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5,6
188
7
26 de abril de 2008
26 de abril de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Original muestra de experimental cine vampírico de manos de Michael Almereyda, cineasta norteamericano independiente al que, salvando las distancias, se le nota cierto regustillo por el estilo de Lynch –quien produce esta cinta- y el de Hartley –algunos de cuyos actores habituales protagonizan “Nadja”-. En primer lugar, he de decir que “Nadja” me enganchó, me resultó atractivísimo su estilo y su aire marchito, caótico, confuso y disperso, pero pese a que conectásemos película y yo, pese a que su cadencia, estilo visual y marcada apatía (muy Hartley) me cautivasen, también es cierto que esas características estilísticas son aplicables también a su guión y contenido, configurando una obra, sin duda muy interesante, pero que se pasa de rosca y puede ser para muchos pretenciosa, hueca y pedante. También decir que todo el inicio de la película, aunque luego se disipe mucho, es apabullante y de una atmósfera soberbia.
* Nos encontramos ante un film en blanco y negro; con muchas intrusiones de imágenes veladas y granuladas, distorsionadas; azarosos planos donde parece que la cámara intente huir del escenario; desenfoques; flashbacks, y muchas imágenes tomadas del Drácula de Lugoshi, quien desprevenido, encarna al padre de los vampiros mellizos de “Nadja”. Con referencias a la obra de Stoker, en cuanto a los personajes.
* Todo el aparato visual y técnico de esta película puede parecer mal integrado, acompañar el relato de forma incongruente, con una especie de frenesí gratuito y brusco, pero creo que estos recursos, distorsionando la percepción del espectador, logran un clima decadente y confuso, que aturde al que ve “Nadja”, como aturdidos parecen muchos de sus personajes. Con ello esta cinta se presenta marcadamente anárquica: para unos un escollo a la hora de soportarla, pero a mí me agrada.
* “Nadja” es una comedia, pero como en la obra de Hartley, una comedia agria y lánguida, mordaz, también absurda, embestida por oleadas de música pop independiente, con una estructura dramática falta de un mínimo tono emocional, que a conciencia o no, logra un vacío vital, que junto al aislamiento de los personajes, aja más aún el mundo decaído que se intenta imponer.
* Tanto por la ambientación como por sus personajes, creo que “Nadja” es una buena pieza de cine gótico actual. Inserta la figura del vampiro en un entorno urbano sin ataques de violencia infundada, ni accesos de fanfarronería “fashion gothic”, muy comunes últimamente. Lo que tenemos es un vampiro que languidece en nuestras ciudades, aquejado del mal civilizador que obliga a despoblar las zonas rurales, y que sin participar de la decadencia moderna, manteniendo las constantes que lo hacen un mito, presiente la necesidad de cambio, de reinventarse para seguir perpetuándose.
* Nos encontramos ante un film en blanco y negro; con muchas intrusiones de imágenes veladas y granuladas, distorsionadas; azarosos planos donde parece que la cámara intente huir del escenario; desenfoques; flashbacks, y muchas imágenes tomadas del Drácula de Lugoshi, quien desprevenido, encarna al padre de los vampiros mellizos de “Nadja”. Con referencias a la obra de Stoker, en cuanto a los personajes.
* Todo el aparato visual y técnico de esta película puede parecer mal integrado, acompañar el relato de forma incongruente, con una especie de frenesí gratuito y brusco, pero creo que estos recursos, distorsionando la percepción del espectador, logran un clima decadente y confuso, que aturde al que ve “Nadja”, como aturdidos parecen muchos de sus personajes. Con ello esta cinta se presenta marcadamente anárquica: para unos un escollo a la hora de soportarla, pero a mí me agrada.
* “Nadja” es una comedia, pero como en la obra de Hartley, una comedia agria y lánguida, mordaz, también absurda, embestida por oleadas de música pop independiente, con una estructura dramática falta de un mínimo tono emocional, que a conciencia o no, logra un vacío vital, que junto al aislamiento de los personajes, aja más aún el mundo decaído que se intenta imponer.
* Tanto por la ambientación como por sus personajes, creo que “Nadja” es una buena pieza de cine gótico actual. Inserta la figura del vampiro en un entorno urbano sin ataques de violencia infundada, ni accesos de fanfarronería “fashion gothic”, muy comunes últimamente. Lo que tenemos es un vampiro que languidece en nuestras ciudades, aquejado del mal civilizador que obliga a despoblar las zonas rurales, y que sin participar de la decadencia moderna, manteniendo las constantes que lo hacen un mito, presiente la necesidad de cambio, de reinventarse para seguir perpetuándose.
9 de diciembre de 2007
9 de diciembre de 2007
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en sus dos films anteriores, es tal el realismo y la naturalidad que algunos señalarán su amenidad, que se ven del tirón, etc, pero no es hacerles justicia, pues lo que están es plenas de vitalidad. Pero en “Lilja 4-Ever”, si, tenemos esa realista crudeza, pero no el tono amable que a veces dominaba “Fucking Amal” o “Juntos”. Película dura y desgarradora donde las haya, tanto por el tema tratado, como por la forma de retratarnos la situación. Me acaba de venir a la mente que son varias las ideas que despertó en mi este film, y que dichas ideas son similares a las que tuve viendo “Vivir su Vida” de Godard: casualmente tratan la misma temática; su centran de forma tiránica en su protagonista; son particularmente realistas. Pero lo importante es que no me quito de la cabeza la sensación de que tanto Godard como Moodysson sorben la vida de sus protagonistas en cada secuencia, que las condenan desde la primera escena, y que su cámara va ejecutándolas lentamente.
Moodysson se recrea en la desventura de Lilja y la sigue en su desdicha. Lilja, con sus defectos, se hace querer, me inspira simpatía, me incita a sentir interés por su vida, y no puedo sino sentir un malestar brutal pensando que esa muchachita está al otro lado de la pantalla y que nada puedo hacer por ella. Uno debe aguantarse las ganas de susurrarle a Lilja lo que debería hacer, por no sentirse estúpido hablándole a un televisor. Pero lo importante es que la preocupación vence la certidumbre de que es una criatura de ficción, o no… Demasiado talento tiene Moodysson manipulando al espectador, y se agradece. Como he señalado antes, esta sería una de esas muestras de cine social que no se regodea en su discurso, que busca enriquecer la obra sin cercar siempre la misma perorata. Ahí tenemos al genial personaje de Volodya, enamorado a su tierna edad de su amiga Lilja, y que pese a su juventud sabe que su amiga se está metiendo en un mundo turbio y peligroso. Es muy emotiva la preocupación que el niño siente por ella; como está siempre presto a ayudarla y confortarla; el tierno afecto que le profesa. También es descorazonador que lo único que pudiese salvar a Lilja sea su amiguito de corta edad. La simpatía que despierta Lilja la despierta en igual medida el pequeño Volodya, y su suerte me tuvo intrigado tanto o más que la de ella.
Moodysson se recrea en la desventura de Lilja y la sigue en su desdicha. Lilja, con sus defectos, se hace querer, me inspira simpatía, me incita a sentir interés por su vida, y no puedo sino sentir un malestar brutal pensando que esa muchachita está al otro lado de la pantalla y que nada puedo hacer por ella. Uno debe aguantarse las ganas de susurrarle a Lilja lo que debería hacer, por no sentirse estúpido hablándole a un televisor. Pero lo importante es que la preocupación vence la certidumbre de que es una criatura de ficción, o no… Demasiado talento tiene Moodysson manipulando al espectador, y se agradece. Como he señalado antes, esta sería una de esas muestras de cine social que no se regodea en su discurso, que busca enriquecer la obra sin cercar siempre la misma perorata. Ahí tenemos al genial personaje de Volodya, enamorado a su tierna edad de su amiga Lilja, y que pese a su juventud sabe que su amiga se está metiendo en un mundo turbio y peligroso. Es muy emotiva la preocupación que el niño siente por ella; como está siempre presto a ayudarla y confortarla; el tierno afecto que le profesa. También es descorazonador que lo único que pudiese salvar a Lilja sea su amiguito de corta edad. La simpatía que despierta Lilja la despierta en igual medida el pequeño Volodya, y su suerte me tuvo intrigado tanto o más que la de ella.

6,8
7.032
9
14 de julio de 2009
14 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Jordan es de esos directores a los que nunca nombro entre mis favoritos porque suelo olvidar que tenga tantas películas que me hayan causado impresión: “Michael Collins”, “Entrevista con el Vampiro”, “En Compañía de Lobos”, o esta: “Desayuno en Plutón”.
Hace unos meses, cuando caí en la cuenta de lo interesante que me habían resultado los pocos de sus films que había visto, me hice con otra remesa, y aunque “Contracorriente” y “Juego de Lágrimas” se me atragantasen (“Juego de Lágrimas” tiene empuje en su primera mitad), “Desayuno en Plutón” fue la que me encantó.
Una especie de cuento de hadas (a lo Jeunet), muy glam, ambientado durante el conflicto irlandés en los 70, y tratando el tema de la homosexualidad, entre otros.
“Desayuno en Plutón” tiene un tono descarado y frívolo, vivaz, recordando a Jeunet como señalé arriba, y a su “Amelie”, pero con algo crucial para engancharme: que ese mundo festoneado y vivaracho, “alegre”, se manifiesta desde el principio como una expresión de dolor latente; la carcajada histérica y aciaga de quien ya se toma a broma su infortunio. La lucha colosal de la imaginación de Patrick por hacer frente a la realidad, el usar ese poder fabulador como arma y como instrumento eficaz para ir encontrando respuestas a su situación, que no es más que un poso de amargura y resentimiento oculto bajo una máscara de gozo; esa lucha, repito, es la que da tremenda fuerza a esta película, donde todas las interpretaciones van a juego con el nervio desplegado por la historia, los personajes, la técnica... Una película que es un alarde de ingeniería narrativa, que introduce múltiples secuencias y personajes secundarios y adicionales, todos magistrales, que van edificando un portento de inspiración sin una fisura por donde reprochar nada a Jordan. Tratar a la vez, ensamblar, la historia de un “huérfano” homosexual y extravagante en busca de una añorada figura materna, con un relato crudo del conflicto irlandés, con tantos y tantos personajes torcidos, sin caer en el mal gusto ni la falta de tacto, es un mérito de los más notables del director. Es ese magistral telar narrativo, con el descomunal trabajo de penetración psicológica de los personajes, más el cariño mostrado hacia ellos, lo que hace que este director puede prender fuego (o brillantina) a sus relatos, y recargarlos tanto como desee, sin perder el norte.
Hace unos meses, cuando caí en la cuenta de lo interesante que me habían resultado los pocos de sus films que había visto, me hice con otra remesa, y aunque “Contracorriente” y “Juego de Lágrimas” se me atragantasen (“Juego de Lágrimas” tiene empuje en su primera mitad), “Desayuno en Plutón” fue la que me encantó.
Una especie de cuento de hadas (a lo Jeunet), muy glam, ambientado durante el conflicto irlandés en los 70, y tratando el tema de la homosexualidad, entre otros.
“Desayuno en Plutón” tiene un tono descarado y frívolo, vivaz, recordando a Jeunet como señalé arriba, y a su “Amelie”, pero con algo crucial para engancharme: que ese mundo festoneado y vivaracho, “alegre”, se manifiesta desde el principio como una expresión de dolor latente; la carcajada histérica y aciaga de quien ya se toma a broma su infortunio. La lucha colosal de la imaginación de Patrick por hacer frente a la realidad, el usar ese poder fabulador como arma y como instrumento eficaz para ir encontrando respuestas a su situación, que no es más que un poso de amargura y resentimiento oculto bajo una máscara de gozo; esa lucha, repito, es la que da tremenda fuerza a esta película, donde todas las interpretaciones van a juego con el nervio desplegado por la historia, los personajes, la técnica... Una película que es un alarde de ingeniería narrativa, que introduce múltiples secuencias y personajes secundarios y adicionales, todos magistrales, que van edificando un portento de inspiración sin una fisura por donde reprochar nada a Jordan. Tratar a la vez, ensamblar, la historia de un “huérfano” homosexual y extravagante en busca de una añorada figura materna, con un relato crudo del conflicto irlandés, con tantos y tantos personajes torcidos, sin caer en el mal gusto ni la falta de tacto, es un mérito de los más notables del director. Es ese magistral telar narrativo, con el descomunal trabajo de penetración psicológica de los personajes, más el cariño mostrado hacia ellos, lo que hace que este director puede prender fuego (o brillantina) a sus relatos, y recargarlos tanto como desee, sin perder el norte.
10 de julio de 2009
10 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
* “VIVIR”, pero así, con mayúsculas, y no le pongo signos de exclamación porque quedaría un poco “publicitario”. Uno de los films donde a mi entender mejor se recoge un ideal vital, esta vez bastante común, pero transmitido con una fuerza avasalladora. Lo que es la vida, la visión de Yimou, entendida como un mar, a veces manso y apacible, tranquilo; otras veces vivaracho, surcado de excitación, vivencias y alegrías; puntualmente agitado, cuando no iracundo, catastrófico; y a menudo enfermo, deprimido, como cuando grandes manchas de petróleo lo amenazan con la de más corrupta degeneración. Así pinta la vida Yimou; no solo en esta película concreta, pero es en “Vivir” donde ha hecho el mejor y más intencional retrato, mostrándonos una saga familiar: la historia de cuatro generaciones expuestas unas veces a la dicha, otras a la desgracia, pero siempre avanzando, entre gozos o escollos, pero siempre hacia el frente, y siempre con ímpetu. La vida se abre paso.
La película podría bien haberse llamado “Después de la tormenta siempre viene la calma: una y otra vez”, y muchos verán ese discurso en este film, pero a mi me suena a actitud pasiva, cuando lo que Yimou refleja en esta historia y en sus personajes es una lucha: adaptación y lucha. Porque si no combates, ya has perdido, y si dejas pasar, las más de las veces pasará mal. Algunos verán un mensaje claramente positivo entra tanta adversidad como introduce Yimou, pero yo creo que más que optimismo, lo que se quiere contagiar son ganas de vivir, y de afanarse en el día a día, venga como venga.
Como medicina para el espíritu es redonda, sin caer en diatribas filosóficas, optimismo barato, o escapismo de fantasía (cosas a las que de vez en cuando también acudo; a que negarlo).
Por otra parte, Yimou no deja de lado su crítica social, aunque quizá mitigada respecto a otros de sus films. Este está más centrado en el terreno personal, de las vivencias de sus personajes, no centrándose tan hegemónicamente en situaciones concretas, como en casi todas sus películas, ya que en esta intenta retratar casi una vida entera: creo que unos 30 años de historia familiar. Además de esto, a que obviarlo, ver una cinta donde aparezca Gong Li es siempre un placer, y en esta concretamente está la actriz extraordinaria, como el resto de actores, siendo destacable también la sutilidad con que se va avanzando en la historia de la propia china de esas décadas, asistiendo al tímido despertar de una china feudal, a una china muy modestamente urbana.
Como he dicho, una película para quienes quieran “resucitar”, a base de ánimo, no de postales, máximas, o fantasía.
La película podría bien haberse llamado “Después de la tormenta siempre viene la calma: una y otra vez”, y muchos verán ese discurso en este film, pero a mi me suena a actitud pasiva, cuando lo que Yimou refleja en esta historia y en sus personajes es una lucha: adaptación y lucha. Porque si no combates, ya has perdido, y si dejas pasar, las más de las veces pasará mal. Algunos verán un mensaje claramente positivo entra tanta adversidad como introduce Yimou, pero yo creo que más que optimismo, lo que se quiere contagiar son ganas de vivir, y de afanarse en el día a día, venga como venga.
Como medicina para el espíritu es redonda, sin caer en diatribas filosóficas, optimismo barato, o escapismo de fantasía (cosas a las que de vez en cuando también acudo; a que negarlo).
Por otra parte, Yimou no deja de lado su crítica social, aunque quizá mitigada respecto a otros de sus films. Este está más centrado en el terreno personal, de las vivencias de sus personajes, no centrándose tan hegemónicamente en situaciones concretas, como en casi todas sus películas, ya que en esta intenta retratar casi una vida entera: creo que unos 30 años de historia familiar. Además de esto, a que obviarlo, ver una cinta donde aparezca Gong Li es siempre un placer, y en esta concretamente está la actriz extraordinaria, como el resto de actores, siendo destacable también la sutilidad con que se va avanzando en la historia de la propia china de esas décadas, asistiendo al tímido despertar de una china feudal, a una china muy modestamente urbana.
Como he dicho, una película para quienes quieran “resucitar”, a base de ánimo, no de postales, máximas, o fantasía.

7,4
23.887
Animación
9
1 de julio de 2009
1 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
* “Ponyo…” es una muestra total de puro Miyazaki, el cual, sin salirse casi nunca de su propio estilo, siempre anda encandilándome con cada película que se saca de la chistera… y que saque muchas más. Aún veré “Ponyo…” de nuevo alguna que otra vez, pero tiene muchas bazas para entrar entre mis favoritas del genio nipón.
* Miyazaki siempre anda rondando el mismo discurso en sus películas: ecologismo, respeto a las personas mayores, a la tradición, al folclore, protección a la figura del niño; con sus sempiternos cachivache-vehículos extravagantes (el bote, el submarino…), sus persecuciones alucinantes, su fascinación por la cultura europea (aquí tenemos el tributo a Andersen), sus refugios (la casa perdida en el acantilado, el asilo…), y siempre, siempre me fascina, me atrapa en sus ensoñaciones y mundos paralelos, teniendo una destreza asombrosa para pintar universos y confundir mundo real y fabula sin resultar chocante. Hayao nos sumerge (nunca mejor dicho) en sus mundos de ensueño, como si cayésemos en un grato sueño del que despertamos aún más placenteramente. De ahí la prodigiosa fuerza del cine de este director, del que nunca se cansa uno. Miyazaki logra, con cada una de sus películas, que durante mínimo 90 minutos escapemos a nuestra realidad, nos mantengamos en volandas de la fantasía, que volvamos a la edad en que nos creíamos cualquier cosa, incluso aquellas que inventábamos deliberadamente. Reconozco que, cuando quiere estar dos horitas en éxtasis, olvidarme del mundanal ruido, acudo al cine de Miyazaki.
* En “Ponyo…” tenemos una versión nipona de “La Sirenita” de Andersen, tan minimalista en los detalles, como monumental (increíble es ver a Ponyo cabalgando el tsunami a lomos de épicas variaciones wagnerianas). Da una visión de la naturaleza imponente (el tsunami, la paradójica catástrofe que ocasiona…) y frágil a la vez (ahí tenemos a Ponyo), con unas imágenes cargadas de ímpetu, y otras de una belleza deslumbrante. Todo es mágico, fascinante, bello, e incluso inquietante, en esta fabulosa historia. Y más perturbador es el inagotable talento e imaginación de Miyazaki.
* Miyazaki siempre anda rondando el mismo discurso en sus películas: ecologismo, respeto a las personas mayores, a la tradición, al folclore, protección a la figura del niño; con sus sempiternos cachivache-vehículos extravagantes (el bote, el submarino…), sus persecuciones alucinantes, su fascinación por la cultura europea (aquí tenemos el tributo a Andersen), sus refugios (la casa perdida en el acantilado, el asilo…), y siempre, siempre me fascina, me atrapa en sus ensoñaciones y mundos paralelos, teniendo una destreza asombrosa para pintar universos y confundir mundo real y fabula sin resultar chocante. Hayao nos sumerge (nunca mejor dicho) en sus mundos de ensueño, como si cayésemos en un grato sueño del que despertamos aún más placenteramente. De ahí la prodigiosa fuerza del cine de este director, del que nunca se cansa uno. Miyazaki logra, con cada una de sus películas, que durante mínimo 90 minutos escapemos a nuestra realidad, nos mantengamos en volandas de la fantasía, que volvamos a la edad en que nos creíamos cualquier cosa, incluso aquellas que inventábamos deliberadamente. Reconozco que, cuando quiere estar dos horitas en éxtasis, olvidarme del mundanal ruido, acudo al cine de Miyazaki.
* En “Ponyo…” tenemos una versión nipona de “La Sirenita” de Andersen, tan minimalista en los detalles, como monumental (increíble es ver a Ponyo cabalgando el tsunami a lomos de épicas variaciones wagnerianas). Da una visión de la naturaleza imponente (el tsunami, la paradójica catástrofe que ocasiona…) y frágil a la vez (ahí tenemos a Ponyo), con unas imágenes cargadas de ímpetu, y otras de una belleza deslumbrante. Todo es mágico, fascinante, bello, e incluso inquietante, en esta fabulosa historia. Y más perturbador es el inagotable talento e imaginación de Miyazaki.
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