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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta pelicula tiene aspectos de interes, pero la verdad es que no soportaria una revision en regla si no fuera por el hecho de haber contado con unos ingredientes excelentes, esto es, unos actores de leyenda, unos guionistas peculiares -me refiero en concreto al novelista frnc'e Raymon Quenau, ademas de los habituales-, y, por supuesto, la direccion de Luis Bunuel.

Supongo que habria que considerarla una pelicula de aventuras, pero aqui hay dos aventuras o incluso dos peliculas. La primera, en el pueblecito mexicano en donde se prodice la revuelta contra el ejercito, y la segunda, en la selva brasilena. El hilo conductor es un disparate simpatico y supongo que en su momento entretendria al publico al que iba dirigido, que no se exactamente cual es.

Como digo, lo mejor los actores. Es una maravilla ver tan jovencito a ese padre Lizardi, encarnado por Michel Piccoli, o a esa prostituta reciclada a buena mujer que interpreta Simone Signoret.

Bunuel se permite alguna alegria de su cosecha, muy en la linea de provocar al espectador. En esta pelicula estas provocaciones quedan como anacronismos bienintencionados. Por ejemplo, esa serpiente devorada por las hormigas, o esos desesperados en la selva vestidos con las ropas de las victimas de un accidente aereo y brindando con champagne frances.

En fin.
13 de diciembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Fanny y Alexander" (1982) es, al menos por cuatro razones, una obra maestra.

En primer lugar está la dirección del propio Ingmar Bergman. En ella recoge toda la sabiduría acumulada a lo largo de toda una vida dedicada al cine y al teatro. Aquí nos cuenta además una historia salpicada de elementos autobiográficos, con la que se siente extraordinariamente comprometido y que es también, tal vez, un resumen de sus obsesiones personales. Obsesiones que han llenado horas y horas de extraordinario cine, desde “Crisis” (1942), a "De la vida de las marionetas" (1980), pasando por “La sed” (1949), “Fresas salvajes” (1957), “El manantial de la doncella” (1960), “Gritos y susurros” (1972), y tantas otras obras maestras.

Bergman dirige admirablemente a los actores, selecciona con precisión de orfebre los tiempos, los encuadres, todos los elementos de una puesta en escena brillante y teatral, en el mejor sentido de la palabra, para describirnos el contexto de una familia sueca y el interior sicológico de los personajes complejos que la integran.

La segunda razón es el propio guión. La película dedica un tiempo necesario a presentarnos con precisión a esos personajes. Parece que apenas hay acción propiamente dicha, hasta que, en un segundo momento, la muerte de uno de ellos y la aparición de uno nuevo, representación de la intolerancia y el fanatismo religioso, hace que se desencadenan una serie de acontecimientos que consiguen que la tensión, la emoción y el interés argumental vayan en aumento. Una vez logrado este propósito, la película de una tercera vuelta de tuerca, y nos introduce abiertamente en un mundo con unos contornos menos definidos que el de la realidad. Ahí ya son posibles las cohabitaciones entre la realidad y los sueños, los vivos y los muertos, el presente y el pasado, los recuerdos y el futuro. Es aquí donde se expresa con nítida claridad la admiración de Bergman por la obra del dramaturgo sueco Strindberg, de quien recoge al final de la película un fragmento de su obra "El sueño".

La tercera razón es el trabajo extraordinario de Sven Nykvist, habitual colaborador de Bergman, creando la fotografía de la película y manejando la cámara con una sutileza y una maestría fuera de lo común. Precisamente por su trabajo mereció uno de los cuatro Oscar que ganó la película en 1983.

Encontramos la cuarta razón en la magnífica labor de unos actores excelentes con muchos de los cuales el director sueco había trabajado con anterioridad. Se nota esa relación: conocen las claves del genio, hacen exactamente lo que éste les pide. Sería difícil destacar a algunos porque el conjunto interpretativo está empastado, es coherente y armónico, pero, sin duda, esta película es lo que es también por la participación de unos niños con un talento natural fuera de lo corriente: Ewa Froeling, interpretando a Fanny, y Gunn Walgren, encarnando a Alexander, el niño que nos presta sus ojos para adentrarnos en ese extraordinario universo cinematográfico.
9 de diciembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace dieciocho años Patrice Leconte nos sorprendió con esta inolvidable película. Ayer volví a ver que sigue joven y bella, que la peluquera (Ana Galiena) sigue hermosa y que sigue marchándose a comprar yogures en mitad de la lluvia después de hacer el amor con su marido (Jean Rochefort), que, a su vez, sigue bailando danzas inverosímiles y divertidas.

En ese tiempo nada se ha resentido. Esa atmósfera indefinible, como de paréntesis, de lugar de encuentro de almas diferentes, sigue ahí, cargada de potencia vital y de poesía. La metáfora se nos muestra juvenil y estilizada, las colonias siguen embriagándonos, y la propuesta de fidelidad a ciertos valores se sigue mostrando como un reto moral de una fuerza arrolladora, vigente y reactualizada.

El niño y el adulto siguen siendo un continumm coherente y armónico. Las vidas de los personajes principales, sus presentes y sus pasados, no dichos pero presentidos para nosotros, siguen fluyendo al compás de los mejores latidos de sus corazones.

Si todo eso es verdad, y yo creo que es así, es porque lo que se cuenta y la forma de contarlo representan un magnífico canto a la autenticidad personal y una aplastante muestra de talento cinematográfico.
26 de febrero de 2009 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel en estado puro. El Buñuel que domina el oficio, dirige magistralmente a los actores y ha destilado un perfume cinematográfico peculiar. Ese que ya está sordo y que comienza a poder lo que quiere, dentro de un orden, y lo que quiere es lo que siempre quiso desde los tiempos de “Un perro andaluz”. Con Gustavo Alatriste ha encontrado el productor que comprende y apoya sus proyectos y, de este modo nace “Viridiana”, que por azares del destino convino rodar en España. Buñuel solicitó entonces hacerlo con la sociedad que Bardem, conocido republicano, dirigía.

Rodar en España tuvo ventajas e inconvenientes. El mayor, la polémica que ocasionaron quienes vieron que era una traición a la posición antifranquista del director de Calanda. En sus memorias escribe: “ una vez más, se me atacaba y se me insultaba, pero en esta ocasión los ataques procedían de los mismos entre los que me alineaba.” Cuando la película se estrenó el propio Franco solicitó verla. Su ministro la había prohibido, y él en esta ocasión no quiso desautorizar a su ministro. Por algo sería.

Fernando Rey en su papel de Don Jaime y Silvia Pinal en Viridiana están magníficos, y es la primera vez que trabajan con Buñuel. Se percibe desde los primeros momentos que entre ellos hay sintonía cinematográfica, y a ese tándem se une Paco Rabal, que había sido un brillante Nazarín algunos años antes. El resto de los actores están también soberbios, componiendo un mosaico de desarrapados y menesterosos entre los que destaca uno que lo era de verdad en la vida real, el leproso sin dientes, y que está sencillamente genial. Buñuel luchó porque cobrara como los demás compañeros profesionales.

La historia es aparentemente sencilla, y de eso se jacta Buñuel. Pero esa aparente sencillez está hecha de mucha reflexión sobre el erotismo y la represión de la sexualidad, sobre el valor coercitivo de la religión católica y de la iglesia, sobre sus conclusiones sobre la condición humana. Hay, en ese sentido, un continumm en sus películas: por una parte denuncia la miseria y los factores que la provocan, pero, a la vez, no defiende a los miserables, a los que ve como víctimas pero también como continuadores y cómplices e incluso causantes de sus propias desdichas. Eso no es sencillo: es un pensamiento complejo sobre la sociedad, el mundo y la propia existencia. Franco no tenía un pelo de tonto.

En “Viridiana” está lo mejor de “Los olvidados”, pero también de lo que significan “Nazarin”, “Así es la aurora” o incluso “El bruto”. Es una síntesis formal, pero también la cristalización de la cosmovisión de un hombre adulto y de un artista genial que ya era admirado internacionalmente. Esta película obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un rico hacendado comparte sus últimos días con su sobrina Viridiana, que es una bella novicia. Intenta seducirla en vano y decide suicidarse. A partir de entonces la muchacha se dedica a ayudar a los pobres introduciéndolos en su casa. Estos, por su parte, abusan ampliamente de su generosidad.
9 de abril de 2009
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gusta nada. No le encuentro ningún atractivo. Creo que se recrea ella misma en su propia lentitud, en la filmación de los paisajes, en la creación de un supuesto mundo a caballo entre la realidad y en una cierta esencialidad vasca.

No me interesa la historia que me cuenta, entre otras cosas porque está mal contada. La adivino, a pesar de la película. Los actores me parece que en esas circunstancias hacen lo que pueden con entusiasmo y, en muchos casos, con oficio y profesionalidad. Obligados a veces a impostar, a exagerar reacciones no justificadas.

Tal vez hay detalles, algunos momentos musicales, algún momento salvable. El conjunto me parece aburrido, como detenido en ningún sitio.
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