El tren de la vida es una de esas producciones sencillas que tienen algo especial como ocurriera con otras películas como La vida es bella. En este caso se crea un visionado humorístico sobre el drama judío de la segunda guerra mundial frivolizando con él pero respetando siempre tan nefasto episodio de la historia del mundo.
Aunque el principio es un tanto extraño, la película realmente echa andar cuando el tren lo hace y desde ese momento hasta el final es impagable, con una comunidad judía muy caracterizada que incluye a un comunista marxista, a un general que se mete tanto en el papel endosado que acaba creyéndoselo, a un nazi-comunista o a un loco, el cual acabará pareciéndole al espectador el más cuerdo de toda la historia.
Las situaciones que se producen son geniales y el humor muy original y poco previsible teniendo más de un punto destacable a su favor, con una dirección sencilla e impecable como transmite la idea de la película y un trabajo muy bien hecho en su totalidad, incluyendo hasta números musicales.

Darkman es el mejor ejemplo de superhéroe no superhéroe. Casi un antagonista para el ser humano que bien podría recordar a Spawn (o viceversa). Un alma atormentada que lejos de buscar la justicia y la defensa de los inocentes centra su existencia en la venganza más cruel y sanguinaria. Darkman es como una película de sobremesa con la oscuridad del cine más tétrico, con un extraño ingrediente cómico que se ve como casi involuntario pero que conociendo a Sam Raimi de eso tiene poco.

Liam Neeson está por encima de las expectativas. El resto de actores se quedan un poco en lo estereotipado. Sobre todo el malo y sus secuaces. No es una de esas películas donde se enfrentan cuestiones morales o se le pretende dar humanidad a ciertos personajes, pero a la misma vez no es tampoco una película vacía con violencia gratuita. Darkman es una extraña conjunción de ambos mundos que acaban encontrándose en un paraíso de autosatisfacción.

Cada vez más olvidada, empieza a adquirir la categoría de culto.

Un prodigio técnico y más allá. John Huang condensa en su cortometraje las sensaciones que desprendía el manga de Dragon Ball, la intensidad de las batallas de su anime y la imaginación de todos los que hemos enfrentado a nuestros juguetes a peleas a muerte.

El trabajo no es únicamente una demostración muy atractiva del stop motion, es además un trabajo de edición de video posterior delicioso. Lo más importante es que las imágenes te transmiten que el tal John Huang se lo pasó pipa haciéndolo.

Uno de esos ejemplos que me hacen plantearme si lo que estoy viendo es lo mismo que lo que ve todo el mundo. Los chicos están bien es una pelicula, que simplemente puede como mucho a llegar estar bien.

¿De verdad alguien piensa firmemente que una película como esta merece tanto premio y alabanza? La pregunta puede ser mucho más inmoral si se plantea de otra manera. ¿De verdad alguien cree que si esta película hubiera ido acerca de un matrimonio formado por un hombre y una mujer, tal y como es la película, hubiera llamado la atención de alguien? ¿No es eso acaso discriminación? Será que veo este tipo de matrimonios entre personas del mismo género como algo tan normal que el comprobar como una película que versa sobre ellos recibe tales premios probablemente solo por eso.

Dentro de años veremos esta película, y será todavía más común. Estoy convencido de que hay trescientas películas televisivas, propias de una sobremesa, que han tenido un argumento e incluso guión parecido, ¿qué es por tanto lo que hace especial a esta película? Que el matrimonio es de dos personas del mismo sexo, lo cual solo demuestra el todavía atraso mental de gran parte de la población en estos temas.

Como película, que es realmente lo que importa, es normalita sin más. Annette Bening está acertadísima, aunque Julianne Moore ensombrece un poco todo (nunca fue mi actriz favorita, ni de lejos). El resto acertado, artísticamente, interpretativamente y todo lo demás, pero sin despuntar en nada.

Adaptación resultona de la novela de Stephen King que traerá a la mente a Misery a más de uno sobre todo en sus primeros instantes. A pesar de las diferencias con el relato original, sobre todo en su desenlace final oscureciéndolo, La ventana secreta es una decente película a medio camino entre el terror y el suspense pero que en ningún momento llega a asustar a pesar de las buenas interpretaciones, tanto del camaleónico Depp como de sus compañeros de reparto, con unas pequeñas pinceladas de humor que le dan personalidad al personaje interpretado por Johnny Depp.
Un personaje principal que no consigue superar los reveses de su vida y que encierra unos sentimientos oscuros que no consigue demostrar hasta la llegada de un tal Shooter que acabará por sacarle de sus casillas. Todo lleva a un final, original pero predecible en cierto modo, en el que todo se esclarece.
Película buena en su conjunto, pero que no acaba despuntando en ninguna de sus artes.