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Críticas ordenadas por utilidad
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5,8
23.775
5
22 de diciembre de 2008
22 de diciembre de 2008
20 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo me imaginaba lo peor a juzgar por los ingredientes: película para todos los públicos, estrenada en Navidad, Jim Carrey de protagonista, etc… Es decir, todo aterrador. Pero esos compromisos que surgen precisamente en estas fechas me conducen a una sala sorprendentemente medio vacía y me sorprende confesar aquí que me lo he pasado bien viéndola.
Primero, porque Jim Carrey está en su línea, pero no se pasa demasiado. Segundo, porque se nos cuenta bien una historia bastante inteligente y no demasiado ñoña. Y tercero, porque el resto de actores están razonablemente bien dirigidos por un señor llamado Peyton Reed que se ha especializado hasta ahora en dirigir comedias estúpidas y que aquí, sin embargo, hace un trabajo correcto.
Y lo confieso: hay momentos en que uno se ríe, no tanto de las inevitables caras del protagonista, que me siguen pareciendo ridículas, vacías y sin gracia, sino de las situaciones y los personajes que en ellas intervienen. Por tanto, salgo del cine sin la esperada sensación de haber perdido el tiempo.
Primero, porque Jim Carrey está en su línea, pero no se pasa demasiado. Segundo, porque se nos cuenta bien una historia bastante inteligente y no demasiado ñoña. Y tercero, porque el resto de actores están razonablemente bien dirigidos por un señor llamado Peyton Reed que se ha especializado hasta ahora en dirigir comedias estúpidas y que aquí, sin embargo, hace un trabajo correcto.
Y lo confieso: hay momentos en que uno se ríe, no tanto de las inevitables caras del protagonista, que me siguen pareciendo ridículas, vacías y sin gracia, sino de las situaciones y los personajes que en ellas intervienen. Por tanto, salgo del cine sin la esperada sensación de haber perdido el tiempo.

7,1
3.238
8
23 de febrero de 2009
23 de febrero de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vicki Baum se llevó una agradable sorpresa cuando vio su novela “Gran Hotel” publicada. Hasta ese momento yacía como manuscrito olvidada en su casa de Alemania, país en donde pasó la primera guerra mundial. Allí se la encontró un amigo de la escritora austriaca y gracias a sus buenos oficios la empresa se llevó a cabo. Años más tarde la novela fue reconvertida en una obra teatral y posteriormente en esta película que rueda Edmund Goulding en 1932.
La Metro había apostado fuerte por el proyecto porque sacó de su fondo de armario a la artillería pesada: Greta Garbo, Joan Crawford, John Barrymore, y un largo etcétera de magníficos actores. El negocio le fue bien: los beneficios que la productora consiguió fueron el doble de los que había invertido y obtuvo además el Oscar a la mejor película de ese año.
Y no solo el negocio. La película arroja un resultado artístico excelente, y el conjunto funciona a la perfección. El guión de William Drake es eficacísimo. Ahora es frecuente ver películas en donde se nos cuentan historias de vidas entrecruzadas, pero a principios de los años treinta el reto de hacer una especie de puzzle tenía sus riesgos porque los gustos del público eran bastante más lineales.
Goulding maneja muy bien los mimbres, a pesar de las susceptibilidades y rivalidades que había en el casting. No es una casualidad que las actrices protagonistas no tengan ninguna escena en común. La Garbo tal vez está algo pasada, pero completa un personaje excéntrico, que le va a las mil maravillas porque ella era exactamente así. La Crawford está estupenda en ese papel de secretaria que lucha por su propia supervivencia. La escena en la que Barrymore flirtea con ella y le pide una cita para el día siguiente es una de las que todos los cinéfilos deben recordar en su memoria.
Los decorados son extraordinarios. A Goulding se le nota su procedencia teatral, creando ambientes densos y creíbles. Filma el conjunto y se para en los detalles. Nos enseña la epidermis de un gran hotel –una especie de metáfora del mundo y de la vida, en donde, como dice el personaje del doctor, “no para la gente de llegar y marcharse, pero nunca pasa nada”-, pero bucea en el interior de los personajes, en algunos casos con aciertos evidentes.
Por todas estas razones, “Gran Hotel” es una de las mejores películas de la década de los treinta.
La Metro había apostado fuerte por el proyecto porque sacó de su fondo de armario a la artillería pesada: Greta Garbo, Joan Crawford, John Barrymore, y un largo etcétera de magníficos actores. El negocio le fue bien: los beneficios que la productora consiguió fueron el doble de los que había invertido y obtuvo además el Oscar a la mejor película de ese año.
Y no solo el negocio. La película arroja un resultado artístico excelente, y el conjunto funciona a la perfección. El guión de William Drake es eficacísimo. Ahora es frecuente ver películas en donde se nos cuentan historias de vidas entrecruzadas, pero a principios de los años treinta el reto de hacer una especie de puzzle tenía sus riesgos porque los gustos del público eran bastante más lineales.
Goulding maneja muy bien los mimbres, a pesar de las susceptibilidades y rivalidades que había en el casting. No es una casualidad que las actrices protagonistas no tengan ninguna escena en común. La Garbo tal vez está algo pasada, pero completa un personaje excéntrico, que le va a las mil maravillas porque ella era exactamente así. La Crawford está estupenda en ese papel de secretaria que lucha por su propia supervivencia. La escena en la que Barrymore flirtea con ella y le pide una cita para el día siguiente es una de las que todos los cinéfilos deben recordar en su memoria.
Los decorados son extraordinarios. A Goulding se le nota su procedencia teatral, creando ambientes densos y creíbles. Filma el conjunto y se para en los detalles. Nos enseña la epidermis de un gran hotel –una especie de metáfora del mundo y de la vida, en donde, como dice el personaje del doctor, “no para la gente de llegar y marcharse, pero nunca pasa nada”-, pero bucea en el interior de los personajes, en algunos casos con aciertos evidentes.
Por todas estas razones, “Gran Hotel” es una de las mejores películas de la década de los treinta.

7,3
46.995
8
14 de enero de 2009
14 de enero de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo es correcto, pero hay algo que sobresale: la excelente interpretación de Kevin Spacey, que no oculta los méritos de la del resto del reparto, dirigido por el incombustible Alan Parker.
Spacey hace una exhibición de talento actoral, algo que a estas alturas ya no es noticia. Se ha consolidado como uno de los grandes de Hollywood, ganador de dos Oscars y varios Globos de Oro, y en películas tan diversas como “Sospechosos habituales” (1995) “Medianoche en el jardín del bien y del mal” (1997), “American Beauty” (1999), o aquí mismo, demuestra el porqué sin olvidar colaboraciones de lujo, como en “Seven” (1995), o “Locking for Richard” (1996) en donde regresaba en cierto modi al teatro de sus orígenes y a su conocido Shakespeare, de la mano de otro grande: Al Pacino.
La crítica en general destaca su trabajo pero tiene más reservas a la hora de enjuiciar la película en sí. Yo creo, sin embargo, que el guión es excelente y que la trama argumental nos precipita a un final totalmente inesperado, y, a la vez, de una lógica aplastante. Es ingenioso y sorprendente, equilibrado y profundo. Sobre la pena de muerte se han hecho a lo largo de estos años algunas brillantes películas, y ésta es para mí una de las mejores.
No rebaja el nivel de la reflexión y del debate. Plantea con valentía y sólidos argumentos una oposición frontal a dicha pena, y entretiene de principio a fin, con momentos de enorme dramatismo y otros de un suspense sabiamente conseguido. La banda sonora también es magnífica.
Muy recomendable.
Spacey hace una exhibición de talento actoral, algo que a estas alturas ya no es noticia. Se ha consolidado como uno de los grandes de Hollywood, ganador de dos Oscars y varios Globos de Oro, y en películas tan diversas como “Sospechosos habituales” (1995) “Medianoche en el jardín del bien y del mal” (1997), “American Beauty” (1999), o aquí mismo, demuestra el porqué sin olvidar colaboraciones de lujo, como en “Seven” (1995), o “Locking for Richard” (1996) en donde regresaba en cierto modi al teatro de sus orígenes y a su conocido Shakespeare, de la mano de otro grande: Al Pacino.
La crítica en general destaca su trabajo pero tiene más reservas a la hora de enjuiciar la película en sí. Yo creo, sin embargo, que el guión es excelente y que la trama argumental nos precipita a un final totalmente inesperado, y, a la vez, de una lógica aplastante. Es ingenioso y sorprendente, equilibrado y profundo. Sobre la pena de muerte se han hecho a lo largo de estos años algunas brillantes películas, y ésta es para mí una de las mejores.
No rebaja el nivel de la reflexión y del debate. Plantea con valentía y sólidos argumentos una oposición frontal a dicha pena, y entretiene de principio a fin, con momentos de enorme dramatismo y otros de un suspense sabiamente conseguido. La banda sonora también es magnífica.
Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un hombre condenado a muerte, y que se ha pasado muchos años luchando contra ella, convoca a una periodista a la que va suministrando pistas que finalmente demostrarán su inocencia. Cuando esto ocurre, es ya demasiado tarde, pero ha logrado su propósito: evidenciar que el estado ha vuelto a matar a un inocente en nombre de todos nosotros.

5,6
316
4
19 de diciembre de 2008
19 de diciembre de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que la directora de “Encarnación” quiso hacer una película y le salió otra.
Quiso hacer la película de la soledad y de la dudosa ubicación de una mujer madura que ya no se encuentra bien en ningún sitio. Con los jóvenes ya no pega, y con el resto del mundo, representado por su propia familia, tampoco. Es seguro que esa situación es la de muchas personas que están empezando a ser una cosa y que todavía no dejaron de ser la anterior.
Pudo haber sido, por tanto, una interesante película, pero me temo que ha terminado siendo algo muy parecido a una mera exhibición de los talentos físicos e interpretativos de la actriz Silvia Pérez, a quien en España conocemos poco.
Poco más. El argumento es una bobada, y, aunque los actores y la fotografía están correctos, otras virtudes cinematográficas brillan por su ausencia.
Todo es lento, aburrido, insípido, intrascendente.
Quiso hacer la película de la soledad y de la dudosa ubicación de una mujer madura que ya no se encuentra bien en ningún sitio. Con los jóvenes ya no pega, y con el resto del mundo, representado por su propia familia, tampoco. Es seguro que esa situación es la de muchas personas que están empezando a ser una cosa y que todavía no dejaron de ser la anterior.
Pudo haber sido, por tanto, una interesante película, pero me temo que ha terminado siendo algo muy parecido a una mera exhibición de los talentos físicos e interpretativos de la actriz Silvia Pérez, a quien en España conocemos poco.
Poco más. El argumento es una bobada, y, aunque los actores y la fotografía están correctos, otras virtudes cinematográficas brillan por su ausencia.
Todo es lento, aburrido, insípido, intrascendente.

6,1
38.463
9
7 de marzo de 2011
7 de marzo de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película fascinante, de las que no te permite dejar de mirar. Cada escena nueva es aún más interesante que la anterior, y, aunque el final es algo previsible, coloca las piezas del puzzle de un modo ordenado.
El guión es, una vez más, la clave. Los temas que últimamente atraen a Clint Eastwood –la muerte y sus múltiples posibilidades de reflexión: la eutanasia, el más allá, etc- es otro pilar seguro. Porque son temas, como en este caso, que nos obligan a posicionarnos. Emanan de la cabeza de un hombre que parece pensar en voz alta, sin prejuicios ni ataduras, es decir, en libertad.
En tercer lugar, los actores. Aquí todos se merecen un sobresaliente. Desde un corrcto Matt Damon, hasta una excelente Cécile de France, actriz belga que en París estudió e hizo teatro con los mejores. Personalmente me conmovió la interpretación de Bryce Dallas en un corto pero intenso personaje.
Cine de ideas, que, sin embargo, no es solo un cine de ideas. Es un cine, como decía al principio, que me atrapa como una novela de Paul Auster, o de Gustave Flaubert, hecho desde la infinita sabiduría cinematográfica de un hombre que se ha pasado la vida delante y detrás de la cámara. Firmado por quien solo se da cuentas ya a sí mismo, y no parece esclavo de modas, adelantos técnicos y efectos pirotécnicos varios.
No pontifica, sugiere. Podemos no estar de acuerdo con él, no participar al cien por cien de esas sugerencias, pero hemos de reconocer que lo que dice es inteligente y está muy, pero que muy bien contado. Cada día mejor.
El guión es, una vez más, la clave. Los temas que últimamente atraen a Clint Eastwood –la muerte y sus múltiples posibilidades de reflexión: la eutanasia, el más allá, etc- es otro pilar seguro. Porque son temas, como en este caso, que nos obligan a posicionarnos. Emanan de la cabeza de un hombre que parece pensar en voz alta, sin prejuicios ni ataduras, es decir, en libertad.
En tercer lugar, los actores. Aquí todos se merecen un sobresaliente. Desde un corrcto Matt Damon, hasta una excelente Cécile de France, actriz belga que en París estudió e hizo teatro con los mejores. Personalmente me conmovió la interpretación de Bryce Dallas en un corto pero intenso personaje.
Cine de ideas, que, sin embargo, no es solo un cine de ideas. Es un cine, como decía al principio, que me atrapa como una novela de Paul Auster, o de Gustave Flaubert, hecho desde la infinita sabiduría cinematográfica de un hombre que se ha pasado la vida delante y detrás de la cámara. Firmado por quien solo se da cuentas ya a sí mismo, y no parece esclavo de modas, adelantos técnicos y efectos pirotécnicos varios.
No pontifica, sugiere. Podemos no estar de acuerdo con él, no participar al cien por cien de esas sugerencias, pero hemos de reconocer que lo que dice es inteligente y está muy, pero que muy bien contado. Cada día mejor.
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