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6,7
7.622
8
7 de abril de 2015
7 de abril de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guión en esta película carece de importancia, quedando relegado a un segundo plano para ser totalmente absorvido por una gran dirección y una absolutamente maravillosa fotografía a cargo de uno de los mejores directores de fotografía vivos, Christopher Doyle.
Es de agradecer encontrarse con películas estadounidenses actuales tan buenas, sobre todo tan diferentes, en un país que sólo hace remakes, reboots, secuelas, precuelas, comienzos alternativos y demás inventos.
En 'Paranoid park' se nos cuenta la historia de un chaval al que le encanta hacer skate y que por suerte ni rapea, ni dice haber vivido una infancia muy dura por temas tan tremendamente dramáticos como la separación de sus padres o el no haber podido comprar las zapatillas que le gustaban.
El argumento está contando de una manera muy sutíl, se presentan unos pocos detalles para situarnos en la historia, su ambiente familiar en el que vive con su tío (Christopher Doyle) y su madre; así cómo las relaciones con su mejor amigo y su novia. El sueño del chico es el de poder ir a Paranoid park, un parque en el que están los que mejor patinan de la ciudad.
Lo que destaca es la dirección y el montaje, que expanden mediante cámaras lentas unos acontecimientos que darían para un mediometraje, convirtiendo la película en una experiencia muy sensitiva. Así como un conocimiento de gran parte de los adolescentes, creando un retrato realista y atractivo.
Me han parecido preciosas cada una de las escenas en las que patinan los personajes, Doyle sorprende con una fotografía muy sucia, que recuerda a gran parte del cine independiente europeo, dejando atrás los filtados de color y presentando unas imágenes con mucho grano, mucho encanto y absolutamente fantásticas.
Una película portentosa formalmente, de las mejores de su año.
Es de agradecer encontrarse con películas estadounidenses actuales tan buenas, sobre todo tan diferentes, en un país que sólo hace remakes, reboots, secuelas, precuelas, comienzos alternativos y demás inventos.
En 'Paranoid park' se nos cuenta la historia de un chaval al que le encanta hacer skate y que por suerte ni rapea, ni dice haber vivido una infancia muy dura por temas tan tremendamente dramáticos como la separación de sus padres o el no haber podido comprar las zapatillas que le gustaban.
El argumento está contando de una manera muy sutíl, se presentan unos pocos detalles para situarnos en la historia, su ambiente familiar en el que vive con su tío (Christopher Doyle) y su madre; así cómo las relaciones con su mejor amigo y su novia. El sueño del chico es el de poder ir a Paranoid park, un parque en el que están los que mejor patinan de la ciudad.
Lo que destaca es la dirección y el montaje, que expanden mediante cámaras lentas unos acontecimientos que darían para un mediometraje, convirtiendo la película en una experiencia muy sensitiva. Así como un conocimiento de gran parte de los adolescentes, creando un retrato realista y atractivo.
Me han parecido preciosas cada una de las escenas en las que patinan los personajes, Doyle sorprende con una fotografía muy sucia, que recuerda a gran parte del cine independiente europeo, dejando atrás los filtados de color y presentando unas imágenes con mucho grano, mucho encanto y absolutamente fantásticas.
Una película portentosa formalmente, de las mejores de su año.

7,9
145.650
5
5 de febrero de 2015
5 de febrero de 2015
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto a Wall·E la película más sobrevalorada de los últimos diez años sin lugar a dudas.
Ya no voy a volver a caer en la trampa, no veré ninguna películas más de PIXAR, me da igual que digan que me estoy perdiendo la mejor película de la historia, sé que en realidad será otra película mediocre, simplona y maniquea, la típica película de Disney solo que con una animación diferente.
“UP” comienza con una secuencia al estilo anuncio de seguros de vida, plagada de lugares comunes y chorradas sin ninguna emoción que intentan hacer que el espectador se de cuenta que la vida es muy bonita; lo es, pero por suerte no por estas cosas. A partir de ahí el viejo se va en su casa voladora con un niño gordo y un perro idiota y viven aventuras, esas típicas aventuras de la Disney.
No digo que “WALL·E” o “UP” sean horribles, lo que digo es que tampoco tienen nada bueno ni diferente, no llego a entender qué es lo que las hace tan especiales, bueno sí, que son muy tramposas, buscan la lágrima fácil con presuntas buenas intenciones, y en eso casi prefiero los clásicos de Disney, que eran cursis premeditamente y no creaban este estado de confusión colectiva.
Adiós PIXAR, el marketing de vuestros productos no deja ver que no teneís nada que ofrecer, y lo peor de todo es que os habeís convertido en el camino a seguir cuando en realidad sois un retroceso.
Ya no voy a volver a caer en la trampa, no veré ninguna películas más de PIXAR, me da igual que digan que me estoy perdiendo la mejor película de la historia, sé que en realidad será otra película mediocre, simplona y maniquea, la típica película de Disney solo que con una animación diferente.
“UP” comienza con una secuencia al estilo anuncio de seguros de vida, plagada de lugares comunes y chorradas sin ninguna emoción que intentan hacer que el espectador se de cuenta que la vida es muy bonita; lo es, pero por suerte no por estas cosas. A partir de ahí el viejo se va en su casa voladora con un niño gordo y un perro idiota y viven aventuras, esas típicas aventuras de la Disney.
No digo que “WALL·E” o “UP” sean horribles, lo que digo es que tampoco tienen nada bueno ni diferente, no llego a entender qué es lo que las hace tan especiales, bueno sí, que son muy tramposas, buscan la lágrima fácil con presuntas buenas intenciones, y en eso casi prefiero los clásicos de Disney, que eran cursis premeditamente y no creaban este estado de confusión colectiva.
Adiós PIXAR, el marketing de vuestros productos no deja ver que no teneís nada que ofrecer, y lo peor de todo es que os habeís convertido en el camino a seguir cuando en realidad sois un retroceso.

7,6
11.651
5
4 de abril de 2015
4 de abril de 2015
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto de partida del guión es interesante, pero la dirección y gran parte del reparto son nefastos, se salva Tsutomu Yamazaki (el viejo), el único que no sobreactúa.
La dirección me parece tremendamente manipuladora, el director aprovecha el hablar de un tema con el que es muy fácil emocionar para no tener que desarrollar nada, y simplemente utilizar los recursos facilones y típicos para hacernos llorar. Esos recursos son, por ejemplo, que cada vez que pasa algo que puede dar pena, empiezan a sonar los violines cada vez más fuerte mientras aparecen decenas de planos de la cara de todos los que están presentes mientras les caen las lágrimas.
La cosa está en no cruzarse de brazos y despreciar al espectador sabiendo que el tema del que hablas es triste o que emocionará porque recordaran las muertes de amigos o familiares que cada uno haya sufrido, sino en saber transmitir esas emociones sin buscar revivir de manera burda el recuerdo de las muertes del entorno de los espectadores.
En ningún momento ni Takita ni su guionista se preocupan de desarrollar el afecto y la relación que tenían los personajes con los fallecidos, confían en que lo que están contando ya es triste de por sí, y si le añaden esos planos detalle de manos, rostros compungidos y miradas complices acompañadas por el sonido de los violines lo más probable es que el público llore.
Con la de películas maravillosas que tiene Japón y que ésta se lleve el Oscar...
La dirección me parece tremendamente manipuladora, el director aprovecha el hablar de un tema con el que es muy fácil emocionar para no tener que desarrollar nada, y simplemente utilizar los recursos facilones y típicos para hacernos llorar. Esos recursos son, por ejemplo, que cada vez que pasa algo que puede dar pena, empiezan a sonar los violines cada vez más fuerte mientras aparecen decenas de planos de la cara de todos los que están presentes mientras les caen las lágrimas.
La cosa está en no cruzarse de brazos y despreciar al espectador sabiendo que el tema del que hablas es triste o que emocionará porque recordaran las muertes de amigos o familiares que cada uno haya sufrido, sino en saber transmitir esas emociones sin buscar revivir de manera burda el recuerdo de las muertes del entorno de los espectadores.
En ningún momento ni Takita ni su guionista se preocupan de desarrollar el afecto y la relación que tenían los personajes con los fallecidos, confían en que lo que están contando ya es triste de por sí, y si le añaden esos planos detalle de manos, rostros compungidos y miradas complices acompañadas por el sonido de los violines lo más probable es que el público llore.
Con la de películas maravillosas que tiene Japón y que ésta se lleve el Oscar...
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