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Críticas ordenadas por utilidad
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5,4
8.382
7
3 de septiembre de 2019
3 de septiembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexandre Aja fue coronado con "Alta tensión" como uno de los nuevos directores de género a tener en cuenta en un futuro, además de inaugurar con su film esa nueva oleada del denominado cine de la crueldad francés. Con "Martyrs" de Pascal Laugier a la cabeza, con su nada formal salvajismo, levantó fugaces ampollas por todo el mundo, ofreciendo un conjunto de films de posterior culto, agotándose rápidamente la fórmula una vez los avispados imitadores la saturaron de sucedáneos sin personalidad.
Con la película protagonizada por Cécile de France, el director demostró un extraordinario manejo del suspense en un film intenso, lastrado por algún que otro polémico giro de guion. Hollywood centró su mirada en él para su propósito de recrear un antiguo film de Wes Caven en plena fiebre del remake, y así llegó la excelente "Las Colinas tienen ojos", superior al original y proponiendo una nueva lectura crítica. A partir de ahí, Aja se especializó en el cuestionable mundo de las reinterpretaciones, destacando sólo pequeños pasajes que no salvaban de mediocridad al conjunto.
Con "Infierno bajo el agua", el director parece que vuelve a terrenos más cómodos y donde disfruta a lo grande planificando cada escena. Sin nada nuevo que ofrecer y retomando una película mil veces vista, analiza aquellos elementos de los que dispone, conjugándolos para no dar respiro al espectador, que sufrirá las desventuras de ese pequeño núcleo familiar enfrentado a toda una horda de voraces caimanes y a un agresivo huracán, que dificultará, más si cabe, toda posibilidad de escapatoria.
El film no da tregua, pura diversión en su escasa hora y media, que desfila por los atentos ojos del espectador como un suspiro, manteniendo un excelente pulso narrativo, en el que la acción y el ritmo no decaen en ningún momento. Por fin lucen reales los anfibios, lejos de esas digitalizadas pirañas de su regular "Piraña 3D", y con ellos juega al suspense, mostrándolos en contadas ocasiones, haciendo de las sombras y esos sinuosos movimientos acuáticos todo un ejercicio de terror con ecos al "Tiburón" de Spielberg.
Un notable entretenimiento veraniego y sin muchas pretensiones, donde Aja vuelve por sus derroteros, haciéndonos olvidar sus últimos films y el atraganto que supuso el gran tiburón del año pasado (¡porque sí, aquí sí hay sangre, y mucha!).
Lo mejor; Los ataques de los reptiles en el sótano, puro suspense narrativo.
Lo peor; La hemos visto antes.
Con la película protagonizada por Cécile de France, el director demostró un extraordinario manejo del suspense en un film intenso, lastrado por algún que otro polémico giro de guion. Hollywood centró su mirada en él para su propósito de recrear un antiguo film de Wes Caven en plena fiebre del remake, y así llegó la excelente "Las Colinas tienen ojos", superior al original y proponiendo una nueva lectura crítica. A partir de ahí, Aja se especializó en el cuestionable mundo de las reinterpretaciones, destacando sólo pequeños pasajes que no salvaban de mediocridad al conjunto.
Con "Infierno bajo el agua", el director parece que vuelve a terrenos más cómodos y donde disfruta a lo grande planificando cada escena. Sin nada nuevo que ofrecer y retomando una película mil veces vista, analiza aquellos elementos de los que dispone, conjugándolos para no dar respiro al espectador, que sufrirá las desventuras de ese pequeño núcleo familiar enfrentado a toda una horda de voraces caimanes y a un agresivo huracán, que dificultará, más si cabe, toda posibilidad de escapatoria.
El film no da tregua, pura diversión en su escasa hora y media, que desfila por los atentos ojos del espectador como un suspiro, manteniendo un excelente pulso narrativo, en el que la acción y el ritmo no decaen en ningún momento. Por fin lucen reales los anfibios, lejos de esas digitalizadas pirañas de su regular "Piraña 3D", y con ellos juega al suspense, mostrándolos en contadas ocasiones, haciendo de las sombras y esos sinuosos movimientos acuáticos todo un ejercicio de terror con ecos al "Tiburón" de Spielberg.
Un notable entretenimiento veraniego y sin muchas pretensiones, donde Aja vuelve por sus derroteros, haciéndonos olvidar sus últimos films y el atraganto que supuso el gran tiburón del año pasado (¡porque sí, aquí sí hay sangre, y mucha!).
Lo mejor; Los ataques de los reptiles en el sótano, puro suspense narrativo.
Lo peor; La hemos visto antes.

4,4
5.470
5
23 de febrero de 2022
23 de febrero de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que "La Matanza de Texas" original es inimitable ya lo dejó patente el mismo Hopper cuando años después se embarcó en la producción de la secuela. La obra maestra de 1974 fue resultado de un cúmulo de factores que difícilmente podrían repetirse en la actualidad. Un rodaje bajo condiciones infrahumanas, un calor abrasador y sofocante, la podredumbre de del atrezo cárnico que eso conlleva, un reparto femenino muy atinado y las ilusiones y la supervivencia de todo el equipo novel fue lo que convirtió aquella cinta en todo un ejercicio de atmósfera malsana y realismo que poco tiene que ver con las pretendidas y artificiales cintas de terror que intentan emularla. Eran otros tiempos y sus responsables lo sabían.
Por este motivo, cuando años después se abordó "La matanza de Texas 2", se optó por aplicar un tono paródico y grangiñolesco que la alejara de lo anterior. Algo que descolocó a los espectadores, que esperaban volver a ver ese tono sucio (que lo tiene) de la original. A pesar de las críticas negativas que recibió en su día, una vez vistos los intentos por recuperar el tono, ha ganado adeptos pues es la que más se acercó, desde el prisma del humor negro, a su predecesora. Ni tan siquiera un remake tan aceptable como el que nos llegó en 2003 de la mano de Marc Nispel lo consiguió, aunque sí inauguró una nueva forma, mucho más moderna, de abordar el terror contemporáneo. Y, contra todo pronóstico, también creó escuela. De ahí toda la ristra de secuelas y sucedáneos más indirectos que nos llegaron después.
En plena era de resurrección de las sagas más importantes dentro del género, nos llega una nueva entrega que pretende ser, al igual que sus coetáneas, una secuela directa del original, como ha hecho la franquicia Halloween al recuperar a su heroína principal, Jaime Lee Curtis. Por desgracia, Marilyn Burns, la sufrida final girl de la primera entrega, ya no está entre nosotros, así que se buscó a una actriz con rasgos similares para aplicar la misma fórmula. Aquí, lamentablemente, de forma fallida.
El principal problema de esta secuela tardía es su intencionalidad. Se nos ha vendido como una continuación directa cuando esta se encuentra a años luz de la obra primigenia. Nada de ella encontramos en sus fotogramas. Nada de esa violencia soterrada y áspera de la que hacía gala sus imágenes está en la nueva producción. García se acerca mucho más a las secuelas del remake de lo pretendido, en concreto a la "Matanza de Texas: El origen", con la que comparte muchos aspectos. Al igual que en aquella, la brutalidad más gráfica absorbe todo lo conseguido, mostrando un festival de sangre y casquería que la simplifica y banaliza. El director toma la directa para dejar atrás todo el subtexto crítico que parecía tomar en un principio para apostar por un espectáculo de consumo rápido y fácil.
Pero, a pesar de un guion perezoso, de unos acores que poco saben moverse en el contexto que les ofrece y de esa predilección por lugares de sobras conocidos, el film nos brinda todo un relato visceral, contundentemente gráfico y tan entretenido como olvidable. Y eso, después de despropósitos como el "Leatherface" de Bustillo y Maury, ya es todo un logro.
Lo mejor; Un bus repleto de carnaza, Cara de Cuero y su sierra.
Lo peor; La sensación de que todo podría haber dado mucho más de sí si se hubieran rebanado los sesos con una buena historia.
Por este motivo, cuando años después se abordó "La matanza de Texas 2", se optó por aplicar un tono paródico y grangiñolesco que la alejara de lo anterior. Algo que descolocó a los espectadores, que esperaban volver a ver ese tono sucio (que lo tiene) de la original. A pesar de las críticas negativas que recibió en su día, una vez vistos los intentos por recuperar el tono, ha ganado adeptos pues es la que más se acercó, desde el prisma del humor negro, a su predecesora. Ni tan siquiera un remake tan aceptable como el que nos llegó en 2003 de la mano de Marc Nispel lo consiguió, aunque sí inauguró una nueva forma, mucho más moderna, de abordar el terror contemporáneo. Y, contra todo pronóstico, también creó escuela. De ahí toda la ristra de secuelas y sucedáneos más indirectos que nos llegaron después.
En plena era de resurrección de las sagas más importantes dentro del género, nos llega una nueva entrega que pretende ser, al igual que sus coetáneas, una secuela directa del original, como ha hecho la franquicia Halloween al recuperar a su heroína principal, Jaime Lee Curtis. Por desgracia, Marilyn Burns, la sufrida final girl de la primera entrega, ya no está entre nosotros, así que se buscó a una actriz con rasgos similares para aplicar la misma fórmula. Aquí, lamentablemente, de forma fallida.
El principal problema de esta secuela tardía es su intencionalidad. Se nos ha vendido como una continuación directa cuando esta se encuentra a años luz de la obra primigenia. Nada de ella encontramos en sus fotogramas. Nada de esa violencia soterrada y áspera de la que hacía gala sus imágenes está en la nueva producción. García se acerca mucho más a las secuelas del remake de lo pretendido, en concreto a la "Matanza de Texas: El origen", con la que comparte muchos aspectos. Al igual que en aquella, la brutalidad más gráfica absorbe todo lo conseguido, mostrando un festival de sangre y casquería que la simplifica y banaliza. El director toma la directa para dejar atrás todo el subtexto crítico que parecía tomar en un principio para apostar por un espectáculo de consumo rápido y fácil.
Pero, a pesar de un guion perezoso, de unos acores que poco saben moverse en el contexto que les ofrece y de esa predilección por lugares de sobras conocidos, el film nos brinda todo un relato visceral, contundentemente gráfico y tan entretenido como olvidable. Y eso, después de despropósitos como el "Leatherface" de Bustillo y Maury, ya es todo un logro.
Lo mejor; Un bus repleto de carnaza, Cara de Cuero y su sierra.
Lo peor; La sensación de que todo podría haber dado mucho más de sí si se hubieran rebanado los sesos con una buena historia.

6,6
6.028
8
1 de abril de 2021
1 de abril de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuesta recordar una película donde se aborde la crisis de pareja desde una perspectiva tan física y desenfrenada como la que nos ocupa. Todo un ejercicio emocional, intenso y descontrolado, que sirve como metáfora de las transformaciones que sufren los otrora amantes una vez que se les sumerge en encrucijadas amorosas, donde los celos, y los monstruos derivados de estos, se materializan de la forma más repulsiva y viscosa, y los vaivenes emocionales convierten a sus protagonistas en seres poseídos por los demonios del desconsuelo, la ira y la venganza.
Un filme que no dejará indiferente a nadie, en el que el exceso y la locura se revisten con gélidas y azuladas imágenes para trasladarnos a ese Berlín industrial, con el famoso y castrador muro de por medio, en el que, según la concepción del propio director, poca cabida tenía el raciocinio y, mucho menos, las relaciones interpersonales carentes de toxicidad.
Nos encontramos ante una obra compleja, que se antoja alejada de cualquier atisbo de casualidad, en la cual todo parece sumamente estudiado para reforzar su demoledor mensaje. Sin embargo, todo hay que decirlo, la recepción del mismo no sería posible sin la total entrega de unos intérpretes poniendo toda su cordura en el asador, con un agotador ejercicio de sobreactuación (más él) e histrionismo (más ella). No quiero ni pensar el estado físico y mental de los actores una vez finalizado el rodaje de ciertas escenas.
Lo mejor; Adjani y su perturbadora y excesiva posesión en los túneles del metro.
Lo peor; Su desmesura no es apta para todos los públicos.
Un filme que no dejará indiferente a nadie, en el que el exceso y la locura se revisten con gélidas y azuladas imágenes para trasladarnos a ese Berlín industrial, con el famoso y castrador muro de por medio, en el que, según la concepción del propio director, poca cabida tenía el raciocinio y, mucho menos, las relaciones interpersonales carentes de toxicidad.
Nos encontramos ante una obra compleja, que se antoja alejada de cualquier atisbo de casualidad, en la cual todo parece sumamente estudiado para reforzar su demoledor mensaje. Sin embargo, todo hay que decirlo, la recepción del mismo no sería posible sin la total entrega de unos intérpretes poniendo toda su cordura en el asador, con un agotador ejercicio de sobreactuación (más él) e histrionismo (más ella). No quiero ni pensar el estado físico y mental de los actores una vez finalizado el rodaje de ciertas escenas.
Lo mejor; Adjani y su perturbadora y excesiva posesión en los túneles del metro.
Lo peor; Su desmesura no es apta para todos los públicos.
3
4 de marzo de 2020
4 de marzo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Secuela tardía del título de culto, "Llama un extraño" de 1979. Repite fórmula y, para disgusto del personal, vuelve a cometer los mismos errores de aquella, llegando incluso a superar en incoherencias a su antecesora.
El film original, suponía una nueva mirada al cine de terror, adaptando (al menos durante su prólogo) una conocida leyenda urbana y llevándola a los cánones que empezaban a imperar en el nuevo cine slasher de finales de los 70. Es decir, jóvenes acosadas por juguetones psicópatas al estilo de la seminal "La noche de Halloween" de Carpenter.
El film que nos ocupa, repite estructura, reformulando el magnífico arranque de la anterior en otro juego de suspense y tensión. Esos logrados 30 minutos son, sin lugar a dudas, lo mejor de la cinta, aún siendo insatisfactorio su atropellado desenlace. Una vez superado el primer tramo, nos encontramos ante un inocuo thriller, con la reunión de algunos de los personajes de la primera parte, que deambula sin rumbo y que carece de la tensión previa, hasta desembocar en su consabido duelo final, recuperando cierto brío en la narración, aunque desgastado por el imperante hastío anterior.
Si el film hubiera continuado por los senderos marcados por su imponente primera parte, nos encontraríamos ante otro film mucho más estimable y coherente del que finalmente se nos ofrece. Una verdadera lástima.
Lo mejor; Su esmerado prólogo (todo un ejercicio de planificación y suspense).
Lo peor; La sensación de pérdida de rumbo una vez finaliza este, encontrándonos con otro film totalmente diferente.
El film original, suponía una nueva mirada al cine de terror, adaptando (al menos durante su prólogo) una conocida leyenda urbana y llevándola a los cánones que empezaban a imperar en el nuevo cine slasher de finales de los 70. Es decir, jóvenes acosadas por juguetones psicópatas al estilo de la seminal "La noche de Halloween" de Carpenter.
El film que nos ocupa, repite estructura, reformulando el magnífico arranque de la anterior en otro juego de suspense y tensión. Esos logrados 30 minutos son, sin lugar a dudas, lo mejor de la cinta, aún siendo insatisfactorio su atropellado desenlace. Una vez superado el primer tramo, nos encontramos ante un inocuo thriller, con la reunión de algunos de los personajes de la primera parte, que deambula sin rumbo y que carece de la tensión previa, hasta desembocar en su consabido duelo final, recuperando cierto brío en la narración, aunque desgastado por el imperante hastío anterior.
Si el film hubiera continuado por los senderos marcados por su imponente primera parte, nos encontraríamos ante otro film mucho más estimable y coherente del que finalmente se nos ofrece. Una verdadera lástima.
Lo mejor; Su esmerado prólogo (todo un ejercicio de planificación y suspense).
Lo peor; La sensación de pérdida de rumbo una vez finaliza este, encontrándonos con otro film totalmente diferente.

5,8
983
6
27 de febrero de 2020
27 de febrero de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año después de que las babysitters fueran acosadas por Michel Myers, nos llegaba otro modesto film de terror de temática similar que, con el tiempo, devino un film de culto. Película seminal que aposentó ciertas bases que repercutieron en muchas producciones posteriores dentro del género.
Partiendo de una famosa leyenda urbana, el film se construye sobre un prólogo en el que se condensa todo el contenido del relato popular. Esos magníficos 20 minutos iniciales funcionan de forma individual, manteniendo un clima asfixiante, lleno de suspense, en parte, logrado por la estupenda planificación que ejerce Walton. Es inevitable pensar en cuanto le debe "Scream" de Wes Craven a la cinta de 1979, cuyo famoso prólogo con Drew Barrimore homenajea, de alguna manera, al que nos ocupa.
Una vez superada la primera parte y sin mucho material que explotar, el film estira la formula hasta copar una hora más de metraje, provocando cierto desconcierto en el espectador. Durante la segunda parte (la más extensa), seguimos las vicisitudes del psicópata una vez que este ha logrado huir de las autoridades. Con ello, el tono se aleja totalmente de lo expuesto anteriormente para adentrarse en una especie de psicothriller que funciona de manera independiente, sin acabar de encajar en el conjunto, conformando un oasis narrativo entre dentro de un mismo relato, puesto que en su última parte se retoma lo acontecido en el prólogo, volviendo a ese estupendo clima de terror en un brillante juego del gato y el ratón.
Como vemos al final, una película irregular, lastrada en gran parte por esa pretensión de alargar en demasía lo innecesario, pero que, gracias a la sólida dirección del director así como a la correcta interpretación de Kane, logran que uno retenga en su memoria sus aciertos más que sus defectos.
Lo mejor; La primera parte, todo un ejercicio de suspense.
Lo peor; Aún sin ser un mal film, la incoherencia de su devenir juega en su contra.
Partiendo de una famosa leyenda urbana, el film se construye sobre un prólogo en el que se condensa todo el contenido del relato popular. Esos magníficos 20 minutos iniciales funcionan de forma individual, manteniendo un clima asfixiante, lleno de suspense, en parte, logrado por la estupenda planificación que ejerce Walton. Es inevitable pensar en cuanto le debe "Scream" de Wes Craven a la cinta de 1979, cuyo famoso prólogo con Drew Barrimore homenajea, de alguna manera, al que nos ocupa.
Una vez superada la primera parte y sin mucho material que explotar, el film estira la formula hasta copar una hora más de metraje, provocando cierto desconcierto en el espectador. Durante la segunda parte (la más extensa), seguimos las vicisitudes del psicópata una vez que este ha logrado huir de las autoridades. Con ello, el tono se aleja totalmente de lo expuesto anteriormente para adentrarse en una especie de psicothriller que funciona de manera independiente, sin acabar de encajar en el conjunto, conformando un oasis narrativo entre dentro de un mismo relato, puesto que en su última parte se retoma lo acontecido en el prólogo, volviendo a ese estupendo clima de terror en un brillante juego del gato y el ratón.
Como vemos al final, una película irregular, lastrada en gran parte por esa pretensión de alargar en demasía lo innecesario, pero que, gracias a la sólida dirección del director así como a la correcta interpretación de Kane, logran que uno retenga en su memoria sus aciertos más que sus defectos.
Lo mejor; La primera parte, todo un ejercicio de suspense.
Lo peor; Aún sin ser un mal film, la incoherencia de su devenir juega en su contra.
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