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5,9
59.677
5
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto se ha hablado este año de la última película de la saga 007, que ya era momento de verla y comentarla. James Bond (Daniel Craig), investigando tras la muerte de Vesper, su último amor ya fallecido, da con Dominic Greene (Mathieu Amalric), un hombre de negocios que trabaja para Green Planet, una misteriosa organización medioambiental, que planea llegar a acuerdo con un General boliviano exiliado para que vuelva al poder, a cambio del control del suministro de agua para Bolivia y gran parte del territorio Latinoamericano. Bond, con sabor a venganza por la muerte de Vesper, da con Camille Montes (Olga Kurylenko), una joven latino ucraniana quien también comparte enemistad contra Greene. Juntos, comienzan a combatir ante las más oscuras y secretas influencias políticas y de poder.
Marc Foster (“Finding Neverland”) es el director responsable de la película Nº 22 de la saga de este agente, y no deja de ser especial por ser la primera en no adaptarse directamente a uno de los escritos de Ian Fleming, a diferencia de todas las anteriores. (El propio director señaló que la idea de esta película fue extraída de uno de los siniestros planes mencionados en alguno de los libros de Fleming por el propio Bond, y NO corresponde a la adaptación total de uno de los libros). Mayor mérito y no deja de ser menos, al contrario, ya que el film consagra a Daniel Craig como uno de los mejores Bond que han vestido el traje -que me perdone Sir Sean Connery- y a una de las cintas de la saga más estridentes y con mayor número de impresionantes secuencias de acción que hayamos podido ver.
El agente 007 se pasea por Italia, Austria, Bolivia y Rusia, destruyendo redes y eliminando a quien ose intervenir su misión. Secuela directa de “Casino Royale” (2006), los hechos comienzan una hora luego del desenlace de esta última, en donde Mr. White (Jesper Christensen) cae en el lago Di Como en manos del propio Bond, y reaparecen personajes como René Mathis y Felix Leiter, quienes sucumben ante el más sagaz y despiadado Bond que haya existido, quien deja un poco de lado su ironía y sex-appel acostumbrada por los otros actores que lo han interpretado, para mostrase letal y sin temor a mirar a los ojos a su próxima víctima (inevitable comparación con Jack Bauer o Jason Bourne).
La historia es fácil de seguir y cumple con los requisitos de un thriller moderno, bien actuado y explosivas escenas llenas de helicópteros, yates, golpes y seductoras miradas con cada fémina que se le cruce. Por otro lado, el villano de turno no pretende conquistar el mundo apretando un botón con una mano y acariciando un gato montés con la otra, sino que pretende conquistar gran parte del imperio económico de tierras “tercermundistas”, lo que tampoco se aleja mucho de la realidad.
Es curioso que este agente resulte casi una antítesis al Bond anterior, interpretado por Pierce Brosnan, pero se debe principalmente a que, con los tiempos y la exigencia del público, ya no sirve ese seductor de terno perfecto que no se atreve a manchar su traje, un Bond constantemente sucio y sangrando es, quizás, lo que muchos esperábamos.
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www.elotrocine.cl
Marc Foster (“Finding Neverland”) es el director responsable de la película Nº 22 de la saga de este agente, y no deja de ser especial por ser la primera en no adaptarse directamente a uno de los escritos de Ian Fleming, a diferencia de todas las anteriores. (El propio director señaló que la idea de esta película fue extraída de uno de los siniestros planes mencionados en alguno de los libros de Fleming por el propio Bond, y NO corresponde a la adaptación total de uno de los libros). Mayor mérito y no deja de ser menos, al contrario, ya que el film consagra a Daniel Craig como uno de los mejores Bond que han vestido el traje -que me perdone Sir Sean Connery- y a una de las cintas de la saga más estridentes y con mayor número de impresionantes secuencias de acción que hayamos podido ver.
El agente 007 se pasea por Italia, Austria, Bolivia y Rusia, destruyendo redes y eliminando a quien ose intervenir su misión. Secuela directa de “Casino Royale” (2006), los hechos comienzan una hora luego del desenlace de esta última, en donde Mr. White (Jesper Christensen) cae en el lago Di Como en manos del propio Bond, y reaparecen personajes como René Mathis y Felix Leiter, quienes sucumben ante el más sagaz y despiadado Bond que haya existido, quien deja un poco de lado su ironía y sex-appel acostumbrada por los otros actores que lo han interpretado, para mostrase letal y sin temor a mirar a los ojos a su próxima víctima (inevitable comparación con Jack Bauer o Jason Bourne).
La historia es fácil de seguir y cumple con los requisitos de un thriller moderno, bien actuado y explosivas escenas llenas de helicópteros, yates, golpes y seductoras miradas con cada fémina que se le cruce. Por otro lado, el villano de turno no pretende conquistar el mundo apretando un botón con una mano y acariciando un gato montés con la otra, sino que pretende conquistar gran parte del imperio económico de tierras “tercermundistas”, lo que tampoco se aleja mucho de la realidad.
Es curioso que este agente resulte casi una antítesis al Bond anterior, interpretado por Pierce Brosnan, pero se debe principalmente a que, con los tiempos y la exigencia del público, ya no sirve ese seductor de terno perfecto que no se atreve a manchar su traje, un Bond constantemente sucio y sangrando es, quizás, lo que muchos esperábamos.
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22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era el año 1951, y en todas las salas de EEUU se estrenaba una cinta esperada por los amantes de lo fantástico: “The Day The Earth Stood Still”. Una cinta de ciencia ficción en blanco y negro sobre un extraterrestre de forma humana que llegaba a la Tierra con la misión de “salvarnos” y advertirle a los líderes del mundo sobre los peligros y la autodestrucción que el mismo ser humano día a día provocaba en su entorno. Es 2008, y la película, convertida en un referente del género hasta el día de hoy, se vuelve una víctima más de la maldita era de los remakes, con la aparición de “El Día que la Tierra se Detuvo” (y digo maldita sin arrugarme, pues bastante poco talento le han puesto a las últimas películas re-hechas), versión moderna de la ya mencionada, con todos los efectos y luminarias que esto significa.
Scott Derrickson (“Hellraiser: Inferno”, “El Exorcismo de Emily Rose”) es el director responsable de uno de los estrenos más esperados en este 2008. La Doctora en Biología Helen Benson (Jennifer Connelly) es reclutada por la Seguridad Nacional junto a diversos especialistas en ciencias e ingeniería. Una esfera de grandes proporciones se ha situado en New York, en la avenida principal, representando una real amenaza para la humanidad. De este extraño objeto espacial surge Klaatu (Keanu Reeves), un extraterrestre cuya única intención es advertirnos que seremos eliminados por el bien del planeta. Con la ayuda de la doctora, Klaatu intentará escapar de manos de la seguridad y cumplir su misión de enviado a la Tierra.
Keanu Reeves (“Dracula”, “Matrix”), en un nuevo papel de un impávido semidios de terno y corbata, interpreta de manera perfecta al humanoide, no precisamente por su capacidad actoral, sino más bien por su excesiva falta de expresividad, la que conjuga con precisión a sus extraterrenales poderes. A Jennifer Connelly (“Requiem For a Dream”, “Dark Water”) se le agradece su extraño carisma -que de alguna manera encanta-, y se aplaude la participación del pequeño Jaden Smith, hijo de Will, que hace su segunda aparición en cine mostrando grandes dotes interpretativos. Lo de Kathy Bates, aunque participa bastante, dejémoslo como un cameo, un lamentable cameo, un papel de segunda para una actriz de primera división. Sin duda, lo mejor de la cinta en estos términos es Gort, el arma superpoderosa con forma de robot que pulveriza todo con un rayo que sale de su vista. el director mantuvo la imagen del Gort original, siendo casi una réplica del anterior, con claro sabor a homenaje y respeto.
Mientras la cinta de 1951 manifestaba el descontento a la carrera nuclear de ese entonces, mediante una alusión directa e inevitable, su versión 2008 es una clara crítica al abuso medioambiental (o publicidad gratuita para Al Gore?) y, nuevamente, al igual que innumerables películas, deja por el suelo la eficiencia del cuerpo militar y gubernamental norteamericano. Algo que, al parecer no es tan extraño, luego de ver la super “rapidez” con que actuaron los protectores de Bush ante los zapatazos, en contraposición a lo que se nos acostumbra mostrar en la ficción.
Perdón para quienes no gustan de las comparaciones, pero para quien ose realizar un remake, se somete inmediatamente a ello, ese es el costo, y si bien la banda sonora de Tyler Bates esta a la altura de la cinta, los alucinantes sonidos e interminables preludios de Bernard Herrmann en la versión de 1951, son simplemente inigualables.
Entretenida por lo bajo, en la película abundan las grandes escenas de acción sobre una imagen verdosa, solemne, exponiendo un mensaje casi bíblico, pero carece de un desarrollo potente y no logra resolver los grandes problemas que ella misma se plantea, dejando al espectador exigente con cierto sabor a olvidarla demasiado pronto. Sin duda cumple las expectativas del público en masa y quizás con eso baste. Aunque más contentos estarán en McDonalds, LG, Honda y Microsoft, que con sendos y evidentes avisos publicitarios en muchas escenas, ahora más extraterrestres llegarán a sus oficinas.
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Scott Derrickson (“Hellraiser: Inferno”, “El Exorcismo de Emily Rose”) es el director responsable de uno de los estrenos más esperados en este 2008. La Doctora en Biología Helen Benson (Jennifer Connelly) es reclutada por la Seguridad Nacional junto a diversos especialistas en ciencias e ingeniería. Una esfera de grandes proporciones se ha situado en New York, en la avenida principal, representando una real amenaza para la humanidad. De este extraño objeto espacial surge Klaatu (Keanu Reeves), un extraterrestre cuya única intención es advertirnos que seremos eliminados por el bien del planeta. Con la ayuda de la doctora, Klaatu intentará escapar de manos de la seguridad y cumplir su misión de enviado a la Tierra.
Keanu Reeves (“Dracula”, “Matrix”), en un nuevo papel de un impávido semidios de terno y corbata, interpreta de manera perfecta al humanoide, no precisamente por su capacidad actoral, sino más bien por su excesiva falta de expresividad, la que conjuga con precisión a sus extraterrenales poderes. A Jennifer Connelly (“Requiem For a Dream”, “Dark Water”) se le agradece su extraño carisma -que de alguna manera encanta-, y se aplaude la participación del pequeño Jaden Smith, hijo de Will, que hace su segunda aparición en cine mostrando grandes dotes interpretativos. Lo de Kathy Bates, aunque participa bastante, dejémoslo como un cameo, un lamentable cameo, un papel de segunda para una actriz de primera división. Sin duda, lo mejor de la cinta en estos términos es Gort, el arma superpoderosa con forma de robot que pulveriza todo con un rayo que sale de su vista. el director mantuvo la imagen del Gort original, siendo casi una réplica del anterior, con claro sabor a homenaje y respeto.
Mientras la cinta de 1951 manifestaba el descontento a la carrera nuclear de ese entonces, mediante una alusión directa e inevitable, su versión 2008 es una clara crítica al abuso medioambiental (o publicidad gratuita para Al Gore?) y, nuevamente, al igual que innumerables películas, deja por el suelo la eficiencia del cuerpo militar y gubernamental norteamericano. Algo que, al parecer no es tan extraño, luego de ver la super “rapidez” con que actuaron los protectores de Bush ante los zapatazos, en contraposición a lo que se nos acostumbra mostrar en la ficción.
Perdón para quienes no gustan de las comparaciones, pero para quien ose realizar un remake, se somete inmediatamente a ello, ese es el costo, y si bien la banda sonora de Tyler Bates esta a la altura de la cinta, los alucinantes sonidos e interminables preludios de Bernard Herrmann en la versión de 1951, son simplemente inigualables.
Entretenida por lo bajo, en la película abundan las grandes escenas de acción sobre una imagen verdosa, solemne, exponiendo un mensaje casi bíblico, pero carece de un desarrollo potente y no logra resolver los grandes problemas que ella misma se plantea, dejando al espectador exigente con cierto sabor a olvidarla demasiado pronto. Sin duda cumple las expectativas del público en masa y quizás con eso baste. Aunque más contentos estarán en McDonalds, LG, Honda y Microsoft, que con sendos y evidentes avisos publicitarios en muchas escenas, ahora más extraterrestres llegarán a sus oficinas.
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6,5
53.677
7
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela “Burn Before Reading: Presidents, CIA Directors, and Secret Intelligence” del ex jefe de la CIA Stansfield Turner, los hermanos Coen (los verdaderos, los que nos gustan, ácidos y sarcásticos), están de vuelta. Los mismos que crearon de la sátira un arte perfecto -y corrosivo- con “Fargo” (1996) y luego con “El Gran Lebowski” (1998), vuelven a la comedia negra tras los incansables elogios por la premiada -y con justa razón- “No Country For Old Men” (2007). Una nueva historia nace en la mente de estos hermanos, que como magos a sus conejos, sacan personajes llenos de realidad y estúpida sensatez. Hablemos de la trama.
Osborne Cox (John Malkovich), experimentado analista de la CIA, es despedido de su cargo debido a su alcoholismo. Katie (Tilda Swinton), su esposa, tiene una aventura a escondidas hace bastante tiempo con Harry Pfarrer (George Clooney), un empleado de gobierno, con quien planea hace bastante tiempo realizar una vida juntos y dejar al rutinario Cox. Al otro lado de la ciudad, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt), ambos empleados de un gimnasio, descubren un CD perdido con importante información codificada que, al parecer, le pertenece a Cox, y deciden sacarle provecho y dinero a la situación. De esta manera, Linda, acostumbrada a citarse con hombres vía chat, podría cumplir su sueño de realizarse una cirugía estética múltiple y ver un poco cambiada su aletargada vida.
Con un reparto de lujo (como ya se habrán dado cuenta), “Quémese Después de Leerse” resulta una evidente crítica al sistema político y organizacional de la Agencia de Investigación más importante del mundo, y a la simpleza con que, en muchos casos, estas entidades operan. Esto para empezar. A través de un humor negro en su estado más puro, los Coen presentan a personajes que claramente son controlados por la obsesión y las ansias de ser mejores, pero con bastante poca inteligencia. Algo que resulta mucho más común que lo que todos podemos creer. Osborne Cox vive engañado por su esposa, y tras ser despedido, su vida pierde tal importancia que decide dedicarse a escribir sus memorias. Harry disfruta trotando y construyendo “innovadores” inventos en el ático de su hogar. Linda, que comienza a vivir su adultez en pleno, vive en su propio mundo, y Chad es el profesor de gimnasia más torpe que haya existido. Entre todos conforman una serie de historias cruzadas, chantajes, traiciones y, principalmente, malas decisiones. A ratos la narración se vuelve algo confusa y disparatada, pero ahí están los genios detrás del guión, para contar una historia con casi cinco actores principales, y salir airosos del intento.
John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “La Sombra de un Vampiro”) y Frances McDormand (“Mississippi en Llamas”, “Fargo”) están sencillamente brillantes interpretando a los personajes principales, faltos de cariño y sentido común. No vamos a descubrir ahora que son dos de los mejores actores del orbe. Hasta la británica Tilda Swinton (“Constantine”, “Las Crónicas de Narnia”) brilla, gracias a su siempre impertérrita actitud y falta de expresividad, pero no poca emotividad. Por otro lado, George Clooney y Brad Pitt ya han demostrado con creces que el humor irónico y la sátira son su fuerte, ya sea trabajando juntos o no. Clooney, tal como en la trilogía de “Ocean’s Eleven”, muestra toda su faceta histriónica con la que se ha ganado papeles impresionantes, mientras que Pitt nos hace recordar al desquiciado Jeffrey Goines en “12 Monos”, con una personalidad hiperquinética, casi al borde de la locura.
La película, como ya es su costumbre en los trabajos de los Coen, no resulta digerible para todo público. Debido a la importancia que asumen los personajes por sobre la historia, es necesario detenerse en sus perfiles, lo que tiende a relentizar la cinta en ciertos pasajes. No es una comedia de gags y risas deschavetadas, es humor lleno de burla. Burla al sistema, burla a los procedimientos y burla a las vidas poco conectadas con la realidad. Difícil de calificar en algún género, esta película negra con gotas de thriller navega por vidas irrelevantes, casi miserables, que se encuentran con nuevos destinos y no tienen las armas para enfrentarlos, a través de una mirada cruda, pero por sobre todo, inteligente.
Al parecer los Hermanos Coen odian al mundo, y odian la estupidez humana. Queridos o rechazados, nos siguen retratando con nuestras virtudes y fracasos, como niños en un mundo para adultos.
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Osborne Cox (John Malkovich), experimentado analista de la CIA, es despedido de su cargo debido a su alcoholismo. Katie (Tilda Swinton), su esposa, tiene una aventura a escondidas hace bastante tiempo con Harry Pfarrer (George Clooney), un empleado de gobierno, con quien planea hace bastante tiempo realizar una vida juntos y dejar al rutinario Cox. Al otro lado de la ciudad, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt), ambos empleados de un gimnasio, descubren un CD perdido con importante información codificada que, al parecer, le pertenece a Cox, y deciden sacarle provecho y dinero a la situación. De esta manera, Linda, acostumbrada a citarse con hombres vía chat, podría cumplir su sueño de realizarse una cirugía estética múltiple y ver un poco cambiada su aletargada vida.
Con un reparto de lujo (como ya se habrán dado cuenta), “Quémese Después de Leerse” resulta una evidente crítica al sistema político y organizacional de la Agencia de Investigación más importante del mundo, y a la simpleza con que, en muchos casos, estas entidades operan. Esto para empezar. A través de un humor negro en su estado más puro, los Coen presentan a personajes que claramente son controlados por la obsesión y las ansias de ser mejores, pero con bastante poca inteligencia. Algo que resulta mucho más común que lo que todos podemos creer. Osborne Cox vive engañado por su esposa, y tras ser despedido, su vida pierde tal importancia que decide dedicarse a escribir sus memorias. Harry disfruta trotando y construyendo “innovadores” inventos en el ático de su hogar. Linda, que comienza a vivir su adultez en pleno, vive en su propio mundo, y Chad es el profesor de gimnasia más torpe que haya existido. Entre todos conforman una serie de historias cruzadas, chantajes, traiciones y, principalmente, malas decisiones. A ratos la narración se vuelve algo confusa y disparatada, pero ahí están los genios detrás del guión, para contar una historia con casi cinco actores principales, y salir airosos del intento.
John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “La Sombra de un Vampiro”) y Frances McDormand (“Mississippi en Llamas”, “Fargo”) están sencillamente brillantes interpretando a los personajes principales, faltos de cariño y sentido común. No vamos a descubrir ahora que son dos de los mejores actores del orbe. Hasta la británica Tilda Swinton (“Constantine”, “Las Crónicas de Narnia”) brilla, gracias a su siempre impertérrita actitud y falta de expresividad, pero no poca emotividad. Por otro lado, George Clooney y Brad Pitt ya han demostrado con creces que el humor irónico y la sátira son su fuerte, ya sea trabajando juntos o no. Clooney, tal como en la trilogía de “Ocean’s Eleven”, muestra toda su faceta histriónica con la que se ha ganado papeles impresionantes, mientras que Pitt nos hace recordar al desquiciado Jeffrey Goines en “12 Monos”, con una personalidad hiperquinética, casi al borde de la locura.
La película, como ya es su costumbre en los trabajos de los Coen, no resulta digerible para todo público. Debido a la importancia que asumen los personajes por sobre la historia, es necesario detenerse en sus perfiles, lo que tiende a relentizar la cinta en ciertos pasajes. No es una comedia de gags y risas deschavetadas, es humor lleno de burla. Burla al sistema, burla a los procedimientos y burla a las vidas poco conectadas con la realidad. Difícil de calificar en algún género, esta película negra con gotas de thriller navega por vidas irrelevantes, casi miserables, que se encuentran con nuevos destinos y no tienen las armas para enfrentarlos, a través de una mirada cruda, pero por sobre todo, inteligente.
Al parecer los Hermanos Coen odian al mundo, y odian la estupidez humana. Queridos o rechazados, nos siguen retratando con nuestras virtudes y fracasos, como niños en un mundo para adultos.
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3,7
4.510
2
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Unborn” (título original de la cinta), dirigida y escrita por David S. Goyer (director de “Blade: Trinity” y guionista de “Batman: The Dark Knight”, entre otras), relata la historia de Casey Bell (Odette Yustman), una joven que comienza a percibir extrañas imágenes demoníacas y a tener constantes sueños con un niño fantasma como personaje recurrente. Al comenzar a indagar sobre su pasado y el de su madre fallecida hace un tiempo atrás, Casey recurre a Sendak (Gary Oldman), un rabino especialista en exorcismos, para detener a esta criatura que deambula en el limbo y que se comienza a apoderar del cuerpo de todos quienes rodean a la chica.
¿Les suena este argumento? Poca originalidad es el único concepto capaz de definir esta cinta que, de horror, tiene bastante poco. Copiando deliberadamente ciertos guiños de famosas películas de terror, “La Profecía del No Nacido” (título en español) se sostiene sobre una protagonista de nula expresividad (y cuando digo nula es NULA) pero de cuerpo y rostro perfecto, preocupada de lograr su mejor pose ante la cámara, tal cual lo hiciera también en menor grado en “Cloverfield” (2008). Su nombre es Odette Yustman y es sin duda una de las actrices más hermosas que deambula hoy por hoy en Hollywood, pero con un evidente poco talento.
Los diálogos son ridículos, los lugares y escenas son comunes a una infinidad de films del género y un conjunto de situaciones absurdas intentan ordenar todas las ideas que el director, desde su cabeza, salpicó en la pantalla consiguiendo, por lo bajo, hacernos sentir vergüenza ajena y aburrirnos durante ochenta minutos. Tome papel y lápiz y anote la receta: una protagonista demasiado linda, su mejor amiga es de raza negra y su novio sacado de un catálogo de super tienda; una amenaza sobrenatural con algunas pizcas de sustos al instante (golpe de orquesta incluido), y como guinda a la torta, un religioso como solución a todos sus problemas. Vuelvo a repetirlo ¿les suena este argumento?
No es nada contra el género, muy por el contrario, si con algo disfruto es con el terror. Por lo mismo, no cuesta mucho darse cuenta que todo es una mala tomadura de pelo y, por mi parte, nunca me ha gustado que me subestimen “cinematográficamente”. Cuesta entender que alguien como Gary Oldman decida manchar su filmografía de esta manera, con un papel lamentable, aunque sin duda, de lo mejor del film.
En términos técnicos, la cinta cuenta con efectos visuales interesantes y una que otra imagen aterradora sacada directamente del nuevo cine oriental, pero nada que no hayamos visto. Por ahí, el trabajo de fotografía y la edición de sonido -incluso el marketing asociado, donde nos ponen el trasero perfecto de la Yustman en primer plano en el afiche promocional- aprueban con lo justo.
Entonces ¿para qué comentarla? Para hacer justicia, y no fomentar los bodrios hollywoodenses pagándole el sueldo con nuestra entrada a gente tan poco talentosa que se alimenta a costa de trabajos tan mal elaborados. Quizás el director es demasiado honesto, y ojalá siga dedicándose a crear guiones tan impresionantes como el de Batman de Christopher Nolan, y asuma el ridículo que hizo detrás de cámara, que con “Scary Movie” nos basta y nos sobra.
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¿Les suena este argumento? Poca originalidad es el único concepto capaz de definir esta cinta que, de horror, tiene bastante poco. Copiando deliberadamente ciertos guiños de famosas películas de terror, “La Profecía del No Nacido” (título en español) se sostiene sobre una protagonista de nula expresividad (y cuando digo nula es NULA) pero de cuerpo y rostro perfecto, preocupada de lograr su mejor pose ante la cámara, tal cual lo hiciera también en menor grado en “Cloverfield” (2008). Su nombre es Odette Yustman y es sin duda una de las actrices más hermosas que deambula hoy por hoy en Hollywood, pero con un evidente poco talento.
Los diálogos son ridículos, los lugares y escenas son comunes a una infinidad de films del género y un conjunto de situaciones absurdas intentan ordenar todas las ideas que el director, desde su cabeza, salpicó en la pantalla consiguiendo, por lo bajo, hacernos sentir vergüenza ajena y aburrirnos durante ochenta minutos. Tome papel y lápiz y anote la receta: una protagonista demasiado linda, su mejor amiga es de raza negra y su novio sacado de un catálogo de super tienda; una amenaza sobrenatural con algunas pizcas de sustos al instante (golpe de orquesta incluido), y como guinda a la torta, un religioso como solución a todos sus problemas. Vuelvo a repetirlo ¿les suena este argumento?
No es nada contra el género, muy por el contrario, si con algo disfruto es con el terror. Por lo mismo, no cuesta mucho darse cuenta que todo es una mala tomadura de pelo y, por mi parte, nunca me ha gustado que me subestimen “cinematográficamente”. Cuesta entender que alguien como Gary Oldman decida manchar su filmografía de esta manera, con un papel lamentable, aunque sin duda, de lo mejor del film.
En términos técnicos, la cinta cuenta con efectos visuales interesantes y una que otra imagen aterradora sacada directamente del nuevo cine oriental, pero nada que no hayamos visto. Por ahí, el trabajo de fotografía y la edición de sonido -incluso el marketing asociado, donde nos ponen el trasero perfecto de la Yustman en primer plano en el afiche promocional- aprueban con lo justo.
Entonces ¿para qué comentarla? Para hacer justicia, y no fomentar los bodrios hollywoodenses pagándole el sueldo con nuestra entrada a gente tan poco talentosa que se alimenta a costa de trabajos tan mal elaborados. Quizás el director es demasiado honesto, y ojalá siga dedicándose a crear guiones tan impresionantes como el de Batman de Christopher Nolan, y asuma el ridículo que hizo detrás de cámara, que con “Scary Movie” nos basta y nos sobra.
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4,1
2.889
2
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1980, Alan Parker (“Midnight Express”, “Mississippi Burning”) dio vida a “Fama”, una película sobre un grupo de adolescentes con talento y muchas ganas que ingresaban a la Escuela de Artes Escénicas de Nueva York en busca de un sueño, convertirse en grandes artistas de sus disciplinas, como el canto, la danza, la música y el teatro. Tal fue el éxito de la cinta que entre 1982 y 1987 nació la serie del mismo nombre, convirtiéndose en un fenómeno televisivo y consiguiendo numerosos premios, entre ellos 3 Globos de Oro y 9 Premios Emmy. 29 años más tarde luego de la exitosa cinta, Kevin Tancharoen, coreógrafo y productor de algunas series emitidas por MTV, debuta como director con el remake de “Fama”, protagonizada esta vez por jóvenes actores que cuentan con algunas apariciones en diversas series norteamericanas, y el resultado no fue para nada agradable. Incluso forma parte del elenco una de las participantes del exitoso programa de baile “So You Think You Can Dance?”, emitido por el People & Arts en nuestro país.
Aprovechando el auge que en los últimos años han tenido los musicales dirigidos principalmente a un público adolescente (pre adolescente) gracias a Jonas Brothers, Hannah Montana y High School Musical; el director sencillamente echó mano de una marca precursora y querida como la de aquella mítica cinta para conseguir un subproducto precario técnicamente y que se aleja completamente del espíritu que alguna vez llevaron a Angelo, Coco, Bruno y Lisa a esforzarse por conseguir un cupo en la recordada Escuela de Artes en 1980.
No es complicado darse cuenta de las reales intenciones del director cuando realizo este remake, que se hunde en sus propias deficiencias, desde un guión totalmente inconexo hasta una serie de personajes por los que ni siquiera alcanzamos a sentir algo de apego e identificación, en una cinta donde estos son lo más importante. La cinta intenta recopilar en menos de dos horas la historia de vida de una serie de personajes llenos de talento artístico, de sueños e inseguridades, con la correspondiente cuota de romance, amistad sincera y duras exigencias académicas, pero no consigue desarrollar ninguno de estos perfiles, haciendo que el interés por cada uno de los personajes se vaya perdiendo a medida que la cinta comienza a llegar a su fin. Peor aún son los esperados números de baile y canto, atractivo principal de la marca “Fama” y que acá no vemos sino hasta el término de la cinta.
Estéticamente está muy bien cuidada, y Kay Panabaker (“C.S.I.”) como Jenny Garrison y Asher Book (“Medium”) como Marco cumplen sus papeles protagónicos de manera correcta, sin mayores exigencias que las de representar lo que son, dos jóvenes tímidos y con algo más que talento. Debbie Allen, la profesora de danza en la serie original, es la única que se repite el plato, ahora como la Directora de la Academia.
“Fama” (2009) es el resultado de lo que hoy por hoy nos puede entregar Hollywood en términos comerciales: el uso de una franquicia sin mayores méritos en términos sensitivos ni narrativos, para conseguir un par de buenos dólares, a costa de miles que nacimos (o vivimos) disfrutando de una de las Escuelas de Arte más famosas del celuloide y a partir de la cual se gestaron miles de otras películas, series, programas de TV y todo lo imaginable. Como curiosidad, sus creadores dijeron antes de su estreno que esto NO ES UN REMAKE, sino una REINVENCIÓN, y por ello es que no se conservan ninguno de los personajes. El tremendo parche antes de la herida.
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www.elotrocine.cl
Aprovechando el auge que en los últimos años han tenido los musicales dirigidos principalmente a un público adolescente (pre adolescente) gracias a Jonas Brothers, Hannah Montana y High School Musical; el director sencillamente echó mano de una marca precursora y querida como la de aquella mítica cinta para conseguir un subproducto precario técnicamente y que se aleja completamente del espíritu que alguna vez llevaron a Angelo, Coco, Bruno y Lisa a esforzarse por conseguir un cupo en la recordada Escuela de Artes en 1980.
No es complicado darse cuenta de las reales intenciones del director cuando realizo este remake, que se hunde en sus propias deficiencias, desde un guión totalmente inconexo hasta una serie de personajes por los que ni siquiera alcanzamos a sentir algo de apego e identificación, en una cinta donde estos son lo más importante. La cinta intenta recopilar en menos de dos horas la historia de vida de una serie de personajes llenos de talento artístico, de sueños e inseguridades, con la correspondiente cuota de romance, amistad sincera y duras exigencias académicas, pero no consigue desarrollar ninguno de estos perfiles, haciendo que el interés por cada uno de los personajes se vaya perdiendo a medida que la cinta comienza a llegar a su fin. Peor aún son los esperados números de baile y canto, atractivo principal de la marca “Fama” y que acá no vemos sino hasta el término de la cinta.
Estéticamente está muy bien cuidada, y Kay Panabaker (“C.S.I.”) como Jenny Garrison y Asher Book (“Medium”) como Marco cumplen sus papeles protagónicos de manera correcta, sin mayores exigencias que las de representar lo que son, dos jóvenes tímidos y con algo más que talento. Debbie Allen, la profesora de danza en la serie original, es la única que se repite el plato, ahora como la Directora de la Academia.
“Fama” (2009) es el resultado de lo que hoy por hoy nos puede entregar Hollywood en términos comerciales: el uso de una franquicia sin mayores méritos en términos sensitivos ni narrativos, para conseguir un par de buenos dólares, a costa de miles que nacimos (o vivimos) disfrutando de una de las Escuelas de Arte más famosas del celuloide y a partir de la cual se gestaron miles de otras películas, series, programas de TV y todo lo imaginable. Como curiosidad, sus creadores dijeron antes de su estreno que esto NO ES UN REMAKE, sino una REINVENCIÓN, y por ello es que no se conservan ninguno de los personajes. El tremendo parche antes de la herida.
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