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6,0
8.063
8
10 de octubre de 2013
10 de octubre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos presenta a una joven llamada Ana, a la que no abandonamos en ningún momento del metraje (y el film cumple efecto deseado en el espectador, continuara tiempo después en su cabeza), ya que toda la historia gira completamente en torno a su protagonista, a la cual la cámara acosa persiguiéndola sin cesar con planos cortos y claustrofóbicos. Porque, si se nos muestra la historia de Ana, no se hace desde una forma externa, sino interna. Lo que importa no es lo que sucede alrededor de la protagonista, sino en su interior. Es más, todo que vemos alrededor de Ana depende del estado de la misma. La historia que aquí se nos cuenta es una búsqueda, pero no cualquier búsqueda, sino una búsqueda interior. Ana esta triste, pero no sabe porque. Ana tiene un problema, pero no sabe cual. Busca, desesperadamente encontrar la solución para su estado de depresión, y a veces lo consigue… pero pronto, la herida vuelve a abrirse. Busca curarse desesperadamente, y en todas las direcciones: alcohol, drogas, sexo, etc. Solo su trabajo en la ambulancia, donde se siente útil, parece que la hace realmente feliz. Pero en el fondo, eso tampoco es la solución de su problema. Las relaciones con todas las personas a su alrededor se ven afectadas por su estado (su novio, su compañero de trabajo, su amiga…), todos intentan ayudarla, pero no saben como hacerlo. La única solución que encuentra Ana es autolesionándose, causando heridas por todo su cuerpo.
Si Fernando Franco demostró maña en tratar el dolor de una persona de una forma intima en sus cortos, en su primer largometraje consigue reafirmarse con este fantástico drama, que es al mismo tiempo intimo y cercano con la protagonista, pero consigue mantenerse frío, sin sensacionalistas ni juicios morales. Y si algo esta claro, es que prefiere enseñar antes que decir, e insinuar antes de enseñar. En ningún momento se dice cuales son los problemas y temores de Ana, pero durante el transcurso de la historia podemos comprobarlo con nuestros propios ojos. En ningún momento se nos muestra (ni menos se nos dice) el origen de todo ello, pero nos proporciona las piezas suficientes para intuirlo.
Marian Álvarez merece un Goya con la gran actuación que se marca en esta película, esta simplemente espectacular. Se mete en la piel de Ana completamente, cuando ríe, cuando siente miedo, cuando llora, cuando habla, cuando calla, cuando ama, cuando odia… todos esos cambios se producen de una forma creíble y natural. Inmejorable.
Se dice que esta película no es para todos los públicos (¿acaso alguna lo es?), pero yo añadiría que no es para todos los momentos. Ver “La Herida” en un momento de gran apatía no creo que sea buena idea. Porque aquí, si empatizar con el personaje principal solo tienes que dejarte llevar y seguirla por su dramático camino de autodestrucción. En cambio, si (por le motivo que fuera) no consigues empatizar con ella, directamente, no ahí nada que hacer.
Si Fernando Franco demostró maña en tratar el dolor de una persona de una forma intima en sus cortos, en su primer largometraje consigue reafirmarse con este fantástico drama, que es al mismo tiempo intimo y cercano con la protagonista, pero consigue mantenerse frío, sin sensacionalistas ni juicios morales. Y si algo esta claro, es que prefiere enseñar antes que decir, e insinuar antes de enseñar. En ningún momento se dice cuales son los problemas y temores de Ana, pero durante el transcurso de la historia podemos comprobarlo con nuestros propios ojos. En ningún momento se nos muestra (ni menos se nos dice) el origen de todo ello, pero nos proporciona las piezas suficientes para intuirlo.
Marian Álvarez merece un Goya con la gran actuación que se marca en esta película, esta simplemente espectacular. Se mete en la piel de Ana completamente, cuando ríe, cuando siente miedo, cuando llora, cuando habla, cuando calla, cuando ama, cuando odia… todos esos cambios se producen de una forma creíble y natural. Inmejorable.
Se dice que esta película no es para todos los públicos (¿acaso alguna lo es?), pero yo añadiría que no es para todos los momentos. Ver “La Herida” en un momento de gran apatía no creo que sea buena idea. Porque aquí, si empatizar con el personaje principal solo tienes que dejarte llevar y seguirla por su dramático camino de autodestrucción. En cambio, si (por le motivo que fuera) no consigues empatizar con ella, directamente, no ahí nada que hacer.
15 de febrero de 2012
15 de febrero de 2012
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto nada más sobre Salem’ Slot, ni he leído el libro de Stephen King. La idea en si me parece bastante curiosa, pero el resultado ha sido muy mediocre en todos los aspectos. Ha habido alguna idea que me parece interesante (como la boda de niños, por ejemplo) pero muy mal aprovechados. Y el resultado es una película, que a mi personalmente, se me ha hecho exageradamente larga para lo que dura la película.
He visto bastantes películas de vampiros, y seguramente esta sea la que menos me haya agradado con mucha diferencia. Los chupasangres dan bastante vergüenza ajena en muchos momentos de la película.
¿Lo mejor? Las perlas que suelta el anciano caza nazis/vampiros, sin él seguramente no hubiera sido capaz de terminar de verla entera.
He visto bastantes películas de vampiros, y seguramente esta sea la que menos me haya agradado con mucha diferencia. Los chupasangres dan bastante vergüenza ajena en muchos momentos de la película.
¿Lo mejor? Las perlas que suelta el anciano caza nazis/vampiros, sin él seguramente no hubiera sido capaz de terminar de verla entera.

6,3
5.378
8
30 de octubre de 2014
30 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos entre manos una de las obras más originales y desconcertantes que ha surgido en los últimos años en el panorama cinematográfico español. Con una historia que gira, entre otras cosas, en torno a secuestros y peculiares justicieros enmascarados, a cualquiera le vendría a la mente el prototipo de blockbuster estadounidense actual: explosiones, persecuciones, peleas y disparos a cascoporro, mientras el argumento y los diálogos son reducidos a su mínima expresión. En cambio, en Diamond Flash ocurre todo lo contrario: la acción es completamente calmada, marcada con un ritmo denso y frio. Que no quiere decir que sea aburrido, aunque se lo pueda parecer a todo aquel que se pierda en su maraña narrativa. Sino que ayuda a sentir como propios los sufrimientos y las ansiedades de sus protagonistas, sensación fortalecida por los planos cortos que predominan prácticamente en todo el metraje.
Se trata de una obra de bajo presupuesto, pero lejos de avergonzarse de ello echando mano a efectos especiales de mercadillo, se apodera del realismo austero y asfixiante que le sienta como anillo al dedo. Esto también obliga a que la mayor parte del peso caiga sobre los hombros de los diálogos y de los intérpretes. Y aquí tenemos una de las claves de la obra, pues si estos elementos hubieran fallado la película se hubiera desmoronado como un castillo de naipes, pero no fue así. Los diálogos, sobre los que reposa casi toda la estructura narrativa; aunque puedan parecer demasiado largos e incluso excesivos, cumplen perfectamente con su cometido en todo momento de aumentar la tensión del espectador. Aunque estas conversaciones den las piezas del rompecabezas, es el espectador quien las debe juntar una a una mentalmente.
Respecto a los actores -actrices, en su mayoría- cumplen perfectamente en su papel. El reparto consta mayoritariamente de rostros prácticamente desconocidos por la mayoría del público, pero su elección no podría haber sido más acertada, pues cada intérprete consigue dotar de verosimilitud a su respectivo personaje. Este hecho, tiene el mérito añadido de que la mayoría de los planos son cortos, reflejando constantemente en sus rostros; haciendo que éstos tengan tanta importancia como lo que dicen en cada momento.
Una obra, que eso sí, no es recomendada a todo el mundo. Quien busque la típica película de acción trepidante, seguramente saldrá enormemente decepcionado con esta muestra de cine personal donde predominan los extensos diálogos y planos estáticos, generalmente de larga duración. Quien quiera apagar el cerebro y disfrutar de unas imágenes en movimiento que pasan delante de sus ojos, seguramente no comprenda nada de lo que vea. Pues Carlos Vermut, en su primer largometraje, da libertad al espectador para juzgar por si mismo su obra. Pero todo aquel que huya de convencionalismos cinematográficos de todo tipo, y quiera disfrutar y saborear de una joya única del séptimo arte, le recomiendo que pruebe esta.
http://nosoyuncritico.com/criticas/ano/en-el-fondo-del-cajon-criticas/2014/10/diamond-flash/
Se trata de una obra de bajo presupuesto, pero lejos de avergonzarse de ello echando mano a efectos especiales de mercadillo, se apodera del realismo austero y asfixiante que le sienta como anillo al dedo. Esto también obliga a que la mayor parte del peso caiga sobre los hombros de los diálogos y de los intérpretes. Y aquí tenemos una de las claves de la obra, pues si estos elementos hubieran fallado la película se hubiera desmoronado como un castillo de naipes, pero no fue así. Los diálogos, sobre los que reposa casi toda la estructura narrativa; aunque puedan parecer demasiado largos e incluso excesivos, cumplen perfectamente con su cometido en todo momento de aumentar la tensión del espectador. Aunque estas conversaciones den las piezas del rompecabezas, es el espectador quien las debe juntar una a una mentalmente.
Respecto a los actores -actrices, en su mayoría- cumplen perfectamente en su papel. El reparto consta mayoritariamente de rostros prácticamente desconocidos por la mayoría del público, pero su elección no podría haber sido más acertada, pues cada intérprete consigue dotar de verosimilitud a su respectivo personaje. Este hecho, tiene el mérito añadido de que la mayoría de los planos son cortos, reflejando constantemente en sus rostros; haciendo que éstos tengan tanta importancia como lo que dicen en cada momento.
Una obra, que eso sí, no es recomendada a todo el mundo. Quien busque la típica película de acción trepidante, seguramente saldrá enormemente decepcionado con esta muestra de cine personal donde predominan los extensos diálogos y planos estáticos, generalmente de larga duración. Quien quiera apagar el cerebro y disfrutar de unas imágenes en movimiento que pasan delante de sus ojos, seguramente no comprenda nada de lo que vea. Pues Carlos Vermut, en su primer largometraje, da libertad al espectador para juzgar por si mismo su obra. Pero todo aquel que huya de convencionalismos cinematográficos de todo tipo, y quiera disfrutar y saborear de una joya única del séptimo arte, le recomiendo que pruebe esta.
http://nosoyuncritico.com/criticas/ano/en-el-fondo-del-cajon-criticas/2014/10/diamond-flash/

5,7
202
7
20 de enero de 2014
20 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos historias separadas por varios siglos, pero unidas por un punto en común: esa raza marginada de origen desconocido conocida como los agotes. En la primera, vemos el Valle del Baztan (Navarra) en el presente, mostrándonos fragmentos de la vida cotidiana de sus habitantes; mientras un grupo de forasteros indagan sobre la historia de los agotes, al tiempo que preparan una película sobre ellos. La segunda historia, que nos traslada al mismo valle pero varios siglos atrás, se trata de esa misma película. A veces da impresión de ser el resultado demezcladar una película de época con partes del making off de la misma; aunque en ningún momento se muestra el rodaje del film, sino los preparativos del mismo.
Los actores (algunos profesionales; y otros, habitantes del valle) son los mismos en ambas historias; mientras en la parte “medieval” cada uno representa un papel especifico en la historia, en la parte “actual” cada uno se interpreta así mismo: los actores aficionados son mostrados en su profesión real (por ejemplo, el hombre que se ve dando clases al principio de la película, da realmente clases en ese mismo colegio), y lo mismo hacen los actores profesionales, mostrando la conexión que tuvieron varios de ellos en el pasado con ese valle durante el rodaje de “Vacas” de Julio Medem. Las dos historias se mezclan durante el metraje, diferenciándose por la ambientación, el vestuario y la fotografía. Mientras la parte actual opta por el ritmo lento y el realismo, cercano al documental (la excepción a este se encuentra en la escena en la que el niño “encuentra” una lamia en el bosque, que contiene cierto toque mágico); en la parte ambientada en el pasado, la fotografía se aproxima a lo fantástico, tirando en todo momento hacia tonos oscuros.
Destacaría lo original de la propuesta y el resultado de la misma, toda la trama de la caja, y la elaborada ambientación de la época medieval.
Los actores (algunos profesionales; y otros, habitantes del valle) son los mismos en ambas historias; mientras en la parte “medieval” cada uno representa un papel especifico en la historia, en la parte “actual” cada uno se interpreta así mismo: los actores aficionados son mostrados en su profesión real (por ejemplo, el hombre que se ve dando clases al principio de la película, da realmente clases en ese mismo colegio), y lo mismo hacen los actores profesionales, mostrando la conexión que tuvieron varios de ellos en el pasado con ese valle durante el rodaje de “Vacas” de Julio Medem. Las dos historias se mezclan durante el metraje, diferenciándose por la ambientación, el vestuario y la fotografía. Mientras la parte actual opta por el ritmo lento y el realismo, cercano al documental (la excepción a este se encuentra en la escena en la que el niño “encuentra” una lamia en el bosque, que contiene cierto toque mágico); en la parte ambientada en el pasado, la fotografía se aproxima a lo fantástico, tirando en todo momento hacia tonos oscuros.
Destacaría lo original de la propuesta y el resultado de la misma, toda la trama de la caja, y la elaborada ambientación de la época medieval.

5,8
56.151
3
25 de junio de 2015
25 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado ya más de veinte años desde que Steven Spielberg sorprendió (una vez más) al público al resucitar a varios animales prehistóricos en Jurassic Park. El éxito, en todos los sentidos, de esta obra hizo que en los sucesivos años aparecieran dos secuelas de la misma, donde se podía apreciar un más que notable descenso de calidad con cada una de ellas, que unido al hecho de que ver un dinosaurio en la pantalla grande ya no causaba el mismo efecto que antaño (aunque a esto también ha afectado en gran medida lo anterior), la franquicia quedó aparcada en un cajón. Hasta que, en pleno apogeo resurrector de sagas en Hollywood, decidieron hacer con la saga lo mismo que hizo John Hamond (interpretado en las dos primeras películas por el difunto Richard Attenborough) con los dinosaurios en la obra original. El cambio de nombre, del “Park” al “World”, no tiene más justificación a parte de la ambición de reiniciar la saga de cero; aunque no podría haber sido más apropiado, ya que no contiene nada del espíritu (y aún menos la frescura) de la primera entrega, a parte de los guiños para nostálgicos.
Si Jurassic Park impresionó en 1993, entre otras cosas, por los prodigiosos efectos especiales a la hora de recrear a los dinosaurios; veintidós años después, Jurassic World apuesta por el uso y abuso de los efectos digitales, que como sucede en muchos blockbusters actuales, hacen que el resultado sea demasiado frío y distante; lo que unido a los grandes fallos del guión y de ejecución del mismo, junto a lo descafeinadas que se muestran las muertes a manos de los dinosaurios en esta entrega; da como resultado la completa falta de tensión en el transcurso de toda la obra, lo que era uno de los puntos fuertes da la película original, y que en mucha menor medida se apreciaba en sus siguientes secuencias, pero que en ésta se encuentra completamente ausente en Jurassic World (aunque se intuía levemente antes de la aparición del dinosaurio alterado genéticamente, pero se desvaneció en cuanto éste hizo acto de presencia en pantalla), haciendo que esta nueva entrega sea poco más que un desfile de efectos especiales (en 3D o no), sin nada realmente destacable en ningún aspecto, a parte de la muy correcta ejecución de los mismos, destacando al mosasauro.
Aunque en unas tengan más importancia que en otras, los personajes siempre son piezas fundamentales en cualquier obra de ficción, y es importante tratarlas con un mínimo de esmero. Pero, una vez más, Jurassic World vuelve a decepcionar. Probablemente, el único personaje que no chirría es el aventurero al que interpreta a Chris Patt, es cierto que no es precisamente un personaje con demasiada profundidad ni demasiado original, pero basta y sobra para cumplir su cometido, a parte que su comportamiento durante toda la obra es el más coherente consigo mismo. En contrapunto se encuentra el personaje al que da vida Bryce Dallas Howard, que se mueve de un lado a otra como un alma errante. Uno de los constantes de toda la saga es la presencia de uno o dos niños; y esta, por desgracia, no es la excepción. Aunque no llegue a los niveles de vergüenza ajena de “El mundo perdido”, son completamente prescindibles, por no decir lo mal que están dibujados sus personajes: el pequeño, el típico niño pequeño sabelotodo; el mayor, un rebelde cuya mayor aspiración es quedarse mirando fijamente a las chicas, sin hacer nada más. El segundo pasa sistemáticamente del primero, y aunque desde el principio estaba claro que la cosa iba a evolucionar en el acercamiento entre ambos hermanos, el mayor problema es la manera tan brusca en la que se produce, en lugar de desarrollarlo con una evolución; algo muy parecido sucede con el romance entre los personajes de Chris Patt y Bryce Dallas Howard. Respecto al resto de personajes, como los que dan vida Irrfan Khan, Omar Sy o Vincent D'Onofrio, completamente prescindibles.
El que vea esta película aburrirse no se aburrirá (solo faltaría...), pero que no espere mucho más. El factor nostálgico siempre estará ahí, siendo los guiños a la primera película lo más disfrutable de toda la película (del mismo modo que el inmortal tema de John Williams es lo más destacable de la banda sonora), pero seguramente no sea suficiente para justificar la existencia de la misma, porque para eso sería mejor volver a ver la obra estrenada en 1993 una vez más. Entre los aciertos, aunque sea parcialmente, habría que destacar toda la trama de los velociraptores (otros clásicos de la saga), con más aciertos que fallos. En definitiva, una película visualmente impactante, entretenida, con toques nostálgicos de uno de los clásicos del cine de la primera mitad de los años noventa, pero con poco más que aportar.
Si Jurassic Park impresionó en 1993, entre otras cosas, por los prodigiosos efectos especiales a la hora de recrear a los dinosaurios; veintidós años después, Jurassic World apuesta por el uso y abuso de los efectos digitales, que como sucede en muchos blockbusters actuales, hacen que el resultado sea demasiado frío y distante; lo que unido a los grandes fallos del guión y de ejecución del mismo, junto a lo descafeinadas que se muestran las muertes a manos de los dinosaurios en esta entrega; da como resultado la completa falta de tensión en el transcurso de toda la obra, lo que era uno de los puntos fuertes da la película original, y que en mucha menor medida se apreciaba en sus siguientes secuencias, pero que en ésta se encuentra completamente ausente en Jurassic World (aunque se intuía levemente antes de la aparición del dinosaurio alterado genéticamente, pero se desvaneció en cuanto éste hizo acto de presencia en pantalla), haciendo que esta nueva entrega sea poco más que un desfile de efectos especiales (en 3D o no), sin nada realmente destacable en ningún aspecto, a parte de la muy correcta ejecución de los mismos, destacando al mosasauro.
Aunque en unas tengan más importancia que en otras, los personajes siempre son piezas fundamentales en cualquier obra de ficción, y es importante tratarlas con un mínimo de esmero. Pero, una vez más, Jurassic World vuelve a decepcionar. Probablemente, el único personaje que no chirría es el aventurero al que interpreta a Chris Patt, es cierto que no es precisamente un personaje con demasiada profundidad ni demasiado original, pero basta y sobra para cumplir su cometido, a parte que su comportamiento durante toda la obra es el más coherente consigo mismo. En contrapunto se encuentra el personaje al que da vida Bryce Dallas Howard, que se mueve de un lado a otra como un alma errante. Uno de los constantes de toda la saga es la presencia de uno o dos niños; y esta, por desgracia, no es la excepción. Aunque no llegue a los niveles de vergüenza ajena de “El mundo perdido”, son completamente prescindibles, por no decir lo mal que están dibujados sus personajes: el pequeño, el típico niño pequeño sabelotodo; el mayor, un rebelde cuya mayor aspiración es quedarse mirando fijamente a las chicas, sin hacer nada más. El segundo pasa sistemáticamente del primero, y aunque desde el principio estaba claro que la cosa iba a evolucionar en el acercamiento entre ambos hermanos, el mayor problema es la manera tan brusca en la que se produce, en lugar de desarrollarlo con una evolución; algo muy parecido sucede con el romance entre los personajes de Chris Patt y Bryce Dallas Howard. Respecto al resto de personajes, como los que dan vida Irrfan Khan, Omar Sy o Vincent D'Onofrio, completamente prescindibles.
El que vea esta película aburrirse no se aburrirá (solo faltaría...), pero que no espere mucho más. El factor nostálgico siempre estará ahí, siendo los guiños a la primera película lo más disfrutable de toda la película (del mismo modo que el inmortal tema de John Williams es lo más destacable de la banda sonora), pero seguramente no sea suficiente para justificar la existencia de la misma, porque para eso sería mejor volver a ver la obra estrenada en 1993 una vez más. Entre los aciertos, aunque sea parcialmente, habría que destacar toda la trama de los velociraptores (otros clásicos de la saga), con más aciertos que fallos. En definitiva, una película visualmente impactante, entretenida, con toques nostálgicos de uno de los clásicos del cine de la primera mitad de los años noventa, pero con poco más que aportar.
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