Este tipo de películas, con ese aire de espías "a la guerra fría", tuvo su época. Quienes las presenciamos pasado el tiempo las encontramos un poco simplonas y, no sobra aclararlo, bajo el peso de nuestro cine de espías de comienzos del siglo XXI, perdidas como incipientes historias.
Creo que lo que aquí vale la pena destacar es la pieza de John Le Carré, el autor del libro en el cual la película se ha basado. Un trabajo de personajes que tienen su dosis de humanidad cargada en lo siniestro: basta ver a la mujer del muerto, papel de Simone Signoret, y a Harriet Andersson interpretando una extraña ninfómana que da dolores de cabeza a un quebradizo James Mason. Pero no es la pelcula, es Le Carré palpitando en ella. No más.

Del cine de terror reciente esta películas es de las buenas. Un poco de lo mismo; nada del otro mundo; pero muy bien hecha, con los ingredientes en su punto para convertirse en una aterradora experiencia emocional. A pesar de que uno como espectador ya pueda anticipar lo que va a ocurrir (algo que es muy habitual como experiencia del cine de suspenso y terror), y en ello no hay alteraciones, los elementos bajo los cuales la protagonista asume su rol de sobreviviente hacen que la experiencia fílmica resulte siendo muy agradable. Por supuesto, este "agradable" bajo los cánones cruentos del cine de terror.