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5,7
6.092
6
18 de noviembre de 2016
18 de noviembre de 2016
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La nueva apuesta animada de Dreamworks, en comandita con 20th Century Fox, nos sumerge en un universo 3-D optimista, policromo y naíf destinado a hacer feliz al espectador que busque evadirse en el cine de la monótona y grisácea realidad.
“Trolls” se vertebra en la animación 3-D por ordenador, que, sin embargo, simula las formas y texturas del artesanal “stop motion” y se fundamenta en una colección de canciones que apuesta sobre seguro e incluye un repertorio ecléctico que va desde los Bee Gees a Black Sabbath, de Katie Perry a The Doors. Por el simpático filme animado desfilarán toda una gama de singulares trolls que responden al nombre de Poppy, Branch, Creek, DJ Suki o Bridget, que en su versión original ponen las voces Justin Timberlake, Gwen Stefani, Anna Kendrick o Kunal Nayyar (el indio de la serie “The Big Band Theory”).
A pesar de su aparente simpleza, “Trolls” es una fiesta de color que reflexiona sobre la esencia de la felicidad, fundamentándose en un guion que parodia una serie de películas y cuentos clásicos, además de desprender una sutil ironía que brilla en los diálogos. “Trolls” es una amable cinta de animación protagonizada por unos lisérgicos machangos que aboga por la actitud positiva en la vida para superar los problemas. Sintomática es la letra de la canción que dice: “No me rendiré. Obstáculos encontraré. Y aunque tú me derribes, siempre me levantaré”. Los coloristas trolls son unas pequeñas criaturas de larga cabellera, que tienen costumbres saludables, como cantar, bailar y abrazarse cada hora. Su antagonista es el huraño y pesimista Ramón, dibujado de color gris. Una clara parábola animada sobre la capacidad de elección que tenemos los seres humanos de tomar una determinada actitud ante la vida. Todo depende de cada uno de nosotros.
“Trolls” es el ejemplo de cine de animación que los más pequeños de la casa deben de ver, al margen de pasar un buen rato, para desarrollar, paulatinamente, su sentido crítico como las personas en proceso de crecimiento que son.
“Trolls” se vertebra en la animación 3-D por ordenador, que, sin embargo, simula las formas y texturas del artesanal “stop motion” y se fundamenta en una colección de canciones que apuesta sobre seguro e incluye un repertorio ecléctico que va desde los Bee Gees a Black Sabbath, de Katie Perry a The Doors. Por el simpático filme animado desfilarán toda una gama de singulares trolls que responden al nombre de Poppy, Branch, Creek, DJ Suki o Bridget, que en su versión original ponen las voces Justin Timberlake, Gwen Stefani, Anna Kendrick o Kunal Nayyar (el indio de la serie “The Big Band Theory”).
A pesar de su aparente simpleza, “Trolls” es una fiesta de color que reflexiona sobre la esencia de la felicidad, fundamentándose en un guion que parodia una serie de películas y cuentos clásicos, además de desprender una sutil ironía que brilla en los diálogos. “Trolls” es una amable cinta de animación protagonizada por unos lisérgicos machangos que aboga por la actitud positiva en la vida para superar los problemas. Sintomática es la letra de la canción que dice: “No me rendiré. Obstáculos encontraré. Y aunque tú me derribes, siempre me levantaré”. Los coloristas trolls son unas pequeñas criaturas de larga cabellera, que tienen costumbres saludables, como cantar, bailar y abrazarse cada hora. Su antagonista es el huraño y pesimista Ramón, dibujado de color gris. Una clara parábola animada sobre la capacidad de elección que tenemos los seres humanos de tomar una determinada actitud ante la vida. Todo depende de cada uno de nosotros.
“Trolls” es el ejemplo de cine de animación que los más pequeños de la casa deben de ver, al margen de pasar un buen rato, para desarrollar, paulatinamente, su sentido crítico como las personas en proceso de crecimiento que son.

6,4
9.663
6
18 de noviembre de 2016
18 de noviembre de 2016
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La mayoría de los países, en algún momento de su historia, han vivido una guerra civil protagonizada por sus habitantes. España sufrió la suya entre 1936 y 1939, Guatemala vivió una lucha fratricida entre 1960 y 1996, pero la guerra civil que todos conocemos es la de Estados Unidos, en gran medida gracias a su cine, que ha ofrecido títulos como “Medalla roja al valor” (1951), “Tiempos de gloria” (1989) o “Gettysburg” (1993), así como la popular e irregular serie “Norte y Sur” de la década de los 80.
Los primeros momentos de “Los hombres libres de Jones” recrean el escenario bélico de la Guerra de Secesión (1861-1865) centrándose en sus consecuencias funestas (muertos y heridos), mostrando toda la crudeza de la contienda. Pero, hete aquí, que al igual que en “La delgada línea roja” (1998), lo importante no es la acción sino las reflexiones, las palabras y decisiones que adoptan los personajes.
“Los hombres libres de Jones” está inspirada en hechos reales, pero se toma ciertas libertades cinematográficas. Newton Knight desertó del ejército confederado para rescatar a sus hijos de las garras de un familiar inmisericorde no por sus convicciones raciales. Sin embargo, en el filme, se le presenta como un adalid de la lucha contra la esclavitud. Al margen de estas imprecisiones históricas, la película, caracterizada por su sobriedad, se constituye en un sólido alegato antibélico sin llegar a las cotas de “Senderos de gloria” (1957), de Stanley Kubrick o la mencionada ““Medalla roja al valor”, de John Huston.
La principal razón para ver “Los hombres libres de Jones” es Mattthew McCounaughey. Antaño actor ramplón, que protagonizaba paparruchas como “Ed Tv” (1999) o rarezas como el remake de 1994 de “La matanza de Texas”; en los últimos años se ha forjado una sólida carrera fundamentada en grandes interpretaciones como “Mud” (2012), “Paper Boy” o “Dallas Buyers Club” (2013), sin olvidar la imprescindible serie “True Detective”.
Los primeros momentos de “Los hombres libres de Jones” recrean el escenario bélico de la Guerra de Secesión (1861-1865) centrándose en sus consecuencias funestas (muertos y heridos), mostrando toda la crudeza de la contienda. Pero, hete aquí, que al igual que en “La delgada línea roja” (1998), lo importante no es la acción sino las reflexiones, las palabras y decisiones que adoptan los personajes.
“Los hombres libres de Jones” está inspirada en hechos reales, pero se toma ciertas libertades cinematográficas. Newton Knight desertó del ejército confederado para rescatar a sus hijos de las garras de un familiar inmisericorde no por sus convicciones raciales. Sin embargo, en el filme, se le presenta como un adalid de la lucha contra la esclavitud. Al margen de estas imprecisiones históricas, la película, caracterizada por su sobriedad, se constituye en un sólido alegato antibélico sin llegar a las cotas de “Senderos de gloria” (1957), de Stanley Kubrick o la mencionada ““Medalla roja al valor”, de John Huston.
La principal razón para ver “Los hombres libres de Jones” es Mattthew McCounaughey. Antaño actor ramplón, que protagonizaba paparruchas como “Ed Tv” (1999) o rarezas como el remake de 1994 de “La matanza de Texas”; en los últimos años se ha forjado una sólida carrera fundamentada en grandes interpretaciones como “Mud” (2012), “Paper Boy” o “Dallas Buyers Club” (2013), sin olvidar la imprescindible serie “True Detective”.
6
25 de junio de 2016
25 de junio de 2016
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Caspar David Friedrich pintó a principios del siglo XIX el cuadro Monje en la orilla del mar, que muestra una miniaturizada figura humana contemplando la inmensidad de un paisaje natural. Así se sentirá el espectador tras la proyección de La velocidad de nuestros pensamientos, empequeñecido ante el infinito universo.
La velocidad de nuestros pensamientos es un documental ficcionalizado que se plantea qué es la luz. Un trabajo cinematográfico de esta índole difícilmente llegará a las salas comerciales. Afortunadamente, los festivales de cine, como el Festivalito de La Palma, especializado en la temática de las estrellas, vienen a cubrir este vacío que deja huérfanos a la mayoría de los espectadores de un cine diferente que plantea cuestiones que nos hacer reflexionar sobre nosotros mismos.
La velocidad de nuestros pensamientos tiene la voluntad divulgativa de llegar a un público medio empleando todo tipo de recursos de la cultura popular como el cine, el grafiti o la música rap para hablar de conceptos desconocidos para la mayoría de los mortales como son la materia oscura o las ondas gravitacionales, aunque la razón central de la película es: ¿Qué es la luz? y la influencia real que esta ejerce sobre los seres humanos, para lo cual emplea como hilo conductor al personaje de una racional documentalista germana que llega al sur de España para rodar un documental sobre la luz.
La estructura narrativa de La velocidad de nuestros pensamientos sigue la estela de El libro negro, de Pappini, que cuenta el viaje de un excéntrico millonario que decide hacer un viaje por el mundo con el objetivo de encontrar respuestas, al igual que la documentalista alemana que protagoniza la cinta y que está encarnada por una convincente Aïda Ballmann, idónea para el papel ya que es herreña de origen alemán, que se vio sometida a duras condiciones climatológicas durante el rodaje, que fluctúo entre el frío a bajo cero en Sierra Nevada y el duro desierto de Almería.
Cinematográficamente concita la atención el uso de cámara subjetiva y el constante uso del plano semisubjetivo que muestra lo qué ocurre y cómo alguien asume lo qué ocurre. Entra la variedad de secuencias destaca la escena, en travelín horizontal, que nos muestra las diferentes edades de un grupo de mujeres, de anciana a bebé, para acabar con un vientre en estado de buena esperanza.
Una de las razones de que cine y ciencia casen en La velocidad de nuestros pensamientos es que la parte cinematográfica está dirigida por Nacho Chueca, que aparece en el documental ficticio, y la científica por Emilio García. Por otro lado, las respuestas que ofrece el documental no son estrictamente científicas y las mismas dejan perpleja al personaje de la documentalista alemana, que en el fondo, es la intención de La velocidad de nuestros pensamientos: dejar perplejos a los espectadores.
La velocidad de nuestros pensamientos es un documental ficcionalizado que se plantea qué es la luz. Un trabajo cinematográfico de esta índole difícilmente llegará a las salas comerciales. Afortunadamente, los festivales de cine, como el Festivalito de La Palma, especializado en la temática de las estrellas, vienen a cubrir este vacío que deja huérfanos a la mayoría de los espectadores de un cine diferente que plantea cuestiones que nos hacer reflexionar sobre nosotros mismos.
La velocidad de nuestros pensamientos tiene la voluntad divulgativa de llegar a un público medio empleando todo tipo de recursos de la cultura popular como el cine, el grafiti o la música rap para hablar de conceptos desconocidos para la mayoría de los mortales como son la materia oscura o las ondas gravitacionales, aunque la razón central de la película es: ¿Qué es la luz? y la influencia real que esta ejerce sobre los seres humanos, para lo cual emplea como hilo conductor al personaje de una racional documentalista germana que llega al sur de España para rodar un documental sobre la luz.
La estructura narrativa de La velocidad de nuestros pensamientos sigue la estela de El libro negro, de Pappini, que cuenta el viaje de un excéntrico millonario que decide hacer un viaje por el mundo con el objetivo de encontrar respuestas, al igual que la documentalista alemana que protagoniza la cinta y que está encarnada por una convincente Aïda Ballmann, idónea para el papel ya que es herreña de origen alemán, que se vio sometida a duras condiciones climatológicas durante el rodaje, que fluctúo entre el frío a bajo cero en Sierra Nevada y el duro desierto de Almería.
Cinematográficamente concita la atención el uso de cámara subjetiva y el constante uso del plano semisubjetivo que muestra lo qué ocurre y cómo alguien asume lo qué ocurre. Entra la variedad de secuencias destaca la escena, en travelín horizontal, que nos muestra las diferentes edades de un grupo de mujeres, de anciana a bebé, para acabar con un vientre en estado de buena esperanza.
Una de las razones de que cine y ciencia casen en La velocidad de nuestros pensamientos es que la parte cinematográfica está dirigida por Nacho Chueca, que aparece en el documental ficticio, y la científica por Emilio García. Por otro lado, las respuestas que ofrece el documental no son estrictamente científicas y las mismas dejan perpleja al personaje de la documentalista alemana, que en el fondo, es la intención de La velocidad de nuestros pensamientos: dejar perplejos a los espectadores.
7
13 de marzo de 2016
13 de marzo de 2016
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Una parte de la tercera edición del Monopol Music Festival (MMF), que se celebra hasta el 13 de marzo en el marco del 16º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, se proyectará este fin de semana en Aguere Espacio Cultural. Seis son los títulos que se podrán ver en el espacio lagunero: “Mavis!” (2015), “Made in Japan” (2016), “A Band Called Death” (2015), “David Bowie: Five Years” (2013), “Leonard Cohen: Bird on a Wire” (2015) y “Lemmy” (2010). Todas se podrán ver en versión original subtitulada al módico precio de 3,50 €.
Nos centraremos en “Mavis!”, de la canadiense Jessica Edwards. Tras ese escueto y admirativo título se encuentra Mavis Staples, que a sus 75 años sigue subiéndose a los escenarios y maravillar al público con su torrente de voz. La película que inauguró MMF es un notable documental que glosa la importancia de una de las más grandes cantantes góspel del siglo XX a través de sus seis décadas de fulgurante carrera musical. Artífice del primer disco de góspel que rebasó la barrera de un millón de copias y de himnos musicales como “Sit Down Servant”, “Help me Jesus” o “If You Ready Come With Me”, que todos hemos tarareado alguna vez sin saber quién era su intérprete.
La septuagenaria Mavis Staples sigue siendo un animal escénico a pesar de necesitar un bastón para andar. La cámara nos muestra a una dicharachera Staples que graba en el estudio, que se desenvuelve como pez en el agua en el escenario y en el “backstage”, que ríe socarronamente cuando habla de la atracción de Bob Dylan hacia ella o que se emociona al contar la pérdida de un ser querido. El brío musical de este auténtico torbellino musical se contagia al espectador. Es imposible ver “Mavis!” sin balancear la cabeza o golpear el suelo con el pie al ritmo de la música que inunda el metraje. Y es que su música vitalista y libertaria contagia al más pintado. “Mavis!” es cine que te hace sentir que estás vivo.
En definitiva, “Mavis!” es un documental clásico, pero vibrante, que muestra un acertado equilibrio entre entrevistas, imágenes de archivo y actuaciones en vivo recientes. Contado en primera persona no cae en la hagiografía y refleja cómo forjó su estatus de leyenda del góspel y del soul, pero también varios reveses en su dilatada trayectoria como el fallecimiento de su padre o el estancamiento de su carrera en los 80, del que salió, en parte, gracias al apoyo de Prince.
Después de visionar “Mavis!” uno siente el impulso irrefrenable de escuchar toda la discografía de una cantante imprescindible en la historia de la música popular de las últimas seis décadas. Y Jeff Tweedy (el cantante de Wilco) lo sabe mejor que nadie.
Nos centraremos en “Mavis!”, de la canadiense Jessica Edwards. Tras ese escueto y admirativo título se encuentra Mavis Staples, que a sus 75 años sigue subiéndose a los escenarios y maravillar al público con su torrente de voz. La película que inauguró MMF es un notable documental que glosa la importancia de una de las más grandes cantantes góspel del siglo XX a través de sus seis décadas de fulgurante carrera musical. Artífice del primer disco de góspel que rebasó la barrera de un millón de copias y de himnos musicales como “Sit Down Servant”, “Help me Jesus” o “If You Ready Come With Me”, que todos hemos tarareado alguna vez sin saber quién era su intérprete.
La septuagenaria Mavis Staples sigue siendo un animal escénico a pesar de necesitar un bastón para andar. La cámara nos muestra a una dicharachera Staples que graba en el estudio, que se desenvuelve como pez en el agua en el escenario y en el “backstage”, que ríe socarronamente cuando habla de la atracción de Bob Dylan hacia ella o que se emociona al contar la pérdida de un ser querido. El brío musical de este auténtico torbellino musical se contagia al espectador. Es imposible ver “Mavis!” sin balancear la cabeza o golpear el suelo con el pie al ritmo de la música que inunda el metraje. Y es que su música vitalista y libertaria contagia al más pintado. “Mavis!” es cine que te hace sentir que estás vivo.
En definitiva, “Mavis!” es un documental clásico, pero vibrante, que muestra un acertado equilibrio entre entrevistas, imágenes de archivo y actuaciones en vivo recientes. Contado en primera persona no cae en la hagiografía y refleja cómo forjó su estatus de leyenda del góspel y del soul, pero también varios reveses en su dilatada trayectoria como el fallecimiento de su padre o el estancamiento de su carrera en los 80, del que salió, en parte, gracias al apoyo de Prince.
Después de visionar “Mavis!” uno siente el impulso irrefrenable de escuchar toda la discografía de una cantante imprescindible en la historia de la música popular de las últimas seis décadas. Y Jeff Tweedy (el cantante de Wilco) lo sabe mejor que nadie.
Documental

7,4
57
Documental
6
25 de octubre de 2015
25 de octubre de 2015
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En marzo de 1998 asistí a un concierto en Bar Rock de La Laguna (Tenerife) de un grupo llamado M-Clan, al que apenas asistieron 400 personas, del que guardo un recuerdo indeleble, ya que su sonido de blues-rock sureño era muy potente en directo. A pesar de la gran calidad de sus dos primeros elepés (“Un buen momento”, 1995 y “Coliseum”, 1997) no fue hasta su tercer trabajo discográfico “Usar y tirar” (1999) cuando alcanzaron una audiencia mayor, gracias a la producción de Alejo Stivel y a hacer concesiones comerciales que les haría empezar a sonar en radio fórmulas, sobre todo, gracias al “hit” “Llamando a la Tierra”.
“Las calles siguen ardiendo”, que se estrena hoy, a las 18:00 horas, en Canarias en el marco del Festival Internacional de Cine DocuRock, que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de S/C de Tenerife (C/ Castillo, 43) con entrada libre, no es una biografía musical al uso dirigida solo a los seguidores de M-Clan sino destinada a todo aquel que le interese ver y escuchar cómo se ha forjado una de las bandas fundamentales del rock en castellano de las dos últimas décadas, liderada por Carlos Tarque, su carismático “front-man”. Y la prueba estriba en que en el documental tiene cabida tanto su potencia escénica, con claros influjos de The Rolling Stones, Led Zeppelin o Black Crowes (con los que tocaron en directo en el Bilbao Live del 2011) hasta los momentos más oscuros de la banda como las salidas de diversos integrantes y el fallecimiento de Pascual Sánchez en 2010.
Los bautizados en sus inicios como “Los Black Crowes de Murcia” ofrecieron su primer concierto como Murciélagos Clan en 1993, con el sexteto original conformado por Carlos Tarque (voz), Ricardo Ruipérez y Santiago Campillo (guitarras), Pascual Saura (bajo), Juan Antonio Otero ‘Oti’ (batería) e Íñigo Uribe (teclados y órgano), de los cuales ya solo permanece el tándem Tarque-Ruipérez. La película, cuyo título alude a la canción “Las calles están ardiendo” de su disco “Memorias de un espantapájaros” (2008) hace un completo repaso a la carrera de M-Clan desde que grabaron su primer elepé en Memphis, “Un buen momento” (1995), hasta la celebración de su veinte aniversario con dos apoteósicos conciertos en el Teatro Circo de Marte de Madrid, ofreciendo un equilibrio entre música y declaraciones de Ariel Rot, Fortu (Obús), El Drogas (exBarricada) o Miguel Ríos.
Las directoras, Cristina y María José Martín, son dos hermanas granadinas que se han curtido trabajando en todo tipo de rodajes hasta que deciden montar su propia empresa: Las del Cine, con la que ruedan “Las calles siguen ardiendo”, su primer largometraje. Al unísono graban “En Granada es posible”, en la que intervienen Miguel Ríos, M-Clan, Lori Meyers o Niños Mutantes para narrar en imágenes la historia del rock en Granada en los últimos 50 años. “Las calles siguen ardiendo”, que optó a seis candidaturas en los premios Goya 2015, nos hará entender la esencia de los artífices de temas tan redondos como “¿Dónde está la revolución?”, “Para no ver el final” o “Gracias por los días que vendrán”.
“Las calles siguen ardiendo”, que se estrena hoy, a las 18:00 horas, en Canarias en el marco del Festival Internacional de Cine DocuRock, que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de S/C de Tenerife (C/ Castillo, 43) con entrada libre, no es una biografía musical al uso dirigida solo a los seguidores de M-Clan sino destinada a todo aquel que le interese ver y escuchar cómo se ha forjado una de las bandas fundamentales del rock en castellano de las dos últimas décadas, liderada por Carlos Tarque, su carismático “front-man”. Y la prueba estriba en que en el documental tiene cabida tanto su potencia escénica, con claros influjos de The Rolling Stones, Led Zeppelin o Black Crowes (con los que tocaron en directo en el Bilbao Live del 2011) hasta los momentos más oscuros de la banda como las salidas de diversos integrantes y el fallecimiento de Pascual Sánchez en 2010.
Los bautizados en sus inicios como “Los Black Crowes de Murcia” ofrecieron su primer concierto como Murciélagos Clan en 1993, con el sexteto original conformado por Carlos Tarque (voz), Ricardo Ruipérez y Santiago Campillo (guitarras), Pascual Saura (bajo), Juan Antonio Otero ‘Oti’ (batería) e Íñigo Uribe (teclados y órgano), de los cuales ya solo permanece el tándem Tarque-Ruipérez. La película, cuyo título alude a la canción “Las calles están ardiendo” de su disco “Memorias de un espantapájaros” (2008) hace un completo repaso a la carrera de M-Clan desde que grabaron su primer elepé en Memphis, “Un buen momento” (1995), hasta la celebración de su veinte aniversario con dos apoteósicos conciertos en el Teatro Circo de Marte de Madrid, ofreciendo un equilibrio entre música y declaraciones de Ariel Rot, Fortu (Obús), El Drogas (exBarricada) o Miguel Ríos.
Las directoras, Cristina y María José Martín, son dos hermanas granadinas que se han curtido trabajando en todo tipo de rodajes hasta que deciden montar su propia empresa: Las del Cine, con la que ruedan “Las calles siguen ardiendo”, su primer largometraje. Al unísono graban “En Granada es posible”, en la que intervienen Miguel Ríos, M-Clan, Lori Meyers o Niños Mutantes para narrar en imágenes la historia del rock en Granada en los últimos 50 años. “Las calles siguen ardiendo”, que optó a seis candidaturas en los premios Goya 2015, nos hará entender la esencia de los artífices de temas tan redondos como “¿Dónde está la revolución?”, “Para no ver el final” o “Gracias por los días que vendrán”.
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