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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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15 de agosto de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película del argentino Daniel Burman nos presenta un híbrido entre la comedia y el drama que se apoya fundamentalmente en el trabajo de sus dos actores principales, Antonio Gasalla y Graciela Borges. En el duelo interpretativo que ambos establecen se encuentra la principal baza de un film demasiado irregular que no sabe encontrar el tono adecuado entre la vertiente decididamente cómica o el retrato costumbrista de dos seres con formas de ser antagónicas.

Burman realiza un retrato sincero aunque ligeramente caricaturesco (sobretodo en el personaje de Susana) de los dos personajes y de su lucha contra una soledad que se adivina inminente. Marcos la acepta y sabe adaptarse perfectamente a su nuevo entorno. Es sociable y agradable en el trato con la gente. Susana, en cambio, es todo lo contrario. Impulsiva y algo excentrica, necesita permanentemente ser el centro de atención. El niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Bajo su disfraz de mujer independiente y enérgica, esconde una necesidad afectiva que solo parece aceptar en el último tramo del film.

Este continuo choque de personalidades opuestas constituye el eje central de una película con un prólogo prometedor (una reunión de vecinos un tanto caótica en la que no tardan en aparecer las disputas entre los mismos) que se diluye rápidamente víctima de su escaso nervio narrativo y poca inspiración dialéctica. El buen hacer de Gasalla y Borges no logra que el film remonte el vuelo en ningún momento y este termina por convertirse en soporífero a medida que avanza a través de un rumbo errático y demasiado disperso.
20 de noviembre de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al más puro estilo del mejor cine británico, aunque sin poner el acento en la crítica social como en las películas de Kean Loach, el veterano cineasta Mike Leigh nos presenta su último film a manera de retrato preciso y perfecto de una serie de personajes que confluyen en un mismo punto de encuentro a lo largo de un año.

Con una estructura de cuatro capítulos que coinciden con las estaciones del año, Leigh va desgranando de forma pausada los diferentes estados de ánimo por los que atraviesan los personajes, poniendo especial énfasis en la soledad y la necesidad de afecto de uno de ellos, Mary (espléndida Lesley Manville) una mujer madura que se aferra de manera casi desesperada a lo único que tiene, la amistad de la pareja protagonista.

La mejor virtud del film es la credibilidad que transmiten tanto los personajes como las diferentes situaciones en las que se encuentran. Destacaría especialmente el último capítulo, dedicado al invierno. Un episodio triste, melancólico, con momentos que rozan la excelencia, como la reunión familiar después del funeral de la mujer de Ronnie o la conversación minimalista de éste con Mary.

Cine reposado, para degustar a fuego lento. Sin más alteraciones que las que el paso de los días conlleva de forma irremediable. Pequeño tratado (aunque de una dimensión considerable) sobre la amistad, la pérdida, la soledad, el rencor ... En definitiva, historias corrientes sobre gente corriente. Humilde radiografía donde cualquiera puede verse reflejado gracias a unos personajes que desbordan humanidad.
13 de noviembre de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de llevar los límites de la provocación al extremo con la inclasificable “Anticristo”, Lars Von Trier vuelve a dar muestras de su peculiar manera de hacer cine con este drama con toques de ciencia-ficción tan sorprendente como irregular.

La película está estructurada con una pequeña introducción de imágenes oníricas y dos partes diferenciadas. Una dedicada en exclusiva a la boda de Justine, la protagonista principal, y otra más centrada en la colisión del planeta Melancolía con la Tierra. Son tan distintas las dos parte entre sí que, dejando de lado a los personajes, casi se podría decir que se trata de dos películas independientes.

La primera es la menos interesante. Con un ritmo tedioso y unas situaciones y personajes absurdos, este primer tramo del film no acaba de funcionar. Se empieza a vislumbrar, eso sí, esa ambientación casi hipnótica que se hace mucho más evidente en el segundo episodio, pero toda esa belleza visual que Von Trier consigue plasmar gracias a una fotografía en la que predominan los tonos fríos se revela insuficiente ante un guión al que le sobran incoherencias. Que alguien me explique, por poner un ejemplo, a qué se debe la pesada insistencia del jefe de Justine para que esta le invente un eslogan para una campaña publicitaria la noche de su boda, o el extraño episodio del nuevo compañero de trabajo jugándose el puesto persiguiendo el dichoso eslogan.

Por fortuna, la segunda parte del film es considerablemente mejor. A diferencia del carácter coral de la primera, ésta se centra en la relación entre Justine y su hermana, y sobretodo en la manera en que la familia afronta la incipiente amenaza del choque entre los dos planetas. Y es aquí donde el director danés demuestra su maestría para crear climas incómodos, fabricando un crescendo angustioso de una forma delicadamente sutil. Apoyándose en elementos como el sonido (ese runrun persistente cuando los personajes salen al exterior) y en las imágenes de un cielo amenazador, logra transmitir al espectador la misma sensación de desamparo que experimentan esos mismos personajes. Y demuestra, de pasada, que otro tipo de ciencia-ficción es posible.
31 de julio de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable comedia del argentino Sebastián Borensztein que toma como punto de partida una noticia absurda pero basada en un hecho real (la muerte de una joven china aplastada por una vaca caída del cielo) para construir una historia sobre dos personajes antagónicos unidos por el azar.

La película sustenta gran parte de su atractivo en el buen hacer de su protagonista principal, Ricardo Darín. El actor argentino realiza un trabajo espléndido metiéndose en la piel del propietario de una ferretería, solitario y metódico, al que sabe sacar gran parte de matices. Es de ese tipo de films en que el acierto en la elección del actor protagonista es básico. Esta misma película con un actor menos inspirado hubiera podido resultar un fiasco.

El film funciona perfectamente durante su primera hora. El tono de comedia con que transcurre la trama es ágil y certero. Las divertidas secuencias entre el desconcertado Roberto y su huésped chino contienen un surrealismo notable, y en momentos puntuales alcanzan una gran brillantez. No obstante, cuando la película se quiere volver transcendente (en sus últimos veinte minutos) pierde algo de fuerza. Podría decirse que a la historia le sobran las explicaciones finales, más cuando la resolución de estas acaba siendo previsible.

Este final algo errático no impide que nos encontremos ante una película muy recomendable. Una comedia que, dentro de su voluntaria modestia, transmite un mensaje inteligente y no trata al espectador de forma infantil, un defecto que poseen el 90% de las comedias actuales. Borensztein parece ser consciente de ello y a través de un triple salto mortal (conseguir que brote la empatía entre dos personajes que no pueden comunicarse verbalmente entre ellos) establece una relación basada en los gestos y en las miradas que desborda una comicidad simple pero efectiva.
12 de junio de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cuarta entrega de la serie “Piratas del Caribe” se nos presenta como un intento algo forzado de alargar una saga que parece no dar más de sí. Gore Verbinski pasa el relevo a Rob Marshall, un director que debuta en el cine de género, pero que lejos de imprimir algún sello distintivo que diera un toque diferente a la obra, se limita a cubrir el expediente a base de escenas de acción bien filmadas pero mil vistas anteriormente y por consiguiente nada sorprendentes.

La trama, como sus predecesoras, mezcla el género de piratas con elementos del cine fantástico e incluye una historia romántica que parece metida con calzador. El intento de agradar al mayor número de público es loable, pero lo único que consigue es alargar la película más allá de lo que sería deseable. Las más de dos horas de metraje se revelan excesivas para una historia tan insubstancial que desaprovecha en gran medida su notable reparto encabezado por un Johnny Depp que parece sentirse cómodo en el papel del pirata Jack Sparrow al que dota de su particular sentido del humor. Como contrapunto, una Penélope Cruz poco creíble en el papel de hija de Barbanegra. Un trabajo que si bien habrá contribuido a aumentar su ya de por sí abundante cuenta corriente, no figurará en una antología de sus mejores películas.

¿Habrá quinta entrega de tan exitosa saga? Todo parece indicar que sí, puesto que si el público sigue respondiendo como hasta ahora, la productora no debe tener el más mínimo interés en cerrar el grifo de las aventuras del capitán Sparrow, aunque mucho me temo que los guionistas deberán realizar un esfuerzo considerable para ofrecer un producto más digno y mucho más interesante que estas “mareas misteriosas” que, dicho sea de paso, de misteriosas tienen bien poco.

Malos tiempos para un cine de aventuras que cada vez con más frecuencia deriva hacia un estilo más propio del videojuego y que hace que pierda gran parte del encanto que otros directores con menos recursos pero más ingenio supieron darle hace algunas décadas.
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