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Críticas 1.426
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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27 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Quentin Tarantino cuenta en su libro de críticas de cine -que recomiendo sí o sí- cómo, en cuanto tuvo la ocasión, le preguntó a Robert de Niro por qué tras sus primeras colaboraciones en comedias de guerrilla y nouvellevaguianas -bueno, esos dos apelativos es como las veo yo, al menos- él y Brian De Palma no consumaron más películas juntos antes y después de la que nos ocupa. La respuesta no es rebuscada: es que simplemente no se presentó la ocasión. Hasta que 17 años después, la ocasión se pintó calva, literalmente, para que Bob aplicase el muestrario hoy vigente -el fin de semana pasado, sin ir más lejos- de muecas torcidas de Bob en modo mafias transformándose en el San Pancracio de todos los gangsters italoamericanos: Al Capone. Que los objetivos inequívocamente comerciales y cierto cariz de encargo al adaptar la serie televisiva de la ABC no conduzca a menospreciar la misma propensión de cualquier De Palma a recrearse en la violencia y el exceso, tanto cuando Bobby agarra el bate para zanjar una discusión como cuando suelta la correa de su perro de presa Billy Drago.
Kevin Costner es más Gary Cooper que nunca aunque sea el sustituto de Robert Stack. Andy García cultiva el germen bravucón de Sonny Corleone en el lado de la ley. Y Sean Connery ganó el Oscar por ser Sean Connery, chulo y noble hasta la médula se vista como se vista, luche contra el crimen en la época en que lo haga, y lleve o no -no, afortunadamente- peluquín o coleta. Al pequeño gran hombre Charles Martin Smith ('American Graffiti') le dejan jugar con el rifle y chupar tinta por turnos. Y a Patricia Clarkson le toca ser un ángel, sufrir y cuidar del nido en un debut que anticipaba el grado de estrella secundaria acaparado con el paso de las décadas.
Y De Palma va a lo suyo, gozando de su superproducción en la que no le dejaron rodar en blanco y negro pero sí estrenarse en el western durante el episodio persecutorio a los gangsters codo con codo con la policía montada del Canadá y, en dos momentazos que justifican toda la película, dejarse soplar en la nuca por 'Sabotaje' (1936, Alfred Hitchcock) poniendo material "delicado" en manos infantiles o 'El Acorazado Potemkin' (1925, Serguéi Eisenstein) rodando escaleras abajo.
Ni un algoritmo sabría agitar mejor la mezcla de cómo una película de gangsters y el éxito seguro pueden darse las manos en, no sería la última vez para su director, una serie de la tele adaptada a la pantalla grande con la apertura musical que no se te va de la cabeza ni queriendo: aunque ésta sí es original de su compositor, el gigante Ennio Morricone.
Con leyes secas como ésta da gusto ser abstemio.
7 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
¿Dices tú de mili? ¡Pa mili la que hice yo en Cáceres! Pero si lo que quieres es aprender expresiones y refranes castrenses del mejor para motivarte no le pidas consejo a tu padre, ni a tu abuelo, ¡pregúntale al tío Clint! Él ha bebido más cerveza, ha meado más sangre, ha echado más polvos y ha chafado más huevos que vosotros. Clint hará que empecéis a comportaros como marines. La vida tal y como la conocéis ha terminado, y desde mañana a las seis de la mañana vuestros cul○s será suyos.
Nada mejor para insuflar patriotismo y convertir en hombres a una panda de zánganos con la pichita pequeña que transformarlos a la manera de Eastwood, en una ¿dramedia? chusquera, o tal vez sólo otra comedia militar mientras argumentalmente convenga. ¿Lo mejor? Lo mismo de siempre: observar la facilidad pasmosa con la que Eastwood echa mano del estado de ánimo que a él le salga de los ciruelos para saltar del drama bélico y las batallitas postraumáticas a la comedia romántica con peleas de bar o a la broma castrense, especialmente cuando se cruzan las miradas de dos duros como Clint y Mario Van Peebles todavía fogueándose con más corazón que pelo en el pecho de hippy/outlaw/rockero:
"- Habrás oído hablar de mí. Soy Steve Jones, el conde del funk, el duque del cool, el ayatollah del rock and roll...
- ¡Cierra el pico, hippie!"
No es imprescindible ponerse intenso como, no demasiado tiempo después, Stone, Kubrick o de Palma. Y tal como hiciese en el oeste desmitificado de 'Bronco Billy' o 'HonkyTonk Man', alterna la sensibilidad del romanticismo frustrado con Marsha Mason o las rencillas con Everett McGill ('Twin Peaks') sobre una comedia castrense indisimuladamente orientada hacia la mofa de la vacuidad de la pasión patriótica exacerbada cuando no está acompañada por la pasión del coraz... de irse de pu... de... bueno, de la reconciliación.
¡Clint en el amor y en la guerra! Se nota que mea napalm y lleva echando polvos desde mucho antes de que a Eisenhower lo hiciesen cabo primero.
A la audiencia woke se le atragantaría por una docena de diálogos que he omitido para no alargar esto (aunque os dejo barra libre en los comentarios). Tuvo un remake contemporáneo, apócrifo y menos ofensivo protagonizado por Tom Cruise titulado 'Top Gun: Maverick'.
Icónica carta de presentación de Eastwood en el cine bélico como director, y lo mismo puede decirse de su despedida del mismo género como actor.
1 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
13 años eran muchos para pasar por alto -en factura, porque en espíritu casi siempre ha estado presente en su filmografía- sobre un género que al ex socio y aprendiz de Peckinpah le buye por la sangre, y quieras que no cierto pelotazo costneriano hizo que, a priori, aunque no se materializase luego en taquilla, la ocasión la pintaran calva para tirar del carrete temático de los auténticos nativos americanos, porque no solo de sombreros nacen las leyendas del far west y la historia de EEUU.
La épica y la desmitificación -omitiendo escarceos alcohólicos en pro de la heroicidad- se dan la mano como es de prever en un libreto de John Milius sobre el robo, la opresión, la invasión y la consecuente rebeldía legítima del pueblo apache liderado por un guerrero forjado a partir de no tan distintos mimbres a los de William Wallace y Espartaco enfrentándose a la bota del yugo militar invasor personificado por la pétrea determinación cruenta, castrense y avasalladora de Kevin Tighe -el padre de John Lock en 'Lost'-, un Robert Duvall no tan distante de su Bill Kilgore de 'Apocalypse Now' pero con mejor fondo moral o un manso y apaciguador -a.veces le daban papeles así- Gene Hackman. Haciéndoles frente desde su mismo bando Jason Patric, tan armado de honesta determinación como, desafortunadamente, el plus de carisma que siempre le ha sido esquivo para convertirse en estrella. Por ahí se cuela también, alternando lides de narración y coprotagonismo un polluelo llamado Matt Damon en su tercera película.
Entre lo críptico del héroe estigmatizado y mesiánico y el aura intrépida del Chato de Charles Bronson -aquí abordado por Steve Reevis-, Wes Studi borda un retrato pesaroso y triste que había de blindar su pujanza y reputación en Hollywood en conjunción con los inmediatos precedentes de 'El último Mohicano' (1992, Michael Mann) o 'Bailando con Lobos' (1990, Kevin Costner). Aunque reconozco que mi corazoncito de incurable frikismo siempre reservará un cajoncito compartido en el podium con aquellos para recordarlo con el parche en el ojo de Sagat en 'Street Fighter': Gerónimo no acepta bisondólares.
Historia, épica y oeste en un pesimista folletín de crónicas apaches que mereció más fortuna comercial.
9 de febrero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Si escribes "la sonrisa frases" en google, uno de los primeros memes cursilones que te salen es el de una niña sonriendo con el texto: la sonrisa es el único virus que no hace daño al alma. Por fortuna el cine es una magnífica herramienta a la hora de desmontar monerías que parecen escritas para guarecer sus propiedades sanadoras y de autoayuda camufladas dentro de una galleta china o sobreimpresos en sobres de azúcar. ¿Quién necesita a crías greñudas escapadas de un VHS o a cobradores del frac de mal fario -se avecina secuela de 'It follows', por cierto- para reemplazar a la parca?? Si amochas, hazlo con una sonrisa (creo que eso sí lo oí en otra peli).
Como manda la tradición del pelotazo terrorífico moderno, a la sombra de un cortometraje -del propio Parker Finn ('Laura Hasn't Slept')- todo lo demás va como la seda, o por lo menos en este caso sí, en una astuta maniobra de prolongación que te prepara, al estilo de la pantoja y cachulín -"¡dientessss, dientesss!"- para la gozable y guiñolesca traca final de rigor en la que... chssstttt perdón, ya me callo.
En Paramount aún deben estar dándole palmadas en la espalda a quien quiera que decidiese no relegarla a su plataforma de streaming y crear una franquicia cuentadólares que, dicho sea de paso, ha terminado por especializarse, como alguna otra antes, en descubrir nepobabies a los que sí necesitamos. Presta atención a Sosie Bacon, la peque de ya sabes quién teniendo ese apellido tan crujiente y Kyra Sedgwick. Sin hacer de menos al marido florero Jessie T. Usher -A Train en 'The Boys- y otra graduada australiana desde la veteranísima cantera del culebrón "Neighbours": el dicho sobre lo que es bueno aunque breve se aplica con creces a Caitlin Stasey afeitándose y exhibiendo palas profident.
¡Dientes! ¡¡Dieeentessss!! (los Wayans se van a poner las botas en 'Scary Movie 6')
7 de febrero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Forajidos, protectores, asesinos jubilados -aún faltaba, pero Clint ya tenía esa última cabalgada fraguándose en su cabeza- o un sacerdote vengador que atiende a tus plegarias. El resultado es el mismo, con o sin, de nuevo, la huella fantástica, con la innegociable mueca seca y agria, otra vez, en un forastero nómada al rescate de la infancia -como manda George Stevens- para leerle la cartilla a todo un cacique especulador de manual en el género y su cuatrero de confianza -vayámonos a lo seguro con John Russell, que tanto daría él o Lee Van Cleef- junto a un puñado de secuaces que no pueden ser buena gente si está Billy Drago entre ellos y que se ganan el pan tocando las narices a los mineros para que el zangano de Chris Penn (lechón, pero zangano a fin de cuentas) y Richard Dysart les roben las habichuelas. Y todos recibirán su zurra de rigor a petición de la futura Bernadette y musa de culebrones Sydney Penny, tan homologable al Brandon De Wilde de 'Shane' (1953, George Stevens) como a la adolescente Kim Darby en 'True Grit' (1969, Henry Hathaway) aunque dotada de pensamientos precoces resueltos con encomiable pericia discursiva de predicador que rehúye la truculencia y el morbo insano.
¿Que el western ya no era un género en boga ni estaba de moda en 1985? Eso es tan cierto como que la mandíbula tiburónica de Richard Kiel no está hecha a prueba de martillos, que a Eastwood siempre le ha importado un carajo qué está de moda o no para elegir su siguiente película, y que 'El jinete pálido', gracias a su buena acogida de crítica y público, inflaría un balón de oxígeno para el género a mediados de los 80 posicionándose, 40 años después, como un clásico del cine del oeste y del tito Clint.
Tres hurras por el Predicador. Tres hurras por el segundo de sus westerns con vengadores místicos. Y dos, tres o infinitos hurras por Clint Eastwood y por sus pistoleros sin nombre (ninguno lo necesita).
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