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8,5
102.778
9
15 de octubre de 2021
15 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos de las caras más bonitas de Hollywood: Robert Redford y Paul Newman, una construcción de personajes supeditados al espectro soñador y vivaz de los años posteriores a la Gran Depresión, maleantes y timadores al servicio de una historia rica en diálogos y situaciones. Es una de esas películas que originó el género donde más tarde se caracterizarían esa macarradería y vandálicos golpes en personajes rocambolescos y esperpénticos, en la saga de "Ocean´s" y en películas como "Snatch: cerdos y diamantes" y otras películas estilemáticas del maestro Guy Ritchie.
Su estructura argumental dividida en capítulos recuerda al tratamiento que llevaría a cabo Tarantino en sus películas más destacadas. La construcción narrativa que supone su magistral guion está a rebosar de cruces, roces e intrigas que nacen de una trama protagonizada por las circunstancias del juego y los enfrentamientos por las ganancias y el poder del dinero.
Otra cuestión importante viene siendo su apartado técnico por su grandilocuente escenificación de las calles y los bares de este cómico y disparatado filme, con encuadres y planos que acercan el costumbrismo callejero de sus espacios y la alevosía con la que todos los personajes se integran de cualquier forma en esta acertada y desplumadora temática.
Con su increíble y magistral forma de complicar los diferentes aspectos esenciales del argumento y poner de relieve la grandeza de sus dramáticos y sorprendentes devaneos, "El Golpe" se proclama como un clásico transgresor y modelo a seguir en este subgénero con tanta personalidad y definición. Su clímax es despiadadamente divertido, con uno de los dúos dinámicos y mejor elaborados del cine. Padre fundamental y espiritual de la Saga Ocean´s, Guy Ritchie y otras muchas películas y directores que han bebido de esta obra maestra.
Su estructura argumental dividida en capítulos recuerda al tratamiento que llevaría a cabo Tarantino en sus películas más destacadas. La construcción narrativa que supone su magistral guion está a rebosar de cruces, roces e intrigas que nacen de una trama protagonizada por las circunstancias del juego y los enfrentamientos por las ganancias y el poder del dinero.
Otra cuestión importante viene siendo su apartado técnico por su grandilocuente escenificación de las calles y los bares de este cómico y disparatado filme, con encuadres y planos que acercan el costumbrismo callejero de sus espacios y la alevosía con la que todos los personajes se integran de cualquier forma en esta acertada y desplumadora temática.
Con su increíble y magistral forma de complicar los diferentes aspectos esenciales del argumento y poner de relieve la grandeza de sus dramáticos y sorprendentes devaneos, "El Golpe" se proclama como un clásico transgresor y modelo a seguir en este subgénero con tanta personalidad y definición. Su clímax es despiadadamente divertido, con uno de los dúos dinámicos y mejor elaborados del cine. Padre fundamental y espiritual de la Saga Ocean´s, Guy Ritchie y otras muchas películas y directores que han bebido de esta obra maestra.

8,0
140.249
8
26 de septiembre de 2021
26 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su fuerza narrativa se ubica dentro de aspectos argumentales cargados de misterio y suspense, con una vertiente de personajes unidos por la misma culpa y el mismo trauma del pasado. Tanto las líneas de diálogo como la representación de sus personajes poseen una problemática de fondo, una complicada vivencia que perdura en el presente contextual de la trama y condiciona todos los movimientos con los que se narran el nudo de una historia desoladora e impregnada de corruptibilidad.
"El místico río" que desemboca en las acciones y en el pasado de los personajes es tratado con una musicalidad que descansa en la memoria; un desgastado futuro optimista tras los bruscos giros de un destino casi marcado por la trágica usurpación de la inocencia. Uno de los mejores thrilles policíacos de la generación de los 00´s y una de las mejores películas en la carrera de Clint Eastwood, con un guion repleto de giros argumentales que extienden la expectación y trucan las impresiones más impulsivas durante su visionado.
"Mystic River" contempla con su puesta en escena un filme cargado de una ficción realista, casi como un realismo mágico que atrapa a sus personajes para siempre y los obliga a luchar contra sus pecados, en una presencia grotesca y silente del poder inmenso de una fe corrompida por la misma religión, dando abasto a un cúmulo de violentos y persecutorios desenlaces funestos, pero con el perdón de vivir bajo el peso del trágico recuerdo, con vistas a la remembranza de sus afluentes repercusiones. Basada en la novela de Dennis Lehane.
"El místico río" que desemboca en las acciones y en el pasado de los personajes es tratado con una musicalidad que descansa en la memoria; un desgastado futuro optimista tras los bruscos giros de un destino casi marcado por la trágica usurpación de la inocencia. Uno de los mejores thrilles policíacos de la generación de los 00´s y una de las mejores películas en la carrera de Clint Eastwood, con un guion repleto de giros argumentales que extienden la expectación y trucan las impresiones más impulsivas durante su visionado.
"Mystic River" contempla con su puesta en escena un filme cargado de una ficción realista, casi como un realismo mágico que atrapa a sus personajes para siempre y los obliga a luchar contra sus pecados, en una presencia grotesca y silente del poder inmenso de una fe corrompida por la misma religión, dando abasto a un cúmulo de violentos y persecutorios desenlaces funestos, pero con el perdón de vivir bajo el peso del trágico recuerdo, con vistas a la remembranza de sus afluentes repercusiones. Basada en la novela de Dennis Lehane.

8,2
149.913
9
22 de septiembre de 2021
22 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo viejo y lo nuevo, un retrato de la sociedad estadounidense más profunda en la piel de un veterano de guerra anclado en un pasado complejo, crepuscular en su deterioro más sonoro gracias a una posmodernidad que intenta ser más progresista, todo en la mirada del Clint Eastwood más despiadado, clasista y nostálgico. El argumento del filme parece de corte personal, biográfico, por su matiz documental a la hora de rodar las escenas y prescindir de planos repetitivos y centrados en el detallismo del personaje y su entorno.
Su tendencia al subjetivismo es tal que podría estipularse como un cine de tesis donde la representación contextual se refleja cinematográficamente bajo una puesta en escena sensible a ojos de cualquier espectador. La dramaturgia planteada se tiñe de momentos tan inesperados en los que también hay cabida para el humor y para la tristeza, a través de situaciones costumbristas que otorgan sentido a la inamovible superioridad moral y viril de un hombre que representa a una arcaica nación bajo el velo de una historia sobre la vida longeva de un "verdadero americano".
La dualidad regida por el código moral es redirigida bajo una superficie acrecentada por la desmedida violencia que se cuece a medida que transcurre el filme, bajo luces y sombras que recuerdan algún pasaje interpretado por el Tim Robbins de "Mystic River" (Clint Eastwood, 2003). Eastwood lleva los extremos a un punto de inflexión cargado de trasfondo y coherencia tras la significación de la trama planteada, realizando uno de sus mejores trucos, a cargo de un leit-motiv en su anticlímax cautivador y sobreelaborado con la rigurosa técnica de un cineasta que ha vivido demasiado.
Esto es ejecutable desde los albores más recónditos del wéstern hasta el asentamiento de las nuevas vivencias de la sociedad americana, y por todo eso, "Gran Torino" es el ejemplo perfecto de redención, de principios y de categoría moral por debajo de las miles de capas de racismo, clasismo y tradicionalismo.
Su tendencia al subjetivismo es tal que podría estipularse como un cine de tesis donde la representación contextual se refleja cinematográficamente bajo una puesta en escena sensible a ojos de cualquier espectador. La dramaturgia planteada se tiñe de momentos tan inesperados en los que también hay cabida para el humor y para la tristeza, a través de situaciones costumbristas que otorgan sentido a la inamovible superioridad moral y viril de un hombre que representa a una arcaica nación bajo el velo de una historia sobre la vida longeva de un "verdadero americano".
La dualidad regida por el código moral es redirigida bajo una superficie acrecentada por la desmedida violencia que se cuece a medida que transcurre el filme, bajo luces y sombras que recuerdan algún pasaje interpretado por el Tim Robbins de "Mystic River" (Clint Eastwood, 2003). Eastwood lleva los extremos a un punto de inflexión cargado de trasfondo y coherencia tras la significación de la trama planteada, realizando uno de sus mejores trucos, a cargo de un leit-motiv en su anticlímax cautivador y sobreelaborado con la rigurosa técnica de un cineasta que ha vivido demasiado.
Esto es ejecutable desde los albores más recónditos del wéstern hasta el asentamiento de las nuevas vivencias de la sociedad americana, y por todo eso, "Gran Torino" es el ejemplo perfecto de redención, de principios y de categoría moral por debajo de las miles de capas de racismo, clasismo y tradicionalismo.
7
13 de septiembre de 2021
13 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continuo desasosiego costumbrista, tremendamente fiel al relato reinante entre la depresión y el desánimo, acompañado por un Casey Affleck que habla a través del personaje hacia sus espectadores más susceptibles, señalados como el reflejo de una lamentable realidad latente. El tema principal es un hachazo al optimismo, la exaltación del sentimiento de pérdida entre flashbacks que conforman los recuerdos más dolientes de un hombre que lo ha perdido todo, "la gota que colma el vaso".
Kenneth Lonergan establece una comparecencia del conflicto emocional mientras la construcción narrativa de los personajes se sustenta en las diferentes maneras de superar el duelo. Impresiona el soberbio temperamento realista que posee el guion, casi biográfico, con esa esencia de biopic que constata la similitud del personaje principal con algún pariente, amigo o conocido cercano.
Emulando espiritualmente "El viejo y el mar" de Hemingway, Lonergan cuenta con un abanico de sentimientos que sacan la mejor tristeza y decaimiento de los corazones que alguna vez se han roto. Su fotografía alumbra y dibuja un réquiem existencial, un retrato sobre cómo se siente no sentirse vivo, sus encuadres otorgan al filme la última voluntad de un hombre desesperanzado, perdido entre la desafiante prueba de superar el pasado y verse arrastrado por la incapacidad de arreglar las cosas.
Kenneth Lonergan establece una comparecencia del conflicto emocional mientras la construcción narrativa de los personajes se sustenta en las diferentes maneras de superar el duelo. Impresiona el soberbio temperamento realista que posee el guion, casi biográfico, con esa esencia de biopic que constata la similitud del personaje principal con algún pariente, amigo o conocido cercano.
Emulando espiritualmente "El viejo y el mar" de Hemingway, Lonergan cuenta con un abanico de sentimientos que sacan la mejor tristeza y decaimiento de los corazones que alguna vez se han roto. Su fotografía alumbra y dibuja un réquiem existencial, un retrato sobre cómo se siente no sentirse vivo, sus encuadres otorgan al filme la última voluntad de un hombre desesperanzado, perdido entre la desafiante prueba de superar el pasado y verse arrastrado por la incapacidad de arreglar las cosas.

7,3
46.046
9
9 de septiembre de 2021
9 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su sensación más notoria es acechante, sospechosa, pues Anderson plantea una especie de trayecto hacia la sordidez del descubrimiento emancipador de cualquier ruina económica, desde los parajes más recónditos del lejano Oeste, esto es, a fin de cuentas, la ambiciosa ruta hacia la pulsión humana más mortífera. El filme conduce al espectador por el retrato más capitalista del desarrollo progresivo y evolutivo de la sociedad americana del siglo XX, junto a sus luces y sombras bajo la mirada "conquistadora" del personaje interpretado por Daniel Day-Lewis.
Entrará con un buen protagonismo el espectro de la religión como institución adoctrinante y como elemento protagónico en el devenir de sucesos que acontecen en el argumento. Tiene una utilización atmosférica aterradoramente intimidante, ensayando la posible tragedia alrededor de sus personajes, tal como ocurriría en películas como "El Resplandor" (Stanley Kubric, 1980), filme donde se expone de forma ejemplar esta herramienta.
Daniel Day-Lewis interpreta un enorme personaje que posee un desarrollo narrativo sumamente involutivo, pues la ambición no sólo reside en el título traducido del filme en castellano sino en la ambientación de la historia, y mientras tanto Anderson supedita a través de rigurosos planos y secuencias brillantes el drama que se extiende a lo largo de la película. Con un ligero plot twist que engrandece la obsesiva personalidad del personaje y el excelente y acrecentado primer plano de su redención, Anderson demuestra su intencionalidad, su elaborada y cruda representación de la corruptibilidad del ser humano.
Finalmente parece ser que todo se vuelve inretornable, perecedero; la monstruosa encarnación del componente ambicioso y psicótico en la obsesión y la competividad referencian la tragedia, aquella que sorprende como destino tras el largo y cruel camino hacia la más pura perversidad. Ocho años más tarde podría verse cómo existen paralelismos entre Daniel Plainview y Walter White, huelga destacar la opinión de Upton Sinclair por su novela "Oil", adaptada en esta cinta, si la hubiera, sin olvidar la que podría ser también interesante: la de Vince Gilligan.
Entrará con un buen protagonismo el espectro de la religión como institución adoctrinante y como elemento protagónico en el devenir de sucesos que acontecen en el argumento. Tiene una utilización atmosférica aterradoramente intimidante, ensayando la posible tragedia alrededor de sus personajes, tal como ocurriría en películas como "El Resplandor" (Stanley Kubric, 1980), filme donde se expone de forma ejemplar esta herramienta.
Daniel Day-Lewis interpreta un enorme personaje que posee un desarrollo narrativo sumamente involutivo, pues la ambición no sólo reside en el título traducido del filme en castellano sino en la ambientación de la historia, y mientras tanto Anderson supedita a través de rigurosos planos y secuencias brillantes el drama que se extiende a lo largo de la película. Con un ligero plot twist que engrandece la obsesiva personalidad del personaje y el excelente y acrecentado primer plano de su redención, Anderson demuestra su intencionalidad, su elaborada y cruda representación de la corruptibilidad del ser humano.
Finalmente parece ser que todo se vuelve inretornable, perecedero; la monstruosa encarnación del componente ambicioso y psicótico en la obsesión y la competividad referencian la tragedia, aquella que sorprende como destino tras el largo y cruel camino hacia la más pura perversidad. Ocho años más tarde podría verse cómo existen paralelismos entre Daniel Plainview y Walter White, huelga destacar la opinión de Upton Sinclair por su novela "Oil", adaptada en esta cinta, si la hubiera, sin olvidar la que podría ser también interesante: la de Vince Gilligan.
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