Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with A POSITIVAR
Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de enero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Decía Carlos Vermut en rueda de prensa a propósito de su Magistral Girl —perdón, Magical Girl; que se me ve el plumero— que le gusta poner a sus personajes en continuos conflictos éticos para luego resolverlos también de manera poco ética para el que mira. Damián Szifrón ha debido actuar y dar vida a los personajes de sus Relatos Salvajes partiendo de la misma premisa, pero zanjando las cuestiones de tal forma que ha convertido la película en la fiesta del exceso, en la comedia más coreana (en el sentido salvaje de la palabra) que el cine rioplatense nos podía regalar, un film donde el humor negro es constante y donde la media sonrisa y los ojos entrecerrados son una eternizada mueca en el patio de butacas. Y lo mejor de todo es ver las caras del respetable al abandonar la sala. Los argentinos, paradojas del destino, nos ahorran unas cuantas horas de psicoanalista gracias a seis historias tan divertidas como brutales y tan deliciosamente violentas como violentamente deliciosas. ¿Obra maestra? Supongo que no. Pero si hablamos del cine como entretenimiento, estamos ante algo muy grande. 115 minutos que no decaen nunca. Olé a Szifrón por escribirla y dirigirla y a los hermanos Almodóvar por producirla.

La candidata al Oscar al mejor film de habla no inglesa (a que se lo lleva) y la película de habla hispana más taquillera en la historia de Argentina nos cuenta seis tremendos relatos sobre el efecto de “hinchar los cojones”. Esa es la sinopsis. La vena del cuello tiene sus límites. Y sí, se puede llorar, encerrarse en uno mismo o compartir tus desgracias con una bañera y una tostadora. Sin embargo eso no vende tanto como enmendar tus agravios a las bravas.

Hablemos de la media docena de escenarios:
1. Un avión reunión de aludidos.
2. Un bar de autopista perdida y de menú servido frío.
3. La carretera con destino al desfase.
4. La ciudad perfecta para rodar Un día de furia 2
5. Una casa pudiente con procedimientos de pudientes.
6. Un salón de bodas que hace justicia a la frase de Woody Allen que dice: “Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida”.

Veámosla como una obra de esas que empiezan con un “no hagan esto en sus casas” y sabedores de que hay razones: Se entiende perfectamente y no hay que esperar veinte minutos para comprender sus diálogos. Muy bien interpretada. Desahoga. Entretenimiento puro (y duro). Muy bien dirigida. Se pasa volando (en algunos momentos, literal). El humor aligera el contenido. Si eres muy crítico, creo que alguna, aunque sea una, de las historias te molará; y entonces habrá valido la pena.

www.apositivar.com
11 de abril de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
'Ruby Sparks' es una película guay. Es guay como el bostezo de un bebé, como una canción de Belle & Sebastian, como una Moleskine, como un teléfono antiguo de esos con ruedecita, como un muñeco de 'La guerra de las galaxias', como una cámara de fotos Polaroid o como Bill Murray. 'Ruby Sparks' es un film de sonrisita, de cuidado envoltorio, de elaborados diálogos, de peculiares y bien tratados secundarios y de música que oiremos en futuros spots publicitarios. Los creadores de 'Pequeña Miss Sunshine' lo han vuelto a hacer. No han hecho una obra maestra, pero han hecho una película guay.

El tándem matrimonial de directores, Jonathan Dayton y Valerie Faris, entraron ya con su primer trabajo en esa aristocracia de nuevos realizadores norteamericanos de corte indie-hipster-cultural. Un grupo en el que se encuentran Jason Reitman, Michel Gondry, Spike Jonze, Jared Hess, Sofia Coppola, Charlie Kaufman y Wes Anderson es mi pastor, nada me falta. En esta retahíla no están todos, pero sí los más fieles a su propio estilo y a sus fuentes. Todos ellos creativas y peculiares personalidades que hacen películas guays; en algunas ocasiones, muy guays.

En 'Ruby Sparks' nos encontramos ante una historia metaficcionada donde un escritor, llamado Calvin Weir-Fields, se enamora del personaje femenino de la novela que está intentando escribir. Pretendiendo superar un bloqueo creativo, empieza a trazar unas líneas sobre una joven que se le aparece en sueños. Y lo que consigue es darle vida, tanto en el papel que sale de su antigua máquina de escribir como en su cocina. Ruby Sparks es real y hace todo lo que él escribe.

De este argumento sale una exposición directa pero llena de recovecos y dudas existenciales (nunca mejor dicho). La historia acaba derivando en un debate sobre la vida en pareja digna de proyectarse con 'Dos en la carretera' en un vídeo-forum. 'El Show de Truman', y el no saber que eres una marioneta; 'La Rosa Púrpura del Cairo', y su búsqueda de una mejor situación personal, o cualquier película con el mito de Pigmalión como fondo, pueden encontrarse en esta película. Con lo cual no quiero decir que sea un refrito, sino que son gérmenes con los que la guionista —que por cierto es también la protagonista— ha hecho un producto fresquito, preciso y que se ve perfectamente.

La pareja protagonista está afinadamente complementada; no obstante, los dos protagonistas son, como los directores de la película, pareja también en la vida real. Él es Paul Dano, actor solvente y de escogidos papeles, y ella es Zoe Kazan, autora del texto y nieta del gran y polémico director Elia Kazan. Entre los personajes de reparto, genialmente encajados, se encuentran Steve Coogan, Annette Bening y Antonio Banderas. Que, por cierto, creo que es el papel que más me ha gustado de todos los que ha interpretado el actor malagueño.

A positivar que, a pesar de algunas trampitas y de haber alquilado la película claramente influenciado por 'Pequeña Miss Sunshine', yo la vi guay.

www.apositivar.com
13 de marzo de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Vi la película hace apenas tres días y ya se me empieza a diluir. Que no digo yo que no me lo pasara bien, sino que esa contundencia visual, ese hiperbolismo constante y esos diálogos tan tarantinianos duran lo que duran en pantalla y con el tiempo se te hacen bola. No sé si el tío Quentin está haciendo una trilogía de la venganza —al estilo Park Chan-wook y su brutal Oldboy—; porque ya sean judíos indignados, una experta en artes marciales plantada en el altar o un esclavo que quiere recuperar a su esposa, la sed de resarcimiento sangriento está a la orden del día. Quizá sea un rumor, pero creo que el director que más dice “fuck you” prepara una tercera entrega para la saga Kill Bill. De todos modos, reitero mi sonrisa continuada y mis ojos entrecerrados a ratos durante las casi tres horas de proyección de Django desencadenado. Si hay que ver una película de acción, de manchas rojas en el objetivo, de matones verborreicos, de explosiones panorámicas y de, como dice mi madre, “muchas mentiras”, prefiero a Quentin Tarantino… y de largo.

Libertad es lo que ansiaba Django para poder recuperar a su esposa y libertad es lo que ha tenido Tarantino en su primera incursión en el western. Esa libertad para no hacer caso a los acontecimientos y que nada limite su creatividad, algo de agradecer en el cine y que tanto impacto en Malditos bastardos. Pero estamos en el salvaje oeste; y el director se ha desplazado algo hacia el sur pero ha respetado más que nadie lo de salvaje. Una película bárbara y violenta desde el minuto uno hasta sus créditos de cierre.

Los planos están planteados con una profundidad tremendas, y si te sientas demasiado próximo a la pantalla puedes perderte cantidad de detalles. Hay homenajes al spaghetti y a sus megazooms vertiginosos que acaban con la mirada del pistolero. Hay guiños a las películas del oeste más clásicas y americanas y a sus pausadas escenas de taberna. Hay Morricone. Hay una banda sonora interesante y a ratos descontextualizada: me encantó que sonara un rap en la secuencia donde los esclavos mandingos se dirigen a ser subastados. Hay intérpretes en plena forma, destacando, como todo el mundo ha hecho, a Christoph Waltz. Hay marcas de la casa como la de rescatar actores perdidos en el trastero hollywoodiense, que en esta ocasión se llama Don Johnson, y como la de hacer un plano desde dentro de un maletero, aunque esta vez tendréis que buscar a Wally. Y hay una aparición del auténtico Django, pues Franco Nero tiene su momento para luchar por la causa. Vamos, que la trama es un pretexto argumental que deja espacio a esas enormes y dinámicas secuencias tan del realizador. 160 minutos donde explayarse y expresarse a sus anchas y con un ritmo interesante, aunque la parte final es bastante caótica, acelerada y poco fluida; pero como lo que importa es reventar cabezas, pues no pasa nada.

Aunque me gusta más el estilo Reservoir Dogs, Pulp Fiction o Jackie Brown, Django desencadenado es la película que esperaba. Y si Quentin Tarantino usa siempre dos palabras para titular sus películas, voy yo también a usar dos para definirla: Está guay. Y volviendo a citar a mi madre: “y pare usted de contar”.

A positivar la escena del Ku Klux Klan, que parece sacada de los Monthy Python y a mí me pareció poco Tarantino. Pero mira, es la secuencia que más me gustó. Y si no te parece bien, igual te meto una jodida bala en tu puta cabeza.

www.apositivar.com
28 de enero de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Tiene la edad idónea para empezar a ser un superhéroe, pero su único superpoder es ser invisible para las chicas y la radioactividad, las arañas, los rayos gamma y las sustancias químicas le quedan algo lejos; así que simplemente se queda en aspirante a héroe. Su madre se murió debido a un aneurisma mientras desayunaban, lo cual también nos elimina el tema de la venganza rollo Batman o El Castigador. Demasiadas horas en Internet en busca de su pecado de Onán diario le quitan tiempo para ver las maldades de la sociedad y un par de matones de barrio que le roban el dinero para la merienda ya le son suficientes. Su pandilla, típico retrato de grupo rechazado, vestimenta geek y capaces de decirte en qué viñeta de qué número de qué cómic de Batman el Joker se reventó su primer grano, hacen de los secundarios cómicos tan necesarios en este tipo de películas. Y ya tenemos a Kick Ass, el nuevo héroe de la ciudad decidido a salir a las calles para hacer de sparring de los villanos.

Pero nuestro protagonista, superhombre de garrafón, enclenque y sin Kick Ass Móvil, recibe la visita de dos héroes de verdad que evitan que se muera antes de acabar el primer número de su tebeo. Big Daddy y Hit-Girl aparecen en escena para enseñarle a Kick Ass que los navajazos en el cuello, las lanzadas por la espalda y los tiros en la coronilla son más efectivos que las inocentes patadas en el trasero.

Hasta el momento en que se unen los tres protagonistas, la película es divertida e interesante. Una parodia del cine de superhéroes con una primera secuencia rompedora y de diálogos gamberros y de gran factura. El problemilla es que cuando se juntan los tres vengadores la cosa cambia y nos encontramos ante una segunda parte repleta de acción, violencia, cadáveres y tópicos, parece que se les olvida esa forma de desmitificar las clásicas películas de superhéroes que define la primera hora de metraje. Aún así, la película, aunque mucho más plana y básica, sigue siendo dinámica ya que empiezan a pegar tiros y ha decir “morid cabrones” sin parar hasta el recuadro final.

No es que sea yo un gran consumidor de este estilo de productos, pero resulta que el héroe más sanguinario, despiadado y violento a la hora de ejecutar a sus víctimas —pues no deja ninguna viva— que he visto nunca en el cine es Hit Girl: una dulce y simpática niña que quiere vengar la muerte de su mamá y que se lo pasa mucho mejor dando saltos, disparando y rebanando extremidades que jugando a las muñecas.

Dos horas de entretenimiento, descompensado y nada memorable, que te deja un buen sabor de boca aunque sin poso. A positivar sobre todo a la pequeña y revoltosa Hit Girl, interpretada perfectamente por la actriz Chloë Grace Moretz, la protagonista femenina de la versión yankee de Déjame entrar y próxima Carrie del cine, dirigida ya por directores como Tim Burton o Martin Scorsese.

www.apositivar.com
28 de enero de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Frankenweenie es un homenaje de Tim Burton al cine de terror que ha mamado y a su propio cine. La película que siempre quiso hacer y que, allá por el principio de los 80, ya nos presentó un pequeño adelanto de poco más de veinte minutos y con actores de carne y hueso. Y esta vez, el niño que soñaba con estar dentro del traje de Godzilla no ha utilizado a personajes vivos, sino que ha devuelto a la vida a personajes inertes surgidos de su propio universo, a 24 fotogramas por segundo, para continuar su particular ofrenda a Frankenstein y a tantos otros monstruos.

Víctor es un niño solitario, inteligente y extremadamente inquieto que quiere ser director de películas de terror. Y lo primero que vemos en Frankenweenie es el estreno de una grabación casera, divertida y en 3D que ha realizado para sus padres. El protagonista de esa mini película es su perro y aliado Sparky. Un animal revoltoso que poco tiempo después morirá atropellado por un coche al ir a recoger una pelota de béisbol. El pobre Víctor, asolado por la pérdida y gracias a un experimento con una rana que realiza su profesor de ciencias, decide resucitar a su querido amigo. El único problema es que ocultar a Sparky es bastante complicado y todos los compañeros que conocen el secreto quieren jugar también a ser el Doctor Frankenstein.

Sin presentarnos nada nuevo, Burton consigue una obra dinámica y de ritmo in crescendo con momentos sublimes y homenajes constantes al cine de terror clásico y al universo burtoniano. La niña que se parece a todos los personajes que ha interpretado Winona Ryder es, cómo no, la vecina del protagonista. El muñeco que hace de profesor de ciencias es clavadito a Vincent Price. Christopher Lee aparece en carne y hueso en una película que los padres de Víctor ven en su televisor. La perrita amiga de Sparky acaba teniendo el pelo cardado hacia arriba y con dos rayas blancas en los lados. Edgar, el compañero de clase metomentodo, no es muy agraciado y tiene joroba; qué cosas. Algunos de los personajes se parecen a los Tragic Toys, diseñados por el director y de venta en muchas tiendas, sobre todo la Niña Rara, compañera de colegio de Víctor y que tiene un gato que predice el futuro con sus excrementos, la cual es igual que Staring girl.


Además de todo esto, el tío Tim ofrece, entre otras muchas referencias, cementerios, momias, gárgolas voladoras e incluso su particular reseña al cine japonés con una tortuga gigante aplasta coches, al estilo de Gamera o Godzilla.


Un refinado entretenimiento de 87 minutos donde el stop motion no frena el ritmo en ningún momento y con varias escenas destacables. A positivar las secuencias del profesor Rzykruski reunido con todos los padres de los alumnos, típico debate del conservadurismo y el bienestar rural frente a los peligros de la novedad; y la de los coches de todo el pueblo reunidos en círculo para juntar sus baterías con un fin común.

www.apositivar.com
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para