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Documental

5,5
116
Documental
7
10 de junio de 2021
10 de junio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El documental creado por Juan Antonio Moreno nos deja mirar un mundo que podemos tocar pero que evitamos ver. Quizás habías olvidado lo bellas que son las pequeñas cosas. ‘Bienvenidos a España’ te lo recordará. Y una vez termines su visionado sus protagonistas, su resilencia, y sobre todo las ganas de recorrer su propio camino se quedarán contigo durante algún tiempo.
Más que probablemente alguna lágrima se te escape en la hora y media que dura este documental. No lo hará porque lo que se muestra sea sensacionalista y busque la conmoción fácil que cualquier producción de esta temática puede producir por lo trágico de las historias que cuenta, sino porque vivirás la felicidad en estado puro de quienes cuentan sus historias, sentirás, casi desde dentro, realidades infinitamente dispares.
Que importante es vivir seguros y con que facilidad lo damos por sentado. Si algo se queda después de ver ‘Bienvenidos a España’ es la sensación de que tenemos un hogar privilegiado en el que hay espacio para muchos más de los que estamos y no siempre lo recordamos. Es imperativo que la amabilidad, la empatía y el sentido innato de acogida que siempre ha caracterizado a nuestra tierra vuelva a arraigarse en nosotros. España, gracias a su localización privilegiada a escala planetaria ha sido y seguirá siendo, le pese a quien le pese, una miríada de culturas, gentes y sus músicas.
Ver ‘Bienvenidos a España’ desvela y destapa falsas creencias, mitos que no se sustentan por si mismos, pero que aún así viven y se difunden día tras día, y lo hace presentando realidades, sin esconder absolutamente nada. No hay el menor atisbo de blanqueamiento. Lo que ves es lo que hay, sin más, y eso choca, y debería, así que solo por ello ya sabes que está haciendo la labor para la que ha sido creada.
Tras dirigir «Boxing for Freedom», seleccionado para los Premios de Cine Europeo, y «Palabras de Caramelo», nominado a los Premios Goya, Juan Antonio Moreno nos enseña una España vista con otra mirada, la de aquellos que llegan a nuestra tierra buscando la seguridad y estabilidad que su tierra no ha podido darles. ¿Qué papel jugamos nosotros en todo ello? ¿Somos en el fondo el país acogedor que ellos esperan? ¿Somos realmente tan distintos en lo que verdaderamente importa?
Tendrás que darle una oportunidad a ‘Bienvenidos a España’, podemos asegurarte que sacarás de este documental mucho más de lo que esperas y mientras lo haces escucharás buena música y darás un paseo por el corazón de Sevilla, sus gentes y sus formas de ser. Ojalá la frase lapidaria de su director sea haga realidad.
«Ojalá todos los puticlubs sean pronto centros de acogida».
Para magazinema.es
Más que probablemente alguna lágrima se te escape en la hora y media que dura este documental. No lo hará porque lo que se muestra sea sensacionalista y busque la conmoción fácil que cualquier producción de esta temática puede producir por lo trágico de las historias que cuenta, sino porque vivirás la felicidad en estado puro de quienes cuentan sus historias, sentirás, casi desde dentro, realidades infinitamente dispares.
Que importante es vivir seguros y con que facilidad lo damos por sentado. Si algo se queda después de ver ‘Bienvenidos a España’ es la sensación de que tenemos un hogar privilegiado en el que hay espacio para muchos más de los que estamos y no siempre lo recordamos. Es imperativo que la amabilidad, la empatía y el sentido innato de acogida que siempre ha caracterizado a nuestra tierra vuelva a arraigarse en nosotros. España, gracias a su localización privilegiada a escala planetaria ha sido y seguirá siendo, le pese a quien le pese, una miríada de culturas, gentes y sus músicas.
Ver ‘Bienvenidos a España’ desvela y destapa falsas creencias, mitos que no se sustentan por si mismos, pero que aún así viven y se difunden día tras día, y lo hace presentando realidades, sin esconder absolutamente nada. No hay el menor atisbo de blanqueamiento. Lo que ves es lo que hay, sin más, y eso choca, y debería, así que solo por ello ya sabes que está haciendo la labor para la que ha sido creada.
Tras dirigir «Boxing for Freedom», seleccionado para los Premios de Cine Europeo, y «Palabras de Caramelo», nominado a los Premios Goya, Juan Antonio Moreno nos enseña una España vista con otra mirada, la de aquellos que llegan a nuestra tierra buscando la seguridad y estabilidad que su tierra no ha podido darles. ¿Qué papel jugamos nosotros en todo ello? ¿Somos en el fondo el país acogedor que ellos esperan? ¿Somos realmente tan distintos en lo que verdaderamente importa?
Tendrás que darle una oportunidad a ‘Bienvenidos a España’, podemos asegurarte que sacarás de este documental mucho más de lo que esperas y mientras lo haces escucharás buena música y darás un paseo por el corazón de Sevilla, sus gentes y sus formas de ser. Ojalá la frase lapidaria de su director sea haga realidad.
«Ojalá todos los puticlubs sean pronto centros de acogida».
Para magazinema.es

6,0
12.446
7
14 de agosto de 2015
14 de agosto de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘El secreto de Adaline’ nos transporta, una vez más en la historia del cine, a un mundo fantástico, o mejor dicho, a una situación fantástica e irreal que todos alguna vez hemos deseado nos ocurriese a nosotros.¿Quién no querría vivir más allá de su tiempo? La posibilidad de poder vivir no solo una vida ha fascinado al ser humano desde tiempos que ya no se recuerdan, y ‘El secreto de Adaline’ nos ofrece esa experiencia con una delicadeza que aunque a veces es demasiado superflua, no deja de ser maravillosa.
El largometraje refleja la angustia y la soledad de vivir más de lo que deberíamos gracias a una gran interpretación de su protagonista, Blake Lively, que es capaz de pasar imperturbable por el siglo XX y acomodarse a la vida en pleno siglo XXI. El paso del tiempo en esta película se apoya por completo en la moda, costumbres y puntuales hechos históricos para dar cuerpo a la historia de una mujer que tras un accidente de tráfico, a la edad de 29 años, deja de envejecer para pasar así casi ocho décadas. Esta gran línea temporal permite a la cinta profundizar en el lado más cruel de esa increíble oportunidad que es que los años no pasen por uno. Ver envejecer a nuestros hijos, tener que alejarnos de todo lo que queremos cada poco tiempo. El matiz más duro de la soledad, no poder compartir una vida de oportunidades y descubrimientos con nadie, pues todo se desvanece menos nosotros. Estas nociones son meramente arañadas por la cinta, Adaline nunca deja de ser vital, es un ser humano resignado a lo que le ha tocado vivir, una persona que intenta pasar desapercibida por miedo a ser descubierta, pero aún así la tristeza y amargura no empañan su personalidad, y ese velo de oscuridad que le daría profundidad y carácter al personaje lo echamos en falta en el guión.
Adaline Bowman conmueve, pero no lo suficiente, o al menos, no tanto como debería, podría ser mucho más profunda, conectar más con el espectador, pero es difícil ponernos en la piel de un ser tan etéreo como el que dibuja Lee Toland Krieger, en muchas ocasiones Blake Lively parece no pertenecer a esta realidad, y realmente así es, se trata de un personaje que debería haber evolucionado físicamente y no lo ha hecho, pero ese matiz crea esa complejidad de empatizar con ella. A crear esta atmósfera, ayudan un increíble desfile de elegancia y moda que nos permite adivinar la década en la que nos encontramos sin necesidad de palabras. La estética de todo el film se apoya en la actriz principal para crear un halo de belleza, color y elegancia que en pocas ocasiones había llenado tanto la pantalla.
Gracias a esta estética que cala y se queda con nosotros cuando recordamos la película sobrevive y hará que su caída en el olvido sea más lenta, pues la trama, como en otras tantas películas del género ha sido ya usada, no tiene giros espectaculares que nos hagan decir, jamás lo habría visto venir, aunque siendo honestos, no lo necesita. Las interpretaciones de su reparto son bastante planas, a excepción de Harrison Ford, que introduce el dolor de un corazón roto y de las oportunidades perdidas, ofreciéndonos la posibilidad de acercarnos humanamente a la película, algo de lo que carece el resto de personajes. Hemos hablado del gran papel de Blake Lively, que exprime el guión que se le da y se presenta ante la cámara atrapándola por completo, es la figura que llena salas y atrae las miradas, por el contrario la figura masculina interpretada por Michiel Huisman es mediocre, nada creíble y quizá lo que haga que no nos lleguemos a creer la historia.
Crítica para MagaZinema.es
http://www.magazinema.es/el-secreto-de-adaline-lee-toland-krieger-2015/
El largometraje refleja la angustia y la soledad de vivir más de lo que deberíamos gracias a una gran interpretación de su protagonista, Blake Lively, que es capaz de pasar imperturbable por el siglo XX y acomodarse a la vida en pleno siglo XXI. El paso del tiempo en esta película se apoya por completo en la moda, costumbres y puntuales hechos históricos para dar cuerpo a la historia de una mujer que tras un accidente de tráfico, a la edad de 29 años, deja de envejecer para pasar así casi ocho décadas. Esta gran línea temporal permite a la cinta profundizar en el lado más cruel de esa increíble oportunidad que es que los años no pasen por uno. Ver envejecer a nuestros hijos, tener que alejarnos de todo lo que queremos cada poco tiempo. El matiz más duro de la soledad, no poder compartir una vida de oportunidades y descubrimientos con nadie, pues todo se desvanece menos nosotros. Estas nociones son meramente arañadas por la cinta, Adaline nunca deja de ser vital, es un ser humano resignado a lo que le ha tocado vivir, una persona que intenta pasar desapercibida por miedo a ser descubierta, pero aún así la tristeza y amargura no empañan su personalidad, y ese velo de oscuridad que le daría profundidad y carácter al personaje lo echamos en falta en el guión.
Adaline Bowman conmueve, pero no lo suficiente, o al menos, no tanto como debería, podría ser mucho más profunda, conectar más con el espectador, pero es difícil ponernos en la piel de un ser tan etéreo como el que dibuja Lee Toland Krieger, en muchas ocasiones Blake Lively parece no pertenecer a esta realidad, y realmente así es, se trata de un personaje que debería haber evolucionado físicamente y no lo ha hecho, pero ese matiz crea esa complejidad de empatizar con ella. A crear esta atmósfera, ayudan un increíble desfile de elegancia y moda que nos permite adivinar la década en la que nos encontramos sin necesidad de palabras. La estética de todo el film se apoya en la actriz principal para crear un halo de belleza, color y elegancia que en pocas ocasiones había llenado tanto la pantalla.
Gracias a esta estética que cala y se queda con nosotros cuando recordamos la película sobrevive y hará que su caída en el olvido sea más lenta, pues la trama, como en otras tantas películas del género ha sido ya usada, no tiene giros espectaculares que nos hagan decir, jamás lo habría visto venir, aunque siendo honestos, no lo necesita. Las interpretaciones de su reparto son bastante planas, a excepción de Harrison Ford, que introduce el dolor de un corazón roto y de las oportunidades perdidas, ofreciéndonos la posibilidad de acercarnos humanamente a la película, algo de lo que carece el resto de personajes. Hemos hablado del gran papel de Blake Lively, que exprime el guión que se le da y se presenta ante la cámara atrapándola por completo, es la figura que llena salas y atrae las miradas, por el contrario la figura masculina interpretada por Michiel Huisman es mediocre, nada creíble y quizá lo que haga que no nos lleguemos a creer la historia.
Crítica para MagaZinema.es
http://www.magazinema.es/el-secreto-de-adaline-lee-toland-krieger-2015/

6,7
11.265
8
14 de marzo de 2022
14 de marzo de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando no tienes nada que envidiarle a una de las obras maestras de la historia del cine y nadie puede reprocharte tu buen hacer y la excelencia cinematográfica en tu obra, sabes que el éxito está asegurado. No se puede poner en tela de juicio, a día de hoy, y tras una extensa carrera, que Spielberg es uno de los grandes directores de nuestra era. ‘West Side Story’ es puro color y sincronía aderezado con una banda sonora épica y unos personajes que trascienden el paso del tiempo. Todo ello, igual, pero a un mismo tiempo, muy distinto, sesenta años después.
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical ‘West Side Story’, a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de ‘Romeo y Julieta’, de Shakespeare.
Broadway puede dormir tranquilo. El escepticismo y la negatividad que podía haber en torno a la nueva versión de Spielberg desparece de un plumazo con solo ver cinco minutos de metraje. Si no fuese porque ya nos pilla lejos, bien podríamos decir que estamos en la Nueva York de los años 50, en plena efervescencia constructiva de la ciudad, donde jóvenes intentan sobrevivir a una ciudad que ni los espera ni cuenta con ellos en sus brillantes planes de futuro. Muchos de nosotros, es ahora cuando nos hemos acercado por vez primera a este clásico. Estas películas ya no se hacen, y quizá esa sea la magia innegable con la que cuenta ‘West Side Story’, que puede ser una reiteración, pero es una que ha hecho que un amplio público que no conocía a María o Tony y mucho menos sabía cuadrar a los Jets y Sharks ahora buceen en la historia de Hollywood y descubran el clásico, porque nunca es demasiado tarde si la película es buena.
‘West Side Story’ es una vieja historia sobre pobreza, racismo y personajes que viven dentro de ese mundo complejo en el que no encuentran amparo, protección o entendimiento. Nada es distinto a día de hoy. Las bandas han podido cambiar de nombre, pero el trasfondo es el mismo. El sistema no tiene intención de darle solución a una problemática que deja muertos en las calles, dolor en los corazones de quienes pierden a un ser querido y rencor y mucha rabia en quienes sobreviven a una guerra abierta que a nadie en el poder le interesa dar fin.
El nivel artístico y por ende técnico de ‘West Side Story’ roza lo magistral. Nada se le puede achacar en estos apartados a un director que con movimientos raudos y fluidos de cámara nos hace disfrutar de una fiesta de color y música ‘exótica’ en las que solo un paso en falso lo habría estropeado todo. Hay que quitarse el sombrero ante el enorme trabajo de un reparto colosal que ha debido de entrenar durante meses sin pausa para lograr la cohesión y sincronía que se puede ver en pantalla.
Las localizaciones están enormemente conseguidas, la Nueva York decadente que se nos presenta cumple con todas nuestras expectativas gracias al detallismo de unas calles cuyos negocios sobreviven a duras penas, pero en los que el color no falta. Spielberg nos muestra el día a día de los personajes adentrándonos en unos hogares corrientes de cuyos tendederos cuelgan prendas sencillas, pero coloridas, que contrastan enormemente con el ladrillo y el metal de edificios ruinosos. Nos lleva también a comercios de barrio y los pone en contraste con los grandes almacenes en los que nuestras protagonistas viven en las sombras, donde se dedican a limpiar cuando ya los clientes han marchado a casa, pasando, por supuesto, también, por una comisaría de policía y morgue que todos conocen demasiado bien.
Rita Moreno, quien una vez diese vida a Anita y Ariana Debose quien es Anita en pleno siglo XXI se salen de la pantalla. La fuerza de ambas actrices traspasa la pantalla y nuestras expectativas. Cuando ellas están solo hay vida, fortaleza, carácter y presencia. Lo demás se dibuja solo de fondo reforzándolas enormemente. Rita Moreno da vida a Valentina, una mujer que siempre ha vivido entre dos mundos al ser latina y haberse casado con un americano. Impresiona, sobre todo, en un solo, en el que sentada, sola en su tienda, interpreta ‘Somewhere’, y mientras lo hace no puedes pensar en nada más. Spielberg demuestra, con esta escena y otras muchas a lo largo de la película que cada uno de sus personajes es una estrella relevante y que en ‘West Side Story’ no hay papel pequeño ni artista secundario.
Ariana Debose se ha ganado a pulso y con sudor su nominación a los Oscars 2022 y su estatuilla en los Bafta como mejor actriz secundaria. Ariana es un portento físico y vocal. Lo demuestra en cada escena que protagoniza, ella es el verdadero alma de ‘West Side Story’. A partir de ahora estarás deseosa de ver su rostro en pantalla a sabiendas de que te encontrarás con una interpretación de diez por su parte.
¿Quién no cae rendido ante una historia de amor trágica e imposible? ¿Cómo se escapa a la fatal atracción de un amor prohibido? Con todo eso que nos atrapa inexorablemente, como si fuésemos jóvenes e inocentes nuevamente, nos cautiva Spielberg. María y Tony son todo lo que una pareja joven nos recuerda nuestro imaginario colectivo, debe ser. Son soñadores e ilusos, y por supuesto egoístas, como solo alguien de su edad puede serlo, y así se crea una historia de amor llena de trabas y desgracias entre canciones y bailes que te dejan con la boca abierta.
Sigue leyendo en https://www.magazinema.es/west-side-story-steven-spielberg-2021-oscars-2022/
MagaZinema.es
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical ‘West Side Story’, a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de ‘Romeo y Julieta’, de Shakespeare.
Broadway puede dormir tranquilo. El escepticismo y la negatividad que podía haber en torno a la nueva versión de Spielberg desparece de un plumazo con solo ver cinco minutos de metraje. Si no fuese porque ya nos pilla lejos, bien podríamos decir que estamos en la Nueva York de los años 50, en plena efervescencia constructiva de la ciudad, donde jóvenes intentan sobrevivir a una ciudad que ni los espera ni cuenta con ellos en sus brillantes planes de futuro. Muchos de nosotros, es ahora cuando nos hemos acercado por vez primera a este clásico. Estas películas ya no se hacen, y quizá esa sea la magia innegable con la que cuenta ‘West Side Story’, que puede ser una reiteración, pero es una que ha hecho que un amplio público que no conocía a María o Tony y mucho menos sabía cuadrar a los Jets y Sharks ahora buceen en la historia de Hollywood y descubran el clásico, porque nunca es demasiado tarde si la película es buena.
‘West Side Story’ es una vieja historia sobre pobreza, racismo y personajes que viven dentro de ese mundo complejo en el que no encuentran amparo, protección o entendimiento. Nada es distinto a día de hoy. Las bandas han podido cambiar de nombre, pero el trasfondo es el mismo. El sistema no tiene intención de darle solución a una problemática que deja muertos en las calles, dolor en los corazones de quienes pierden a un ser querido y rencor y mucha rabia en quienes sobreviven a una guerra abierta que a nadie en el poder le interesa dar fin.
El nivel artístico y por ende técnico de ‘West Side Story’ roza lo magistral. Nada se le puede achacar en estos apartados a un director que con movimientos raudos y fluidos de cámara nos hace disfrutar de una fiesta de color y música ‘exótica’ en las que solo un paso en falso lo habría estropeado todo. Hay que quitarse el sombrero ante el enorme trabajo de un reparto colosal que ha debido de entrenar durante meses sin pausa para lograr la cohesión y sincronía que se puede ver en pantalla.
Las localizaciones están enormemente conseguidas, la Nueva York decadente que se nos presenta cumple con todas nuestras expectativas gracias al detallismo de unas calles cuyos negocios sobreviven a duras penas, pero en los que el color no falta. Spielberg nos muestra el día a día de los personajes adentrándonos en unos hogares corrientes de cuyos tendederos cuelgan prendas sencillas, pero coloridas, que contrastan enormemente con el ladrillo y el metal de edificios ruinosos. Nos lleva también a comercios de barrio y los pone en contraste con los grandes almacenes en los que nuestras protagonistas viven en las sombras, donde se dedican a limpiar cuando ya los clientes han marchado a casa, pasando, por supuesto, también, por una comisaría de policía y morgue que todos conocen demasiado bien.
Rita Moreno, quien una vez diese vida a Anita y Ariana Debose quien es Anita en pleno siglo XXI se salen de la pantalla. La fuerza de ambas actrices traspasa la pantalla y nuestras expectativas. Cuando ellas están solo hay vida, fortaleza, carácter y presencia. Lo demás se dibuja solo de fondo reforzándolas enormemente. Rita Moreno da vida a Valentina, una mujer que siempre ha vivido entre dos mundos al ser latina y haberse casado con un americano. Impresiona, sobre todo, en un solo, en el que sentada, sola en su tienda, interpreta ‘Somewhere’, y mientras lo hace no puedes pensar en nada más. Spielberg demuestra, con esta escena y otras muchas a lo largo de la película que cada uno de sus personajes es una estrella relevante y que en ‘West Side Story’ no hay papel pequeño ni artista secundario.
Ariana Debose se ha ganado a pulso y con sudor su nominación a los Oscars 2022 y su estatuilla en los Bafta como mejor actriz secundaria. Ariana es un portento físico y vocal. Lo demuestra en cada escena que protagoniza, ella es el verdadero alma de ‘West Side Story’. A partir de ahora estarás deseosa de ver su rostro en pantalla a sabiendas de que te encontrarás con una interpretación de diez por su parte.
¿Quién no cae rendido ante una historia de amor trágica e imposible? ¿Cómo se escapa a la fatal atracción de un amor prohibido? Con todo eso que nos atrapa inexorablemente, como si fuésemos jóvenes e inocentes nuevamente, nos cautiva Spielberg. María y Tony son todo lo que una pareja joven nos recuerda nuestro imaginario colectivo, debe ser. Son soñadores e ilusos, y por supuesto egoístas, como solo alguien de su edad puede serlo, y así se crea una historia de amor llena de trabas y desgracias entre canciones y bailes que te dejan con la boca abierta.
Sigue leyendo en https://www.magazinema.es/west-side-story-steven-spielberg-2021-oscars-2022/
MagaZinema.es
22 de septiembre de 2024
22 de septiembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
The time of fever’ es bonita en todos sus parámetros. No importa si hablas de su fotografía, de su narrativa o de sus protagonistas. Todo el conjunto tiene un halo de calidez, fragilidad y miedo a perderlo todo que te hace estar, a un mismo tiempo, con el corazón en un puño y con una sensación de que todo en el mundo está bien. No muchas series nos permiten experimentar esta mezcla de sensaciones tan curiosa, y este BL lo consigue en cada uno de sus seis episodios de 20 minutos.
No hay nada de novedoso en ‘The time of fever’, ni falta que nos hace. Con solo darle al play ya te tiene dentro gracias a la nitidez de su fotografía y al gusto por el detalle en todas sus tomas. Artísticamente cada plano está pensado para que la luz bañe la escena de una determina forma favoreciendo los rostros de los protagonistas, añadiendo intensidad a las ya profundas miradas que ambos se cruzan. Los juegos de color blanco, que invitan a reconocer la inocencia de su relación y lo honesto de sus sentimientos se acompaña de colores que sabemos vívidos, pero que se ven ligeramente bañados de una capa almizcle que nos invita a pensar en tiempos pasados, recordándonos a épocas de nuestras vidas, cuando todo parecía ser definitivo e inamovible.
Los diálogos, y sobre todo los silencios, nos hacen sonreír porque descubrimos en ellos, mucho antes de que los protagonistas lo hagan, los sentimientos que les mueven a querer pasar juntos cada momento de sus días. Te va a maravillar como sin decirse nada se lo dicen todo, y cómo el atrevimiento y la duda los asalta a partes iguales conforme se intensifica lo que sienten el uno por el otro.
Pero, tal y como hemos dicho antes, ‘The time of fever’ también nos pone el corazón en un puño, porque no oculta en la historia de amor, las dificultades a las que se enfrentan los protagonistas. El rechazo frontal de familiares y de la sociedad, aun a día de hoy, a personas de un mismo sexo queriéndose libremente se lleva a pantalla de forma frontal. Esto supone que el guion fuerce a los protagonistas a hablar de la situación e incluso a tomar ciertas decisiones vitales basadas en el miedo y la falta de apoyo social. Pero, sobre todo, recuerda a la audiencia que aunque se está disfrutando de una historia de amor, ésta, como otras tantas en la vida real, tiene mucho que superar día a día.
Los dos actores que llevan sobre sus hombros el peso de toda la narración son Won Tae Min quien da vida Go Ho Tae, un deportista nato que encuentra en Kim Dong Hee, interpretado por Do Woo, el amigo perfecto al ser éste último, un estudiante de primera al que todo el mundo respeta en el instituto. Gracias a la dinámica de clase nos metemos de lleno en situaciones que nos divierten, pero en las que encontramos, si las analizamos con un mínimo de profundidad, la primera señal de que algo no estamos haciendo bien a nivel social.
Dicen que las dinámicas se reproducen en todas las esferas sociales, y aquí lo vemos cuando se normaliza que un chico y una chica salgan juntas, pero no que dos chicos, en este caso, lo hagan. Esto es lo que más nos entristece, que los protagonistas, en vez de disfrutar abiertamente de sus sentimientos se encuentren confusos, contrariados y rechazándose a si mismos por una presión social absurda y dañina. Por eso atesoramos los momentos en los que bajan la guardia y se encuentran honestamente el uno con el otro, porque no solo nos dan algo de descanso emocional, sino que nos ilusionan con sus caricias, gestos y miradas.
‘The time of fever’ nos ofrece lo justo para querer más. Hay primeros besos, escenas bajo la lluvia, confesiones y lugares secretos donde pasar tardes enteras, por no mencionar paseos en la orilla del mar. La química es tremenda, pero para profundizar en ella necesitaríamos que esta miniserie contase con presupuesto para rodar durante, al menos, 8 episodios de una hora. Una vez más tendremos que poner a trabajar nuestra imaginación para completar la historia de Do Woo y Tae Min.
‘The time of fever’ ha sido producida, a posteriori, como un spin-off de ‘Unintentional Love Story’ por lo que si has llegado primero a este BL, ahora podrás saber que es de nuestros protagonistas unos años más tarde, viéndola. Si, por el contrario, has visto primero ‘Unintentional Love Story‘, encontrarás en estos episodios la calidez y despertar romántico que eres capaz de notar en las miradas ya adultas de los protagonistas. Sea cual sea el caso. Vas a adorarlos, porque el orden de los factores, en este caso, tampoco altera el producto.
No hay nada de novedoso en ‘The time of fever’, ni falta que nos hace. Con solo darle al play ya te tiene dentro gracias a la nitidez de su fotografía y al gusto por el detalle en todas sus tomas. Artísticamente cada plano está pensado para que la luz bañe la escena de una determina forma favoreciendo los rostros de los protagonistas, añadiendo intensidad a las ya profundas miradas que ambos se cruzan. Los juegos de color blanco, que invitan a reconocer la inocencia de su relación y lo honesto de sus sentimientos se acompaña de colores que sabemos vívidos, pero que se ven ligeramente bañados de una capa almizcle que nos invita a pensar en tiempos pasados, recordándonos a épocas de nuestras vidas, cuando todo parecía ser definitivo e inamovible.
Los diálogos, y sobre todo los silencios, nos hacen sonreír porque descubrimos en ellos, mucho antes de que los protagonistas lo hagan, los sentimientos que les mueven a querer pasar juntos cada momento de sus días. Te va a maravillar como sin decirse nada se lo dicen todo, y cómo el atrevimiento y la duda los asalta a partes iguales conforme se intensifica lo que sienten el uno por el otro.
Pero, tal y como hemos dicho antes, ‘The time of fever’ también nos pone el corazón en un puño, porque no oculta en la historia de amor, las dificultades a las que se enfrentan los protagonistas. El rechazo frontal de familiares y de la sociedad, aun a día de hoy, a personas de un mismo sexo queriéndose libremente se lleva a pantalla de forma frontal. Esto supone que el guion fuerce a los protagonistas a hablar de la situación e incluso a tomar ciertas decisiones vitales basadas en el miedo y la falta de apoyo social. Pero, sobre todo, recuerda a la audiencia que aunque se está disfrutando de una historia de amor, ésta, como otras tantas en la vida real, tiene mucho que superar día a día.
Los dos actores que llevan sobre sus hombros el peso de toda la narración son Won Tae Min quien da vida Go Ho Tae, un deportista nato que encuentra en Kim Dong Hee, interpretado por Do Woo, el amigo perfecto al ser éste último, un estudiante de primera al que todo el mundo respeta en el instituto. Gracias a la dinámica de clase nos metemos de lleno en situaciones que nos divierten, pero en las que encontramos, si las analizamos con un mínimo de profundidad, la primera señal de que algo no estamos haciendo bien a nivel social.
Dicen que las dinámicas se reproducen en todas las esferas sociales, y aquí lo vemos cuando se normaliza que un chico y una chica salgan juntas, pero no que dos chicos, en este caso, lo hagan. Esto es lo que más nos entristece, que los protagonistas, en vez de disfrutar abiertamente de sus sentimientos se encuentren confusos, contrariados y rechazándose a si mismos por una presión social absurda y dañina. Por eso atesoramos los momentos en los que bajan la guardia y se encuentran honestamente el uno con el otro, porque no solo nos dan algo de descanso emocional, sino que nos ilusionan con sus caricias, gestos y miradas.
‘The time of fever’ nos ofrece lo justo para querer más. Hay primeros besos, escenas bajo la lluvia, confesiones y lugares secretos donde pasar tardes enteras, por no mencionar paseos en la orilla del mar. La química es tremenda, pero para profundizar en ella necesitaríamos que esta miniserie contase con presupuesto para rodar durante, al menos, 8 episodios de una hora. Una vez más tendremos que poner a trabajar nuestra imaginación para completar la historia de Do Woo y Tae Min.
‘The time of fever’ ha sido producida, a posteriori, como un spin-off de ‘Unintentional Love Story’ por lo que si has llegado primero a este BL, ahora podrás saber que es de nuestros protagonistas unos años más tarde, viéndola. Si, por el contrario, has visto primero ‘Unintentional Love Story‘, encontrarás en estos episodios la calidez y despertar romántico que eres capaz de notar en las miradas ya adultas de los protagonistas. Sea cual sea el caso. Vas a adorarlos, porque el orden de los factores, en este caso, tampoco altera el producto.
Documental

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Documental, Intervenciones de: Jafar Panahi, Mohammad Shirvani, Farhad Kheradmand, Aida Mohammadkhani ...
8
6 de septiembre de 2024
6 de septiembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Este es uno de esos documentales que no sabías necesitabas y querías ver hasta que cae en tus manos. ‘And, Towards Happy Alleys’ nos introduce en el Irán más común, natural y esperanzador al que podríamos viajar. Durante 80 minutos una joven directora que cayó rendida ante la bella poesía de Forugh y de un cine, el iraní, al que llegó casi por azar, nos muestra en palabras, imágenes y sobre todo música, lo mucho que se ha perdido en derechos y lo mucho que se sigue luchando día a día para recuperarlos.
Inspirada en el cine y la poesía iraní, una joven directora india emprende un viaje autorreflexivo para explorar las vidas de cineastas y mujeres en Teherán.
Consigue hacerlo sin mostrar condescendencia, sin villanizar o victimizar a quienes, con cámara en mano, graba, a veces temerosa, y otras con una sonrisa tras ella. Se vive como espectadora la honestidad de sus grabaciones, de sus pensamientos. Hay sorpresa y también pesadumbre por lo que descubre y vive cada día, pero sobre todo se transmiten las ganas de aprender, descubrir y querer contar lo que cada una de las personas que se encuentra con ella y la acoge, siente la necesidad de decir.
La voz en off de la directora, relata sus propias experiencias, describe lo que ve, cómo lo sintió y como tiempo después eso se ha asentado en ella. Lo que empezó como aventura terminó siendo un proyecto doctoral en el que profundizar dentro del cine iraní, convirtiéndose en un viaje de exposición de la lucha diaria de mujeres que intentan ser borradas de toda presencia. Desde sus cuerpos hasta sus voces son opacados por un régimen dictatorial que cubre con sus tentáculos cualquier atisbo de rebelión, queja o disconformidad usando la violencia más brutal y todo el poder del estado contra ellas.
Mujer, Vida, Libertad
Y aún así, a través de esta cinta nos damos cuenta de que la resiliencia empieza en las pequeñas victorias, en los pequeños desafíos, aunque el precio a pagar no tenga nada de pequeño. Protagonista a protagonista nos adentramos en las memorias de distintos realizadores y directores iraníes (Jafar Panahi, Mohammad Shirvani…), quienes valoran su carrera, sus decisiones vitales y las consecuencias de cada una de ellas a causa de la abrumadora y asfixiante censura a las que su propio país los somete. Se nos presenta también a estudiosas y escritoras (Nasrin Sotudeh) que son acalladas y castigadas con penas desmesuradas de prisión. Mujeres que son forzadas junto con el resto a vestimentas que las hacen desaparecer bajo pesadas telas, buscando con ello anular su voluntad, estrangulando su espíritu de forma taimada.
Sreemoyee Singh presenta un documental con un claro halo personal. Su mirada a este país es honesta, inocente y crítica, porque todo esto se puede a un mismo tiempo. Solo hay que ver ‘And, Towards Happy Alleys’ para darse cuenta de ello.
Inspirada en el cine y la poesía iraní, una joven directora india emprende un viaje autorreflexivo para explorar las vidas de cineastas y mujeres en Teherán.
Consigue hacerlo sin mostrar condescendencia, sin villanizar o victimizar a quienes, con cámara en mano, graba, a veces temerosa, y otras con una sonrisa tras ella. Se vive como espectadora la honestidad de sus grabaciones, de sus pensamientos. Hay sorpresa y también pesadumbre por lo que descubre y vive cada día, pero sobre todo se transmiten las ganas de aprender, descubrir y querer contar lo que cada una de las personas que se encuentra con ella y la acoge, siente la necesidad de decir.
La voz en off de la directora, relata sus propias experiencias, describe lo que ve, cómo lo sintió y como tiempo después eso se ha asentado en ella. Lo que empezó como aventura terminó siendo un proyecto doctoral en el que profundizar dentro del cine iraní, convirtiéndose en un viaje de exposición de la lucha diaria de mujeres que intentan ser borradas de toda presencia. Desde sus cuerpos hasta sus voces son opacados por un régimen dictatorial que cubre con sus tentáculos cualquier atisbo de rebelión, queja o disconformidad usando la violencia más brutal y todo el poder del estado contra ellas.
Mujer, Vida, Libertad
Y aún así, a través de esta cinta nos damos cuenta de que la resiliencia empieza en las pequeñas victorias, en los pequeños desafíos, aunque el precio a pagar no tenga nada de pequeño. Protagonista a protagonista nos adentramos en las memorias de distintos realizadores y directores iraníes (Jafar Panahi, Mohammad Shirvani…), quienes valoran su carrera, sus decisiones vitales y las consecuencias de cada una de ellas a causa de la abrumadora y asfixiante censura a las que su propio país los somete. Se nos presenta también a estudiosas y escritoras (Nasrin Sotudeh) que son acalladas y castigadas con penas desmesuradas de prisión. Mujeres que son forzadas junto con el resto a vestimentas que las hacen desaparecer bajo pesadas telas, buscando con ello anular su voluntad, estrangulando su espíritu de forma taimada.
Sreemoyee Singh presenta un documental con un claro halo personal. Su mirada a este país es honesta, inocente y crítica, porque todo esto se puede a un mismo tiempo. Solo hay que ver ‘And, Towards Happy Alleys’ para darse cuenta de ello.
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