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Críticas 306
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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31 de marzo de 2025 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No descubro nada si afirmo que buena parte de los momentos más emotivos que me han llegado a tocar la fibra a lo largo de mi vida -y por suerte han sido muy numerosos- han pasado escuchando, bailando o acompañado por la música, ya sea en solitario o de forma compartida. Me repito si vuelvo a escribir que soy un firme defensor y seguidor de los musicales o de las películas que tienen una banda sonora a destacar. Podemos decir que, en general, la música, entre otras cosas, dialoga con las emociones como refuerzo o recurso hasta tocar el fondo del alma

"Por todo lo alto" es una típica "feel good", que a partir de códigos populares y buenos sentimientos logró la máxima puntuación del público de todo el registro histórico del SSIFF. Una película que nos cautiva sin remedio con un relato sencillo y evocador a la vez: Thibaut es un director de orquesta de prestigio que acaba desmayado en una primera escena montada y realizada con toda la intención de atarla perfectamente con una última. Thibaut es hijo adoptado, está enfermo y necesita un trasplante de médula, lo que le llevará a descubrir que tiene un hermano biológico que se quedó con otra familia y que vive en una zona rural y desfavorecida del norte de Francia. Jimmy puede ser la única opción para curarse, que también lleva la música a las venas, aunque las oportunidades les han conducido a destinos muy diferentes.

E. Courcol acierta por completo al llevar el tono y el acento de la película hacia las relaciones interpersonales y sus lazos emocionales, con especial preferencia por el papel del grupo coral ante la adversidad. Con una extensa galería de secundarios de lujo y un especial cuidado por los detalles, nos regala un cine social y obrero con un trasfondo de solidaridad comunitaria que se acerca mucho a su vecino del norte, Ken Loach. Un cine comprometido que huye de los clichés del melodrama familiar o la cursilería para presentarnos dos músicas/dos mundos contrapuestas —orquesta de cuerda y viento versus banda de metales y percusión— que pueden llegar a brillar juntas a través de una composición inspirada en el movimiento repetitivo de las fábricas. No hace falta decir nada más sobre el mensaje, ¿no?

Lo dejo aquí, escuchando la "playlist" de la película y rememorando parcialmente la excitación vivida en una cinta de una realización rigurosa y que, desde una sencillez aparente, es capaz de cautivarnos a la vez que cuida los matices de una visión más coral, comunitaria y reivindicativa. (7,5)
9 de septiembre de 2024 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas plumas eminentes comparan al director francés Robert Guédiguian y su grupito de actores que casi siempre le acompañan con el incansable y apreciadísimo Ken Loach. Su cine lleva la merecida y meritoria etiqueta de "social" en unos tiempos donde una especie de soberbia colectiva considera de entrada dicha etiqueta como un defecto. Un prejuicio más que muchas veces no deja apreciar el valor cinematográfico y propositivo de la película.

"Que la fiesta continúe" es un seductor abrazo humanístico de un cine social centrado en la persona y la comunidad. En esta ocasión el director —tras un viaje al Mali poscolonial con la cruda y conmovedora "Mali twist"— nos pasea por su queridísima Marsella a través de la mirada de Rosa y su entorno con el trasfondo de la problemática de la vivienda, a partir del derrumbe de un edificio precario con la muerte de 8 personas ocurrido en 2018. Rosa ha sido —y es todavía— una luchadora de izquierdas durante toda su vida y ahora se esfuerza por aglutinar todos los grupúsculos de la ciudad para afrontar las elecciones municipales con más garantías. En paralelo su vida familiar, personal y comunitaria transcurre con una fluidez entrañable, con los obstáculos habituales demostrando una firmeza inagotable y con la aparición mágica de un amor a partir del cual surgirán algunas dudas.

Uno de los valores más destacados de la película radica en su capacidad de realizar un retrato coral y bien dibujado de todos los personajes, con una estética de una coloración teñida de esperanza y de ajustado optimismo a la vez que va planteando —sin ningún tipo de aleccionamiento y de forma sutil— una serie de problemáticas de una actualidad premonitoria que acabarán conformando un retrato global desde un enfoque local. Estaríamos hablando del acceso a la vivienda, la precariedad laboral o la acogida, entre otros. Y todo esto lo consigue con unas escenas y unos diálogos que sin dejar de ser realistas rezuman un particular hechizo con algún toque irónico e, incluso, alguna pincelada onírica.

Frente a la resignación y la proclama maximalista R. Guédiguian reivindica la importancia de los pequeños gestos comunitarios, ya sea por encontrar soluciones prácticas y sencillas como por atizar la llama de la protesta y la memoria. Y lo hace desde una tierna amabilidad, que mira a un esperanzado horizonte, con una maestría indiscutible y que acaba con un encomiable abrazo al cine ya la vida. (7,5)
30 de enero de 2024 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wim Wenders, el veterano director alemán, me ha sorprendido con agrado con una obra minimalista que maravilla con su aparente simplicidad. A sus 77 años, el director de "París, Texas" nos transporta a través de la vida de Hirayama, un enigmático limpiador de lavabos públicos en Tokio, interpretado brillantemente por el japonés Kōji Yakusho, actor que me encandiló en "El tercer asesinato" (2017)

La película, pese a su simplicidad, se convierte en una irónica oda a los placeres de la vida rutinaria, austera y analógica. Hirayama, un hombre con hábitos de una sobriedad contemplativa, fluye por el día a día de forma amable y con sincera complacencia. Los distintos eventos se desarrollan con un tono evocador, destacando la belleza en los detalles más pequeños de la vida cotidiana y subrayando la importancia de los momentos sencillos, pero significativos.

Wenders dirige con una delicadeza única, permitiendo que la narrativa fluya de forma vitalista. Yakusho da vida a Hirayama de forma auténtica y conmovedora, capturando nuestra atención desde el primer momento. La inspiradora selección musical, la impecable realización y una exquisita fotografía se unen para crear una experiencia visual y auditiva cautivadora.

Sin efectos especiales llamativos todo se centra en la esencia de la narración sin artificios y un magnético personaje central. La edición precisa y el ritmo tranquilo reflejan la vida llana del protagonista, llevándonos de la mano por una experiencia contemplativa.

En palabras del propio Wenders, los días perfectos no existen, pero la película nos insta a encontrar la belleza en cada instante irrepetible y nos recuerda la importancia de apreciar los pequeños detalles de la vida valorando todo lo que compartimos con la comunidad y nos permite esquivar el aislamiento enfermizo. Sumergirnos en el voluntarioso optimismo naíf de "Perfect days" nos deja con una sensación de calma bucólica y intensa reflexión, reforzando la idea de que cada momento es valioso en sí mismo. (8,5)
30 de enero de 2025 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo esta reseña con el ánimo de poder llegar a transmitir lo esencial de una película que transcurre entre una cascada de imágenes y escenas con una carga casi excesiva de belleza, a la vez que combina acertadamente con una trama sencilla pero vitalmente profunda. Un trayecto lleno de planteamientos existenciales entre unos diálogos minimalistas y una música que nos transporta a la época.

La protagonista, Parthenope, interpretada por una magnética Celeste Dalla Porta, nace el año 1950 en Nápoles y vive su juventud exuberante en medio de multitud de miradas. Algunas serán amistosas y sinceras, otras más agresivas y babosas. Después de un verano iniciático en Capri y la primera puñalada del destino, dedica su madurez a la búsqueda de la libertad personal con una determinación valiente i decidida. Termina la carrera de antropología —una mirada atenta a todo lo que nos rodea— y, en medio de la decadencia familiar, encuentra un aliado y guía en el profesor D. Marotta. Por último, consigue una plaza en Trento donde imparte docencia durante cuarenta años para regresar a su Nápoles natal en un final emotivo y sugerente.

La película centra buena parte de su duración en el momento, siempre pasional, de la primera juventud decisiva y crucial, con una Nápoles que, al tiempo que hace de escenario sublime, acaba convirtiéndose en un personaje central. La ciudad es un punto de salida y llegada, motivo de un amor pasional e incomprensible, una segunda piel enganchada al relato sin la que todo deja de tener sentido. Una ciudad que siempre está allí, acogedora y distante a la vez, mientras el tiempo se diluye inexorable entre el agua de su mar y sus adoquines cargados de historia.

Sorrentino —"La gran belleza" (2013) o "Fue la mano de Dios" (2021)— nos regala momentos de una fascinación estética impactante a la vez que nos va transmitiendo sus reflexiones en torno a la memoria, el paso del tiempo, el sentimiento de culpa o la forma de "ser libre y no juzgar", hasta el punto de llegar a apreciar la belleza en la desproporción. Un regalo para los sentidos que, a pesar que a veces se enreda en alguna disertación enrevesada, acaba convirtiéndose en una obra granítica con una potencia vitalista abrumadora.
30 de enero de 2025 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mencionar la etiqueta de "cine social iraní de casi tres horas de duración" podría, así en caliente, echar atrás a más de uno. Intentaré, con esta entrada, ser lo suficientemente convincente como para estimular a cualquier persona aficionada al cine a su visionado para disfrutar de un drama social con la justa mezcla de compromiso y entretenimiento, cualidades que le han hecho justa merecedora de premios tan importantes como el premio del jurado del Festival de Cannes, el premio del público del Festival de San Sebastián o ser candidata a los Oscar por Alemania.

La parte de entretenimiento corre a cargo de una tensión dramática bien sostenida, unas interpretaciones sólidas y una realización suficientemente dinámica. Además, la aparición y desaparición de una pistola en torno a la mitad del metraje aporta un añadido de intriga que nos llevará en volandas hasta el final. Podemos decir que la cinta comienza como un melodrama familiar, evoluciona hacia un thriller en busca del arma en cuestión, para derivar en el tramo final en una breve road movie con trazas de western. La habilidad del director Mohamed Rasoulof —que recuerdo por "La vida de los demás" (2020)— se demuestra al aunar esta mezcla y quedar patente el hecho que la película no resulta en ningún caso aburrida o larga. También lo hace en el uso de la cámara y el montaje en algunas secuencias especialmente exitosas. En este sentido quisiera destacar un plan secuencia memorable rodado en la casa familiar, una persecución en coche o una escena final laberíntica.

La parte más social y melodramática se basa en la historia de una familia iraní durante el período conocido con el nombre de "la revuelta del velo" y el lema "mujer, vida y libertad", desencadenado tras la muerte en manos de la policía de la joven Mahsa Amini, detenida por no llevar velo. El padre ha ascendido recientemente a juez de instrucción y, con su evidente participación en la represión del movimiento, le sitúa en una delicada situación tanto a nivel de dilemas éticos, de seguridad personal como de discrepancias familiares con su mujer y sus dos jóvenes hijas. A medida que avanzan los días de revuelta la ruptura de los vínculos familiares van en paralelo hasta llegar a un punto de no retorno con un empoderamiento femenino progresivo y muy bien expuesto.

Entro en la sala con la desconfianza de una excesiva duración. Salgo con el agradecimiento por haber disfrutado de cine de primera clase y haber estado siempre con una atención absoluta. No soy el primero que destaca el mérito en el compromiso de un equipo de rodaje que no puede volver a su país y que tuvo que sacar una copia original de forma clandestina. Pero no es sólo este mérito el motivo que debe empujarnos a un visionado, hay que añadir su indiscutible firmeza fundamentada en una impecable realización armonizada perfectamente con un nivel interpretativo notable.
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