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6,2
622
7
9 de septiembre de 2024
9 de septiembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elijo la película a partir de los buenos recuerdos del título "Una familia en Tokio" (2013), una cinta de argumentos sencillos hecha con una sensibilidad magistral. El veterano y prolífico director Yôji Yamada insiste en el universo familiar centrando la trama a partir de las vicisitudes de Akio, un hombre maduro recientemente separado, que vive solo y que, a pesar de un relativo éxito profesional, es jefe de personal de una gran empresa —lleva mal su separación y las tensas relaciones con su hija adolescente. Una visita a su madre a las afueras de la gran ciudad iniciará un giro a toda su estructura vital.
Una historia sencilla que despliega todo un catálogo de personajes familiares, quienes, a partir de su imperfecta sencillez, encomiendan una inmediata y empática identificación. Este atractivo inicial no sería completo si no hubiera detrás de un meritorio trabajo de guion, ritmo, una estética de luminoso realismo y un vitalismo sin fisuras.
El guion nos perfila perfectamente a todos los personajes aunque a veces tengamos la sensación de que alguna escena se repite o se alarga en exceso. Sobre el ritmo puede parecer que todo sea muy lento, pero por mi gusto se trata de la intensidad ideal para disfrutar de cada momento, sin precipitaciones ni sorpresas aunque de algún modo todo se acelera para llegar al desenlace final.
Aunque la mayoría del metraje se desarrolla en interiores, la fotografía está cuidadísima con el objetivo conseguir una atmósfera limpia y vital a la vez. Todo ello conforma una visión interesante de una sociedad que puede parecer muy lejana a la nuestra —el contacto personal casi ni existe— pero que comparte las mismas preocupaciones esenciales: el valor de la amistad y la vida comunitaria con el apoyo mutuo que comporta o la necesidad de superar las diferencias generacionales.
Una película que he disfrutado mucho —quizá por el "mono de cine" que tenía después de dos semanas sin entrar a una sala— a partir de una realización que integra con una elocuente maestría todos los elementos primordiales de una producción con una sencillez que nunca es debe entenderse como un defecto. (6,5)
Una historia sencilla que despliega todo un catálogo de personajes familiares, quienes, a partir de su imperfecta sencillez, encomiendan una inmediata y empática identificación. Este atractivo inicial no sería completo si no hubiera detrás de un meritorio trabajo de guion, ritmo, una estética de luminoso realismo y un vitalismo sin fisuras.
El guion nos perfila perfectamente a todos los personajes aunque a veces tengamos la sensación de que alguna escena se repite o se alarga en exceso. Sobre el ritmo puede parecer que todo sea muy lento, pero por mi gusto se trata de la intensidad ideal para disfrutar de cada momento, sin precipitaciones ni sorpresas aunque de algún modo todo se acelera para llegar al desenlace final.
Aunque la mayoría del metraje se desarrolla en interiores, la fotografía está cuidadísima con el objetivo conseguir una atmósfera limpia y vital a la vez. Todo ello conforma una visión interesante de una sociedad que puede parecer muy lejana a la nuestra —el contacto personal casi ni existe— pero que comparte las mismas preocupaciones esenciales: el valor de la amistad y la vida comunitaria con el apoyo mutuo que comporta o la necesidad de superar las diferencias generacionales.
Una película que he disfrutado mucho —quizá por el "mono de cine" que tenía después de dos semanas sin entrar a una sala— a partir de una realización que integra con una elocuente maestría todos los elementos primordiales de una producción con una sencillez que nunca es debe entenderse como un defecto. (6,5)

7,0
21.884
7
24 de octubre de 2024
24 de octubre de 2024
12 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arantxa Echevarría da un paso de gigante en su carrera como directora —recordamos el Goya-2018 a la mejor dirección novel por "Carmen y Lola" y "Chinas" (2023)— para cambiar totalmente de registro atreviéndose con un thriller de acción basado en hecho reales donde se narra el caso de la joven policía conocida por el seudónimo de Aranzazu Berradre Marín, infiltrada en la banda terrorista ETA durante 8 años con resultados ya conocidos y que lograron salvar algunas vidas al margen de acelerar su derrota.
La directora vuelve a confiar en el papel protagonista con la incombustible y camaleónica Carolina Yuste —aún estoy impactado por su impecable imitación de Amy Whinehouse a la injustamente tratada película "El Cover"(2021). Aquí se pone en la piel de Arantxa, una mujer que se pasa la vida simulando, mientras deja entrever con una sutileza magistral la tensión psicológica que le está devorando. A su lado, más que correcto, tenemos al experto Luís Tosar como jefe policial, que hace de conexión de Arantxa con el mundo real y le proporciona algún que otro ánimo. No muchos, pero algunos sí.
La narración, casi lineal, aunque trufada con algunas retrospectivas de la formación y captación de la joven policía, mantiene una tensión propia del género de acción. Hay golpes de efecto bien medidos, ubicados en momentos clave, que ayudan a salvar con éxito el reto de basarse en hechos reales, en los que ya no puedes jugar la carta del final sorprendente. La directora consigue un retrato ajustado y honesto de una época en la que el patriarcado machista era el pan de cada día, tanto en la policía, en la banda como en el resto de la sociedad.
No me atrevo a decir que sea la mejor película sobre el desmantelamiento de ETA, pero la representación del momento histórico, así como de los perfiles de terroristas y policías, es suficientemente equilibrada para evitar caer en los tópicos tendenciosos. Al final, se trata de una producción sensible y ajustada a los hechos históricos. Y ya que estamos, aprovecho para recomendar dos obras bien distintas, pero que aportan otras perspectivas: el delicioso humor absurdo de "El negociador" (2015) y la más popular serie "Patria" (2020).
"La infiltrada" debe verse porque es formalmente sobria y elegante, aporta una visión poco conocida del relato y mantiene la tensión con el nervio inquieto. Todo ello con un reparto que brilla en cada escena. (7,5)
La directora vuelve a confiar en el papel protagonista con la incombustible y camaleónica Carolina Yuste —aún estoy impactado por su impecable imitación de Amy Whinehouse a la injustamente tratada película "El Cover"(2021). Aquí se pone en la piel de Arantxa, una mujer que se pasa la vida simulando, mientras deja entrever con una sutileza magistral la tensión psicológica que le está devorando. A su lado, más que correcto, tenemos al experto Luís Tosar como jefe policial, que hace de conexión de Arantxa con el mundo real y le proporciona algún que otro ánimo. No muchos, pero algunos sí.
La narración, casi lineal, aunque trufada con algunas retrospectivas de la formación y captación de la joven policía, mantiene una tensión propia del género de acción. Hay golpes de efecto bien medidos, ubicados en momentos clave, que ayudan a salvar con éxito el reto de basarse en hechos reales, en los que ya no puedes jugar la carta del final sorprendente. La directora consigue un retrato ajustado y honesto de una época en la que el patriarcado machista era el pan de cada día, tanto en la policía, en la banda como en el resto de la sociedad.
No me atrevo a decir que sea la mejor película sobre el desmantelamiento de ETA, pero la representación del momento histórico, así como de los perfiles de terroristas y policías, es suficientemente equilibrada para evitar caer en los tópicos tendenciosos. Al final, se trata de una producción sensible y ajustada a los hechos históricos. Y ya que estamos, aprovecho para recomendar dos obras bien distintas, pero que aportan otras perspectivas: el delicioso humor absurdo de "El negociador" (2015) y la más popular serie "Patria" (2020).
"La infiltrada" debe verse porque es formalmente sobria y elegante, aporta una visión poco conocida del relato y mantiene la tensión con el nervio inquieto. Todo ello con un reparto que brilla en cada escena. (7,5)

7,0
17.376
6
9 de septiembre de 2024
9 de septiembre de 2024
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Casa en llamas" es una de esas películas que, sin proponérselo, acaba siendo un retrato hilarante de la hipocresía y el desconcierto que reina en muchas familias burguesas asentadas en unas inconsistentes apariencias. La trama gira en torno a Montse (interpretada por la siempre brillante Emma Vilarasau), quien decide reunir a su dispersa familia en la casa de Cadaqués con la intención de venderla. Éste es el punto de partida de un fin de semana lleno de reproches, secretos desvelados y tensiones que abrasan como el sol de la Costa Brava. Montse, en un esfuerzo titánico por mantener a una familia unida que ya hace tiempo que decidió tomar caminos separados, acaba encendiendo la mecha de un incendio emocional que quema todos los puentes construidos con abnegación y alguna media verdad.
Los personajes están muy bien perfilados desde el principio, pero a medida que avanza la película, se desinflan como un globo pinchado. Esto no es necesariamente malo, ya que proporciona momentos de pura comedia del absurdo. El guión de Eduard Sola es una montaña rusa de giros y trifulcas que mantiene al espectador enganchado, pero también algo confundido. Las escenas corales, donde los conflictos estallan como fuegos artificiales, son realmente entretenidas. La dirección de Dani de la Orden brilla en momentos como la genial escena del paracaidismo, que mezcla humor negro y angustia de forma magistral.
El reparto hace un trabajo notable, con especial mención a Emma Vilarasau, que lleva el peso emocional con magnetismo y fuerza, acompañada perfectamente por un grupo actoral dentro del cual no hay nadie que chirríe. En su conjunto, podemos decir que las interpretaciones es uno de los puntales a partir de los cuales la película demuestra más firmeza.
En definitiva, "Casa en llamas" es una entretenida comedia dramática en un vaivén emocional que vale la pena ver para gozar de las interpretaciones y de las escenas mejor conseguidas. Un retrato tragicómico de una familia donde todo el mundo, en cierto modo, sale quemado. (6,5)
Los personajes están muy bien perfilados desde el principio, pero a medida que avanza la película, se desinflan como un globo pinchado. Esto no es necesariamente malo, ya que proporciona momentos de pura comedia del absurdo. El guión de Eduard Sola es una montaña rusa de giros y trifulcas que mantiene al espectador enganchado, pero también algo confundido. Las escenas corales, donde los conflictos estallan como fuegos artificiales, son realmente entretenidas. La dirección de Dani de la Orden brilla en momentos como la genial escena del paracaidismo, que mezcla humor negro y angustia de forma magistral.
El reparto hace un trabajo notable, con especial mención a Emma Vilarasau, que lleva el peso emocional con magnetismo y fuerza, acompañada perfectamente por un grupo actoral dentro del cual no hay nadie que chirríe. En su conjunto, podemos decir que las interpretaciones es uno de los puntales a partir de los cuales la película demuestra más firmeza.
En definitiva, "Casa en llamas" es una entretenida comedia dramática en un vaivén emocional que vale la pena ver para gozar de las interpretaciones y de las escenas mejor conseguidas. Un retrato tragicómico de una familia donde todo el mundo, en cierto modo, sale quemado. (6,5)

5,7
7.771
8
9 de septiembre de 2024
9 de septiembre de 2024
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Parpadea dos veces", el debut de Zöe Kravitz como directora, llega a nuestras pantallas para demostrarnos que si algo puede salir mal en una isla paradisíaca, lo hará de la forma más retorcida posible. En esta joya del thriller psicológico, Kravitz nos invita a reflexionar sobre los depredadores sexuales, el abuso de poder, los límites del perdón y, claro, sobre lo peligroso que es aceptar unas vacaciones gratis en la isla privada de un multimillonario tecnológico. Porque, si estoy en mis casillas, no aceptaría ni ir a tomar un café con cualquiera de esos excéntricos que no saben cuántos ceros a la derecha tiene su fortuna.
Frida, interpretada por Naomi Ackie, es la desafortunada camarera la que, en lugar de quedarse en casa viendo series de true crime como el resto de los mortales, decide lanzarse a la aventura de sus (peores) pesadillas. Desde el primer momento, la película se encarga de recordarnos que algo va mal, muy mal. Porque claro, si tienes un personaje llamado Slater King (¡sí, éste es su nombre real!), interpretado por un solvente Channing Tatum en su papel más perturbador hasta ahora, ¿qué esperas? ¿Una partida amistosa de parchís y cócteles al atardecer?. El resto de personajes encarnados por un grupo de intérpretes expertos y solventes aporta también su parte extravagante decantada al surrealismo.
La trama va transcurriendo en medio del deslumbrante paisaje de la isla, con giros que aportan intriga, algunas escenas surrealistas que confunden de entrada pero que acabaremos atando y, todo ello, presentado con un montaje acelerado y una perturbadora estética empapada de un perfeccionismo inquietante.
El toque feminista de la directora es innegable y, aunque su mensaje sobre el abuso de poder y la vulnerabilidad resuena con fuerza, lo hace de una forma que desgrana un sentido del humor macabro e ingenioso a la vez. En este sentido debemos recordar la comedia negrísima de "Una joven prometedora" (2021) o la segunda temporada de la magnífica "The White Lotus" (2021) donde la presencia de un profundo resentimiento es muy poderosa.
La película quizá no sea perfecta, tiene sus momentos confusos y con momentos de una intensidad emocional desbarrada. Pero si te gustan los thrillers con capas, que te hacen sentir incómodo en tu sillón mientras disfrutas de los toques irreverentes y pasados de rosca, entonces ya estás tardando a ver-la.
La película es una experiencia visual y de intriga que te sacude en la butaca, reflexionando sobre temas de actualidad con una sonrisa irónica en la cara. Eso sí, no olvides desconfiar de aquella persona que te invita al paraíso y continuamente te pregunta de forma inquisidora "¿te lo estás pasando bien?". (7,5)
Frida, interpretada por Naomi Ackie, es la desafortunada camarera la que, en lugar de quedarse en casa viendo series de true crime como el resto de los mortales, decide lanzarse a la aventura de sus (peores) pesadillas. Desde el primer momento, la película se encarga de recordarnos que algo va mal, muy mal. Porque claro, si tienes un personaje llamado Slater King (¡sí, éste es su nombre real!), interpretado por un solvente Channing Tatum en su papel más perturbador hasta ahora, ¿qué esperas? ¿Una partida amistosa de parchís y cócteles al atardecer?. El resto de personajes encarnados por un grupo de intérpretes expertos y solventes aporta también su parte extravagante decantada al surrealismo.
La trama va transcurriendo en medio del deslumbrante paisaje de la isla, con giros que aportan intriga, algunas escenas surrealistas que confunden de entrada pero que acabaremos atando y, todo ello, presentado con un montaje acelerado y una perturbadora estética empapada de un perfeccionismo inquietante.
El toque feminista de la directora es innegable y, aunque su mensaje sobre el abuso de poder y la vulnerabilidad resuena con fuerza, lo hace de una forma que desgrana un sentido del humor macabro e ingenioso a la vez. En este sentido debemos recordar la comedia negrísima de "Una joven prometedora" (2021) o la segunda temporada de la magnífica "The White Lotus" (2021) donde la presencia de un profundo resentimiento es muy poderosa.
La película quizá no sea perfecta, tiene sus momentos confusos y con momentos de una intensidad emocional desbarrada. Pero si te gustan los thrillers con capas, que te hacen sentir incómodo en tu sillón mientras disfrutas de los toques irreverentes y pasados de rosca, entonces ya estás tardando a ver-la.
La película es una experiencia visual y de intriga que te sacude en la butaca, reflexionando sobre temas de actualidad con una sonrisa irónica en la cara. Eso sí, no olvides desconfiar de aquella persona que te invita al paraíso y continuamente te pregunta de forma inquisidora "¿te lo estás pasando bien?". (7,5)
7
17 de diciembre de 2023
17 de diciembre de 2023
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada, diré que esta película es, en mi opinión, la mejor que ha dirigido J.A. Bayona hasta la fecha de hoy. La trama es lo suficientemente conocida y no hace falta explicarla. Podemos pasar, pues, directamente a comentar las razones por las que es necesario entrar en la sala de proyección —¡esto es muy importante!— y dejarse llevar por esta experiencia singular y bastante gratificante.
Desde las primeras escenas de rugby, donde se destaca la complicidad colectiva del grupo, todo el metraje está rodado con una apariencia lo suficientemente inmersiva como para atraparte de forma natural y magnética en todos y cada uno de los hechos más relevantes. Desde la práctica del rugby hasta el rescate final, pasando por el accidente aéreo o la situación gélida y claustrofóbica en los Andes, la tensión no decae en ningún momento. Las conversaciones son las justas, la fotografía te captura con una comunión perfecta con el contenido y, finalmente, la música y las interpretaciones acaban de redondear una notable puesta en escena para que todo ello se convierta en un placentero entretenimiento de dos horas y media.
Tal como ya se ha dicho en alguna entrevista al director, la película se diferencia respecto a la también bastante interesante "Viven" (1993) en que se da voz y protagonismo a algunas de las personas que no sobrevivieron, manteniendo la presencia y el recuerdo entre aquellos que culminan la proeza de salir vivos. Todo se hace de forma creíble y con humanidad, sin excluir en ningún momento las tensiones, engaños y debates colectivos, convirtiéndose al final en un auténtico homenaje y un ejercicio de memoria por los fallecidos.
La habilidad del director para salir exitoso de una producción de dimensiones colosales se fundamenta en un trabajo exhaustivo de preparación y filmación, con más de 500 horas de grabación mientras que habitualmente no se superan las 50, muchas veces en condiciones extremas, con un meticuloso trabajo de edición y un control absoluto de los ritmos, la dosificación y las fases narrativas.
"La sociedad de la nieve", a partir de una estructura clásica en el formato, nos transporta al cine de aventuras más genuino en torno a las fortalezas y debilidades más humanas, narrado de forma emotiva y apasionada sin abusar en ningún momento de la lágrima fácil. (7)
Desde las primeras escenas de rugby, donde se destaca la complicidad colectiva del grupo, todo el metraje está rodado con una apariencia lo suficientemente inmersiva como para atraparte de forma natural y magnética en todos y cada uno de los hechos más relevantes. Desde la práctica del rugby hasta el rescate final, pasando por el accidente aéreo o la situación gélida y claustrofóbica en los Andes, la tensión no decae en ningún momento. Las conversaciones son las justas, la fotografía te captura con una comunión perfecta con el contenido y, finalmente, la música y las interpretaciones acaban de redondear una notable puesta en escena para que todo ello se convierta en un placentero entretenimiento de dos horas y media.
Tal como ya se ha dicho en alguna entrevista al director, la película se diferencia respecto a la también bastante interesante "Viven" (1993) en que se da voz y protagonismo a algunas de las personas que no sobrevivieron, manteniendo la presencia y el recuerdo entre aquellos que culminan la proeza de salir vivos. Todo se hace de forma creíble y con humanidad, sin excluir en ningún momento las tensiones, engaños y debates colectivos, convirtiéndose al final en un auténtico homenaje y un ejercicio de memoria por los fallecidos.
La habilidad del director para salir exitoso de una producción de dimensiones colosales se fundamenta en un trabajo exhaustivo de preparación y filmación, con más de 500 horas de grabación mientras que habitualmente no se superan las 50, muchas veces en condiciones extremas, con un meticuloso trabajo de edición y un control absoluto de los ritmos, la dosificación y las fases narrativas.
"La sociedad de la nieve", a partir de una estructura clásica en el formato, nos transporta al cine de aventuras más genuino en torno a las fortalezas y debilidades más humanas, narrado de forma emotiva y apasionada sin abusar en ningún momento de la lágrima fácil. (7)
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