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Críticas ordenadas por utilidad
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6,0
13.078
7
18 de marzo de 2013
18 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Anna Karenina", de Joe Wright, todo es bello. Keira Knightley es hermosa. Son hermosos sus vestidos. Y sus joyas. Y sus tocados. Es hermoso (aunque no me guste) Aaron Johnson, con un look tipo Tadzio ("Muerte en Venecia"). Son hermosos los decorados. Las coreografías.
Lo que hace Joe Wright con esta novela, es no sólo adaptarla para el cine, sino que lo hace acercándose y mucho a una adaptación teatral. No en el sentido "pocos escenarios, escenas muy dialogadas, actuaciones muy teatrales", sino que él va más allá y muchas veces nos muestra el escenario en sí, transformándonos de manera más directa que nunca, en su audiencia. Pero así como "achica" algunos cuartos para que puedan entrar en el escenario del teatro, también agranda otros con el fin de hacernos sentir esa soledad, o esa marginalidad en la que sus personajes se encuentran inmersos.
En la película no sólo los bailes son coreografiados (y cómo, haciendo desaparecer al resto de la gente para centrarse en los dos amantes que de repente se olvidan del mundo). De hecho en alguna escena, da la sensación de que alguien (ajam Matthew MacFadyen) se va a poner a cantar.
"Al igual que Anna, yo siempre trato de ser mejor, pero los errores son inevitables en el camino de la vida", dice Keira. Anna encuentra por primera vez la felicidad en un amor prohibido, un amor que es prohibido porque llegó tarde, con una Anna ya casada y madre. Y si bien muchas veces duda del amor que el otro siente por ella, seguramente más que nada por inseguridad porque esas dudas siempre aparecen en sus peores momentos, siempre tiene la certeza de que ella conoce la felicidad gracias a este amor, que antes cuando hablaba de amor en realidad hablaba de otro sentimiento que ella confundía por amor. Porque por momentos, todo parece ser un poco un histeriqueo. Pero es producto de la razón y el corazón que se pelean por dominar. "Lo mejor sería que te fueras", y luego un "No te vayas". El "No tengo vergüenza de lo que soy" antes de decidir salir públicamente para luego volver destrozada gritando "Si me amaras lo suficiente, me hubieses encerrado".
"Anna Karenina" es rara, por momentos demasiado artificiosa, pero en el fondo, y esto creo que es más que nada gracias a Keira Knightley que parece haber nacido para estos personajes, logra expresar ese deseo (amor, yo creo que es amor) por alguien que está prohibido y que llega para atemorizarnos y luego controlar nuestras vidas.
No conocía la historia en su totalidad porque no he llegado a leer la novela pero sin duda alguna quiero hacerlo, sobretodo porque me da la sensación que que no se queda más que nada en esta historia de amor como sí lo hace el film.
Porque Anna tiene el único final posible para ella.
http://enjoylandia.blogspot.com
Lo que hace Joe Wright con esta novela, es no sólo adaptarla para el cine, sino que lo hace acercándose y mucho a una adaptación teatral. No en el sentido "pocos escenarios, escenas muy dialogadas, actuaciones muy teatrales", sino que él va más allá y muchas veces nos muestra el escenario en sí, transformándonos de manera más directa que nunca, en su audiencia. Pero así como "achica" algunos cuartos para que puedan entrar en el escenario del teatro, también agranda otros con el fin de hacernos sentir esa soledad, o esa marginalidad en la que sus personajes se encuentran inmersos.
En la película no sólo los bailes son coreografiados (y cómo, haciendo desaparecer al resto de la gente para centrarse en los dos amantes que de repente se olvidan del mundo). De hecho en alguna escena, da la sensación de que alguien (ajam Matthew MacFadyen) se va a poner a cantar.
"Al igual que Anna, yo siempre trato de ser mejor, pero los errores son inevitables en el camino de la vida", dice Keira. Anna encuentra por primera vez la felicidad en un amor prohibido, un amor que es prohibido porque llegó tarde, con una Anna ya casada y madre. Y si bien muchas veces duda del amor que el otro siente por ella, seguramente más que nada por inseguridad porque esas dudas siempre aparecen en sus peores momentos, siempre tiene la certeza de que ella conoce la felicidad gracias a este amor, que antes cuando hablaba de amor en realidad hablaba de otro sentimiento que ella confundía por amor. Porque por momentos, todo parece ser un poco un histeriqueo. Pero es producto de la razón y el corazón que se pelean por dominar. "Lo mejor sería que te fueras", y luego un "No te vayas". El "No tengo vergüenza de lo que soy" antes de decidir salir públicamente para luego volver destrozada gritando "Si me amaras lo suficiente, me hubieses encerrado".
"Anna Karenina" es rara, por momentos demasiado artificiosa, pero en el fondo, y esto creo que es más que nada gracias a Keira Knightley que parece haber nacido para estos personajes, logra expresar ese deseo (amor, yo creo que es amor) por alguien que está prohibido y que llega para atemorizarnos y luego controlar nuestras vidas.
No conocía la historia en su totalidad porque no he llegado a leer la novela pero sin duda alguna quiero hacerlo, sobretodo porque me da la sensación que que no se queda más que nada en esta historia de amor como sí lo hace el film.
Porque Anna tiene el único final posible para ella.
http://enjoylandia.blogspot.com
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y está marcada por el tren, ése que le presentó su amor, y hoy se lleva su vida.

5,8
29.438
5
5 de diciembre de 2012
5 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andrew Dominik dirige "Killing Me Softly", una de gángsters, adaptación de una novela de George V. Higgins, protagonizada por Brad Pitt, a quien ya había dirigido en "The Assassination of Jesse James by Coward Robert Ford".
En "Mátalos Suavemente", Brad Pitt, que se toma su tiempo hasta aparecer en pantalla, es un asesino contratado para buscar y encargarse de dos ladrones que parecen tener más suerte que talento y que acaban de robar una importante suma a una casa de juego clandestino.
La idea es plantear una metáfora (y crítica) sobre la crisis económica y financiera de los Estados Unidos pero el problema no es lo que se quiere decir, sino el hecho de que poco queda en el subtexto. Los discursos de la campaña electoral que se escuchan a lo largo de todo el film subrayan la premisa de una película que a nivel narrativo le falta mucho trabajo.
Pero Dominik dirige mejor de lo que escribe un guión, y estiliza la película de una manera, que si bien no es poco innovadora y por momentos recuerda demasiado al cine de Guy Ritchie, no deja de ser atractiva. Con escenas ralentizadas que no hacen más que pretender embellecer la violencia (así como lo hace Quentin Tarantino) y planos cuidados y correctos, algunas pecan de ser más largas de lo necesario, incluso varias de las más dialogadas, que a veces no aportan demasiado, casi rozando el tedio.
La banda sonora es bonita, con algún tema de The Velvet Underground (que suene el comienzo de Heroin en una escena en la que los dos personajes se están drogando es otro ejemplo de que todo lo que se quiere expresar está demasiado acentuado), Johnny Cash y hasta de Nico.
Además de Brad Pitt, el elenco protagónico que en su totalidad es masculino, está compuesto por James Gandolfini como un patético y borracho Mickey; Scott Mcnairy y Ben Mendhelson como estos ladrones que intentan sobrevivir en una sociedad que depende del dinero; Ray Liotta como una víctima de los malhechores; y Sam Shepard como la cabeza de los asesinos, Dillon.
Con ironía, humor negro, escenas de tensión y alguna sorpresa, Killing Them Softly es un film visceral, visualmente fascinante, pero que le falta intensidad y profundidad narrativa para que se convierta en una obra que perdure en el tiempo. La película es entretenida y sirve para pasar un buen rato, no mucho más.
http://elespectadoravezado.com.ar/
En "Mátalos Suavemente", Brad Pitt, que se toma su tiempo hasta aparecer en pantalla, es un asesino contratado para buscar y encargarse de dos ladrones que parecen tener más suerte que talento y que acaban de robar una importante suma a una casa de juego clandestino.
La idea es plantear una metáfora (y crítica) sobre la crisis económica y financiera de los Estados Unidos pero el problema no es lo que se quiere decir, sino el hecho de que poco queda en el subtexto. Los discursos de la campaña electoral que se escuchan a lo largo de todo el film subrayan la premisa de una película que a nivel narrativo le falta mucho trabajo.
Pero Dominik dirige mejor de lo que escribe un guión, y estiliza la película de una manera, que si bien no es poco innovadora y por momentos recuerda demasiado al cine de Guy Ritchie, no deja de ser atractiva. Con escenas ralentizadas que no hacen más que pretender embellecer la violencia (así como lo hace Quentin Tarantino) y planos cuidados y correctos, algunas pecan de ser más largas de lo necesario, incluso varias de las más dialogadas, que a veces no aportan demasiado, casi rozando el tedio.
La banda sonora es bonita, con algún tema de The Velvet Underground (que suene el comienzo de Heroin en una escena en la que los dos personajes se están drogando es otro ejemplo de que todo lo que se quiere expresar está demasiado acentuado), Johnny Cash y hasta de Nico.
Además de Brad Pitt, el elenco protagónico que en su totalidad es masculino, está compuesto por James Gandolfini como un patético y borracho Mickey; Scott Mcnairy y Ben Mendhelson como estos ladrones que intentan sobrevivir en una sociedad que depende del dinero; Ray Liotta como una víctima de los malhechores; y Sam Shepard como la cabeza de los asesinos, Dillon.
Con ironía, humor negro, escenas de tensión y alguna sorpresa, Killing Them Softly es un film visceral, visualmente fascinante, pero que le falta intensidad y profundidad narrativa para que se convierta en una obra que perdure en el tiempo. La película es entretenida y sirve para pasar un buen rato, no mucho más.
http://elespectadoravezado.com.ar/
5
16 de abril de 2012
16 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental alemán que retrata historias de diferentes personas que tienen en común el hecho de haber pasado por el cirujano plástico. Ninguno lo ha hecho por necesidad, o podemos decir que sí, la necesidad de verse y sentirse bien. Pero todo se percibe siempre desde un lado muy superficial. La señora que vive sola, tiene un armario dedicado especialmente a guardar su gran variedad de zapatos y no duerme sola en la cama porque duerme con sus gatos que parecen ser como sus hijos; la mujer que, junto a su pareja, puso sus ambiciones en un primer lugar por lo que tener hijos no sólo no es una prioridad sino que cuando los tenga no piensa amamantarlos para no perder su figura; la mujer que se operó los pechos y mantiene un foro, sin el cual no se imagina viviendo, para compartir experiencias y dudas y demás de gente que también lo ha hecho o lo tiene en sus planes; la mujer que era obesa y ahora recomienda su cirujano a sus conocidos incluso acompañándolos. Cada una de estas personas se siente totalmente orgullosos de lo que han hecho, incluso ante ciertas complicaciones que pudieron tener y que parecen minimizar, pues hoy en día están muy felices con su resultado. No me quejo de lo superficial de sus personajes, no voy a mentirles, yo también soy superficial, lo reconozco. Sólo a veces no veo la necesidad de someter nuestros cuerpos esas cosas, las veo dañinas. Es como que uno se hace daño para estar más bello. Pero a la vez es una belleza plástica, por lo tanto irreal. Resumiendo, puede ser por momentos interesantes. Pero por otros, y son unos tantos, parece más la propaganda de una clínica especializada en cirugía plástica. Incluso a aquellas que te dan por la televisión a las 3 de la mañana. Si me preguntan, me quedo con su secuencia inicial, en la cual dos amigas se acercan a una convención de autos y tiene una conversación tan superflua como parece ser todas sus vidas.

5,7
35.807
9
3 de diciembre de 2010
3 de diciembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me confieso fanática de Robert Rodriguez. Confieso también que cuando vi Planet Terror aluciné con el falso trailer. Y vuelvo a confesar que salté de la alegría cuando supe del largometraje.
Machete es un western que se enmarca en un contexto social/político de fronteras e inmigrantes. Machete es también una película con mucha violencia, sangre, mujeres desnudas, y algunas cositas absurdas. Machete también es un gran conjunto de actores que, por lo menos a mí, en su mayoría nunca me habían llamado la atención (no incluyo en este grupo al increíble Danny Trejo ni a Robert De Niro, sino más bien a Steven Seagal, Michelle Rodriguez o Jessica Alba, entre otros).
En fin, Machete es tan disfrutable como buena. Es un espectáculo para los ojos de quienes buscan divertirse desde su costado un poco más morboso.
Machete es un western que se enmarca en un contexto social/político de fronteras e inmigrantes. Machete es también una película con mucha violencia, sangre, mujeres desnudas, y algunas cositas absurdas. Machete también es un gran conjunto de actores que, por lo menos a mí, en su mayoría nunca me habían llamado la atención (no incluyo en este grupo al increíble Danny Trejo ni a Robert De Niro, sino más bien a Steven Seagal, Michelle Rodriguez o Jessica Alba, entre otros).
En fin, Machete es tan disfrutable como buena. Es un espectáculo para los ojos de quienes buscan divertirse desde su costado un poco más morboso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El guión tiene unos detalles muy interesantes. Creo que esa fantástica secuencia en que Machete se termina tirando de la ventana del hospital, agarrado del intestino de a quien recién mató como si fuera una cuerda hubiese parecido aún más bizarra y rara si no se menciona justo antes la longitud que tiene el intestino humano, como una simple conversación entre el doctor y las enfermeritas sobrinas del director a quien seguramente recuerden en Planet Terror.
O que el personaje de Jessica Alba use tacos durante toda la película y termine después clavándole uno de ellos en el ojo a otro villanito.
Danny Trejo rocks. Y en la película se come a Lindsay Lohan y a su madre (ficción) frente a los ojos de su padre y esposo respectivamente.
Imposible olvidar además la escena de la crcificción del padre.
O a Steven Seagal cuando Machete lo apuñala y le contesta 'qué puto'.
Lindsay Lohan vistiendo de monja, disparándole a Robert De Niro. 'En el nombre de MI padre..."
O que el personaje de Jessica Alba use tacos durante toda la película y termine después clavándole uno de ellos en el ojo a otro villanito.
Danny Trejo rocks. Y en la película se come a Lindsay Lohan y a su madre (ficción) frente a los ojos de su padre y esposo respectivamente.
Imposible olvidar además la escena de la crcificción del padre.
O a Steven Seagal cuando Machete lo apuñala y le contesta 'qué puto'.
Lindsay Lohan vistiendo de monja, disparándole a Robert De Niro. 'En el nombre de MI padre..."

5,7
10.082
10
30 de abril de 2017
30 de abril de 2017
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dane Dehaan interpreta a Lockhart, un joven y exitoso empresario. Con ojeras y sin un minuto de su tiempo dedicado a otra cosa que no sea su trabajo, de repente algo amenaza con destruir aquello que acaba de alcanzar. Para poder mantenerse en ese lugar tiene que ir en busca de un empresario (el CEO de su compañía) ahora recluido en un hospital situado en los Alpes Suizos.
Lockhart cree que va a ser un viaje corto, breve, que en el día estará en el avión que los lleve a él y Pembroke (el objetivo del viaje) de regreso a Nueva York. Pero ese viaje se va a prolongar, para él y para nosotros, que nos sentamos a ver una película de dos horas y media de duración. En ella, Verbinski enfrenta a Lockhart (y a sus espectadores) a todo tipo de pesadillas, de manos del director del hospital (Jason Isaacs) que no parece dispuesto a dejarlo ir.
Hay muchas historias y películas que giran en torno a un hospital donde todo luce sospechosamente ideal. De hecho, la traducción del film en cuestión y gran parte del relato rememora inevitablemente a la película de Scorsese, La isla siniestra. Pero así como Verbinski comienza su film planteando ciertas premisas, pasando la mitad del metraje demuestra que es dueño de su película y que cuenta con una libertad que no todos los estudios podrían haberle cedido. En la segunda mitad, La cura siniestra se convierte en una película llena de referencias cinematográficas y literarias, y la historia toma giros inesperados que en apariencia podrían haber sido absolutamente ridículos, pero con una convicción tal que genera como resultado una probable película de culto (esas cosas sólo las confirma el tiempo).
Hay algo en el agua, hay algo debajo de ese edificio, hay un pasado del que su protagonista aún no se despega y una joven (Mia Goth) que sólo conoce la vida dentro de ese extraño e idílico hospital. En este cuentito gótico, el guión de Justin Haythe (quien ya trabajó con Verbinski en la olvidable El llanero solitario) bucea por diferentes tópicos del cine de terror, primero jugando más con el suspenso y la creación de climas y luego desplegando otro tipo de terror, casi imposible de concebir.
Otro punto destacable del film es la fotografía, a cargo de un frecuente colaborador del realizador: Bojan Bazelli. Tanto en exteriores (la película está rodada en Alemania) como en los interiores del hospital -que es un personaje más del film-, Bazelli regala planos y secuencias bellísimas, también con la ayuda de una dirección de arte notable.
La cura siniestra termina siendo un gran viaje a la locura. Verbinski demuestra que es un cineasta con mucha imaginación y conocimiento del género y así nos entrega una gema, una película extraña e imposible de describir, de esas que hay que ver para comprender, de la cual nunca es aconsejable adelantar demasiado, pero que no debería ser pasada por alto.
Publicada en visiondelcine.com
Lockhart cree que va a ser un viaje corto, breve, que en el día estará en el avión que los lleve a él y Pembroke (el objetivo del viaje) de regreso a Nueva York. Pero ese viaje se va a prolongar, para él y para nosotros, que nos sentamos a ver una película de dos horas y media de duración. En ella, Verbinski enfrenta a Lockhart (y a sus espectadores) a todo tipo de pesadillas, de manos del director del hospital (Jason Isaacs) que no parece dispuesto a dejarlo ir.
Hay muchas historias y películas que giran en torno a un hospital donde todo luce sospechosamente ideal. De hecho, la traducción del film en cuestión y gran parte del relato rememora inevitablemente a la película de Scorsese, La isla siniestra. Pero así como Verbinski comienza su film planteando ciertas premisas, pasando la mitad del metraje demuestra que es dueño de su película y que cuenta con una libertad que no todos los estudios podrían haberle cedido. En la segunda mitad, La cura siniestra se convierte en una película llena de referencias cinematográficas y literarias, y la historia toma giros inesperados que en apariencia podrían haber sido absolutamente ridículos, pero con una convicción tal que genera como resultado una probable película de culto (esas cosas sólo las confirma el tiempo).
Hay algo en el agua, hay algo debajo de ese edificio, hay un pasado del que su protagonista aún no se despega y una joven (Mia Goth) que sólo conoce la vida dentro de ese extraño e idílico hospital. En este cuentito gótico, el guión de Justin Haythe (quien ya trabajó con Verbinski en la olvidable El llanero solitario) bucea por diferentes tópicos del cine de terror, primero jugando más con el suspenso y la creación de climas y luego desplegando otro tipo de terror, casi imposible de concebir.
Otro punto destacable del film es la fotografía, a cargo de un frecuente colaborador del realizador: Bojan Bazelli. Tanto en exteriores (la película está rodada en Alemania) como en los interiores del hospital -que es un personaje más del film-, Bazelli regala planos y secuencias bellísimas, también con la ayuda de una dirección de arte notable.
La cura siniestra termina siendo un gran viaje a la locura. Verbinski demuestra que es un cineasta con mucha imaginación y conocimiento del género y así nos entrega una gema, una película extraña e imposible de describir, de esas que hay que ver para comprender, de la cual nunca es aconsejable adelantar demasiado, pero que no debería ser pasada por alto.
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