piececitas audiovisuales algo vacías, es bello.
Las actuaciones son correctas, lo audiovisual es excelente, el guión mejorable y el montaje..., del montaje tengo que decir varias cosas.
No sé cómo hizo Iñarritu para no ser previsible en 21 gramos, pero en esta película no lo consiguió. Además de previsible es sumamente artificial, sigue los mismos patrones que en 21 gramos pero no se dio cuenta de que aquí no encajaban, no se dio cuenta de que una pareja de actores, como Brad Pitt o Cate Blanchett, metidos en un bus perdido en Marruecos, tienen todas las papeletas para recibir el impacto de una bala perdida pero contada con anterioridad.
Pues eso..., es una película correcto pero no esperéis gran cosa, Iñarritu intentó una epopeya que no le salió.
Un abrazo a todo el mundo
Una frontera, una sordera, una bala perdida, sangre desperdigada por un autobus, final feliz.
Marginación, violencia, sexo, drogas, niños muertos, desconfianza, falta de cariño, burlas, oclusión social..., final feliz.
Babel es un retrato de lo peor de esta sociedad, adornado con una buena dosis de esperanza y con demasiadas dosis de infantilismo y también con un buen puñado de sensacionalismo. En esta película veo a demasiados niños perdidos en una sociedad corrupta por los adultos, demasiado básica esta concepción de la sociedad donde los malos malísimos crean un mundo donde los niños sólo pueden equivocarse, demasiado fácil de hacer, un concepto demasiado simple para un director de la talla de Iñárritu.
Las pequeñas historias cruzadas de esta película son demasiado dispersas,(los cruces están metidos con calzador) no llegan a calar en el espectador por la lejanía y frialdad con la que se nos presentan.
A esta película le sobra metraje, se hace larga y algo cansina, aunque nunca parecerá aburrida porque lo que más sobra, piececitas audiovisuales algo vacías, es bello.
Las actuaciones son correctas, lo audiovisual es excelente, el guión mejorable y el montaje..., del montaje tengo que decir varias cosas.
No sé cómo hizo Iñarritu para no ser previsible en 21 gramos, pero en esta película no lo consiguió. Además de previsible es sumamente artificial, sigue los mismos patrones que en 21 gramos pero no se dio cuenta de que aquí no encajaban, no se dio cuenta de que una pareja de actores, como Brad Pitt o Cate Blanchett, metidos en un bus perdido en Marruecos, tienen todas las papeletas para recibir el impacto de una bala perdida pero contada con anterioridad.
Pues eso..., es una película correcto pero no esperéis gran cosa, Iñarritu intentó una epopeya que no le salió.
Un abrazo a todo el mundo

6,1
18.492
4
25 de noviembre de 2008
25 de noviembre de 2008
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo con una rutina propia de la animación: La segunda parte no está a la altura de la primera, aunque esta tampoco no era nada del otro jueves, pero por lo menos tenía un guión divertido e ingenioso. Esta escapada de África es ramplona en gracias y abusona en comercialismos a base de topicazos a doquier.
Los temas aquí SUBdesarrollados son la familia, el clan, la selva o la sabana, la relación con otras especies, las luchas de liderazgo dentro de las manadas, joder, de eso ya tuvimos de sobra en las tres partes del rey león para que este monigote maricón y urbanita venga a joder la marrana. Temas sobrepasados y que no aportan nada a la historia del cine, sólo otra forma de exprimir la misma puerca unos cuantos millones de dólares más.
Lo bueno, y además supera a la primera parte, es el entorno gráfico, mucho más conseguido y realista, con lo que consigue un mejor ritmo, por lo que la película no aburre casi en ningún momento. Posiblemente se han gastado más pasta en hacerla que en publicitarla, aunque se han ahorrado los sueldos de los guionistas.
En conclusión, si te la ahorras, serás un pizco más listo que yo.
Los temas aquí SUBdesarrollados son la familia, el clan, la selva o la sabana, la relación con otras especies, las luchas de liderazgo dentro de las manadas, joder, de eso ya tuvimos de sobra en las tres partes del rey león para que este monigote maricón y urbanita venga a joder la marrana. Temas sobrepasados y que no aportan nada a la historia del cine, sólo otra forma de exprimir la misma puerca unos cuantos millones de dólares más.
Lo bueno, y además supera a la primera parte, es el entorno gráfico, mucho más conseguido y realista, con lo que consigue un mejor ritmo, por lo que la película no aburre casi en ningún momento. Posiblemente se han gastado más pasta en hacerla que en publicitarla, aunque se han ahorrado los sueldos de los guionistas.
En conclusión, si te la ahorras, serás un pizco más listo que yo.
4
26 de abril de 2008
26 de abril de 2008
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto lo escribí el 20 de septiembre del 2006(20 meses antes de ver esta peli)
"En cuatro días mi vida, y yo junto a ella, cambia de espacio físico otra vez, me encontraré con nuevas caras en mi camino, otra vez, la soledad estará ahí dándome fuerte donde más me duele, otra vez, la desesperación por un estilo de vida que no me complace me grita otra vez insistentemente que deje de luchar contra la infelicidad, que tengo todas las de perder.
En cuatro días llegarán más despedidadas, más besos, más abrazos, espero que más lágrimas de nostalgia. En cuatro días me montaré solo en un autobus , y unas horas después llegaré a una ciudad en donde nadie me espera y en donde nadie me quiere.
En cuatro días por fin averigüaré algo de lo que dudo desde hace meses, averigüaré algo más sobre mí mismo, averigüaré si después de una vida desordenada soy capaz de aguantar más desorden.
LLegado este momento, a mi mierda de vida sólo me queda una cosa por decirle: me siento bien.
Comienza una nueva vida, puede hacerlo de forma poco complaciente, puede hacerlo incluso de forma desmoralizadora, es verdad, pero en un nuevo amanecer, en un nuevo día, en una nueva vida, hay veces que para conseguir realmente sentirse bien sólo debemos gritarle al mundo: "¡me siento bien!", se puede decir que es un primer paso necesario.
Hay que engañar muchas veces a esta vida que nos maltrata, que nos da empujones, que nos escupe a la cara, hay veces que con sólo mentirle diciendo "me siento bien" todo empieza a cambiar, empiezas a notar el cosquilleo de la felicidad honesta, te sientes fuerte, te sientes joven y con ganas de decirle honestamente a la vida, me siento bien..."
como en la película, esto es simple y manipulador, pero esconde un mensaje bonito
"En cuatro días mi vida, y yo junto a ella, cambia de espacio físico otra vez, me encontraré con nuevas caras en mi camino, otra vez, la soledad estará ahí dándome fuerte donde más me duele, otra vez, la desesperación por un estilo de vida que no me complace me grita otra vez insistentemente que deje de luchar contra la infelicidad, que tengo todas las de perder.
En cuatro días llegarán más despedidadas, más besos, más abrazos, espero que más lágrimas de nostalgia. En cuatro días me montaré solo en un autobus , y unas horas después llegaré a una ciudad en donde nadie me espera y en donde nadie me quiere.
En cuatro días por fin averigüaré algo de lo que dudo desde hace meses, averigüaré algo más sobre mí mismo, averigüaré si después de una vida desordenada soy capaz de aguantar más desorden.
LLegado este momento, a mi mierda de vida sólo me queda una cosa por decirle: me siento bien.
Comienza una nueva vida, puede hacerlo de forma poco complaciente, puede hacerlo incluso de forma desmoralizadora, es verdad, pero en un nuevo amanecer, en un nuevo día, en una nueva vida, hay veces que para conseguir realmente sentirse bien sólo debemos gritarle al mundo: "¡me siento bien!", se puede decir que es un primer paso necesario.
Hay que engañar muchas veces a esta vida que nos maltrata, que nos da empujones, que nos escupe a la cara, hay veces que con sólo mentirle diciendo "me siento bien" todo empieza a cambiar, empiezas a notar el cosquilleo de la felicidad honesta, te sientes fuerte, te sientes joven y con ganas de decirle honestamente a la vida, me siento bien..."
como en la película, esto es simple y manipulador, pero esconde un mensaje bonito

7,8
36.941
8
31 de mayo de 2008
31 de mayo de 2008
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comienzo de “París, Texas” es demoledor, abrasivo, honesto a más no poder. El desierto vive en esta película de Wenders, porque ocupa la virtud de la confusión, donde ningún norte se presenta y saluda un buen camino. La soledad respira en el ambiente y acomete en la realidad una acción que por desfigurar, desfigura el alma de quién ve y escucha a Travis, en su letanía hacia ninguna parte. La infinita persistencia de la música (alma del silencio de Travis), sacude espirales emotivas en donde sólo hay tres gramos de polvo blanco, maravilla en la búsqueda de la verdad y del recuerdo, o de la mentira de una rememoración que construir, según cómo se observe este ojo cerrado de Wenders.
El papel de Harry Dean Stanton supone la gran interpretación de su vida. Este actor, perteneciente al exquisito, y necesario, grupo de los secundarios de oro hollywoodienses, supo adentrarse e inmiscuirse sin descaro en la tragedia personal de Travis, bordando un papel tan lleno de matices como de sentimientos, de complejidad irreprochable, casi rocambolesco, roza lo increíble, pero nunca se adentra en la ingenuidad del papel amorfo lacrimógeno, pese a que la historia podía pedirlo.
Que el objeto de nuestra emoción sea un desarraigado social no nos sorprende, hemos incorporado a nuestro imaginario colectivo al perdedor que lleva una cuneta debajo del brazo, castigado con añitos en el infierno por creer que la vida está hecha para complacernos, y no soportar, al enterarse de su error, de la ambivalente realidad existente. Su amnesia supone la última voluntad del soñador empedernido, del idealista, que prefiere perder la memoria, a recordar que el mundo no está construido por utopías encadenadas. Amén.
Cuatro años son demasiados para volver a reencontrarse con la vida pasada y esperar no volver siendo un juguete roto, mortecino. Desde este punto, como vaga podría definirse el ritmo de la trama, acompañada a la perfección por la languidez musical a ritmo de Ry Cooder.
Esta película retrata con justicia la frialdad urbana en su segunda parte, se deshincha parte de la magia del principio de la misma, aunque mantiene un nivel más que decente, sobre todo, por la intensidad de la relación creada, y transmitida, entre padre e hijo. Su noble objetivo de completar las raíces familiares adquiere características de meta bíblica que nos engancha a su búsqueda, a la vez que nos anima a empujarles el ánimo.
Cuando ya están todos unidos tras el Peep Show, la desazón y la esperanza se unen en un final algo frustrante, quizás demasiado gélido, en el que Travis ya está desnaturalizado respecto al que conocimos al principio de la trama. Puede que el error sea mío, quizás yo acuse como espectador un alma de poeta destronado y aprecie más al desnortado que al redimido padre de familia.
El papel de Harry Dean Stanton supone la gran interpretación de su vida. Este actor, perteneciente al exquisito, y necesario, grupo de los secundarios de oro hollywoodienses, supo adentrarse e inmiscuirse sin descaro en la tragedia personal de Travis, bordando un papel tan lleno de matices como de sentimientos, de complejidad irreprochable, casi rocambolesco, roza lo increíble, pero nunca se adentra en la ingenuidad del papel amorfo lacrimógeno, pese a que la historia podía pedirlo.
Que el objeto de nuestra emoción sea un desarraigado social no nos sorprende, hemos incorporado a nuestro imaginario colectivo al perdedor que lleva una cuneta debajo del brazo, castigado con añitos en el infierno por creer que la vida está hecha para complacernos, y no soportar, al enterarse de su error, de la ambivalente realidad existente. Su amnesia supone la última voluntad del soñador empedernido, del idealista, que prefiere perder la memoria, a recordar que el mundo no está construido por utopías encadenadas. Amén.
Cuatro años son demasiados para volver a reencontrarse con la vida pasada y esperar no volver siendo un juguete roto, mortecino. Desde este punto, como vaga podría definirse el ritmo de la trama, acompañada a la perfección por la languidez musical a ritmo de Ry Cooder.
Esta película retrata con justicia la frialdad urbana en su segunda parte, se deshincha parte de la magia del principio de la misma, aunque mantiene un nivel más que decente, sobre todo, por la intensidad de la relación creada, y transmitida, entre padre e hijo. Su noble objetivo de completar las raíces familiares adquiere características de meta bíblica que nos engancha a su búsqueda, a la vez que nos anima a empujarles el ánimo.
Cuando ya están todos unidos tras el Peep Show, la desazón y la esperanza se unen en un final algo frustrante, quizás demasiado gélido, en el que Travis ya está desnaturalizado respecto al que conocimos al principio de la trama. Puede que el error sea mío, quizás yo acuse como espectador un alma de poeta destronado y aprecie más al desnortado que al redimido padre de familia.
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