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Papua Nueva Guinea Papua Nueva Guinea · Pleasantville
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Críticas 135
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
14 de octubre de 2010 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Crazy As Hell" depende enteramente de tu predisposición: en función de las expectativas que tengas, te gustará o te parecerá un muermo de cojones. En mi caso, me decepcionó. No obstante, es una de esas películas donde el atractivo nace de diversos factores: cuenta mucho cómo te encuentres ese día, que tu nivel de atención y concentración sea alto (no es compleja, pero sí muy lenta), que conecte con tus gustos particulares, que establezcas empatía con los personajes, etc.

Yo compararía la obra de Eriq La Salle como una larga travesía en barco:

- Comienzas el viaje entusiasmado ante la idea de lo que la trama supuestamente te ofrece.
- A los pocos minutos, te das cuenta de que no pasan demasiadas cosas en ese barco, y además las cosas no avanzan demasiado.
- Al cabo de bastante tiempo casi has perdido todo interés en el trayecto, pero hay un tipo curioso en el salón principal. Te llama la atención lo que dice, prácticamente todo el viaje se centra en su particular persona.
- Lamentablemente, como único elemento de atracción, el tipo también termina hastiando.

También diría que se asemeja a un cuento:

- Sus exageraciones e hilarismos en la muestra de un universo desasosegado e inestable, (que casi producen carcajadas auque no lo pretenda), no acaba de cuajar ni ser creíble.

Por otra parte, el tratamiento de los personajes no resulta del todo certero. Estamos ante una película MUY LENTA que se sustenta en largos diálogos, y sin embargo no logra profundizar en la psique de los muchachos. Todo el metraje despide cierta petulancia y reflejos de intelectualidad, cuando sólo estamos ante una Serie B que se toma demasiado en serio a sí misma. Del trabajo en la dirección, destacar unos travellings lentos y estudiados, un buen posicionamiento y recorrido de la cámara en los espacios reducidos, especialmente en los despachos, donde se refleja muy bien el principio de locura, unas tomas extrañas que aportan connotaciones al propio desarrollo de la obra transmitiéndole fuerza y, en definitiva, esmero en cada minuto. Posee además unos juegos de luces y sombras en ocasiones verdaderamente conseguidos.

Pero lo mejor de todo, sin lugar a dudas, es el final. Un final muy por encima del resto del filme, que otorga nuevas dimensiones a la cinta y que hace que me plantee recomendaros, eso sí, con la boca muy pequeña, esta singular rareza sólo apta para cinéfilos adeptos a lo muy, muy extraño.
Y para aquellos otros que les guste negro, fuerte y muy, muy caliente.

El final es antológico, por lo brutalmente inesperado del mismo y lo rápido que se sucede.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- La dirección en los últimos diez minutos de película es sencillamente soberbia.

- El diablo (Sinbad) se parece muchísimo a El Chojin.

- La escena de Sinbad bailando era obligatoria. ¿Un negro guapete en una película y que no baile? Sería un crimen. Atentos a sus pasos, totalmente de principios de los 90.

- Este personaje enriquece la historia aportando humor negro, una revisión sociológica del universo humano -muy sencillita y efectista- y algunas frases para el recuerdo.

- La mujer del siquiatra es preciosa. Debería salir más.

- Las escenas del manicomio donde se encuentra el doctor realizando su proyecto son bastante malas. Se nota que todo el mundo está haciendo el payaso. Resta credibilidad al resto de la obra. A mí me recordó a un videoclip de Eminem de hace ya algunos años.

- El personaje de Tia Texada pudo dar más de sí.

- Es loable el espíritu underground de toda la obra, su esencia amateur a pesar de su correcta dirección. Coges cariño a esta cinta sin saber bien por qué.
25 de agosto de 2012 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Espantoso y abominable film de serie z del productor Sam Raimi”.

¿Qué sucedería si en la carátula de esta cinta apareciese el siguiente reclamo? Más de uno decidiría verla por simple morbo... En la época de los videoclubs, solíamos equivocarnos ante portadas asombrosas y títulos prometedores los cuales, una vez asumido el coste del producto, nos proporcionaban una decepción mayúscula al insertarlos en los vídeos de nuestras casas y pulsar el play –previo rebobinado, porque casi nadie tenía la diligencia de rebobinar las películas cuando terminaban de verse y le tocaba al siguiente cliente hacerlo; en mi casa sí lo hacíamos… pobres infelices-. Con el paso de los años, uno adquiría cierta intuición para “cazar” semejantes despropósitos disfrazados con carátulas vistosas y coloridas.

Los tiempos cambian, pero mi subconsciente, anclado en los años ochenta y las producciones marginales de los noventa, se divierte conmigo filtrando ecos de calidad en forma de recuerdos gratos adheridos a cintas como la que aquí nos atañe. Siendo niño, vi todas las películas de Hércules protagonizadas por Kevin Sorbo, que por aquel entonces emitía la cadena nacional Antena 3 los fines de semana a mediodía. Eran vulgares copias unas de otras, con efectos especiales de pandereta y actuaciones, escenarios y guiones lamentables, pero el caso es que toda la familia las veía, e incluso mi madre llegó a grabar alguna…

Mi favorita era “Hércules en el mundo subterráneo” (una errónea traducción de lo que debería haberse titulado “Hércules en el inframundo”, homólogo de “Infierno”). ¡No sabéis cómo me encantó en su momento! ¡Incluso me dio miedo! Pero claro, los años no pasan en balde, y de ella sólo guardaba fragmentos inconexos de diversión infantil. Hoy decidí rescatarla del baúl de los recuerdos y volver a encontrarme con sus aventuras, y… santo Dios, qué espanto. Cuánto me arrepiento.

Es penosa... ¿Para qué enumerar más cualidades? La primera hora es interminable y en ella no sucede ¡absolutamente nada! Las escenas del infierno parece que fueron rodadas en platós de poco más de treinta metros cuadrados. De los efectos especiales ni hablo. La historia es el pretexto que nos conduce a un camino sin retorno directo hacia la vergüenza ajena. Eso sí, a los niños les encantará. Quiero creer que es así, porque de lo contrario a mí me faltaban “dos veranos” cuando me senté a verla, permanecí extasiado -casi pegado a al televisor- y no aparté la vista hasta que la pantalla se fundió rápidamente en negro. Después fluían los escuetos títulos de crédito finales, que escalaban a toda prisa la pantalla curva del televisor –como si deseasen no ser leídos, a fin de no revelar a los culpables de semejante atentado visual- hasta dar paso, de forma abrupta, a uno de tantos anuncios que me sabía de memoria y repetía mientras devoraba mis galletas, mi sándwich de pavo o mi emparedado de Nocilla blanca...
20 de agosto de 2012 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Kafka conocemos su “Metamorfosis”. Todo el mundo habla de este escritor habiendo leído un texto de apenas ciento cuarenta páginas, y tienen el valor de considerarlo su obra cúspide. La Metamorfosis tan sólo es la breve introducción a la composición y temática kafkianas. Un bello y oscuro cuento, de múltiples lecturas y profundidad devastadora, pero limitado en su extensión. Kafka siempre aspiró a más, mucho más.

“El Castillo” es, probablemente, la mejor creación literaria de este escritor checo junto con otra de sus novelas, “El Proceso”, ambas incompletas. Murió antes de concluirlas, con lo que su legado permanecerá por siempre inacabado. A Kafka nunca le satisfizo su creación: llegó a pedir que todos sus cuadernos fuesen quemados antes de su muerte. Afortunadamente, su amigo y editor, Max Brod, tuvo el buen juicio de conservar y publicar lo que se convertiría en un legado de inigualable calidad literaria y artística, así como una feroz crítica a los sistemas totalitarios y al sinsentido de la megalómana figura de un Estado invisible, intangible y absolutamente opresor.

¿Cómo se puede adaptar una novela incompleta, cuyo final es brusco, áspero, interrumpido por el grave latido de una muerte precipitada? Más aún, ¿cómo puede adaptarse una obra que se encuentra lejos de ser culminada, tal vez muy lejos, imbricada en el infinito tejido de posibilidades que Kafka pudo entretejer? La respuesta es evidente: resulta del todo imposible trasladar al celuloide una obra así. O casi.

Orson Welles adaptó “El Proceso” en 1962 con la maestría absoluta de un director irrepetible. Sin embargo, debemos reseñar que, a pesar de hallarse incompleta, esta novela guardaba un as en la manga: el final ya estaba escrito. Kafka configuraba sus novelas con un minuciosidad obsesiva y cierto esquematismo cartesiano que le permitía escribir los capítulos de sus obras de forma azarosa: el orden y discurrir de los acontecimientos se encontraba perfectamente organizado gracias a una estudiada y pormenorizada arquitectura mental. La historia, trenzada por completo, afloraba siguiendo los patrones fijados por su autor. ¿Qué importaba si del capítulo séptimo saltaba a escribir el cuarto? Kafka escribía los capítulos de sus novelas salteados, y cada uno de ellos guarda un propósito individual o encierra una enigmática historia. Cada segmento de sus novelas contiene un mensaje que bien puede ser interpretado de forma independiente, a pesar de encontrarse intrínsecamente ligado a los demás.

(Sigo en Spoiler por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Por su parte, Haneke lo tenía más difícil. Kafka no escribió desenlace alguno en “El Castillo”. Sin broche final, la novela debe abordarse incidiendo en su pormenorizado estudio de unos personajes encerrados, en los motivos que inducen sus pensamientos, reacciones y pesares y en el opresivo mandato tiránico ejercido por las invisibles autoridades de un castillo que jamás se nos muestra en pantalla. Haneke tampoco puede trasladar a su obra la profundidad en las acciones y porqués del comportamiento de sus protagonistas, y huelga decir que las dos horas de duración de la cinta se quedan cortas para un libro tan vasto y complejo. Tampoco es capaz de retratar lo opresivo del entorno, y ni tan siquiera el séquito de personajes –empezando por K., su protagonista- alcanzan las cotas de sus referencias kafkianas, con la excepción de Susane Lotar, cuyo atormentado personaje borda.
Sin embargo, es preciso romper una lanza a favor de la ambición de su director, pues “El Castillo” podría funcionar mejor como extensa obra de teatro, y sin embargo el resultado final en celuloide no es del todo negativo: se parece –y mucho- al original impreso, y aunque nunca alcance su nivel, cualquier intento de trasladar una obra clásica al cine, siempre que se realice con respeto y fidelidad (y aquí Haneke intenta ser fiel hasta la médula, con todas sus consecuencias), merece un respeto y la consideración –es decir, el visionado- de todo espectador.

no tiene final alguno escrito. Haneke le echó valor al intentarlo. Y, ciertamente, ha conseguido una traducción notable de su referencia escrita. Sin incidir en tanto detalle y simplificando en algunos puntos su colección de sesudos diálogos, El Castillo de Haneke sufre las premisas por las que se elevaba la composición kafkiana.
9 de junio de 2010 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi crítica corresponde a una de esas fantásticas perlas que nos deposita este buen guión, una semilla que se introduce en nuestro cerebro y que poco a poco, con el paso de los días, el recuerdo de semejante crimen acometido hará que crezca hasta devorar nuestro cerebro. "Legión" no pasa sin pena ni gloria: "Legión" no se olvida. De lo mala que es.

Con Dennis Quaid haciendo de paleto sureño, Lucas Black de pagafantas, Tyrese Gibson de camarera fácil (guau) y Paul Bettany de lo que ya veis en la portada, es imposible hacerlo peor. Qué profundidad de personajes, por el amor de dios. Qué alarde de guión. No obstante, debemos rendirnos a Willa Holland y su excelente papel de adolescente semi rebelde. He visto mejores actuaciones en Leche69. Encierren a esa mujer y llenen la habitación de escorpiones... Ver sus caretos de mármol evitó que conciliase el sueño. Me ha jodido esa tía.

Del guión no entraré en pormenores, porque, ¿para qué? ¿Para evitar que la veáis? No soy tan buena persona. Acudid en masa, incansables, como los extras de la cinta. Teneis que verla todos.
Y después os cagais en mi calavera.

He oído por ahí que "Legión" pretende crear una saga como "Crepúsculo": todo parece indicar que será así. Paul Bettany puede despedirse de protagonizar un buen guión en los próximos 20 años, acabará como Val kilmer en Moscow Zero. Mirad que el año es largo, ¿eh? Y fijáos si salen cosas malas en cartelera, pero "Legión" es bocatto di cardinale, difícil de superar. Prácticamente invencible.

Ya tenemos posible ganador de los Razzies.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Mención aparte merece la muerte de los dos negros de la peli: mueren los primeros, como debe ser en toda película de sureños. - ¿Qué haces con esa pistola, negro? -

Lo único salvable (y plausible) de la película es el modo en que despachan la muerte del personaje de Willa Holland: hala, hija mía, a tomar por culo. No te damos ni medio minuto más de metraje. Qué asco de interpretación.

Estoy seguro de que Dennis Quaid, viendo cómo derivaban los acontecimientos, pidió que su personaje muriera abrasado en la cinta. Bien hecho, Dennis.

Por último, el constante regreso durante los últimos 15 minutos de los ángeles da vergüenza ajena. Vaya pufo de guión, qué hijos de puta, ¿pero esto qué es?
2 de octubre de 2009 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película genera sentimientos enfrentados.

Es innegable la prodigiosa imaginación de Tim Burton pero, ¿No os resulta siempre bastante recurrente? Esas espirales, esos mundos oníricos que viene arrastrando desde Batman y Bitelchús quizá puedan resultar algo repetitivos. Enfoco esta crítica desde un punto de vista quisquilloso.

Siendo sinceros, "Charlie y la fábrica de chocolate" es muy buena. Entretiene, rebosa de imaginación, color, fantasía... pero peca de moralina fácil. Actualmente el mensaje moral no debiera verse de forma tan clara, resulta rancio. Como de otra época. Quitando este detalle, nos encontramos ante una historia para niños ciertamente tétrica (Willy Wonka tiene algo de sobrenatural que asusta y entusiasma).

Todo el peso de la historia acaba volcándose en este personaje, interpretado por Johnny Deep. Realiza un buen trabajo, pero esa cara de palo (o de tonteras) que tiene siempre me resulta repetitiva de cojones: en Piratas del Caribe hace casi lo mismo. Empiezo a captar paralelismos en todos los personajes de Deep, cosa que me desquicia bastante (no niego que sea un estupendo actor, en Ed Wood lo demuestra de sobra, pero tal vez su elección de personajes excéntricos le está encasillando). ¿Os imagináis cómo será la puesta en escena de "Alicia en el País de las Maravillas"? Intuyo que una derivada de esta. ¿Y la actuación de Deep? Pues ya os lo imaginais...

Mención aparte merece Elena B. Carter, excepcional actriz. Generalmente hace de loca esquizoide, pero aquí hace de madre coraje, tierna y convincente. La actuación de todos los abuelos es fabulosa, y el niño no resulta hostiable (casualmente ninguno de los niños me resultan horrendos clichés, aunque respondan a patrones de lo más delimitados). No os la perdais, yo es que soy muy maniático. En cuanto a cine fantástico, es imprescindible su visionado.
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